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La enésima reinvención de Felipão Scolari, el DT del sorprendente Athletico Paranaense que se enfrentará con Estudiantes por la Copa Libertadores
De la gloria en 2002 a la humillación por el 7 a 1 ante Alemania, el legendario entrenador quiere que su equipo de un golpe en América
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Hace poco menos de un mes se cumplieron ocho años de la derrota más dolorosa y humillante en la historia del glorioso seleccionado brasileño. Por si hace falta entrar en detalles, se trata de la caída 7 a 1 ante Alemania, en el estadio Mineirão, de Belo Horizonte, y por las semifinales de la Copa del Mundo de 2014, que regresó al país sudamericano tras el “Maracanazo” uruguayo de 1950. Luego de la debacle, jugadores como el arquero Julio César, el capitán David Luiz y hasta el “9″, Fred, por citar algunos, fueron blanco de feroces burlas. Sin embargo, probablemente nadie recibió más críticas que Luiz Felipe Scolari, técnico de aquel “equipo sin alma” que alejó a los torcedores de la Canarinha durante varios años, contaminando todo con un aire de desidia que inclusive continúa hasta hoy.
Pero antes del desastre, la fórmula para alcanzar el hexacampeonato en 2014, a simple vista, parecía contundente. Se necesitaban espaldas para afrontar el desafío. Como técnico estaba Felipão, comandante del seleccionado pentacampeón en 2002. El coordinador del plantel, por caso, era Carlos Alberto Parreira, entrenador del Brasil “tetracampeão”, en Estados Unidos 1994. No obstante, ambos tuvieron que salir por la puerta trasera del estadio Mané Garrincha, en Brasilia, después de otro revés, 0-3 ante Holanda, en el partido por el tercer puesto. Aunque a esa altura, poco importaba, ya que todo carecía de sentido.
Parecía el final de la carrera de ambos. Inclusive, lo fue de alguna manera para Parreira, quien nunca más se puso al frente de un plantel de fútbol y se dedicó a dar charlas sobre liderazgo. En cambio, Luiz Felipe Scolari jamás pensó en parar. Y no lo hizo. Tanto es así que 20 días después del 7 a 1 ya había arreglado su tercera etapa en Gremio y no duró ni un año. Del “exilio” en China, donde ganó todo (tricampeón de la Superliga, bicampeón de la Copa y campeón de la Liga de Campeones asiática) con el Guangzhou Evergrande, a su regreso a Palmeiras, con el que logró el Campeonato Brasileño de 2018, aunque debió alejarse por malos resultados. Fueron tiempos de altibajos.
Pero Felipão nunca se apartó del juego. Resucitó, regresó y siempre lo intentó a su manera, a pesar de los golpes, duros guantazos que habrían dejado a cualquiera en la lona. En 2020, no pudo sacar a Cruzeiro de la Serie B. En 2021, tampoco consiguió evitar el descenso de Gremio a la segunda división. Parecía escrito el punto final para el técnico que lleva más años en actividad en Brasil, el que arrancó en 1982 al frente del Centro Sportivo Alagoano (CSA) y nunca pasó más de un semestre sin contrato. Dirigió en gigantes como Chelsea, de Inglaterra, o la selección de Portugal, pero también pasó por las ligas de Arabia Saudita, Kuwait (también fue DT del seleccionado nacional), Japón y Uzbekistán.
A la hora de entrenar, Luiz Felipe Scolari, oriundo de Passo Fundo, interior de Río Grande do Sul, no conoce límites. Siempre tiene un as en la manga para reciclarse. Parece ser el único de los que forman “la vieja guardia”, junto a Abel Braga, Vanderlei Luxemburgo y otros, que, aun con contratiempos, le encuentra la vuelta a la vigencia. Tal vez por eso, otra vez, metió a su equipo, Athletico Paranaense, entre los ocho mejores de esta Copa Libertadores, un torneo que ya ganó con Gremio, en 1995, y con Palmeiras, en 1999.
El torneo subcontinental es una competencia que a Felipão le apasiona, de la cual entiende como pocos. Se sabe, fue exitoso. Pero también tuvo tropiezos, como en la final de 2000, cuando el Boca de Carlos Bianchi le arrebató el título en el estadio Morumbí, en San Pablo, en los penales. Había sido 2 a 2 en La Bombonera, en la ida, y la balanza parecía inclinarse para el lado del Verdão en la definición.
Una vez más, Scolari enfrentará a un equipo argentino, esta vez será Estudiantes, a quien recibirá en Curitiba por el partido de ida, esta noche, a las 21.30, hora de la Argentina (televisa Fox Sports). Es otra vuelta de página para el entrenador gaúcho, un nuevo capítulo en su interminable e inoxidable historia. Desde que llegó al Furacão, Felipão disputó 23 partidos, con 14 triunfos, seis empates y apenas tres derrotas. “El peso de una figura como Felipão en el banco nos sacó un poco de peso a nosotros, los jugadores. Creo que eso cambió todo. Él nos da la confianza para expresar nuestras opiniones y a su vez nos dice lo que piensa. Eso es fantástico, sobre todo viniendo de alguien que ganó tanto a nivel nacional e internacional”, le dijo Pedro Henrique, zaguero y capitán de Athletico Paraense, a ESPN. “Él vino para ganar títulos y nosotros creemos que podemos levantar una copa antes de que se termine el año”, agregó el referente rojinegro.
Cuando llegó a Curitiba para ser manager, función que alterna con la de entrenador, el Furacão estaba peleando por salir de los últimos puestos del Brasileirão. Con Felipão, Athletico Paranaense perdió únicamente contra Fluminense, Goiás y Botafogo, todos compromisos del Campeonato Brasileño, competencia en la cual marcha en la cuarta posición, apenas por detrás del líder, Palmeiras, Corinthians, el escolta, y el propio Fluminense.
Además de estar en los cuartos de final de la Libertadores y en los puestos de vanguardia del Brasileirão, los de Scolari están también entre los ocho mejores de la Copa de Brasil, lo que aumenta las posibilidades de hacerse con algún trofeo en esta temporada. Sin embargo, el experimentado técnico no goza de un plantel con suficientes alternativas. “No quiero tener que priorizar por un torneo u otro, pero tengo que cuidar a jugadores de experiencia como Fernandinho o Thiago Heleno, que no venían con ritmo, y también necesito dejar otros afuera porque vienen jugando 15 partidos sin parar, cada dos o tres días”, dijo Scolari antes del duelo por el campeonato local ante San Pablo, que terminó venciendo por 1 a 0, el último domingo. “Igual, no lo escondo, mi foco está en Estudiantes, estoy pensando en la Libertadores”, agregó, sobre el duelo ante el Pincha.
Firmes entre os primeiros!!!
— Athletico Paranaense (@AthleticoPR) July 31, 2022
VAMOS!!! 🌪️🔴⚫️ #Athletico #Brasileirão #CAPxSPFC pic.twitter.com/7WKrgRrmw9
A sus 73 años, Luiz Felipe Scolari, en su enésima reencarnación, se convirtió en una pieza clave del ambicioso proyecto de Athletico Paranaense. Con sus finanzas en orden e importantes inyecciones financieras ingresando, los de Curitiba, comandados por el presidente Petraglia, pretenden transformarse en una fuerza que le haga frente a los poderosos Palmeiras, Atlético Mineiro y Flamengo, dominadores del fútbol brasileño y regional en la actualidad.
Para esta temporada, los de Curitiba invirtieron más de 70.000.000 de reales (más de 13.000.000 de dólares) en contrataciones, principalmente en la zona ofensiva. Para aumentar el poder de gol del conjunto de Felipão, Athletico pagó 24.000.000 de reales por Vitor Roque, una joya de 17 años proveniente de Cruzeiro; 15.200.000 reales por el uruguayo Agustín Canobbio (hijo de Osvaldo, que estaba en Peñarol), y 12.800.000 por el tucumano Tomás Cuello, de gran paso por Bragantino en 2021, que proviene de Atlético Tucumán.
Más allá de su presente exitoso como técnico, la idea de Petraglia y la dirigencia de Athletico Paranaense es que Luiz Felipe Scolari se convierta, de forma paulatina, en el dueño del fútbol del club, dejándole el cargo a un entrenador ya preparado para el desafío. Inclusive, quienes siguen el día a día del club curitibano afirman que Paulo Turra, su ayudante de 48 años, es quien tiene el contacto más fluido con los jugadores y lleva a cabo gran parte de los entrenamientos. La figura de Felipão pasa más por el papel de liderazgo y referencia, además de la gestión del grupo.
Pero a los torcedores del Furacão el futuro a largo plazo poco les importa, porque se sienten muy “scolarizados”, según el término que ellos mismos crearon para definir la euforia a la que los llevó el presente de su equipo, de la mano del veterano entrenador. Por su parte, a 20 años de su mayor éxito y a ocho del fracaso más pesado de su carrera, Felipão vuelve a sentir la adrenalina de saber que, una vez más, tendrá noches de Libertadores por delante, esas páginas en blanco en las que supo escribir algunos de sus mejores capítulos de reinvención.
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