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La Bombonera, de remate: el día que Boca estuvo a horas de perder su estadio
En tiempos donde Boca define si amplía o jubila a la Bombonera, la siguiente parece una historia de ciencia ficción. Una fantasía. Una broma de mal gusto. Pero fue muy real. Incluso, dramática. El club de la Ribera estuvo a horas de que le rematen su estadio. Sucedió hace 35 años, y sólo tuvo final feliz gracias a la habilidad y velocidad de negociación del interventor Federico Polak y la buena voluntad de Julio Grondona.
Martes 4 de diciembre de 1984. Mediodía. A Boca le rematarán la Bombonera dentro de 48 horas. Nada parece detener un final anunciado, consecuencia de un descalabro financiero que en dos años derrumbó al club. Una deuda de 35.000 dólares con el club Wanderers, de Montevideo, por la transferencia del volante uruguayo Ariel Krasouski es la gota que rebalsó el vaso, y la que hace temblar los cimientos del coliseo xeneize. Los diarios alertan que puede ser un día tristemente histórico. "Gestiones para evitar el remate del estadio", titula LA NACION. La cuenta regresiva no se detiene.
El flamante interventor, Federico Polak, que asumió apenas cinco días atrás, el 29 de noviembre, confía en su última jugada. Cree que la cita en Tribunales con el abogado de Wanderers, Roberto Saruba (un especialista en el cobro de deudas de clubes de fútbol), y que había acordado telefónicamente el viernes 1º, puede destrabar el conflicto.
Pero al mismo tiempo es consciente de que la moneda está en el aire. Que si sale bien, quizás algún día -o quizás no-, será reconocido por la institución y los hinchas como el hombre que salvó a la Bombonera. Pero que si sale mal será señalado por los siglos de los siglos como el que no pudo evitarlo, y la espada de Damocles caerá sobre su espalda sin piedad. A los 40 años, la misma inconsciencia que tenía cuando dijo que sí ante el ofrecimiento de asumir la hercúlea tarea de ayudar a Boca en medio de semejante descalabro lo ayuda para no sentir esa carga.
Polak ya conocía a Saruba. Él mismo había sido recaudador judicial en embargos que su colega pedía y trababa sucesivamente contra Chacarita y San Lorenzo. La confianza le permite ser sincero con el hombre: "Boca no puede pagar la deuda con Wanderers, menos aún con los intereses y las costas. Deme tiempo, busco la garantía de la AFA y hacemos un convenio. Vamos a ver al juez y le pedimos que deje en suspenso el remate hasta que me reúna con (Julio) Grondona".
Estoy harto de los engaños y de las chicanas de Boca. No le pido los 35.000 dólares ahora. Pero me mintieron tanto... Si veo que no hay solución, sigo adelante con el remate de la Bombonera
Saruba le retruca: "Vamos sí, pero para decirle que estamos conversando. No voy a hacerlo venir al presidente de Wanderers desde Montevideo para cerrar un acuerdo hasta no tener una propuesta concreta. Y si veo que no hay solución, o que como de costumbre Boca no cumple, sigo adelante con el remate."
Polak siempre consideró a Saruba un hombre calmo, que siempre supo administrar sus energías y evitar ponerse nervioso por cualquier motivo. Por eso se sorprende cuando su colega agrega: "Estoy harto de los engaños y de las chicanas de Boca. No le pido los 35.000 dólares ahora. Pero me mintieron tanto…" Esa suma, para los montos que se manejan hoy en el mercado de pases, parece irrisoria, pero representaba una cifra razonablemente cuantiosa en aquel momento.
A esa altura, el interventor ya es consciente de que de nada le sirve ir a Tribunales a conversar. Sabe que es fundamental detener la subasta. Y no puede pedir su suspensión sin que lo acompañe el presidente de Wanderers con un acuerdo firmado. Pero igual van con Saruba al juzgado, ubicado cerca de la terraza del edificio de Tribunales, para charlar con el juez. Horas después, aún no resolvió nada, pero se retira vencedor. Los diálogos continuarán al día siguiente. Ganó lo más preciado en esas horas dramáticas: tiempo.
Al otro día marcha hacia la Secretaría de Deportes, y de ahí a la casa de Osvaldo Otero, el subsecretario, donde mantiene una reunión privada con el presidente de la AFA, Julio Grondona. Es la primera vez que se ven. Aunque no será la última. Durante toda la vida seguirán cruzándose. Después de aquel primer encuentro Grondona señalará, en voz alta y siempre que se encuentren en ceremonias públicas, lo que Boca y el futbol –según él- le deben al interventor.
El interventor sabe, por haber leído declaraciones de Grondona anteriores a su designación, que la AFA solo ayudará a Boca en caso de comprobar la existencia de una conducción razonable. Obviamente, el tema que urge es el remate. Polak dice que si no lo para, no continuará su gestión. Es inadmisible que La Bombonera se remate. Es razonable que Wanderers quiera cobrar, pero no subastar. El estadio solo le sirve a Boca. No le es útil para ningún comprador, no es apta para un desarrollo inmobiliario, está ubicada en el medio de un barrio humilde de gente trabajadora. Además, La Bombonera es Boca, y Boca, La Bombonera. Grondona lo escucha durante media hora. Es, casi, un monólogo. El interventor resume: "El club no tiene fondos siquiera para llegar a un principio de acuerdo con el acreedor."
Como último recurso, Polak le ofreció a la AFA como garantía el predio de La Candela a cambio de ayuda para levantar el remate de la Bombonera. Como cláusula le propuso que, si al final de la intervención no se encontraba saldada la deuda de Boca con la AFA, el club trasferiría la propiedad del dominio. Cuando se fue del club, se negó a firmarla.
A esa altura, las negociaciones son a contrarreloj. Polak cree que la plata solo puede provenir de la AFA, porque Boca es Boca, y su caída arrastraría al fútbol local, tendría consecuencias institucionales, y afectaría al negocio. Grondona dice que la AFA ya es acreedora de Boca, y que no pondrá más dinero. El interventor le pide que avale un acuerdo con Wanderers para evitar el remate. Su garantía facilitaría la solución. Pero insiste con pedir fondos. De pronto, saca un as de la manga: como contragarantía, le ofrece a la AFA La Candela, y agrega: "Si le parece, y además me da un adelanto, incluso puedo vendérsela, o ponemos una cláusula que si al final de la intervención no se encuentra saldada la deuda de Boca con la AFA, el club transferirá la propiedad del dominio."
Esas palabras resultan milagrosas. El semblante de Grondona cambia. Y contesta: "Cuente con la AFA, vaya para adelante, pero piense cómo obtener recursos genuinos. Si no se las ingenia para hacerse de dinero, de poco le va a servir que la AFA lo ayude con lo del remate, porque los problemas los seguirá teniendo". Exhausto y feliz por haber conseguido lo que fue a buscar, el interventor termina la charla rápidamente, para evitar que Grondona se arrepienta.
El alivio comienza a hacerse real al día siguiente: la prensa informa que el remate no se hará. "El Dr. Roberto Saruba, representante legal de Wanderers, solicitará hoy, por escrito, al juez Héctor Di Tella la suspensión de la orden de remate de la sede y del estadio de Boca Juniors –previsto para mañana al mediodía, a raíz del acuerdo entre dirigentes de ambas entidades para refinanciar la deuda que mantiene el club de nuestro medio con el uruguayo por la adquisición del futbolista Ariel Krasouski, que se concretó en 1981", se lee en la edición del 5 de diciembre de 1984 del diario LA NACION.
En Tiempo Argentino declara Mateo Giri, el presidente de Wanderers. El diario cuenta que la primera reunión para abortar el remate había sido el martes a 11.30 en lo de Roberto Saruba, y la última a las 22.30 en la Secretaría de Deportes. Nadie dice nada de la reunión clave entre el interventor y Grondona. Nadie lo supo.
La solución con Wanderers es total. Boca deberá pagar el 15 de diciembre US$ 15.000 y posteriormente ocho cuotas mensuales fijas y consecutivas a partir del 15 de enero, por US$ 10.000 cada una
Polak, feliz, detalla: "La solución con Wanderers es total. Boca deberá pagar el 15 de diciembre 15.000 dólares y posteriormente ocho cuotas mensuales fijas y consecutivas a partir del 15 de enero, por 10.000 dólares cada una". Y agrega que el dinero no será aportado por los socios, ni tampoco por el Estado. Hace una vaga referencia al aval no explícito de la AFA. Y se va rodeado por decenas de periodistas que no lo pueden creer. Es una imagen de película. Parecen todos hinchas de Boca. Se desbordan. No hay remate. Uno incluso le grita, eufórico, demostrándole por qué Boca es la mitad más uno: "De acá usted no para, jefe, hasta la presidencia de la Nación". Polak sonríe, es consciente de que resolvió una situación gravísima de la historia de Boca. Pero todavía tiene que solucionar otros 125 juicios.
El día que paré el remate de la Bombonera, bajaba esos 60 escalones que tiene Tribunales y había dos o tres hinchas por escalón, que me frenaban y me daban la mano. ¡Hasta La Raulito estaba!
"Me acuerdo que el día que paré el remate de la Bombonera, bajaba esos 60 escalones que tiene Tribunales y había dos o tres hinchas por escalón, que me frenaban y me daban la mano. ¡Hasta La Raulito estaba!. Ser el interventor de Boca me divirtió muchísimo", le cuenta Federico Polak a LA NACION, a casi 35 años de una gestión de apenas 40 días, que resultó fundamental no solamente para el destino de la Bombonera, sino para la historia del club de la Ribera. Y amplía: "Yo tenía 40 años. Era jefe de asesores del Ministerio de Educación como extrapartidario, y era difícil moverse o llegar al Gabinete. Y dije que sí. Me dijeron cuánto quería cobrar por ese trabajo y dije que nada, que sólo quería mantener el auto que usaba en el ministerio y a mi chofer, porque había que ir a la Boca y volver todos los días. Y el 29 de noviembre, el mismo día que me lo ofrecieron, acepté, fui y asumí.
El abogado Polak, que sigue ejerciendo su profesión y la docencia, recuerda cada detalle de aquella época. De hecho, acaba de publicar "Armando a Macri" (editorial Claridad), un libro en el que abarca un período muchísimo más amplio y que viaja desde los inicios de la presidencia de Alberto J. Armando hasta la aparición en la política xeneize de Mauricio Macri. Pero en el que cuenta, por primera vez, las vivencias de aquella época tan complicada de la historia de Boca. Como si todo hubiera ocurrido ayer, Polak sorprende con su memoria: "Me acuerdo que cuando asumo, el diario LA NACION me pone en tapa junto con La Bombonera. Yo quería evitar que la remataran. Porque, ¿cómo le explicás a la gente que, por más que la rematasen, no la iban a adjudicar nunca, que no podía haber un loteo, ni nadie se iba a mudar ahí?"
El hombre que asumió tras la salida del presidente Domingo Corigliano y que salvó a Boca dice, con orgullo: "Aquel fue el trabajo más redondito que hice en mi vida. Había un montón de cosas que hacer. El club estaba a la deriva, estaba en cesación de pagos. Era un desastre. Los dirigentes se habían borrado. Había que pagar un concurso de acreedores que tan grave no era. No tenía plantel. Y me salió todo bien."
Del otro lado del teléfono, y del Río de la Plata, el exvolante uruguayo Ariel Krasouski recuerda: "Fue un tema complicado porque cuando yo fui, en 1981, se firmaba todo en dólares. Maradona, Brindisi, Trobbiani, yo, y varios compañeros. Todos firmamos contratos en dólares. Y cuando el dólar se disparó, Boca tuvo grandes problemas económicos para cumplir con sus obligaciones."
El exvolante detalla: "De pronto surgió el tema con Wanderers, que como Boca le debía dinero por mi transferencia, presentó una intimación y le pidió el remate de la Bombonera. Fue una época muy difícil. Terminamos todos involucrados, pero por suerte se pudo solucionar".
Cuando me voy de Boca, viene a buscarme el abogado de la AFA. Yo le digo que de ninguna manera les firmaba la transferencia de La Candela. Él me abraza y me dice al oído: 'No esperaba menos de usted'
Faltaba un detalle: evitar que las tierras de La Candela pasasen a la AFA. Polak cuenta cómo cerró aquel compromiso: "Cuando el 5 de diciembre de 1985 yo le entrego el club a don Antonio Alegre y Carlos Heller, me vienen a buscar con este asunto. Yo les digo que de ninguna manera les firmaba la transferencia de la propiedad del dominio. Santiago Agricol De Bianchetti, que era el asesor jurídico de la AFA, me abraza y me dice al oído: ‘No esperábamos menos de usted’", sintetiza Federico Polak. Y, tan sencillo como suele caminar en la actualidad por las calles de la ciudad de Buenos Aires, aclara: "Ese préstamo de la AFA, Boca lo pagó mucho más adelante. Pero yo ya me había ido."
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