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La gloria en dos capítulos para Lanús: los campeones en 2007 y en 2016
Pelletieri, Velázquez, Sand y Acosta ganaron el primer torneo local de la historia de Lanús; tras emigrar a distintos destinos, se reencontraron en el club y conquistaron el Transición
"Olvidate, yo les digo. Despreocupate, te la armo yo".
Que un jugador de fútbol –un jugador de fútbol que era figura, que era puntero, que fue finalista, que fue campeón– conteste rápido un mensaje de WhatsApp –y acepte la nota, y diga, prometa, que va a producirla él– tiene la misma probabilidad que el hecho de que cuatro jugadores ganen el primer campeonato local de la historia de un club, se vayan, peregrinen por clubes de diversos países (Sevilla, Los Ángeles, Corrientes, Al Ain), vuelva uno, vuelva otro, que los otros dos vuelvan juntos y, a los cuatro meses de reencontrarse, salgan campeones otra vez. Hay cosas que no pueden suceder. Que un tipo de 35 años haga la misma cantidad de goles, en un partido menos, que nueve años antes es algo que no puede suceder. Que un equipo juegue una final con el fútbol hipnótico de los primeros 16 encuentros es algo inverosímil, algo que no puede suceder. Lo imposible tiene una acepción nueva. Desde el domingo se llama "Lanús".
Maximiliano Velázquez , Agustín Pelletieri , Lautaro Acosta y José Sand posan ahora para la nacion. La gestión, del más joven –que tenía 19 años en la conquista del Apertura 2007, que ahora tiene 28–, fue del wing al que Guillermo Barros Schelotto llamó cuando asumió en Boca, el que le dijo que estos cuatro meses quería jugar en Lanús. "Los viejos son ellos, son ellos los que tienen que hablar", se desentiende el productor ocasional, así que uno de los viejos –34 años, cinco partidos en el Transición– obedece a Acosta. "El 2007 ya había pasado; teníamos que exigirnos", dice Pelletieri. "El jugador que me daba más tranquilidad", recordó Ramón Cabrero, el director técnico campeón aquella vez, ante la nacion, a la puerta del vestuario visitante del Monumental. También Jorge Almirón había sentido una tranquilidad así: el torneo no había cumplido su primera mitad y a él le parecía vital que algunos conceptos que en otros equipos habría tenido que remarcar, en Lanús fueran un reflejo, un tic. Desde entender el juego ("la técnica, la sencillez de saber hacer un cambio de frente, ganar velocidad cuando atacás", decía sobre Velázquez) hasta el aplomo de "haber sido campeón y contagiarlo a los demás", porque "es un contagio ser campeón". La vida, a veces, tiene pretensiones de círculo, de perfección: cuando Nicolás Russo pensó en Almirón, preguntó a Cabrero qué pensaba. "Necesitamos técnicos que intenten, siempre, jugar al fútbol", le contestó el campeón de 2007. "Me gusta, sí", lo aprobó.
Pelletieri ("la tranquilidad") cumplía con Matías Fritzler el papel de doble cinco del que fue uno de los equipos más jóvenes de aquel Apertura: promedió 24 años de edad. El volante tenía 25; Velázquez y Sand, 26. Acosta. como se dijo, no tenía ni dos décadas. Todos eran titulares.
Como ahora, Lanús le ganó a Banfield (2-1 en la 5ª fecha) y cerró el campeonato con un 4-0 sideral. En la 19ª jornada goleó al Gimnasia de Julio Falcioni, con dos de Sand. Un cabezazo del delantero prologó la fiesta en la Bombonera, donde consiguió un 1-1 con Boca y se consagró en la 18ª (por una irregularidad, tuvo lugar después de la 19ª, y fue la última), y un cabezazo de Junior Benítez la prologó ahora, en el Monumental, después del centro de Maxi Velázquez en medio de esa puesta en escena teatral, la distracción en los córners que idea Almirón.
En el juego de los espejos aparece el rival de la final. En la 8ª fecha de aquel Apertura Lanús recibió al entonces campeón, el San Lorenzo de Ramón Díaz. El primer gol fue de Sand. El tercero, de Acosta. Pelletieri hizo uno solo en el torneo, y se le ocurrió que fuera ese día. Cuando sus compañeros lo alzaron puso cara de como si le hubieran dicho que en nueve años –con Acosta, con Velázquez, con Sand– iba a volver a ser campeón.
Cuatro a tres, ganó Lanús.
"Nunca, nunca me creí un gran goleador, y eso es quizá lo que me impulsa a trabajar, a mejorar", dice Sand. "Hace dos años, Borghi me llamó para que fuera a Argentinos. Fui. Había estado mal en Racing, mal en Tigre: él me daba la chance para que me recuperara y no lo logré. Fue terrible. Recién en Boca Unidos, en la B Nacional, me fortalecí psicológicamente, me sentí mejor. Y después fue importantísimo [Fernando] Quiroz, que en Aldosivi, durante el campeonato de 2015, me puso como titular en 27 partidos y jamás me reemplazó", añade.
El último gol de Sand en Aldosivi había sido a Banfield, en la Liguilla Pre-Sudamericana. Era su 12º tanto en el certamen. Perdió por 3-2 y su equipo no se clasificó. Pepe llegó a Lanús. La transformación fue inverosímil: fue el único jugador que protagonizó todos los partidos del Transición, y con 14 goles fue, como nueve años atrás, el máximo anotador del conjunto. Había llorado en la presentación. Lloró cuando anotó el tercero este domingo.
"Da gusto, da orgullo haber ganado un campeonato jugando el fútbol que todos soñamos jugar alguna vez", dice Acosta, que se había ido a Sevilla, Racing (Santander) y Boca, y volvió. Y lo dice Velázquez, que jugó una temporada en Independiente y volvió. Y coincide Pelletieri, que se había ido a AEK, de Atenas, en una primera despedida a Lanús, y a Racing, a Chivas (Estados Unidos) y a Tigre, tras un segund adiós, y volvió. Y sonríe Sand, el increíble Sand, del que si enumeramos todos sus clubes esta nota tendría otra página.
El tema es que los cuatro, tras pasar por clubes grandes, volvieron a Lanús. Ya se sabe para qué.ß
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