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La dirigencia de Boca oscila entre un nuevo estadio y la remodelación
Con la necesidad de ampliar la capacidad para los socios, la idea de construir otro coliseo en los terrenos de Casa Amarilla sigue en pie, aunque buscan agotar la instancia previa
En mayo de 2012, apenas seis meses después de asumir como presidente de Boca, Daniel Angelici reconoció en distintas entrevistas su intención de construir un nuevo estadio para Boca: “Serían dos anillos, con capacidad para 75.000 personas, con butacas y grandes torres de estacionamiento. La idea es tirar Casa Amarilla, el Complejo Pedro Pompilio y La Bombonerita, y construir ahí. Estaría listo en 2015 o 2016 –decía entonces–. Estamos buscando inversores, hemos hablado con un jeque en Dubai y se mostró interesado (…). No vamos a tirar la Bombonera, que va a quedar para otro proyecto, tal vez recitales o exhibiciones de tenis”.
Por distintos factores, los tiempos se retrasaron. Sin embargo, la inquietud se mantiene. Por momentos el tema sale de la agenda, pero de pronto vuelve a subir al escenario, como para testear cuál es el impacto. La dirigencia de Boca no descarta nada: ni la construcción de un nuevo estadio ni la remodelación del actual coliseo.
“Como hincha no quisiera irme nunca de la Bombonera, pero como directivo veo la necesidad de tener más capacidad”, reconoce el vicepresidente Rodolfo “Royco” Ferrari en diálogo con la nacion. “Es un tema que tenemos que resolver entre todos los socios y todas las agrupaciones políticas del club. El asunto excede a una sola comisión directiva. Además, por ahí hacemos un estadio nuevo para 80 mil personas y también nos queda chico”. El dirigente se ilusiona con que “se puedan comprar las dos manzanas y podamos ampliar la Bombonera”.
¿Es eso posible? En la actualidad, la conducción de la entidad de la Ribera trata de determinar si los vecinos que viven sobre la calle Del Valle Iberlucea (detrás de los palcos) están dispuestos a vender sus propiedades, condición clave para intentar la ampliación. El club trabaja con el Colegio Profesional Inmobiliario, para evaluar los casos de cada una de las propiedades de esas dos medias manzanas. Con los resultados de ese trabajo, se definirá qué pasos seguir.
La oposición en Boca cree que esa es una maniobra de distracción. “Lo que buscan es legitimar que no existe ninguna alternativa para remodelarla. Que la Bombonera quedará para siempre así para inducir al socio a que en un hipotético plebiscito vote el proyecto del nuevo estadio”, alerta una fuente ligada a la oposición que prefiere el anonimato. El dirigente opositor José Luis Palazzo y Claudio Giardino, presidente del movimiento Boca es Nuestro, opinan en sintonía: “Van a decir que el 60% vende, pero que el 40% no. Y luego dirán: ‘el socio votó por un nuevo estadio’”, coinciden.
“Una comisión directiva no puede hacer un estadio nuevo sin el acuerdo de todas las agrupaciones políticas –reitera Ferrari–. Es una decisión demasiado importante en cuanto a los tiempos de obra y en lo referido al aspecto económico en la que debemos estar todos de acuerdo”. El dirigente recuerda el proyecto del arquitecto esloveno Tomaz Cámernik para ampliar la Bombonera. “Hay que evaluar alternativas y calcular cuántas localidades se ganarían de ese modo” aseguró.
Para construir un nuevo estadio en Casa Amarilla, Boca primero debería pedir otra vez una modificación del Código de Planeamiento Urbano. En septiembre de 2014 ingresó a la Legislatura porteña un proyecto de ley (el Nº 2462), que en su Artículo 5° solicitaba: “Aféctense a la ampliación del Distrito de Zonificación E4 56 –Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors”. A través de Oscar Moscariello, entonces vicepresidente 1º de la entidad de la Ribera y a la vez legislador por el PRO, Boca intentó cambiar la zonificación de unas tierras que aún no eran de su propiedad. En medio de la polémica que generó la presentación (las fotos exponían con claridad la idea del nuevo estadio) y el doble rol de Moscariello, hoy embajador argentino en Portugal, el proyecto finalmente no se trató. “Atienden de los dos lados del mostrador”, acusó entonces el legislador Aníbal Ibarra.
Archivado el proyecto de ley que buscaba cambiar el código, Boca decidió asegurarse las tierras, algo que logró gracias a un llamado a licitación pública muy favorable, a precios irrisorios y con un plan de pagos inmejorable (ver aparte). A un año de comprar esos terrenos, Boca no avanzó con las obras prometidas.
Una obra que soluciona poco
Según el Artículo Nº 11 de la Ley 2801, el 30 de junio de 2019 todos los estadios de los clubes de primera división y de la B Nacional tendrán que tener al 75 por ciento de sus espectadores sentados, bajo la pena de clausura. Es decir que dentro de poco más de dos años, la cancha de Boca, tal como está hoy, reducirá su capacidad de 49.000 a 38.000 localidades. En un club con 187.000 socios (106.000 activos, 8000 niños y 73.000 adherentes) es prácticamente un acta de defunción. Pero atención: en el hipotético nuevo estadio tampoco entrarían todos. Si se construyera para 80.000, unos 100.000 hinchas seguirían quedándose afuera.
Marcelo London, sin cargo oficial pero con mucha injerencia en las decisiones de la comisión directiva afirmó a mediados de 2015 que “la cancha nueva saldría por lo menos 300 millones de dólares. Se reconocen las ubicaciones actuales y el resto va a las empresas que lo construyen”. Es decir que del hipotético nuevo estadio, sólo serán propiedad del club la misma cantidad de ubicaciones que ahora (49.000), mientras que unos 30.000 lugares quedarán en manos privadas.
En dos años, el costo del presunto nuevo estadio sufrió un aumento del 33 por ciento. Ahora, Angelici suele redondear la inversión en 400 millones de dólares. “La mitad de los estadios realizados para el Mundial de Brasil 2014 se construyeron por menos de 160 millones de dólares. Y la remodelación del Maracaná costó 370 millones”, recuerda Pablo Abbatángelo, ex directivo de la entidad de la Ribera.
El proyecto de un estadio para 80.000 personas va a contramano de la sugerencia de la FIFA, que propone que las canchas dejen de ser multitudinarias: diez de las 12 sedes de Rusia 2018 no superarán las 45.000 localidades.
El socio adherente: un éxito económico, pero responsable de la falta de lugar en la Bombonera
Cuando asumió Daniel Angelici, a fines de 2011, Boca tenía alrededor de 60.000 socios activos. En tanto, la capacidad de la Bombonera era cercana a los 53.000 espectadores. Prácticamente, el estadio de Boca tenía lugar para todos.
La instrumentación del programa “Socio Adherente” resultó un éxito económico, pero sin dudas generó el inconveniente actual. Esta suerte de impuesto a la pasión (a partir de junio, $ 225) que pagan cada 30 días 73.000 fanáticos, le deja al club de la Ribera unos 16.500.000 pesos mensuales.
El sueño de convertirse alguna vez en socio activo (que da derecho a acceder al estadio) es minúsculo. Se produce ante la baja o el fallecimiento de otro socio. Es una costosa lista de espera.
“Casate con Boca”, reza la promoción de este programa en las redes sociales.
Es el primer matrimonio en el cual una de las partes debe pagar por esa relación y del otro lado no recibe nada.
Los socios adherentes tendrán un rol clave en el hipotético plebiscito rumbo a la posibilidad de construir un nuevo estadio.
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