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La fábula de Giovani Lo Celso: se durmió en Rosario y despertó en Moscú
Al talentoso ex futbolista de Rosario Central le llegó la hora de debutar con la selección mayor frente a Rusia; Sampaoli apuesta a su sociedad con Di María, otro ex canalla con el que compartirá la banda izquierda
MOSCÚ.– Vive allí donde corre el Sena, pero dice que extraña el Paraná. “Ir a pescar con mis amigos al río, comernos un asadito ahí, tirarnos a la tarde. Eso”. La escalada de Giovani Lo Celso a la élite del fútbol mundial tiene nuevas aguas, nuevas tierras y nuevos aires. Parece la inclinación abrupta de un edificio: es directa, sin vueltas ni zonas de descanso. Es que hoy, por primera vez en su vida, se pondrá la camiseta de la selección mayor . Y como titular. Y al lado del mejor del mundo. Mucho para quien sumará este peldaño en el mismo escenario al que la selección argentina aspira volver el 15 de julio, cuando se juegue la final del Mundial.
La noche de verano en que eso suceda, este rosarino tendrá 22 años y un coterráneo suyo, millones de veces más popular, 31. ¿Y por qué no podrían estar juntos allí? Lo Celso sabe que nadie tiene la vida garabateada en un guión de principio a fin, que vale imaginar. Porque es él quien hace exactamente un año le decía a LA NACION, cuando todavía jugaba en Central: “A Messi no lo conozco, pero verlo jugar te llena los ojos de fútbol. Con él me saco el sombrero. Espero que algún día podamos compartir algo”. ¿Un mate? ¿Una foto? ¿Una charla? Bastante más: seguido desde hace tiempo por los ojos de Sebastián Becaccece, el asistente principal de Sampaoli, este chico de hablar tímido deslumbró al cuerpo técnico hasta animarlo a darle esta prueba, cuando algunos casilleros para completar la lista de 23 jugadores que volverán en junio a Rusia reclaman nuevos apellidos.
En Rosario siguen sus papás y sus dos hermanos –Luciana y Francesco, futbolista de las juveniles de Central–, que vieron cómo este zurdo se iba en enero al multimillonario Paris Saint Germain . Se llevó con él su gambeta volcánica y su íntima convicción: “Yo disfruto más dar una asistencia que hacer un gol, pero los técnicos me insisten con que tengo que hacerlos. Igual sé que si no das un pase de gol, no sobrevivís en esta posición”, contaba en aquella charla, cuando el puesto de enganche seguía siendo su lugar en el mundo. Ahora, en este nuevo, está en proceso aclimatación a Europa: aprende los rudimentos de volante más clásico, lo que la nomenclatura actual define como ‘interior’. Puede jugar, tiene que marcar. Los dos verbos salen también del manual de Sampaoli , imantado por una condición que luce el Mono: justamente la facilidad que tiene para pasar la pelota. El jueves, cuando sus posibilidades de ser titular crecían, terminó de convencer al DT en un ejercicio en el que la meta era llegar a los 40 pases sin que el rival robe. Lo Celso se involucró, la movió, protagonizó, y la cuenta llegó a 40.
“Cada vez que ibamos a ver a Pastore y Di María hablábamos con él. Sabíamos que no podíamos sumarlo cuando estábamos jugándonos la clasificación, pero sí a mediano plazo. Y la oportunidad llegó ahora. Tiene muchos minutos en un club muy importante, donde es difícil hacerse un lugar, y eso es respetable. Tiene una calidad técnica que merece ser observada, y este partido lo permite”, pintó ayer el técnico el contexto de su convocatoria. Esos minutos, esta temporada, son 158 en 13 partidos entre la liga francesa y la Champions League, siempre arrancando desde el banco. Está creciendo. Unay Emery, el español que lo dirige en PSG, fue al grano hace apenas un mes: “Giovani cada día juega mejor”.
Sobre el césped del renovado estadio Luzhniki lo hará en sociedad con su ídolo, ese que lo llamó por teléfono para alentarlo cuando estaba a punto de debutar en Central: “Le reconocí la voz y me empezó a temblar la mano”, recordaría el chico aquel detalle de Di María. Ahora irán juntos por la banda izquierda, para crear “una relación”, según el lenguaje de Sampaoli. Afuera de los entrenamientos, en el hotel pegado a otro río, el Moscova, Lo Celso se mueve más cómodo como parte de la ‘conexión local’, el grupo de jugadores que llegó desde la Argentina. Es que para sentarse a la mesa con los consagrados de Europa le falta juntar más coraje. Salvo que le tiren la pelota y empiecen a conversar como a él más le gusta. Acá en Moscú, en París o en Rosario.
Dos debutantes y dos que vuelven
Además de Lo Celso, Germán Pezzella (Fiorentina) tendrá su bautismo con la camiseta del seleccionado. Mientras que Kranevitter (Zenit) y Agüero (Manchester City) debutarán en el ciclo Sampaoli.
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