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La línea de 4 de Bilardo, los héroes accidentales y otras mil sorpresas
No estaba en los planes de nadie una línea de cinco con Campagnaro, Federico Fernández y Garay como centrales, y Gago e Higuaín recluidos al banco. Duró un tiempo el experimentado del prolijo y previsible Alejandro Sabella: se reencontraron los ‘Cuatro Fantásticos’ y enderezaron el debut contra Bosnia para tomar el control de la selección en Brasil 2014. Pero las lesiones hicieron capitular a las estrellas y tuvieron que devolverle el mando al pragmático entrenador que se las ingenió para escalar hasta la final. La antesala del Mundial puede ser una impostora. Las certezas se escurren en un pestañeo y los pilares se derrumban con un soplido. Claro que no da lo mismo atender hasta el mínimo detalle que librar la suerte al destino, pero el fútbol es caprichoso y burlón. En el tramo final hacia la Copa la selección suele zarandearse.
Sampaoli llevó sus intrigas al búnker ruso en Bronnitsy. ¿Riesgoso? Claro. ¿Ocurrió antes? Muchas veces. El aleteo de las dudas es una costumbre. Los ajustes no resisten escuela futbolística. Quizá las mayores certezas se posaron camino a las Copas del 78 y del 82..., y el resultado no pudo ser más opuesto: se coronó en la Argentina y decepcionó en España. A partir de una cuidada refundación, llegó al 78 con un estilo y un equipo reconocible, al que solo en el semestre final se le sumó Ubaldo Fillol. Había un once casi de memoria, en el que apenas Ortiz y Bertoni le fueron ganando el puesto a Valencia y Houseman. El bloque defensivo fue siempre el mismo. La posición de Kempes se retrasó algo para ocupar lugares más cerebrales y, paradójicamente, coincidió con su metralla de goles. El Matador era N°10 y era N°9. Era crack. En el 82 se esperaba el bicampeonato, con oficio, experiencia y el encantamiento de Maradona y Ramón Díaz en el plantel en lugar de Ortiz y Luque. Pero no funcionó: las aparentes seguridades colapsaron.
México 86 está recubierto por algunas mentiras. La victoria las corre de la discusión. Trossero, Russo, Ponce y Gareca fueron habituales en la construcción de un equipo que defendía con línea de 4, con Passarella de bastonero. Pero llegarían los cambios de última hora... Con el 'Tata' Brown por el intoxicado ‘Káiser’, la selección debutó en México con un 4-4-2, con Valdano y Pasculli arriba, más Maradona y Burruchaga desde atrás. Pero se empezaron a colar otros apellidos, como Olarticoechea, Enrique y Cucciufo; el equipo se quedó sin un N°9 referencial y Maradona jugó más de punta. El campeón se cocinó de cuartos de final en adelante.
En Italia 90 gobernaron los arrebatos. Muchos nombre sueltos que no terminaban de consolidarse: Fabbri, Néstor Lorenzo, Serrizuela, Sensini, Balbo. Si hasta a uno de los históricos, Nery Pumpido, lo esperaba una fractura en el segundo partido, y otro emblema, Ruggeri, nunca superó una pubalgia. Apenas Batista, Burruchaga y el tobillo maltrecho de Maradona resistieron de la base campeona. Caniggia le dio explosión a un ataque muy austero y Goycochea se convirtió en héroe; ninguno de los dos estaba en el plan original. Algún parentesco con Sudáfrica 2010, una selección sin guía ni argumentos. Con Jonás Gutiérrez de N°4, con Verón que de indispensable pasó al ostracismo, y muy pocos volantes para intentar nutrir alguna tenue idea. Fue coherente en su vacío conceptual, desde la alocada idea de Julio Grondona de confiarle la selección a Maradona hasta la eliminación por paliza de Alemania en Ciudad del Cabo.
Después del cimbronazo del 0-5, luego del repechaje con Australia y la vuelta de Maradona tras cumplir la sanción por doping, Basile había afirmado una línea ofensiva, pero igual se reservó una sorpresa: Luis Islas le arrebató el arco a ‘Goyco’ la noche anterior al debut. Días después se precipitó un final de espanto: el positivo de Maradona, el desgarro de Caniggia... y un joven Ortega con su cara de incredulidad. ¿Y Francia 98? Los rigores de Passarella se concedieron salirse de la raya para darle el arco a Roa después de que Burgos había hecho el trabajo sucio. El equipo de Bielsa alcanzó la plenitud un año antes, en 2001, por eso llegó gastado a Japón; aun con la base definida, hubo dos dudas casi hasta el estreno entre Pablo Cavallero o Burgos y Claudio López o el ‘Kily’ González.
En la antesala de Alemania, José Pekerman parecía tener todo bajo su paternal tutela. Por única vez se repitió la formación entre el ensayo de despedida con Angola y el debut mundialista contra Costa de Marfil. ‘Lucho’ González o Cambiasso como socios alternativos de Riquelme, y Tevez acechando la titularidad de Saviola apenas eran matices. El papelito del arquero alemán Jens Lehmann en la definición por penales rompió el sueño mejor trabajado en décadas. Por eso la imagen de ese nene encaprichado, arrumbado en el banco de los suplentes, fue la frustración de un país.
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