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La crisis de los Nº 10: ¿qué pasa con los enganches argentinos en la Liga Profesional 2021?
Carlos Tevez usa la camiseta 10, pero Edwin Cardona es el mejor enganche que tiene Boca. Nacho Fernández era el principal hacedor de juego de River, pero ahora la 10 le quedó a Jorge Carrascal y "el primer socio de todos" es Nicolás De la Cruz. Matías Rojas lleva la 10 de Racing, en un ciclo de Juan Antonio Pizzi que todavía no termina de arrancar. Andrés Roa fue incorporado por Independiente para ser una de las principales banderas futbolísticas, pero nunca logró asentarse y ahora Julio Falcioni se inclina por un esquema sin enganche. Oscar Romero es el 10 de San Lorenzo, pero genera más noticias por las cosas que trascienden desde un vestuario disconforme que por su real influencia en el juego del Ciclón.
Colombianos, uruguayos y paraguayos intentan hacerse ejes de los equipos más convocantes de nuestro país y también les cuesta, mientras que, si bien hay excepciones, los habilidosos argentinos no encuentran su lugar o –si lo encuentran- no pueden salir de la medianía de un fútbol devaluado pero no por eso menos competitivo o exigente.
Si tomamos el último ejemplo, San Lorenzo tenía en su plantel un potencial 10: Matías Palacios, integrante de selecciones juveniles y que jugó apenas 6 partidos en la primera de su club, pero con 18 años emigró a Basilea, de Suiza. "Desde hace dos años y medio que debuté venía esperando la oportunidad de tener más continuidad en el club, que por algunas razones no se pudo dar, y decidí que venir a Suiza, donde juegan siempre Europa League o están en el grupo de la Champions, era una linda oportunidad. También quería quedar bien en San Lorenzo, no quería irme de mala manera", dijo el mediocampista.
Y agregó en declaraciones a TyC Sports: "He intentado analizarlo con Juli, mi hermano, con mi papa, con mi representante y todavía no sabemos qué fue lo que hizo que no pudiera tener más minutos en San Lorenzo, más continuidad. Todavía no lo entendemos. Yo quería jugar un tiempo más en San Lorenzo, quería tener continuidad, que la gente me viera un poco más, pero se dio así y hoy es lo que toca".
Gol de Cardona a Banfield
A Gonzalo Maroni, pretendido por Lanús, le cuesta tener chances en Boca; Gallardo en River incorporó a Agustín Palavecino, para formarlo en función de su filosofía e intensidad de juego; Pizzi sumó en Racing a Maximiliano Lovera y Julio Falcioni cuenta en el actual plantel de Independiente con Alan Soñora, aunque debe adaptarse a su 5-2-3. En Huracán, Israel Damonte varió los esquemas tácticos y llegó a jugar 4-3-1-2 pero (cuando lo hizo) la posición de enganche la ocupó Franco Cristaldo, un volante formado en Boca más con características de mediocampista mixto que de "hacedor de juego".
Gol de Matías Rojas, de tiro libre
¿Qué se buscaba con los 10? ¿Qué rol deberían cumplir? Ser los principales nexos entre la línea de volantes, los laterales y los delanteros. Obviamente un equipo no depende de un solo futbolista para generar situaciones de gol, pero cuanto mayor claridad en los pases y las gambetas tenga ese jugador, más va a ayudar a desequilibrar a sus compañeros.
Los pases. Hace unos días se viralizó un video de Gallardo en pleno partido ante Estudiantes, en La Plata, donde el técnico de River se veía fastidioso por las imprecisiones de sus volantes creativos: "Nico, ¡los pases!" y "¡Vamos con los pases viejo!". Hasta que un pase filtrado de Julián Álvarez (vertical y hacia adelante) rompió líneas defensivas del Pincha y posteriormente el centro de Angileri finalizó en el gol de Suárez. Ahí sí el DT felicitó a Alvarez por su "buen" pase. "¡Buena, Julián!"
Gol de Matías Palacios a Talleres
Siguiendo con la importancia de los pases y lo relevante de tener especialistas en la materia: "Los jugadores con pase-gol y también con olfato-gol son muy escasos. La gran mayoría no son lo suficientemente habilidosos para adquirir esta difícil coordinación, debido a que durante el aprendizaje gastaron tiempo en correr y correr. Ahora son jugadores mediocres, molestos con la pelota, que no hacen otra cosa que pelear por conquistarla, pero que inmediatamente se la entregan al compañero más cercano. Quizá tengan a 30 metros, desmarcado y corriendo hacia el arco rival, a otro compañero, pero su pase siempre será idéntico: al jugador que está a cinco metros. Dar buenos pases es muy difícil", explicaba Laureano Ruiz, uno de los creadores del ADN de Barcelona, en su libro El Auténtico Método del Barca.
Y agregó en su publicación en 2013: "El fútbol debe evolucionar hacia una extraordinaria calidad en los pases. Hoy algunos entrenadores sólo exigen que los jugadores mantengan el balón ¬–"toquen, toquen, toquen"–, por lo que los pases horizontales o retrasados proliferan y aburren. Incluso muchos aceptan las entregas rutinarias. Cruyff discrepa y dice: "No puede hablarse de pases si no desbordan, como mínimo, a un adversario". Para mí, el pase hacia atrás vale sólo si del mismo nace otro en profundidad. El mejor pase es el que se realiza a la zona donde no esperan los adversarios y en el camino del compañero que llega a la carrera". Buena técnica, visión de juego, eficacia para conocer también a cada receptor de su pase y efecto sorpresa, cualidades de todo buen 10.
Con distintas características, los mejores exponentes en la actualidad en esa función en el fútbol argentino son Martín Payero (Banfield), Thiago Almada (Vélez) y Emiliano Vecchio (Rosario Central). Payero tiene pase, conducción, despliegue a diferentes ritmos y, sobre todo, un gran remate de media distancia. Como Javier Sanguinetti juega 4-3-3 para aprovechar la velocidad y explosión de sus delanteros, Payero suele moverse como "interior" pero (a su manera –y muy bien-) conduce el juego del Taladro con distintos repertorios.
Si Payero aporta movimientos similares a los que quizás tuvo en sus comienzos Juan Román Riquelme, Almada se aproxima más a Ariel Ortega: el 10 de Vélez puede romper líneas por dentro, por detrás del 9 o jugando como extremo, partiendo de afuera hacia adentro, pero logra hacer la diferencia en todo el frente de ataque. Y Vecchio parece un 10 como los de antes. Tiene muy buena visión para detectar el momento preciso para picar o asistir, y con el esfuerzo de presión, marca y retroceso que se les exige hoy a los enganches.
Valentín Larralde y Tomás Martínez se destacan en Defensa y Justicia, aunque antes Hernán Crespo (y ahora Sebastián Beccacece) se la juegan más por el 4-3-3 y el 3-4-3 que con un esquema con enganche. Pero, según los contextos, aparecen. Y Larralde se asentó desde otra función, como doble 5, arrancando de atrás hacia adelante.
Los DT más convencidos de la posición
¿Quiénes juegan sin enganche? Lanús, Sarmiento, Atlético Tucumán y Central Córdoba. Los entrenadores más convencidos en la actualidad de defender la posición, además de Gallardo, son Sergio Rondina en Arsenal (con Lucas Necul, Nico Castro o Alan Ruiz en el habitual 4-3-1-2) y Martín Cañete con Juan Manuel Azconzábal en Unión. Joel Soñora en Talleres busca la continuidad con Medina en su 4-2-3-1 a raíz de la salida de Tomás Pocchettino, aunque el ex Boca no era un típico enganche.
En este mercado, Gabriel Carabajal llegó a Argentinos (que cuenta con Gabriel Florentín), Gastón Lodico se fue de Lanús a Aldosivi seducido por Gago (que ya tenía a Pablo Becker y Francisco Grhal), y Alexis Messidoro -otro producto de la cantera xeneize- había llegado ya en septiembre de 2020 a Platense. Martín Ojeda y Valentín Burgoa tratan de hacer pie en Godoy Cruz, lo mismo que Juan Barinaga en Patronato, Francesco Lo Celso en Central, Facundo Farías en Colón, Mauro Formica en Newell’s y Mauro Díaz en Estudiantes.
Hay varios enganches pero a muchos les cuesta tener continuidad. Jugar de a cuatro a diez partidos seguidos. O necesitan tener un nivel perfecto durante 90 minutos para ser tenidos en cuenta por los entrenadores para más allá de un fin de semana. O varios están en la consideración y tienen rodaje, pero dependerá de ellos, los contextos y sus compañeros si los entrenadores le siguen dando confianza: Matías Miranda, en Gimnasia, un ejemplo.
El mapa hace 10 años
En la previa del Clausura 2011, eran los enganches los que se robaban los flashes en el fútbol argentino. Ya en aquel entonces sufrían transformaciones, pero se las arreglaban para subsistir con mayor incidencia en cada club.
David Ramírez, una de las grandes figuras del Apertura 2010 con Godoy Cruz, se dio un gran gusto y pasó a Vélez. No bien fue presentado, dijo que desconocía en qué posición lo iba a ubicar Ricardo Gareca, que el puesto donde se siente más cómodo es el de enganche. Walter Erviti, que ya no era un 10 típico en Banfield, fue otro de los pases del verano cuando llegó a Boca. Apenas dos eslabones de los 9 equipos que contrataron enlaces para disputar el Clausura 2011 o que incorporaron futbolistas habilidosos para cumplir esa función.
Boca (ya tenía a Riquelme y apostó a armar una sociedad con Erviti, además de reubicar a Pochi Chávez), Vélez (Maxi Moralez era el nexo perfecto para una delantera de lujo con el Burrito Martínez y Silva, pero sumó al Mago Ramírez y tenía esperando en las gateras a un juvenil Ricardo Alvarez), Estudiantes (al liderazgo de Verón le había agregado un crack como el Pitu Barrientos, de genial rendimiento en su anterior paso por San Lorenzo), Gimnasia (había contratado al Maestrico González), Independiente (Defederico y Patricio Rodríguez proyectaban entenderse más que bien), y Huracán (Brindisi quería que Cristian Maidana se asocie con Matute Morales). Juan José López tenía en River a Diego Buonanotte y Erik Lamela. Banfield y Lanús buscaron reemplazar las figuritas difíciles que se les fueron –Erviti y Sebastián Blanco, respectivamente– con Diego de Souza y Diego Valeri.
¿Quiénes estaban en aquel momento como apuestas y buscaban una confirmación o un notorio despegue?. Giovanni Moreno en Racing, Diego Morales en Tigre, Leandro Romagnoli en San Lorenzo, Damián Díaz en Colón, Martín Rolle en Olimpo y Santiago Raymonda y Miguel Caneo en Quilmes. Por decisión de sus DT, sólo Arsenal y Argentinos (pese a que contaba con Emilio Hernández) se aferraron decididamente al sistema 4-4-2. Otro contexto.
Hace tiempo que los enganches o los jugadores habilidosos ya no se limitan a recibir a las espaldas del 5 rival y asistir o gambetear, pero las herramientas que son capaces de brindar son muy importantes, un punto fuerte de conexión global en la búsqueda para que un conjunto de buenos jugadores se transforme en un equipo que juegue bien al fútbol.
Alejandro Sabella, un gran entrenador, un maestro, un conocedor del puesto de enganche, aportaba esta reflexión en noviembre de 2014, en una charla que dio en el Gran Rex: "Yo tengo que estar preparado para saber trabajar sobre distintos esquemas porque la realidad o el contexto luego me modifican el pensamiento original. Me gusta salir jugando, pero tengo un defecto: no me gusta trabajar la definición sin oposición, sino en grupo, sumando los laterales y los volantes a los delanteros. Porque siento que se necesitan coordinar los movimientos entre todos. En un momento se criticaba a Radamel Falcao porque no hacía goles. Y Falcao estaba pidiendo a gritos que le traigan un Gallardo. Todo definidor necesita un asistidor".
En el último mercado de pases, hace apenas unas semanas, el que pedía a gritos un enganche era Gallardo. Una forma de confirmar la crisis que vive el fútbol argentino en el puesto. Salvo excepciones, cuesta encontrar conductores consolidados y con continuidad en el fútbol argentino. El Muñeco le dio la 10 a Carrascal, pero también llegó Agustín Palavecino, un argentino a quien el DT ya le había puesto el ojo cuando estaba en Platense. Palavecino al menos sabe algo: va a tener chances de demostrar su potencial. Gallardo agudizó el ingenio y lo llamó para reforzar a River. El, claro, también deberá hacer lo suyo con esfuerzo, remates, gambetas y pases eficaces.
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