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La noche en la que Rodolfo D’Onofrio vivió una de las emociones más grandes y el sueño de llegar a Abu Dhabi
Detrás de los títulos de la Sudamericana 2014 y Libertadores 2015, el presidente de River se conmovió con el 8-0 al equipo boliviano y dice: “Gallardo nos convenció a todos de que era posible”
Le faltan horas de sueño. Se quedó festejando hasta tarde con amigos y dirigentes en el club. Cuando volvió al hogar, nada de ir a descansar: encendió el televisor y se dispuso a ver nuevamente la goleada de su River frente a Jorge Wilstermann . Le gustó mucho más ese “segundo partido” que el que vio en la cancha. Sin ansiedades ni angustias. Con la tranquilidad del resultado conocido, sí, pero sobre todo sin ese vértigo que venía acompañado de una imperiosa necesidad: golear sin recibir tantos.
“¡Me encantó cómo jugó River! En la cancha se te escapa todo porque estás pendiente de cómo y cuándo puede llegar el gol. No ves todo lo que hay que ver. Lo que me quedó de esa segunda mirada es impactante. Muchos hoy dicen que Wilstermann no hizo nada. Los corrijo: River no lo dejó hacer nada”, afirma Rodolfo D’Onofrio , durante un paso por LA NACION en el que comparte sus sensaciones tras el 8-0 y la clasificación para las semifinales de la Copa Libertadores .
Con 68 años y en la recta final de su mandato como presidente (en diciembre próximo), D’Onofrio no habla por el momento del futuro, aunque en el mundo River presagian como muy probable su continuidad. El apoyo societario es concreto: los éxitos propios y el abismo alcanzado por sus predecesores (José María Aguilar y Daniel Passarella) lo posicionan en un pedestal. La duda, en todo caso, puede pasar por si arriesga el prestigio ganado o apuesta por nuevos impactos, esos que transformaron al club en los últimos años a nivel institucional, financiero y deportivo.
Es inevitable un ejercicio de la memoria para saber qué siente después de una noche como la del jueves, bajo la lluvia, con el Monumental danzando en medio del delirio. Un triunfo que no es un título en sí, pero que no duda en clasificarlo en el podio de sus más grandes emociones.
“Es un poco injusto esto de medir emociones porque las más antiguas van quedando relegadas y pierden efecto con las más frescas. Recuerdo bien aquella vez que le ganamos al Racing de José (NdR: el equipo dirigido por Juan José Pizutti) en 1966, sacándole un invicto de 39 partidos. O el 5-4 en el último minuto a Boca en 1972 en la cancha de Vélez, después de pasar del 2-0 a un 2-4. O la Copa Libertadores del 96. La del 86 también, pero no la viví en la cancha porque estaba trabajando en Perú, la vi por TV. Son momentos que me movilizaron mucho, pero pierden respecto de los más actuales. Y además, los de ahora me tomaron como presidente, con otras obligaciones y responsabilidades”, admite.
El top 3 de D’Onofrio tiene señales inequívocas: la Copa Sudamericana 2014, la Libertadores 2015 y el 8-0 a Wilstermann. “Fue muy fuerte el penal atajado por Barovero a Boca al minuto de juego, moviendo el dedito como si fuese un partido más. El primer título como presidente. Y la noche lluviosa frente a Tigres. ¡Otra vez la lluvia como buen presagio! Y esta goleada histórica. Todos nos daban afuera. Hablé con Gallardo el domingo. Se puso la mano en el corazón y me dijo: “Lo vamos a ganar. Lo damos vuelta”. Le creí en la mirada. También lo ví en los ojos de los jugadores. El técnico les sacó presión. Se los llevó a un country. Jugaron al truco. Los motivó y convenció de otra manera. ¡A todos nos convenció!”, afirma. Se le recuerda el partido con Independiente del Valle en 2016, parecido en el desarrollo al de Jorge Wilstermann. “Sí, fueron parecidos. Aquella vez no entraba ninguna. Ahora sí”.
Asegura que no tuvo miedo de que los casos de doping de Martínez Quarta y Mayada derrumbaran su gestión y el futuro. “Son accidentes y aún hoy no sabemos qué fue lo que pasó. Una contaminación, índices bajos. Pero reglamentariamente es blanco o negro. Ojalá que la sanción sea lo más leve posible”.
No es de llorar durante los partidos D’Onofrio. Curiosamente se quebró no en una victoria, sino en Japón, cuando vio a River entrar en la cancha para jugar la final con Barcelona, con 25.000 hinchas en las tribunas. “Gente que vendió hasta el auto para viajar y que se siente orgullosa de esa vivencia”. ¿Qué lo desvive hoy? “Llegar a Abu Dhabi a fin de año”, donde se jugará el próximo Mundial de Clubes. Siente que las chances son “50 y 50” para la semifinal con Lanús, al que respeta profundamente. Olfatea dos grandes partidos. “Pero River está muy bien”, enfatizó. Un River que lo extasió por TV de madrugada después de haberlo emocionado en la cancha como pocas veces en la vida.
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