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Lo que le faltaba a la disputa interna de AFA que llegó a Suiza: un "fallo fantasma"
Pablo Toviggino es uno de esos hombres que tienen más poder que fama. La carta de presentación del santiagueño es bastante simple, pero contundente: mano derecha de Claudio "Chiqui" Tapia.
Roberto Sagra es otro de los más influyentes que conocidos. En Tucumán tiene un nombre, porque es el presidente de San Martín. Y a la par es un empresario del juego. Pero, como Toviggino, todavía no llegó a las grandes marquesinas nacionales. Tal vez no sea su idea. La de ninguno de los dos.
Entre ambos hay un problema, serio, que excede en mucho la clásica rivalidad entre santiagueños y tucumanos. Y tan grande es esa grieta, que los movimientos telúricos tuvieron réplicas hasta en Suiza. En la apacible y bella Lausana, cerca de su espectacular lago alpino, una corte decidirá, con muchos euros en medio, sobre lo que enemista a estos dos directivos argentinos del fútbol, alguna vez amigos. Y alrededor de todo está el marco institucional de la mismísima AFA, con unos procederes bastante extraños en su tribunal de disciplina.
Se trata de un guion de intrigas y enredos, en el que uno golpea, el otro retruca y así hasta que un día, ¿quién sabe cuándo?, haya una sentencia definitiva. Porque la única que hay hasta el momento es un fallo... fantasma.
Toviggino, una suerte de jefe de gabinete de Tapia, denunció hace unas semanas a Sagra en dos mostradores de AFA: los tribunales de Ética y Disciplina, órganos con poder sancionatorio que, en teoría, funcionan en forma independiente del que sería el Poder Ejecutivo de la entidad, comandado por Tapia. Casi un Poder Judicial. El presidente de San Martín fue apuntado en las dos presentaciones por supuestas injurias a los dos hombres más poderosos del fútbol argentino: Tapia y el propio Toviggino. Las denuncias se basaban en manifestaciones radiales del empresario tucumano, dolido porque la AFA había determinado que, pese a que la temporada 2019/2020 estaba terminada por decisión de la entidad, los ascensos se resolverían en las canchas. El Santo estaba primero en su zona y en la tabla general de la primera Nacional, es decir, era el mejor equipo de la segunda categoría hasta que la cuarentena hizo sonar el silbato y tomó la pelota.
Sagra comenzó a hablar por radios, diarios y canales de televisión. Anunció que llevaría su reclamo a Suiza, ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), una suerte de Corte de La Haya del deporte, aunque eso implicara para su club una erogación de euros que equivaldría a más de 3.000.000 de pesos, es decir, casi el doble que lo que San Martín recibe mensualmente por televisación. La AFA pergeñó las denuncias contra él como una suerte de bozal legal. "Así no habla más", pensó por lo bajo algún directivo cercano a Tapia. El objetivo era que la bronca de Sagra se canalizara por el tribunal mundial y así AFA no tuviera que soportar el ruido de sus declaraciones.
Pero Sagra se defendió. Hizo ruido, nomás, denunciando "obediencia debida" de los dirigentes de clubes (del ascenso, sobre todo) a la conducción de Tapia y Toviggino. Su descargo, difundido en la prensa, fue un búmeran, porque incluso reprodujo un mensaje de ese primer ministro de AFA en un grupo de WhatsApp que reunía a los directivos de los clubes de la primera Nacional. Las críticas de Toviggino eran lapidarias para con quienes pensaban de forma distinta y quienes hablaban en los medios de comunicación sobre la definición de los ascensos a la máxima categoría.
Pero a la larga, AFA cumplió un objetivo intermedio: cerrar la boca de Sagra. El 24 de junio, el tribunal de Disciplina sesionó para debatir si sancionaría al dirigente tucumano. Dieron el presente cuatro de los nueve miembros: el presidente, el escribano Fernando Mitjans; el vicepresidente, Sergio Fernández, y Eduardo Bozzi y Gerardo Gómez Coronado. El estatuto establece un mínimo de tres votos para que las decisiones del ente tengan validez. Mitjans, como presidente, vota solamente en caso de empate. Hablaron Gómez Coronado y Fernández. Bozzi acordó con ellos: Sagra fue exculpado y se lo exhortó "a mantener estilo y decoro" en sus declaraciones. Hubo un acta de la deliberación. Todo parecía ir por los carriles normales.
Pero ese fallo, como todos, debe ser publicado en el boletín oficial de AFA para tener "fuerza ejecutiva". Mientras tanto, puede ser considerado como "un borrador". Llegó el 25 de junio. Pasó el 26. Y el 27. Así, hasta que el miércoles 1 de julio Sagra jugó otra carta mediante sus abogados: le requirió al tribunal un "pronto despacho" sobre su expediente. Traducido: que se apurara en publicar la decisión. El tucumano sabía que el tribunal había decidido absolverlo, pero quería tenerlo por oficial. La absolución tendría un efecto colateral positivo: el de poder estar presente en las audiencias con el TAS, que debe dirimir el reclamo por el ascenso de su club.
El jueves 2 de julio, anteayer, Sagra recibió el documento que quería. Sergio Fernández, que además de número 2 del tribunal de AFA es juez de Cámara, le mandó por correo electrónico una copia de la sentencia. El documento, de 18 páginas, no tenía firma digital. "Es mi deber aclarar que lo sucedido en cuanto a la falta de publicación y notificación es totalmente ajena tanto a los miembros como al personal del Tribunal (...) desconociendo las razones o circunstancias que impidieron la publicación". En criollo sería algo así como "el tribunal no tiene la culpa si la AFA no publica el fallo".
Consultada la propia AFA, sus dirigentes explicaron que el tribunal nunca entregó el documento firmado por los integrantes que votaron. Una suerte de juego del Gran Bonete. El fallo estaba redactado; había un acta y una votación. Pero no estaba publicado y nadie sabía la razón. Sin embargo, ese documento tomó estado público y Sagra se dio por absuelto. En declaraciones radiales afirmó que el tribunal le había rubricado la veracidad de la sentencia.
Nadie esperaba el contragolpe que ocurrió. Un día más tarde, este viernes, a las 16, el tribunal de Disciplina recibió un escrito de dos páginas firmado por Toviggino. El segundo hombre fuerte de AFA pidió dos cosas. Una era recusar a los tres miembros que habían votado en el fallo enviado extraoficialmente a Sagra; argumenta que enviar por correo electrónico una sentencia antes de su publicación implica adelantar una opinión. Y el otro reclamo, derivado del primero, es una nueva convocatoria del tribunal, sin esos miembros, para que se vote la cuestión de fondo: si el dirigente tucumano debe ser sancionado. O sea, repetir el proceso, pero con otros jueces.
Ahora la pelota está del lado de Mitjans, el presidente del tribunal, que tiene la potestad de citar al órgano para decidir sobre el planteo de Toviggino. Mitjans sabe como nadie que el Poder Ejecutivo, no el metafórico de AFA sino el Nacional, desempeñado por un autodeclarado futbolero, está atento a las decisiones que toma. Sabe de Alberto Fernández desde sus tiempos de estudiante en la Facultad de Derecho. Allí conoció a su mujer, Marcela Losardo, que hoy integra el Gabinete. Es la ministra de Justicia.
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