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La criticada línea de 3 de Alfaro: ¿estuvo bien en aplicar ese recurso en Boca?
Gustavo Alfaro debe estar analizando, puertas para adentro, dos factores dentro de la actualidad del juego de Boca, sobre todo con la mira puesta en las semifinales de la Copa de la Superliga ante Argentinos: la primera, que el arquero Esteban Andrada está siendo figura seguido. Y la segunda, que hasta puede estar ligada con la primera: físicamente está sufriendo esta recta final del primer semestre, con lesiones y, sobre todo, bajos rendimientos en los segundos tiempos, como si fuera un equipo que se queda sin energía y se desinfla. Salvo en la final de la Supercopa Argentina ante Rosario Central, que Boca sufrió una sola situación en contra, después padeció defensivamente en los últimos partidos.
Ante este panorama, el DT sorprendió con la línea de 3 para el desquite con Vélez en la Bombonera: Lisandro López,Izquierdoz y Junior Alonso atrás, para subir a los laterales Buffarini y Mas a la zona de Marcone y Nández. Ante la imposibilidad de trabajar tácticamente a full por la seguidilla de compromisos, el recurso que pensó Alfaro no estuvo mal. Incluso si se remite solo a las situaciones generadas por Vélez mientras Boca jugó con el 3-4-1-2, apenas fue una (el remate cruzado de Robertone) en el primer tiempo y otra en el segundo (el mano a mano de Fernández), ambas neutralizadas por Andrada. Luego Benedetto reemplazó a Alonso y ahí se vio lo mejor del equipo de Heinze (y lo más flojo de Boca defensivamente).
Sobre el cansancio físico de Boca puede haber dos lecturas (también). La seguidilla de partidos pero condicionada por un desgaste de jugadores que se sienten el doble de presionados para volver a ser un equipo confiable y ganador. Eso también ofrece un doble gasto de energías, además de que tácticamente Boca corre de más porque le cuesta dominar los partidos o hacerse fuerte desde la posesión y el manejo de los tiempos.
Sobre todo sin Reynoso, el vértigo del juego xeneize se potenció, ya que Bebelo es quien mejor le puede aportar la pausa necesaria para que la velocidad del resto explote. Y las debilidades en el retroceso también aumentaron, por más que en los centrales Lisandro López e Izquiedoz encontró una pareja que, con rodaje y entendimiento, puede ser confiable. Alonso, cuando ingresa, abusa de los pelotazos, pero también se debe sentir inseguro porque las veces que le tocó ingresar (como central o lateral) no estuvo firme.
Boca ahora está sufriendo más defensivamente por algunas malas "toma de decisiones", como pases que no son firmes de Marcone en la zona que es el corazón del equipo y donde un error puede costar un gol, el exceso de revoluciones de Mas para marcar en acciones que terminan con penales o los intentos de Nandez cuando, tras recuperar una pelota, pretende continuar el juego con gambetas hacia adelante y a la misma velocidad, en lugar de tocar o apoyarse con el compañero más cercano; o el pase lateral interior de Benedetto en la salida ante Vélez que finalizó en la roja de Izquierdoz, el central que se "inmoló" por el equipo con la falta de último recurso ante Bouzat, en la puerta del área.
Julio Buffarini parece asentarse cada vez más como lateral derecho también, aunque algunas coberturas con pelotazos cruzados que caen entre su espalda y la de López le generan alguna inseguridad. Hay un contexto, desde lo defensivo, para tener en cuenta en los análisis de los laterales: por delante suelen tener wines o delanteros que pueden jugar reubicados por las bandas, aunque no es donde mejor pueden rendir, como son los casos de Sebastián Villa, Cristian Pavón y Mauro Zárate.
El riesgo de Boca no se mide desde las posturas. No cambia la ecuación si trata de jugar al "golpe por golpe" o de esperar con la mayoría de los futbolistas por detrás de la línea de la pelota. Defender bien o mal tiene que ver con la simetría entre líneas y los esfuerzos en bloque más que con estrategias o metros en donde esté parado el equipo. Por dar un par de ejemplos: contra Paranaense, en Brasil, Boca jugó al golpe por golpe y sufrió una de las peores derrotas del ciclo (0-3), pero contra Defensa y Justicia se vio ampliamente superado y en un momento buscó cerrar filas con dos líneas de 4. Ganó 1-0 con el gol de Tevez, aunque la lectura que hizo Alfaro esa noche en Florencio Varela no fue positiva desde el funcionamiento.
Por todo esto, y mientras sigue buscando la mejor versión de Boca, la decisión de Alfaro de jugar con una línea de 3 ante Vélez no fue desacertada. Si un entrenador ve que su equipo da ventajas defensivas y que sufre porque Andrada es figura en la mayoría de los partidos, debe buscar y probar soluciones. Peor sería que se quede de brazos cruzados esperando que las individualidades, por sí solas, empiecen a encaminar la historia.
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