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La muerte de Diego Maradona. Daniel Arcucci: "El dolor más grande que empezó a sufrir Diego era que ya no se sentía Maradona"
Almorzó con Maradona, viajó con Maradona, miró televisión con Maradona. Jugó al fútbol con Maradona. Salió a bailar con Maradona. Hasta firmó autógrafos sólo por estar al lado de Maradona. Nadie explicó mejor la fascinación por Diego Maradona. "¿Para qué somos periodistas si no es para contar historias?", repite hace años, sin pretensión de enseñanza. Pero lo consigue. A Daniel Arcucci le tocó contar la historia más grande. Hasta que se atravesó la muerte. Ni repentina, ni sorpresiva. "La vida de Maradona está hecha de muertes y resurrecciones", resumía desde hace años Arcucci después de cada temblor. En su afán por explicar, no dudaba en aceptar ayuda celestial. Ya no.
"Era tan previsible que estaba en un callejón sin salida, no había manera de que encontrara la paz. Porque tampoco había manera de que Maradona se reencontrara con Maradona", cuenta. El relato por momentos se vuelve desolador, pero Arcucci encuentra el punto para tampoco alejarse de la ternura. Le tenía miedo al olvido Maradona, a que dejaran de quererlo... "Por eso sentía que tenía que hacerle un gol a Inglaterra siendo el director técnico de Gimnasia. Eso estaba en su cabeza; tremendo calvario", cuenta el autor de dos libros con el Diez, Yo soy el Diego y México 86: mi Mundial, mi verdad, y otros dos sobre el Diez: Conocer al Diego y La Argentina en los mundiales.
Lo adoró sin necedad. Jamás impidió una crítica hacia Maradona en sus casi dos décadas como jefe de la sección Deportes y Secretario de Redacción del diario LA NACION. Arcucci está tranquilo, transmite alivio. No imposta, no tiene necesidad. Habla en pasado y en presente sobre Maradona, y es consciente de eso. Se aparta de cualquier derecho. "No me gusta adjudicarme el cartel de ser el periodista que más conoce a Maradona, como muchas veces me presentan, porque no lo soy. Sí puedo ser el periodista que más tiempo estuvo cerca de Maradona, siendo su cronista". Le agrada su condición de biógrafo, porque encierra esfuerzo y perseverancia seguir con minuciosidad de orfebre una vida tan impetuosa.
Entrevistó a Maradona infinidad de veces. En un auto, en un avión, en una cancha, adentro de una pileta. En Devoto, en Nápoles, en Dubai, en Punta del Este, en Amsterdam, en Pretoria, en Roma, en Sevilla, en La Habana, en Tokio, en Seúl, en Boston, en el DF mexicano. Sin escarbar en la mugre, consiguió frases célebres y mejores notas. Y el respeto de Maradona. Arcucci lo conoció antes de que se transformara en adjetivo.
–¿Cuánto lo vas a extrañar?
–Yo, en realidad... Creo que Diego por fin encontró la paz. Si yo me afirmo en esa idea, no lo voy a extrañar. Yo estaba muy pendiente, pero no en tren de noticia, de la vida y la salud de Diego, y me preocupaba cada mañana saber que estaba un poco peor. No me hacía el distraído con sus apariciones y sus declaraciones… Eran prácticamente traducciones. Cuando las veías escritas decías: ‘Uhhh es Maradona’, y cuando escuchabas el audio decías: ‘No, no es Maradona’. Si esta era la versión que íbamos a tener de Maradona, prefiero extrañarlo en todo caso... Él cerró una etapa, que ha sido muy corta pero muy intensa. Han sido 60 años que valen por 120.
Una secuencia temporal dispara la charla: 34 años y 11 meses... "Con Diego tengo la cuestión de las fechas casi exactas, de conocerlo el 25 de diciembre de 1985, en realidad desde la primera nota, al 25 de noviembre de 2020, número redondo. Esos 34 años y 11 meses forman parte de mi vida. El vínculo con Maradona marcó definitivamente mi carrera profesional, pero en los últimos años se vinculó más a lo personal. Porque en un momento dejé de correr detrás de la noticia. En un momento importante en mi carrera, que fue cuando dejé de trabajar en relación de dependencia después de 32 años para dedicarme a escribir un segundo libro con Maradona, alguien me dijo ‘ser el biógrafo de Maradona es eterno’, y ahora es más eterno que nunca.
–Has dicho que te propusiste "contarlo para que se lo entienda". ¿Lo lograste?
–Cuando me saco del periodista que más lo conoce, y acepto estar en el rol del periodista que más tiempo estuvo con él, acepto, también, ser quizás el periodista que más lo entiende. O que más intentó explicarlo. Dicho esto, me ha resultado más fácil explicar situaciones muy complejas de la vida de Maradona que sentarme a la altura de relatar momentos de la vida de Maradona. Por ejemplo, este. Una de las cosas que me angustia es no saber contar su muerte. No poder contarla. A veces la exigencia me estresa. Y esto que me pasa ahora me pasó muchísimas veces. Cuando lo entrevistaba, me resultaba más fácil transcribirlo con textualidad, era como que comprendía el idioma de Diego. Cuando escribía, sentía que tenía que lograr que la gente no leyera a Diego, sino que escuchara a Diego. Y eso sentía que me salía. Pero cuando quería describirlo me costaba, y no quería caer en el exceso del elogio y la adjetivación. Me gustaba más contar escenas, y desde ahí que se lo interpretara.
–¿Cómo explicás a Maradona?
–A Maradona lo podés explicar en una enciclopedia o lo podés explicar con un par de hechos, nada más. Te basta y te sobra con el partido contra Inglaterra, el título en México 86 y el partido contra Brasil con el tobillo como una pelota y la consecuente semifinal con Italia. Con eso te alcanza para explicar por qué Maradona es un mito. Y vivió siendo un mito hasta el martes, porque vivo ya lo era. Los grandes mitos terminaron de convertirse en tales después de su muerte: Perón, Evita, Gardel, el Che Guevara... Diego fue mito estando vivo y convivió con eso durante muchísimos años. Desde los 25 hasta los 60 años. Nunca te iba a aceptar Maradona que sufría con ser Maradona, pero sabía que había algo de camino sin salida. ¿Por qué? Porque ser un mito, sentir que estaba obligado todo el tiempo a demostrar que era Maradona, por un lado lo exponía a otras actividades. Y por el otro, cuando él decía que buscaba paz, que estaba agobiado, si encontraba ese lugar sin agobio, lo extrañaba. Entonces terminaba siendo como una droga para él. Y creo que ahí sí sufría un poco ser Maradona. Se enojaría muchísimo si me leyera o escuchara diciendo esto, porque estaba muy orgulloso de ser Maradona.
–¿Disfrutó ser Maradona, sufrió ser Maradona?
–De todo lo que pasó en su vida en los últimos años, más allá del deterioro de su salud –aunque tal vez haya tenido algo que ver–, el dolor más grande que empezó a sufrir Diego era que ya no se sentía Maradona. Él era consciente de que no era Maradona y no había manera de convencerlo que no necesitaba hacer algo más para seguir siendo Maradona. Por eso se exponía a estos trabajos, a ser director técnico..., todo el tiempo tenía que hacerles goles a los ingleses. Ya se los había hecho, pero sentía que tenía que seguir haciéndoselos. No quería ser un monumento que camina, nunca quiso vivir de la renta de aquella gloria que lo convirtió en mito.
–¿Era ingobernable?
–Esta anécdota, tal vez, lo refleja. En 1991 Diego estaba suspendido por doping y jugó un partido para recaudar fondos para la familia del actor Adrián Ghio, que había muerto en un accidente. La tarde previa, Diego había estado entrenándose en los bosques de Palermo. Nosotros estábamos haciéndole una nota para El Gráfico, y al terminar nos dice: ‘Vénganse para casa’. Y en la casa estaba Vincenzo Siniscalchi, su abogado napolitano, y el periodista Gianni Minà, que habían venido desde Italia. Diego dijo: ‘Vamos a llevarlos a cenar’. Fuimos a cenar a la Costanera. Terminamos, yo creí que me iba para mi casa, los tanos al hotel y Diego para su casa. Pero Diego dijo vamos a Trump(s), el boliche de moda. Bueno, fuimos a Trump(s). Entramos. Lo primero que vivís es el poder de Maradona; se abren las aguas. El boliche estaba lleno, pero de golpe el pasillo se hizo para nosotros, la mesa principal frente a la pista se liberó y a las 4 de la mañana Diego estaba bailando en el medio con la corbata en la cabeza. En un momento, ya todos nos teníamos que ir a dormir, incluso Diego porque el partido era a la mañana siguiente, en unas horas. Entonces me meto en la pista, y le digo: ‘Diego, me voy a llevar a los tanos al hotel’. Y agregué: ‘¿Por qué no venís vos también y vamos a todos a dormir?’ Me agarro los cachetes de la cara y me dijo: ‘Dani, yo soy bastante grande, eh, yo sé cómo cuidarme’. A la mañana siguiente yo estaba esperando en el vestuario de la vieja cancha de Ferro, llegó Diego perfecto, trajeado, me pasó por al lado y me dijo: ‘Me parece que a vos te vi, anoche’. Y jugó el partido y estuvo bien. Fue como un símbolo.
–Entonces, era ingobernable.
–Pero hay otras cosas a las que yo le decía que no, y no hablan muy bien de mí como periodista. Y lo reveló el propio Diego en el programa De Zurda, al que me invitó estando en el Mundial de Rusia 2018. Víctor Hugo le propuso que me presentara y Diego dijo: ‘Dani Arcucci es el periodista que más me cuidó. Él me hacía una pregunta y, por ahí, yo respondía algo muy escandaloso, y Dani me decía: ‘Diego, ¿te parece decir esto? Síííí, le decía yo, pocas veces le di bolilla, pero Dani me cuidaba’. Era otra forma de decirle que no, pero él terminaba haciendo lo que él quería. Son dos ejemplos muy livianos, pero era muy difícil decirle que no. Y si le decías que no, te tenías que exponer al riesgo de salir de su círculo más íntimo. Aunque también, al estar en su círculo íntimo, a veces uno tenía que elegir cuándo, porque meterte abiertamente era difícil porque significaba salir de una órbita normal para ingresar en otra muy diferente.
–Como en el Mundial de 2002, cuando los enviados del diario de repente no supimos nada más de vos, solo que estabas detrás de Maradona.
–Es un gran ejemplo ese. Yo estaba haciendo un Mundial triste, por la rápida eliminación de la Argentina, pero también muy placentero porque era una mirada integral del torneo, viajando por todo Japón. Hasta que llegó Diego y desaparecí dos días de la cobertura. Y nadie supo dónde estaba; y estaba en un hotel, con Diego, jugando al golf a las 3 de la mañana.
–¿Sufrías las críticas que recibía Maradona? En LA NACION nunca impediste una línea muy dura contra su gestión como entrenador de la selección.
–Una cosa es sufrir una descalificación, y otra cosa es sufrir una crítica, diría, que incluso, yo podía compartir. Ahí buscaba, sobre el mismo punto, tratar de entender a Maradona, por qué había decidido o hecho tal cosa. Hubiera sufrido más cercenar una opinión genuina de alguien en quien confiaba, que la crítica en sí, que siempre salía publicada. Vos sabés que yo no quería que Diego fuera el técnico de la selección. Es curioso: yo no quería por él, cuando era lo que él más quería. Mi temor era que Diego, en su afán de cumplir ese sueño, afectara el mito Maradona. Que en definitiva fue una constante desde que dejó de jugar al fútbol.
–Vas y venís. Hablás en presente y en pasado sobre Maradona.
–La noticia me llegó en el momento que empezaba el programa y todo hubo que resolverlo al aire. Yo dije ‘no quiero dar la noticia, y no voy a dar la noticia’. Como una cuestión de no querer creer, porque muchas veces había muerto Maradona y muchas veces había resucitado. Muchas veces había existido la primicia efímera. No, no cayeron todas las fichas aun, aunque yo ya lo venía asimilando... Sucedió en 2000, en 2004, en 2007 y en 2018, por tomar cuatro hitos muy puntuales y concretos donde se habló del rumor de que Maradona había muerto. Por todo eso creo que en algún momento me corrí y dije ‘basta, basta de inventar, este tipo no se muere…’ Bueno, creo que todavía no lo he asimilado en ese sentido. No he llorado todavía. Es muy curioso, pero me emociona mucho más la emoción de los otros. Y cuando pienso en eso, pienso que es porque ya me lo veía venir y porque ya no quedaba margen para otras resurrecciones. Que la muerte ya iba a ser definitiva... Está esa frase de Diego, cuando dice ‘lástima nadie, maestro...’ y como la última versión que pude tener de Diego era esa en la que él sentía que ya no era Maradona, y alguien podía tener lastima por eso, entonces quizás algo de eso me esté imaginado... Ojo, ‘lástima nadie, maestro’. Si él ya no podía sentir que era Maradona, bueno, que por fin haya encontrado esa paz.
–¿Seguirás escribiendo sobre él?
–Uffff..., sí, sí. Seguramente voy a seguir escribiendo de él si sirve para seguir explicándolo. Quizás adelante haya una necesidad, algo, que me da terror: escribir la biografía definitiva de Maradona. Es una empresa que el solo hecho de pensarla me aterroriza, porque ahí sí lo considero inabarcable. Definir al mito es fácil, lo he hecho. Ahora, sentarse a escribir qué es Maradona, cuál es Maradona, quién es Maradona, es una utopía encontrar las respuestas.
–Charlaste durante años con él para escribir sobre él. Tendrás que atreverte a escribir sin él.
–Quizás en la búsqueda vanidosa, 'como yo soy el que escribe sobre Maradona', se puede correr el riesgo de hacer algo que no esté a la altura. Diego te exige, y esto si lo digo en presente, Diego te exige. Es un personaje de una complejidad, y al mismo tiempo de una trasparencia y una explosión, que te expone mucho cuando escribís sobre él. Corrés el riesgo de obviedad, que es lo peor para mí. Y también corrés el riesgo de esa cosa lacrimógena, que no sirve.
–¿Cómo fue Maradona con vos?
–Diego siempre fue muy generoso conmigo. En ambos libros yo debía ser ghostwriter, primero con Cherquis Bialo, y en el segundo solo, y el que se encargó de que no fuera ghost fue Maradona. Especialmente el segundo, que él mismo cuando lo promocionaba decía ‘el libro que hicimos con Dani’. Y eso habla muchísimo de su generosidad.
–¿Creés que te tuvo aprecio?
–A mí me gusta creer que Diego me empezó a querer el día que fui a hacerle aquella primera nota de la Nochebuena del ‘85 y él me dijo: ‘Ni loco, ni se te ocurra aparecer, pero vení mañana, te voy a dar la nota más importante de tu vida’. Y estuve en su casa en Navidad. A mí me gusta pensar que él reconoció, en ese gesto de no ir a espiarlo, el respeto a su privacidad. Me gusta pensar que empezó a quererme ahí, el primer día.
"Jugó con el tobillo así (y sin embargo fue Maradona)".Éramos tan jóvenes...Trigoria, 1990.[R][R][R] https://t.co/01KzH2n26R&— Daniel Arcucci (@daniarcucci) November 27, 2020
–Estás tranquilo. Por él, por vos...
–En estas horas me ha resultado increíblemente fácil hablar sobre Diego sin impostar un estado de ánimo. No necesito hablar con voz apesadumbrada, siento, en todo caso, que estoy celebrando la memoria de Maradona. Y la mejor forma es recordarlo.
–¿Creés que alguna vez te usaron para llegar a él?
–No, no, son muy pocos los que me han usado para acercarse a Diego. Al revés, y es muy gratificante, en tantos años mucha gente me ha llamado para intentar entender algo de Diego. Sí, siento que se cerró una etapa de mi vida, profesional y personal. Con más o menos intensidad, he vivido 34 años y 11 meses pendiente de Maradona, y esa etapa se terminó. Maradona, él, no va a generar más noticias. Una de las cosas difíciles de ser el biógrafo de Maradona era que todos los días te iba agregando una página nueva, que tal vez te desmentía la anterior y tenías que empezar de nuevo. Siento que terminó una etapa. Maravillosa.
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