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La muerte de Emanuel Balbo: cuando el peligro está en la hinchada propia
De las 125 personas que perdieron la vida en hechos relacionados con el fútbol de 2000 a la actualidad, 51 fueron víctimas de choques entre barras de un mismo club; el detalle, en esta visualización interactiva
En la Argentina, las muertes ligadas al fútbol son, por desgracia, moneda frecuente. En poco menos de un siglo (el primer hecho registrado, según la ONG Salvemos al Fútbol, data de 1922) los motivos por los que perdieron la vida cientos de fanáticos fueron diversos. Sin embargo, en los últimos 20 años se potenció un fenómeno que deja en evidencia que por detrás de la “cultura del aguante” se esconde un negocio gigantesco del cual nadie quiere quedarse afuera. Liderar la barra brava de un club es mucho más que cantar y alentar cada domingo. Es administrar las finanzas espurias. Es viajar a donde juegue el equipo sin invertir un solo peso de la economía personal. Es vincularse con el poder. Por eso, todo vale en la lucha encarnizada por llegar a esa cima. Incluso la muerte. Matar o morir, literalmente.
La muerte de Emanuel Balbo , arrojado al vacío desde la tribuna del estadio Kempes, durante el clásico con Talleres, son 317 los muertos vinculados con el fútbol. Del 2000 a la actualidad, 125 personas perdieron la vida. De ellas, 51 fallecieron en hechos ligados a peleas entre barras de un mismo equipo.
Uno de los casos más recordados fue el crimen de Gonzalo Acro , acribillado en la puerta de un gimnasio de Villa Urquiza. Si bien el hecho se produjo a varios kilómetros del estadio de River , fue un caso directo de “pase de facturas” entre integrantes de una misma barra: “Los Borrachos del Tablón”. Por el crimen, los hermanos Alan y William Schlenker fueron condenados a prisión perpetua.
Pero no todas son víctimas vinculadas con esa misma red de violencia. En ese listado aparecen casos insólitos. Como el de Orlando Sosa, un remisero de 30 años al que le dieron vuelta y le incendiaron su auto mientras quería ayudar a Fernanda Nievas, atacada por un grupo de 40 barras de Huracán en el interior del barrio Zavaleta, como venganza por la muerte de uno de sus líderes, Fernando De Respinis, en junio de 2009.
O hechos relacionados con mensajes mafiosos, como el de Nicolás Pacheco, que en enero de 2013 apareció muerto en la pileta de la sede de Racing en Villa del Parque. O el de Diego Bogado, a quien encontraron muerto dentro de la herrería de la cancha de Vélez en abril de 2013, y hasta modificaron la escena del crimen.
Casos que, más allá de aquella afirmación que asegura que “la violencia está en la sociedad y el fútbol forma parte de ella”, evidencian que la escalada de poder dentro del fútbol, también mata.
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