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La fábrica de Boca: Luca Langoni y la historia detrás del exitoso modelo xeneize que promueve desde sus divisiones inferiores
A diferencia de otras épocas, el club de la Ribera ahora les da más espacio a sus jóvenes promesas en el equipo titular; algunos logran consolidarse y otros son cedidos a préstamo por tiempo limitado
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Nada es casualidad. La noche soñada que vivió Luca Langoni ante Atlético Tucumán, en la victoria xeneize por 2-1 en la Bombonera, es una consecuencia de un trabajo silencioso que viene haciendo Boca desde hace muchos años en sus divisiones inferiores, el cual desde el cambio de dirigencia tuvo más visibilidad.
Así como en épocas anteriores los chicos emigraban casi sin sumar minutos en la primera división, en la actualidad esa tendencia cambió. De hecho, el caso del autor del doblete que le permitió al Xeneize darle vuelta el resultado al Decano en la Bombonera deja en claro eso. Su presencia en el banco, y su posterior ingreso, es consecuencia de una situación dolorosa, como fue la grave lesión de Exequiel Zeballos ante Agropecuario, por la Copa Argentina.
Sin embargo, pudiendo haber salido a buscar un refuerzo puertas afuera, el Consejo de Fútbol priorizó a su semillero. “Tenemos a Langoni, quien juega muy bien y lo hizo bárbaro cuando entró contra Racing. Venimos de ser campeones y por ahí es un buen momento para que los chicos tengan chances de crecer”, destacó Juan Román Riquelme apenas se supo que el Changuito tendría una larga inactividad.
Allí es donde apareció el número 41 como alternativa válida, incluso por delante de Martín Payero y Nicolás Orsini, dos incorporaciones que, con cualidades diferentes, bien podrían haber entrado antes que el chico nacido en Laferrere el 9 de febrero de 2002, que se incorporó al club de la Ribera a sus 7 años y que en enero de este año firmó su primer contrato hasta diciembre de 2026.
✍️ Luca Daniel Langoni, delantero categoría 2002, firmó su primer contrato como profesional hasta diciembre de 2026, junto a Raúl Cascini del Consejo de Fútbol. ¡Felicitaciones y muchos éxitos!
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) January 28, 2022
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Curiosamente, Langoni siempre tuvo que pelearle el puesto a Zeballos en el duro camino de las divisiones inferiores. Ahora, por un hecho desgraciado como es una lesión, le cuida dentro del campo el costado derecho del ataque azul y oro. El 2 a 1 agiganta el acierto del entrenador Hugo Ibarra al decidir su ingreso, que hace poco menos de un año había marcado por triplicado en la Bombonera, en un 7 a 0 de Reserva sobre Central Córdoba.
Apostar por los chicos
El punto de partida de esta nueva premisa, apostar por los pibes, comenzó en diciembre de 2019, cuando Juan Román Riquelme asumió como máxima autoridad del Departamento de Fútbol, desde donde conformó el Consejo de Fútbol. Integrado por Jorge Bermúdez, Marcelo Delgado, Raúl Cascini y Mauricio Serna, ese consejo decidió apostar por los pibes, después de años en los que el club se había convertido en un proveedor de buenos valores... que aprovechaban otros. Después de toda la inversión, quizás muchos llegaban a debutar en la primera xeneize, pero la etapa de consolidación se daba en otra institución.
Poco después de las elecciones, el Consejo tomó una decisión drástica, más vinculada con lo político que por con las aptitudes de cada uno. Echó a Nicolás Burdisso (director Deportivo), a Rolando Schiavi (DT de la Reserva), a Héctor Bracamonte (cuarta), a Sergio Saturno (quinta), a Gustavo Pinto (sexta), a Leonardo Testone (séptima), a Víctor Marchesini (octava) y a Luis Lúquez (novena), y puso a gente de su afinidad. Así fue que llegaron Sebastián Battaglia (Reserva), Hugo Ibarra y Roberto Pompei (Cuarta), Walter Pico (Quinta), Matías Donnet (Sexta), Antonio Barijho (Séptima), Pablo Ledesma (Octava) y Mauro Navas (Novena), a quienes más tarde se sumó Claudio Benetti. Todos coordinados por un ícono del Boca de los 80 y 90: Blas Armando Giunta.
Hace un año, en una de las pocas veces que se refirió a ese foco puesto en los chicos, el Patrón Bermúdez resumió en una charla con TNT Sports qué busca el Consejo con este cambio de paradigma. “Antes se contrataban muchos jugadores y los juveniles no jugaban. Por eso se iban. Nuestra ilusión es que se fortalezcan. Tenemos que conseguir un equipo campeón que acompañe el crecimiento de los chicos”.
En julio de 2021, la serie de eventos desafortunados ocurridos tras la eliminación copera en Belo Horizonte le ofreció a Boca un escenario impensado, inédito y finalmente muy positivo. Que en realidad aceleró los tiempos y evidenció los planes que tiene el club de cara al futuro. En el cual, en cada mercado de pases será mucho más frecuente buscar puertas adentro antes que hacia fuera. Y en esa mirada externa sólo se buscarán grandes oportunidades y refuerzos que le aporten experiencia y jerarquía al plantel. Darío Benedetto, Martín Payero, Óscar y Sergio Romero ejemplifican eso.
El muy buen nivel exhibido por los juveniles en los partidos frente a Banfield y San Lorenzo le permitió al club de la Ribera ilusionarse. El semillero Xeneize, tantas veces cuestionado por no nutrir de valores al primer equipo parece, desde entonces, iniciar en serio el período de cosecha y aprovechamiento.
Hoy Boca considera que sus inferiores son un espacio de formación. No solo en lo referido a lo futbolístico, sino también a lo humano y lo académico. El foco no está puesto en los resultados, sino en brindarle a los chicos el espacio suficiente para desarrollarse en todos los ámbitos. Acompañarlos en un proceso clave de sus vidas, donde también conviven con la posibilidad concreta de no llegar a Primera. Y allí es muy importante la contención, coordinado por el Departamento de psicología del club.
Con Blas Giunta como coordinador, en el Predio de Ezeiza existe un real proceso de promoción y consolidación de los jugadores. Los chicos se sienten observados y puestos a prueba a diario. No todo queda en aisladas pretemporadas con el plantel superior y pocas chances concretas en la Primera.
Más allá de lo inédito de lo sucedido ante el Taladro y el Ciclón, en donde varios chicos jugaron su primer partido oficial y luego continuaron en sus respectivas categorías, las estadísticas sustentan lo que pregonan varios de los que forman parte del día a día en el fútbol de Boca.
Giunta, Giunta, Giunta... 🎶🎶#HolaSoyBlasArmandoGiunta 👋🏻#BocaPredio pic.twitter.com/D5OOOzhaHB
— BocaPredio (@BocaPredio) April 25, 2021
Durante su segundo ciclo al frente del equipo, Miguel Ángel Russo hizo debutar a 11 juveniles: Gastón Ávila (20 años), Exequiel Zeballos (20), Luis Vázquez (21), Alan Varela (20), Cristian Medina (19), Agustín Sandez (21), Renzo Giampaoli (22), Ignacio Ezequiel Fernández (19), Nicolás Valentini (21), Valentín Barco (17) y Aarón Molinas (21). Aunque también es cierto que, más allá de lo afianzado que se lo ve como titular a Varela, el resto continúa con su etapa de consolidación.
Con Sebastián Battaglia se sumaron a este listado otros cinco: Gabriel Aranda (21), Vicente Taborda (22), Gabriel Vega (20) y Pedro Velurtas (21). El último fue precisamente Langoni (20). Su estreno fue en este torneo, en el 3 a 1 sobre Barracas Central, cuando ingresó en reemplazo de Sebastián Villa. Todo hace suponer que Ibarra continuará con esa tendencia.
Aun cuando alguna aparición destacada genera el entusiasmo lógico de verlo en acción más seguido, los tiempos se respetan. En contextos normales, la consolidación de un futbolista puede demorarse uno, dos e incluso tres años. El ejemplo de cuatro nombres, con claro protagonismo en los últimos años en el club de la Ribera, así lo evidencia. Riquelme debutó en noviembre de 1996 y recién fue titular indiscutido en el segundo semestre de 1998. Carlos Tevez jugó su primer partido en octubre de 2001, tuvo continuidad en 2002, pero se afianzó en 2003. Sebastián Battaglia arrancó su carrera en mayo de 1998, pero comenzó a enhebrar partidos con más frecuencia a partir del 2000. Y lo mismo le pasó a Nicolás Burdisso: estrenó la camiseta azul y oro en octubre de 1999 y recién logró meterse entre los 11 en 2001.
“Hoy veo la cara de Zeballos, convencido de que es un jugador de primera. Veo la cara de Molinas compitiendo con el jugador que está al lado, que es de selección. Veo la cara de Sandez y noto que no le pesó ninguno de los dos partidos contra Atlético Mineiro. Veo que Varela, cuando juega, demuestra que es importante. Veo que cuando Medina tuvo buenos momentos se lo reconoció. Veo a Vázquez y me alegra mucho porque hace rato se venía esperando que asumiera el rol y lo está asumiendo”, destacaba hace un tiempo Bermúdez, en diálogo con TyC Sports. Sus palabras no difieren de lo que destacan hoy puertas adentro.
“Boca tiene muy buenos jugadores, pero hay que dejarlos crecer. Hay que cuidarlos y protegerlos. Porque si no, termina siendo negativo para ellos”, le destaca a este diario uno de los engranajes de toda esa maquinaria con sede en Ezeiza. Y explica: “A la vez, es muy difícil que jueguen todos juntos. Sobre todo en la etapa de consolidación. Hay que rodearlos con gente de experiencia. Cuando arrancó Tevez, al lado suyo estaban Delgado y Guillermo (Barros Schelotto). Battaglia tuvo a Serna y a Cagna y más tarde a Cascini. Y lo mismo le pasó a Burdisso: en sus primeros años como titular al lado suyo estaban Bermúdez, Samuel y Schiavi. Ese mix es lo que va a potenciarlos.”
En sintonía, Bermúdez alertaba en esa charla con TyC: “Me gusta muchísimo el espíritu con que estos chicos se tomaron este desafío. Me gusta muchísimo la manera y la forma en que se han ido convenciendo, desde hace dos años, de que se podía llegar a la primera. Pero también sigo viendo en ellos un proceso. Es importante que los hombres que manejamos el fútbol del club no perdamos nunca el norte, para que ellos tengan el espacio correspondiente y se puedan acomodar. No se les puede exigir como si ya fueran de Primera. No está bien que se diga “O los juveniles o los más experimentados”. No, no, no. Ellos son parte de este club, de este plantel. Pero dejémoslos crecer, que vayan paso a paso”.
“La prioridad de Boca hoy no es salir campeón en las categorías de inferiores, sino formar a los chicos. Que busquen salir jugando de abajo, ejercitar que los laterales se manden al ataque, que el arquero se afirme con el juego con los pies. Y eso, a largo plazo, va a impactar en la Primera”, valora otra voz frecuente en el Predio.
En Ezeiza no solo tiene premio el que juega bien. Es habitual que Riquelme pida el informe correspondiente para saber cómo están los chicos en la escuela: si están al día con los estudios o no, y si asisten o no a clases. “Acá formamos personas, que además juegan al fútbol”, afirman. Con esta gestión, nadie que no haya terminado la secundaria se consolidará en la primera división.
Cada chico tiene una carpeta personalizada donde se analizan diferentes parámetros, y que van desde lo futbolístico hasta cuestiones vinculadas con la personalidad de cada uno: si necesita apoyo, si precisa acompañamiento familiar, cómo les va en el colegio. En relación a este nivel de detalle, el presidente del Consejo de Fútbol elogió en varias ocasiones el trabajo realizado anteriormente por Nicolás Burdisso, que a comienzos de 2020 se vio obligado a emigrar como consecuencia del cambio de dirigencia.
Las tentaciones son demasiadas y muy accesibles. Un juvenil que debuta en la Primera de cualquier club automáticamente es objeto de deseo. Y eso puede confundir, marear, desenfocar. Allí es donde el club debe estar muy atento. Desde el club evitan dar nombres, precisamente para cuidarlos, pero le reconocen a este diario que hay al menos tres casos de juveniles que fueron bajados de categoría por llegar a una práctica sin dormir o por ausentarse de la escuela. En este último caso fue el propio Riquelme el que levantó el teléfono, llamó a los padres y entre todos le hicieron entender al chico su falta. No solo por su bien, sino para que sirva de ejemplo a los que vienen atrás.
La maquinaria es sencilla y está aceitada: detrás de cada juvenil que se promueve a primera hay un comité, integrado por el Consejo, Giunta y el entrenador, que evalúa quién merece una chance, considerando lo deportivo, lo humano y lo académico. Y se les da contención.
El objetivo de Riquelme es que, en un futuro cercano, Boca casi no salga de compras y se nutra mayoritariamente de sus inferiores. Por eso también cedió a préstamo a varios de los chicos, para que puedan ganar rodaje y ritmo de competencia en otro club, y regresen más formados a Boca.
El exvolante creció rodeado de formadores (Jorge Griffa, Carlos Bianchi y José Pekerman) y absorbió esa valoración del semillero. El hombre de Don Torcuato planifica un escenario de continuidad de la actual dirigencia. En ese hipotético contexto, hay un plan de acción que, si las urnas acompañan a finales de 2023, concluiría en 2027 o, hipotética reelección mediante, en 2031. Riquelme es consciente de que los pibes que hoy tienen 12 o 13 años explotarán en el próximo mandato.
Lo que viene... lo que viene
Los que se destacan en las divisiones menores son Sebastián Díaz Robles (arquero), Santiago Gauna (mediocampista) y Javier Morales (delantero), de la Quinta División; Lautaro Di Lollo (zaguero), Santiago Dalmasso (volante ofensivo) y Julián Ceballos (enganche), de la Sexta; y Aaron Anselmino (zaguero), Juan Pablo Moreno (enganche) y Jerónimo Campos (carrilero por la izquierda), de la Séptima, entre otros.
Pero el ídolo devenido dirigente también es consciente de que a Boca le cuesta mucho planificar a largo plazo sin que las urgencias por ganar le alteren el día a día. En el Mundo Boca, el árbol puede tapar el bosque. Y entonces, aparecen casos concretos de incorporaciones de jugadores que atentan contra esa promoción de chicos. El peruano Luis Advincula compite por el lateral derecho con Marcelo Weigandt, las llegadas de Esteban Rolón y Juan Ramírez les quita terreno a Medina y Varela. Y Norberto Briasco y Nicolás Orsini primero, y Romero, Benedetto y Payero después, son primera opción por sobre Zeballos y Luis Vázquez.
Lo que sí es cierto es que este modelo también favorecerá un futuro cercano que será complicado para los clubes argentinos en lo referido a la economía. Con un dólar altísimo, será cada vez menos atractivo el mercado futbolístico de nuestro país. Brasil, México y la MLS aparecen como destinos más seductores para aquellos jugadores de elite que deciden salir del ajetreado ritmo de la competencia europea y buscan sumar los últimos billetes a sus cuentas, antes de colgar los botines.
En ese contexto, que Boca apunte a potenciar a su semillero es algo que puede generarle grandes satisfacciones a un costo bajo. Tanto desde lo futbolístico como en lo económico.
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