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La Copa Libertadores en tiempos de Covid: 61 contagios entre Boca, Palmeiras, River y Santos
Cuando la Copa Libertadores ingresa en su recta decisiva nos entrega un buen resumen del impacto de la pandemia de coronavirus en la región: los contagios entre los cuatro semifinalistas, los argentinos Boca y River, y los brasileños Santos y Palmeiras, trepan hasta 61 casos desde que en septiembre se reanudó el torneo. La competencia nunca se detuvo, pero este escenario tampoco conviene soslayarlo. El fútbol, como siempre, espejo de las sociedades, decidió convivir con el riesgo. Y no le ha salido gratis.
Burbujas pinchadas, brotes masivos y múltiples contagios fantasmas, porque lejos de los reflectores la enfermedad avanzó y lo seguirá haciendo entre colaboradores, utileros, médicos y empleados en general. Los futbolistas, en mayor o menor tiempo se restablecen; a otros actores les cuesta más. Internaciones que pocos registran. El coronavirus se ha expandido por América del Sur, por momentos sin control, y el fútbol no ha quedado al margen de esa mancha aceitosa que se extendió por todos los rincones. Nada sorprendente: el fútbol retomó su impuso en esta región del mundo a medida que se fue convirtiendo en el epicentro de la pandemia. En los últimos meses, sucesivamente fueron noticia los planteles de Flamengo, Boca, 12 de Octubre, Inter, Bolívar, Liga de Quito, Binacional, Independiente del Valle..., la selección de Uruguay, y varios ejemplos más.
Fronteras adentro, semana a semana los equipo argentinos se ven disminuidos para asumir la marcha de la Copa Maradona y el torneo de la Primera Nacional. Desde la explosión en Tigre, las irrupciones en Argentinos Juniors, San Lorenzo e Independiente –entre otros–, hasta más recientemente Arsenal, Huracán y los casos en el interior del país. Pero el dato se naturalizó.
La Copas Libertadores y Sudamericana se reanudaron, y las eliminatorias para Qatar 2022 comenzaron en octubre. Pero los Sudamericanos Sub 20 y Sub 17 previstos para enero y febrero próximos fueron aplazados por la Conmebol para el segundo semestre de 2021 por el riesgo de la pandemia... Paradójico, ¿no? La disparidad de criterios echa luz sobre las conductas. Y los intereses. El fútbol es un fabuloso motor laboral que sostiene a miles de familias. Es cierto. Sería noble asumirlo. Pero mejor, disfrazarlo con mil eufemismos y maquillar las mentiras evidentes. El fútbol mueve millones, y esos engranajes no pueden detenerse. Mientras tanto, el Covid-19 no ha dejado de contagiar.
La transmisibilidad del virus, por si hiciera falta subrayarla, queda expuesta en los cuatro mejores equipos de América. Sólo ellos encierran, al menos, 61 futbolistas que atravesaron la enfermedad. Vale el detalle. Santos registra 11 casos hasta hoy: Jobson, Alex, Jean Mota, Vladimir, Diego Pituca, Alison, Sandry, Soteldo, Lucas Verissimo, Madson y Joao Paulo. Y otros seis contagios entre el cuerpo técnico y colaboradores. Si hasta el entrenador, Cuca, dos veces atravesó la enfermedad y en la segunda requirió atención en UTI: estuvo internado nueve días en noviembre.
Más grave aún ha sido la situación en Palmeiras. La cuenta llega a 21 jugadores afectados: Jailson, Vinicius Silvestre, Gabriel Menino, Matías Viña, Luan, Alan Empereur, Benjamín Kuscevic, Danilo, Gustavo Scarpa (dos veces), Raphael Veiga, Gabriel Silva, Willian, Breno Lopes, Rony, Gabriel Veron, Marcos Rocha y Renan, más cuatro juveniles -Quiñonez, Aníbal, Marino Hinestroza y Pedro Acacio-, ya que el plantel necesitó promocionar valores porque entre la Libertadores, el Brasileirao y la Copa de Brasil, el Verdao prácticamente no dispuso de un plantel largo para afrontar las múltiples competencias. Hubo partidos en los que apenas presentó 13 jugadores.
Por supuesto, también hubo contagios en el cuerpo técnico y los auxiliares. Entre ellos, el técnico portugués Abel Ferreira, que se perdió algunos encuentros y pudo regresar en la revancha con Libertad, por los cuartos de final de la Libertadores.
Sin dudas, el conjunto que menos ha sufrido es River. Seis nombres: Milton Casco, Rafael Santos Borré, Enzo Pérez, Augusto Aguirre y Ezequiel Centurión, el cuarto arquero. Precisamente Centurión estuvo varias semanas sin entrenarse porque, tras la enfermedad, los estudios cardíacos tardaron en arrojar los resultados imprescindibles para la competencia. Y una pieza más: Gonzalo Montiel. Al principio su situación fue algo confusa. A través de un test serológico se descubrió que había desarrollado anticuerpos, es decir, en algún momento había estado enfermo de manera asintomática. Una situación imperceptible sin estudios, que podría multiplicarse en otros planteles.
Enzo Pérez y Casco, por ejemplo, debieron esperar 19 días entre que se les detectó el contagio y el día que retornaron a la cancha. Al lateral izquierdo le ha costado recuperar su versión anterior, al punto que perdió la titularidad con Angileri.
Vale recordar que Marcelo Gallardo estuvo aislado de manera preventiva a finales de octubre por un contacto estrecho. Dos colaboradores del entrenador dieron positivo, Facundo Greco y Fabián Robledo, además del entrenador de arqueros, Adrián Olivieri. También los juveniles Leonardo Díaz y Esteban Fernández, de la reserva, lo que provocó el confinamiento de sus compañeros Tomás Lecanda y Santiago Simón, que habían viajado con ellos. Pero muy ocasionalmente estos chicos se entrenan con primera. Los mismo sucedió en los últimos días de 2020 con los hermanos Mauricio y Franco Camargo, laterales del plantel de reserva, que también dieron positivo y sembraron cierta inquietud.
Sobre las secuelas que puede dejar en un deportista el Covid, LA NACION consultó al doctor Eduardo López, médico infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. "Un pequeño grupo de individuos, especialmente los que desarrollan una enfermedad al menos moderada, y por supuesto los graves, hacen un síndrome de cansancio, de molestia, de pocas ganas de hacer cosas. Pero esto es minoritario. La mayoría arranca bien, pero aquellos que tuvieron que usar un poco de oxígeno y tuvieron un cuadro un poco más extendido, a veces se recuperan más lentamente. Estos, no pueden retomar la alta competición inmediatamente", advirtió.
La memoria trae el recuerdo del caso de Paulo Dybala. Él se contagió de coronavirus a mediados de marzo y en la primera semana de junio todavía confesaba que no se sentía en plenitud. "Estuve con coronavirus más tiempo de lo esperado pero ahora me siento mucho mejor. No estoy al cien por cien, pero estoy bastante bien. He evolucionado mucho y voy recuperando sensaciones", contaba entonces. El cordobés no recibió el alta hasta 46 días después de descubierta la enfermedad, ya que al térmico de cada aislamiento de 14 días, los estudios revelaban que seguía infectado.
El doctor Eduardo López sumó su mirada: "Las PCR pueden dar positivas hasta el día 90, y sin embargo eso no implica que se mantengan partículas virales infectantes. Pero por un tema de precaución, a Dybala no lo dejaban jugar ni entrenarse. Cuesta mucha plata Dybala, no se si me explico. Nosotros, desde el punto de vista práctico, hemos visto que el individuo que hace enfermedad leve, después del día 10, puede tener la PCR positiva pero ya no contagia".
Desde el club de Turin, le confesaron a LA NACION que la lenta recuperación de Dybala naturalmente condicionó su puesta a punto, su reinserción en la actividad, e impacto sobre la pérdida de protagonismo en el equipo que dirige Andrea Pirlo.
De regreso a los semifinalistas de la Copa Libertadores, queda un caso. El de mayor desborde. Cuando LA NACION consultó en Boca sobre su realidad, la respuesta fue toda una descripción: "Mejor te cuento quiénes no se contagiaron". Entre finales de agosto y principio de septiembre, el club de la Ribera atrapó todos los portales de noticias por su descontrol epidemiológico. Desde entonces 23 futbolistas, sí, 23, se contagiaron: Andrada, Rossi, Javier García, Manuel Roffo y Agustín Lastra, todos sus arqueros; también, Lisandro López, Izquierdoz, Jara, Buffarini, Fabra, Almendra, Salvio, Tevez, Soldano, Wanchope Ábila, Mauro Zárate, el juvenil Gastón Gerzel y el defensor Gastón Ávila, con la particularidad de que se reinfectó. Y además, otras cinco piezas que hoy no están en el club, pero se contagiaron en sus días xeneizes: Iván Marcone, Pol Fernández, Sebastián Pérez, Mateo Retegui y Walter Bou.
¿Quiénes se mantuvieron blindados hasta hoy? Apenas cinco futbolistas: Campuzzano, Capaldo, Cardona, Maroni y el ‘Pulpo’ González. Miguel Ángel Russo, con extremos cuidados al principio por su antecedentes de paciente oncológico, también ha quedado a resguardo de la enfermedad.
Pero no se puede pasar por alto que otras ocho personas, colaboradores del cuerpo técnico y empleados del club, también se contagiaron. Porque el crack puede estar más a resguardo, pero, ¿saben cuántos auxiliares, asistentes, 'desconocidos' en definitiva, enfermó la marcha de la Champions, la Europa y la Nations League? Muchos. Cuadros que, incluso, requirieron hospitalización. Con las Copa sudamericanas ha ocurrido –y ocurre– lo mismo. El daño invisible al que no se le presta atención.
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