La historia del verdadero Jugador Nro 12 que identifica a Boca y su conexión con Madrid

MADRID.- Suele decirse que la hinchada de Boca es el Jugador Nro 12. Que el aliento de su gente es tan envolvente que el equipo juega con ventaja. Con uno más. Y si bien eso es algo que puede palparse en cada presentación, sobre todo en la Bombonera, el origen de esa leyenda es diferente. Y tiene una relación directa con Madrid, la capital española donde justamente el conjunto xeneize buscará este domingo coronarse como campeón de la Copa Libertadores frente a River .

Todo comenzó en la gira que el club de la Ribera realizó por Europa en 1925. Una travesía épica y gloriosa, en la cual no sólo cosechó resultados asombrosos frente a equipos poderosos del viejo continente, sino que fue un hecho fundamental para que el humilde club de barrio amplíe sus fronteras y se popularice a lo largo y ancho de toda la Argentina, y que también comience a ser nombrado en el resto del mundo.

La idea nació en la Asociación Argentina de Fútbol, que en 1924 pensó en enviar a Europa un equipo que representara al país, y así aprovechar los elogios que había cosechado el seleccionado de Uruguay en los Juegos de París de aquel año, donde se había colgado la medalla dorada en Fútbol. Como finalmente no hubo acuerdo, los dirigentes de Boca vieron la oportunidad y ofrecieron para ese viaje a su plantel. La Asociación aprobó la idea y modificó el calendario del campeonato de 1925.

Sin embargo, más allá de la lucidez de los directivos de un club con apenas dos décadas de existencia, hubo una persona que fue clave para que la travesía se lleve a cabo. Ese hombre fue el escribano Victoriano Agustín Caffarena, un fanático de Boca que, gracias a su poder adquisitivo resultó fundamental con su aporte económico. "A pesar de que venía de una familia con dinero, debió vender una propiedad para costearse el viaje. Sin él, la famosa gira del 25 no hubiera sido posible", aporta el periodista e historiador Guillermo Knoll. El hombre también ayudó a algunos futbolistas a costearse el viaje.

Fue un acontecimiento histórico. El plantel fue despedido por una multitud, convocada por el diario Crítica, que publicó: "Los aficionados están en el deber de despedir dignamente la primera embajada deportiva argentina que surcará el océano para hacer conocer en la vieja Europa la potencialidad de nuestro más popular deporte. Saludemos a los bravos footballers que llevan tan alta misión deportiva y patriótica".

El viaje fue en barco y duró 22 días. Poco a poco, Toto Caffarena, que se había conseguido un carnet de enviado especial como periodista del diario El Telégrafo, se fue metiendo en el grupo. De acuerdo a lo que hiciera falta, hizo de utilero, masajista, técnico y delegado. Además, estuvo a cargo de organizar las actividades recreativas, tanto en altamar como en suelo europeo. Un único hincha cuyo rol fue tan determinante que parecía que el equipo tuviera un jugador más. En reconocimiento a su aporte, económico pero fundamentalmente humano, Antonio Cerrotti, uno de los integrantes de la delegación, lo empezó a llamar el Jugador Nro 12, un apodo que quedó vinculado para siempre con Boca.

Gracias a esa gira, por ejemplo, un niño nacido en Santa Fe de la Vera Cruz, pero criado en San Francisco (Córdoba) se convirtió en fanático de la camiseta azul y amarilla y años más tarde su pasión lo llevó a convertirse en uno de los presidentes más importantes de la historia de la institución. Aquel chico, llamado Alberto José Armando, le entregó en 1955, durante el 30 aniversario de la Gira, una plaqueta a Caffarena, en la que se lo reconoció oficialmente como el Jugador Número 12.

La conexión madrileña

¿Cuál es la relación entre el origen del Jugador Numero 12 y Madrid? Que precisamente en tierra española fue donde comenzó la epopeya boquense y las primeras tareas por las que Caffarena se ganó el apodo que hoy identifica a los hinchas xeneizes.

Luego de inicio de gira muy auspicioso en Vigo y en La Coruña, el 19 de marzo Boca venció 2 a 1 a Atlético Madrid en la capital española y, tres días más tarde, 1-0 a Real Madrid. Esas victorias terminaron de ratificar que los jugadores argentinos no estaban de paseo por el viejo continente y la gira comenzó a tomar notoriedad.

A esos triunfos les siguieron otros, entre los que se destacaron un 2-0 al Eintracht Frankfurt, un 4-2 a un combinado de esa misma ciudad alemana, un 1-0 y un 3-0 al Deportivo Espanyol, de Barcelona, un 2-0 a un combinado catalán y un empate 1 a 1 con el Bayern Munich.

En total, Boca ganó 15 de los 19 partidos que disputó. Igualó uno y cayó en apenas tres. Marcó 40 goles y recibió solo 16. La prensa alemana apodó al equipo "Los malabaristas del fútbol". Fueron cinco meses históricos, que marcaron un antes y un después para la institución y para todo el fútbol argentino.

Integraron la delegación 21 personas. Fueron 17 jugadores: Américo Tesoriere, Ludovico Bidoglio, Ramón Muttis, Segundo Médici, Alfredo Elli, Mario Busso, Alfredo Garasini, Domingo Tarasconi, Carmelo Pozzo, Carlos Antraygues, Antonio Cerrotti y Dante Pertini, a los que se sumaron Manuel Seoane (El Porvenir, goleador de la gira con 12 goles en 16 juegos), Cesáreo Onzari (Huracán), Roberto Cochrane (Tiro Federal de Rosario), Luis Vaccaro (Argentinos Juniors) y Octavio Díaz (Rosario Central), dos dirigentes (Adelio Cariboni, vicepresidente y Vicente Decap, secretario) y el periodista Hugo Marini, del diario Crítica. Y Caffarena, claro.

Como premio al éxito de la Gira, el plantel fue recibido por miles de hinchas, que los vivaron como héroes. La Asociación Argentina de Football decidió consagrar al club como Campeón de Honor de 1925.

Recién en la década del 30 fue que ese apodo comenzó a vincularse con la hinchada del equipo. Fue gracias a Pablo Rojas Paz, un escritor y periodista destacado que escribía crónicas deportivas para el diario Crítica y las firmaba con el seudónimo de "El negro de la tribuna", describió que la hinchada era el jugador número 12 de Boca, como consecuencia de su fervorosa manera de alentar.

Caffarena murió el 13 de agosto de 1972, y hasta sus últimos días ejerció como presidente de la República de la Boca, exhibiendo a cada paso su pasión por el barrio y por el club.

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