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La fórmula de Yupanqui
Un aviso de televisión, en 2001, cambió la imagen del único club que jugó todas las temporadas en la primera D
"De ti hablará la posteridad”, profetizaba la palabra de origen incaico que eligió un grupo de vecinos del barrio de Lugano cuando fundó, el 12 de octubre de 1935, el Club Social y Deportivo Yupanqui . El vaticinio se demoró 66 años en cumplirse y no fue producto de un éxito deportivo. Un comercial de televisión modificó la historia de la modesta institución que en 1976 se afilió a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA ) y que este año cumplió 41 temporadas ininterrumpidas participando en la última categoría del fútbol nacional: sí, los Traperos, como se lo conoce al equipo en el ascenso, no saben de promociones a una división mayor ni desafiliaciones, ese castigo que deja en un limbo, por un año, a quien ocupa la última posición en la tabla de los promedios.
La asociación temporal de la multinacional Coca Cola con Yupanqui, en 2001, resultó un éxito publicitario y también un pequeño desahogo económico para un club que conoce de lucha y fervor: se levantó después del fuego que devoró las instalaciones en 1961 y también del frustrado ascenso, en 2014. Los publicistas armaron una serie de tres comerciales en los que se rescataba la pasión, fidelidad y perseverancia de un grupo de hinchas para con un cuadro que arrastraba poco público y peleaba por sostenerse en la Primera D. Los dirigentes aceptaron los 30 mil dólares ofertados y exigieron que los futbolistas que intervinieron en el aviso cobraran un cachet. El presidente de aquel entonces, Omar Perrú, recordaba que los jugadores seleccionados embolsaron 400 pesos y quedaron asombrados por el trabajo que demandó la filmación; los hinchas, a excepción de uno, fueron extras, ya que los reales no superaron el casting de cámara.
“Aquella publicidad nos dio notoriedad mediática y los colores del equipo, nuestra camiseta, llegaron a todo el país. Era algo impensado por entonces que un club de Primera D tuviera tamaña trascendencia en la pantalla de televisión. Si hasta llegaban cartas en las que nos pedían banderines, llaveros, merchandising que nosotros jamás tuvimos”, comenta Dante Majori, el actual presidente, pero que en aquel extraño 2001 acompañaba como simpatizantes al equipo. Majori defendió desde dentro del campo a Yupanqui: fue arquero desde 1988 hasta la temporada 1994/95.
El impulso de Coca Cola generó que, repentinamente, se inscribieran 50 nuevos socios. Hoy, el padrón señala que Yupanqui tiene alrededor de mil asociados, aunque son 700 los que tienen la cuota al día. “Los valores van desde los 70 pesos –los menores– a $ 100, los activos; los cadetes abonan $ 80”, señala Majori, que hace malabares para juntar los 15 mil pesos que el club debe abonar por cada operativo de seguridad. “Es un despropósito y en ese rubro estamos atados de pies y manos, porque si no se paga por adelantado no se brinda el servicio y no se juega; hay partidos en los que tenemos un policía por cada espectador”, agrega Majori quien, además, es el presidente de la categoría en la AFA.
Yupanqui se levantó en Guaminí al 4200, a metros de la autopista Ricchieri, y nunca mudó su sede. Quienes lo condujeron fueron ingeniosos para adaptarse a las ordenanzas municipales, las que señalan que se encuentra en una zona en la que no se puede edificar en altura. Entonces, las instalaciones se ampliaron, pero hacia abajo: pileta semi olímpica climatizada, un micro estadio con capacidad para 1100 personas donde se practica patín artístico, básquetbol, voleibol, futsal, handball, artes marciales, defensa personal, boxeo y hasta acrobacia en tela, y una sala teatral le dan vida a una institución que cumple con las necesidades deportivas y culturales de una zona muchas veces olvidada.
Muchas veces Yupanqui pareció estar en un túnel sin salida –hasta le cortaron el gas y la luz durante el último tarifazo–, pero se reanimó con el esfuerzo de su gente. Con aquel comercial de televisión, pasó a la posteridad.
La casa propia
No tiene cancha Yupanqui, que le alquila el estadio a Liniers, a cambio de 6.000 pesos. El club obtuvo un predio en Ciudad Evita, que se escrituró durante la gestión de su presidenta Lilian Machado, y es allí en donde se concentra el sueño del estadio propio. “En su momento hubo una promesa de las autoridades de Coca Coca de ayudarnos con la construcción: dependía de que Yupanqui consiguiera los terrenos. Ojalá que aquellos contactos se reactiven”, dice con ilusión Majori.
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