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Lo de Juan Sebastián Verón bien podría funcionar como una metáfora. Son tan profundas las penurias económicas del fútbol argentino, que los clubes apelan a recursos extremos, como que un presidente se ponga a jugar. A Estudiantes no le sobra dinero para incorporaciones, pero está claro que la vuelta de la Brujita al fútbol a dos años y casi 8 meses de su último partido oficial responde más a sus deseos que a cuestiones de presupuesto. Ya lo dijo hace poco: “Siempre me voy a sentir jugador de fútbol”. Y que falten menos de dos meses para que cumpla 42 años no lo amedrenta para reinsentarse en la alta competencia.
La autoridad presidencial está muy potenciada en el caso específico de Verón por todo lo que representa, tanto en la historia como en la actualidad de Estudiantes. Públicamente, el manejo de la institución está concentrado en su figura, mientras el resto de los dirigentes casi no tiene exposición. Decidió volver a ser futbolista sin que un mando intermedio, como lo es el sensato director técnico Nelson Vivas, tuviera derecho a aprobar o rechazar al “refuerzo”.
En un poco concurrido Bright House Networks Stadium, en Orlando, Verón materializó ayer el regreso a la actividad en el 1 a 0 ante Sport Bahía, de Brasil, por la Florida Cup. Es una obviedad decir que lo hizo como capitán y con el N° 11 en la espalda. Con un modelo de camiseta bastante ceñida al cuerpo y la clásica cinta blanca que rodea su pierna por debajo de la rodilla derecha, Verón disputó los 45 minutos del primer tiempo.
El resumen del primer tiempo, con Verón
La Brujita ocupó el doble pivote junto con Israel Damonte, quien hizo el mayor despliegue físico en la zona media. Estudiantes cambió su esquema habitual de línea de cuatro por uno con tres zagueros. Algunos movimientos delataron la veteranía de Verón, que de todas maneras conserva el buen toque de pelota y visión de juego. Realizó 20 pases correctos; algunos de ellos, de seguridad, como cesiones cortas o hacia atrás. Hizo dos envíos largos precisos y su asistencia más profunda fue hacia un desmarque de Auzqui. Su planilla se completó con cinco pases incorrectos (uno lo intentó con el pecho), una pérdida, dos quites, un despeje, tres foules cometidos y uno recibido.
Como dueño de casi todo en Estudiantes, Verón también lo fue de la pelota parada: ejecutó cuatro tiros libres, ninguno al arco, dos en forma de centro y dos en cesiones largas. Algunos entendimientos perduran en el tiempo: a los 11 minutos realizó un córner desde la derecha que Leandro Desábato cabeceó por encima del travesaño. El zaguero central, que el martes 24 de enero cumplirá 38 años, es uno de los compañeros que se mantienen desde el partido que había sido la despedida de Verón, el 18 de mayo de 2014, en la derrota por 2 a 1 contra Tigre por la última fecha. Los otros que permanecen desde entonces son Schunke (ayer no jugó) y Auzqui.
Acostumbrado a mandar, Verón ordenó cuando tocó defender jugadas con la pelota detenida. Más allá de ser de preparación, el partido fue bastante friccionado. Sport Bahía viene de ascender tras dos años en la segunda división brasileña. Con Verón en la cancha, Estudiantes se puso en ventaja con un gol en contra de Tinga en un mal despeje.
Para la segunda etapa, Verón fue reemplazado por un viejo compañero de arduas batallas, el “Chapu” Braña (en marzo cumple 38 años). “Después de tanto tiempo, fue mejor de lo que pensaba. Bastante bien, no digo muy bien. Tengo que profundizar en el ritmo”, se analizó Verón, que había observado el segundo tiempo al costado del banco, firmando las camisetas que le arojaban los hinchas. Como leyenda que fue y jugador que quiere volver a ser.