No tiene cancha y en un partido lo alentaron 159 hinchas: la historia de La Guaira, el rival de San Lorenzo

Cuando Deportivo La Guaira se fundó, en julio de 2008, San Lorenzo venía de un par de meses intensos, de esos que permanecen en la memoria por un largo tiempo. Primero, el histórico pase a cuartos de final de la Copa Libertadores en el Monumental tras empatarle a River con dos futbolistas menos y en una noche memorable de Gonzalo Bergessio. Después, la eliminación ante la Liga de Quito y el recordado error de Agustín Orion en el Nuevo Gasómetro. Todo esto persiste inalterable en la mente y sirve de parámetro para dimensionar la juventud del desconocido equipo venezolano, rival del Ciclón esta noche a las 19.15 por el partido de ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana .

Lo concreto es que la historia reciente de los Naranjas poco tiene que ver con sus inicios. El club fue fundado originalmente en Caracas con el nombre Real Esppor Club, juntando las palabras España y Portugal, en referencia a los orígenes de sus fundadores. Sus primeros pasos los dio en la segunda división de Venezuela y allí apenas duró un año: un subcampeonato le brindó la posibilidad de acceder a la máxima categoría. Con buenos desempeños, el equipo se asentó a la vez que sufrió una irregular gestión dirigencial, lo que llevó a tener deudas salariales con el plantel. Cinco años más tarde, un conjunto de ex futbolistas y empresarios lo refundó con el nombre actual. El cambio fue de la mano con la mudanza a La Guaira, capital del estado Vargas, ubicada a 30 kilómetros de Caracas. “Somos un equipo realmente joven. En estos últimos tres años generamos una planificación importante, con un proyecto que será perdurable en el tiempo”, explica a LA NACION Ángel Valletta, gerente general del club.

La Guaira todavía no cuenta con cancha propia, con lo cual su localía la tiene en el estadio Olímpico de la Universidad Central de Caracas. Actualmente, como este recinto está en refacción, durante la Sudamericana los venezolanos juegan sus partidos en el Metropolitano de Cabudare, en Barquisimeto. Para los argentinos, esta ciudad es recordada porque en la Copa América de 2007 nuestro país disputó dos encuentros en dicho estadio.

Si bien al Ciclón lo espera un viaje extenso de cara a la revancha de la semana que viene, para La Guaira todavía es complejo “hacer pesar” la localía con sus simpatizantes. En el reciente encuentro ante Emelec hubo apenas 1500 espectadores. Su récord fue en mayo de este año: 8336 hinchas frente al Caracas. Y aparecen otros números que reflejan la corta trayectoria de la institución: esta temporada, tras sus primeros diez partidos en condición de local, La Guaira totalizó 18.796 espectadores, lo que equivale a 1.880 personas por encuentro. El 17 de marzo, ante Ureña, asistieron… 159 simpatizantes.

El elenco entrenado por Eduardo Saragó se deshizo de Deportes Tolima en la primera rueda (global de 1-0) de la Sudamericana. En la siguiente instancia, no tuvo complejos frente a Emelec de Ecuador y le bastó el triunfo 4-2 de la ida. De esta manera, hizo historia en el fútbol de su país, al convertirse en el primer equipo venezolano en acceder a los octavos de final de este certamen. “Dimos un paso importante, nadie lo había hecho en Venezuela. Más allá del hecho puntual de avanzar de fase, nosotros vencimos a dos equipos muy fuertes”, detalló el arquero chileno Felipe Núñez. Ahora, el oponente será de una jerarquía mucho mayor. “San Lorenzo es un equipo copero, que ha salido campeón en distintos torneos internacionales. Es un rival muy contundente, que viene de dar vuelta su serie con Banfield y le marcó cuatro goles. Eso habla muy bien de su poderío ofensivo. Pero nosotros queremos dar el golpe”, resaltó Núñez.

San Lorenzo recibirá a La Guaira en el Nuevo Gasómetro a las 19.15; la revancha por los octavos de final de la Copa Sudamericana será la semana próxima en Venezuela.

En un plantel con apenas tres extranjeros (los colombianos Fredys Arrieta y Zamir Valoyes y el chileno Núñez), La Guaira tiene mayoría de jugadores nacidos en tierra criolla y procura hacer hincapié en sus divisiones inferiores. “Tenemos una escuela de fútbol con 700 niños que van desde los 4 años hasta los 16”, cuenta Valleta. El proyecto, ambicioso en el fútbol venezolano, incluye un equipo representante en la segunda división de ese país, el Deportivo La Guaira “B”. “Ahí es donde terminamos de pulir a los jóvenes que posteriormente llegarán a ser profesionales”, explica el gerente del club. Adicionalmente, cuentan con instalaciones donde viven los chicos con mayor proyección futbolística. “Tienen un lugar para comer, dormir y estudiar”, añade.

En sintonía con la apuesta institucional, un dato refleja el crecimiento: en la última convocatoria por eliminatorias del seleccionado vinotinto (derrota ante Colombia y empate contra la Argentina), La Guaira aportó tres futbolistas: Jhon Chancellor, Arquímedes Figuera y Arles Flores.

En la mayoría de los casos en el mundo del fútbol -y del deporte- lo normal es que los resultados lleguen luego de tener un orden, una estructura. Según palabras de sus propios protagonistas, La Guaira rompe con ese molde: pasaron muchas cosas buenas en un período de tiempo muy corto. La estadística le da la razón al pensamiento de Valletta. “Sinceramente, tuvimos varios éxitos deportivos antes de consolidar un proyecto bien formado. Fue raro. No es fácil para alguien con tan pocos años de vida acceder a la Sudamericana tres años consecutivos y nosotros nos superamos temporada tras temporada”. Cuando habla de elevar la vara, Valleta se refiere a la progresión: en 2014 quedaron eliminados ajustadamente ante el posterior subcampeón Atlético Nacional (global de 1-2); en 2015 ingresaron directamente en la segunda rueda, por ser campeones de la Copa Venezuela 2014 y quedaron afuera con Sportivo Luqueño (global de 1-5). Otra Copa Venezuela, el año pasado, se suma a su palmarés. Esa consagración los depositó en la actual Sudamericana.

“El Naranja no tendrá complejos en el estadio Pedro Bidegain de Buenos Aires”, avisan desde la web oficial de La Guaira. Todo un sueño para un club que nació hace ocho años y hace apenas tres no sabía si seguiría existiendo.

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