- Archivo Mundialista
- Año: 1990
- Partido: Italia 1 (3) - Argentina 1 (4)
De las cosas que un entrenador imagina en un contexto ideal para su selección en un Mundial, la Argentina de Carlos Bilardo no tenía casi ninguna. Calma, concentración, jugadores en buen estado físico..., todo parecía escaparse. Italia 90 fue acumulando adversidades enormes, partido tras partido.
La derrota sorpresiva con Camerún en el debut, la fractura de Nery Pumpido en el segundo partido, la clasificación angustiante como el mejor tercero del Grupo B. El panorama era muy desalentador. La suerte cambió en octavos y en cuartos de final. El milagroso triunfo ante Brasil luego de que los postes salvaran a Sergio Goycochea varias veces y el triunfo por penales contra Yugoslavia le devolvió al equipo -sin jugar bien- el espíritu ganador, la mística del campeón del 86.
La semifinal con Italia volvió a activar el caos. Gabriel Calderón, integrante de aquel equipo argentino, recuerda ese partido: "Ellos quedaron muy dolidos porque los eliminamos. El juego fue igualado. El gol de ellos, de Toto Schillachi, fue en offside. Pero en esa época había menos cámaras. Y nunca vi la repetición en la que se ve esto que te digo. Mostraban lo que querían. Ese 1-0 complicaba todo, pero después llegamos al empate con el gol de Caniggia. Y pusimos justicia, porque ninguno hizo nada para merecer ganar".
En los penales, Sergio Goycochea se convirtió en el héroe que eliminó al anfitrión. Desde allí en adelante, el camino a la final con Alemania estuvo rodeado de noticias escandalosas en los medios.
Diego Maradona, que jugó todo el Mundial con los tobillos lesionados, antes de aquel partido lanzó una frase que dio comienzo a su propia guerra en Italia. La semifinal se jugó en Napoles, una ciudad que aún hoy, casi 30 años después, lo tiene como su máximo ídolo por sus hazañas deportivas. El astro argentino declaró: "Ahora que Italia juega acá consideran a los napolitanos italianos, pero ¿el resto del año?".
El objetivo de quebrar a un país en dos para encontrar apoyo fue un arma de doble filo. Funcionó en Napoles... "Ya habíamos jugado contra Unión Soviética en el San Paolo. Me acuerdo que de las ventanas de todos los edificios y de todas las casas colgaban banderas italianas. Pero cuando volvimos para la semifinal, los napolitanos las habían sacado por respeto a Diego. Increíble", dice hoy Julio Olarticoechea. Y agrega: "Después, el partido fue épico. Sacamos del Mundial al favorito, al que todos ya daban por descontado que estaba en la final. Fue un golpe durísimo para ellos".
Pero la final era en el estadio Olímpico de Roma, el 8 de julio. En el Norte del país, la historia iba a ser muy distinta. Además, la Argentina había elegido Trigoria como lugar de concentración, el predio del conjunto romano.
En México 86, Maradona había reclamado porque los partidos se jugaban cerca del mediodía para favorecer a la televisación europea, en horarios de temperaturas extenuantes. En Italia 90, disparó contra el calendario, porque estaba muy cerca del final de las temporadas europeas y sugirió que debían haber jugado en septiembre. El presidente de la FIFA, el brasileño João Havelange, le contestó: "Si al señor Maradona no le agrada el Mundial, que no venga más".
A esa altura, esa era apenas una distracción menor. Los problemas más graves ocurrieron en la noche del jueves 5. Camarógrafos de la red O'Globo, de Brasil, filmaron un tumulto en la puerta de la concentración. Se veía a Maradona agredir a un encargado de seguridad.
Maradona explicó lo ocurrido a la mañana siguiente: "Todo fue una provocación. Mi hermano (N. de la R.: Raúl, más conocido como Lalo) me pidió salir a dar una vuelta en la Ferrari T-40 y el que estaba en la puerta lo vendió, porque sabía que no tenía registro. Después le fui a pedir explicaciones y me insultó. Bueno, ya todos saben lo que pasó. Prefiero no hablar del tema, que ya quedó solucionado con el pago de la multa".
Los italianos no tenían intención de que la historia terminara ahí. Dino Viola, presidente de Roma, defendió a los empleados de Trigoria. Y anticipó que presentaría una demanda contra Maradona después de la final. Por la agresión y las heridas sufridas por uno de los encargados de seguridad, pero también por difamación.
El embajador argentino en Roma, Carlos Ruckauf, salió al cruce y advirtió: "Maradona tiene inmunidad diplomática para esta clase de acusaciones, por haber sido designado embajador deportivo". Así era. Unos días antes, Diego Maradona había recibido el nuevo pasaporte. En la ceremonia estuvo el presidente de la Nación, Carlos Menem.
¿Suficiente repercusión? No. A la mañana siguiente del incidente hubo un nuevo conflicto: "Bilardo nos despertó con golpes en las puertas en cada habitación para mostrarnos lo que había pasado", recordó hace algunos años Goycochea. Y lo que había pasado era que el entrenador argentino llevaba en sus manos era una bandera argentina cortada.
En el ingreso a Trigoria había tres mástiles. En uno estaba la bandera del club Roma, en el otro la de Italia y, en el centro, la bandera de la Argentina, ubicada allí a modo de bienvenida por los dirigentes del conjunto local. Bilardo les dijo a los futbolistas que los italianos habían destrozado la bandera argentina. "Nos volvimos locos, era el condimento para motivarnos, nos queríamos comer crudos a todos", explicó Goycochea.
Faltaban 24 horas para la final. Unos 300 periodistas llegaron a la concentración argentina. Julio Grondona, trataba de bajarle el tono a la disputa. "Los italianos tienen en el fútbol su gran pasión, y la esperanza de ser campeones se la destruyó el equipo argentino. Es lógico que entre mil, uno haga una locura. No justifico algo malo. Pero insisto, en países apasionados, pasa", decía el presidente de la AFA.
En simultáneo, comenzaron las sospechas de que alguien del equipo argentino había sido el que cortó la bandera para buscar motivación. "Algunos dicen que fue una treta de Carlos -recuerda Olarticoechea-. Pero la motivación nuestra era otra. Bilardo nos pasaba videos de cómo estaba la Argentina, cómo salía la gente a la calle después de nuestro partidos. Con eso nos motivábamos".
Gabriel Calderón, otro de los integrantes de ese equipo, prefiere no darle importancia: "No recuerdo eso. Escuché comentarios, diferentes cosas, pero no nos faltaba motivación, no necesitábamos que nos mostraran ni nos dijeran nada. Estábamos jugando para la selección".
Maradona sostuvo el siguiente diálogo con la prensa:
"Lo de la bandera es una vergüenza, no lo voy a perdonar nunca. El que lo hizo es un ignorante que puso en dificultades a todos los buenos italianos. Lo vamos a tener en cuenta para poner todo lo que tenemos en la final y hacer felices a los argentinos. Creía que nos iban a respetar más. Me siento mal, porque esto va más allá del fútbol. Nunca creí que hubiera gente que nos quisiera hacer tanto daño. Me duele porque yo tengo contrato por tres años con Napoli y va a ser muy duro".
-¿Creés que es algo en tu contra?
-Si es contra mí, no sé qué tiene que ver la bandera argentina. A mí me tratan de antipático y me dicen de todo, pero eso no me importa. Lo que me interesa es que me quiera mi madre, mi mujer y mis hijas.
-¿Bilardo le dijo que fue una equivocación elegir Trigoria para la concentración?
-Si. Nunca debimos estar acá. Tuvimos problemas desde el primer día. No puede ser que el presidente de Roma (Dino Viola), venga a revisar si rompimos vasos, si están todas las sillas… Piensa que somos indios y que nos sentamos en el suelo. Desde hace tiempo venimos peleando por la comida, por esto, por lo otro…
La Argentina iba a ser visitante como nunca antes en esa final. Aunque Olarticoechea dice que eso no los afectó: "Diego bancaba todo, no afectaba al grupo. Al contrario: cuando silbaban el himno, nos daba bronca y nos potenciaba. En un Mundial no te van a tirar un botellazo, como en la Copa Libertadores o en otros torneos en los que te meten miedo".
La final fue una misión imposible, aunque se estuvo muy cerca. "Si el árbitro (N. de la R.: el mexicano Edgardo Codesal) nos cobraba un penal que me hicieron a mí antes del que cobró, podíamos haber ganado -explica Calderón-. Llegamos muy mermados. Diego tenía el tobillo hinchado, le costaba caminar. Burruchaga, también, lesionado. Ruggeri tuvo que salir en la final. Estaba con pubialgia. Yo compartía habitación con él y lo tenía que ayudar para levantarse de la cama. Encima estaban suspendidos Caniggia, Batista, Giusti, el Vasco Olarticoechea… se juntó todo".
Olarticoechea, que vio la final desde afuera, dio su mirada: "Roberto Sensini (23 años), tres o cuatro años más adelante, no se hubiera tirado como se tiró en la jugada del penal a Klinsmann. Fue dudoso. Ante la duda, el árbitro parecía estar dispuesto a cobrar cosas en contra de nosotros".
La Argentina terminó el partido con Alemania con nueve jugadores por las expulsiones de Pedro Monzón y Gustavo Dezotti, los dos primeros expulsados en una final en la historia de los Mundiales
Calderón, que hoy es un experimentado entrenador que dirigió en Francia, España, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, fundamenta cómo hizo la Argentina para llegar a una final ante tantas dificultades: "Es cierto que no fue un buen torneo futbolísticamente. Pero éramos un equipo humilde, solidario y difícil de batir. Tácticamente hacíamos jugar mal a todos los que nos enfrentaban. Nosotros no podíamos hacer mucho en el juego, no estábamos bien. Pero hacíamos todo para ganar. Competimos bien".
La noticia en LA NACION
Más notas de Mundial Rusia 2018
- 1
Fútbol europeo: Arsenal siguió de racha en el primer partido de 2025 en la Premier League y el Inter de Lautaro debuta en Arabia Saudita
- 2
Fixture de la Argentina en el Sudamericano Sub 20 2025: fechas, rivales, días y horarios
- 3
Bota de Oro 2024/2025: así está la tabla de goleadores, sin Lionel Messi y Cristiano Ronaldo
- 4
El brasileño Luiz Henrique es el nuevo Rey de América y hay tres argentinos en el equipo ideal del continente