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Kevin Mac Allister, el hermano de Alexis que juega en Bélgica y se sorprende por las diferencias entre el fútbol europeo y el argentino
El defensor juega contra el campeón del mundo en la Europa League; la gente, el dramatismo, el estilo y la distancia
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Luego de jugar 169 partidos y de hacer 14 goles, Kevin Mac Allister dejó Argentinos Juniors, el club en el que debutó en la primera división, y continuó su carrera en Royale Union Saint-Gilloise, de Bélgica. En julio pasado llegó a ese histórico club del pequeño país europeo, que luego de muchos años de militar en las categorías de ascenso regresó a la máxima, en los últimos campeonatos fue uno de los protagonistas principales y ahora procura volver a conquistar un título de campeón.
“Llegué con la expectativa de jugar en un club que participó en las dos últimas Europa League, que el año pasado peleó hasta el último momento en el torneo local. Eso me entusiasmó. Me habría gustado jugar en Europa unos años antes pero no se dio, aunque no pierdo la ilusión de algún día hacerlo en la Bundesliga o la Premier, que en mi opinión son las ligas más competitivas. Hoy estoy muy contento por lo que estoy viviendo: estamos punteros, competimos bien en el torneo europeo, y por la desgracia de un compañero que se lesionó, se me abrió una puerta y juego como titular la mayoría de los partidos”, cuenta a LA NACION Mac Allister, también ex futbolista de Boca, acerca de su primera experiencia en el fútbol europeo, pocos días después de cumplir 26 años.
Luego de sus 15 encuentros de la etapa inicial de la liga belga, Union Saint-Gilloise marcha primero con 35 puntos, a cuatro de su escolta, Anderlecht, en el que actúa otro ex xeneize, Luis Vázquez. “Nos espera una segunda rueda muy dura, porque es uno de los equipos más fuertes y en los últimos campeonatos anduvo mal. Se reforzó muy bien y va por todo, pero también nosotros estamos muy bien”, dice el segundo de los hermanos Mac Allister. Que se entusiasma: “Union perdió el torneo pasado en los últimos cinco minutos del partido final. Yo quiero ganar y que la gente se saque la espina del campeonato que se escapó”.
Por lo pronto, está participando también en el ámbito internacional, superando el alcance de la liga de Bélgica: Union Saint-Gilloise protagoniza la Europa League, la segunda competencia europea en trascendencia, y tiene chances de pasar a los octavos de final. No las mayores, por cierto: con 4 puntos en cuatro fechas, marcha tercero en la zona E, detrás del poderoso Liverpool, que reúne 9, y de Toulouse, que posee 7. En octubre se enfrentaron el cuadro belga y el inglés, que ganó por 2 a 0, con una particularidad: se enfrentaron Kevin y su hermano más famoso.
“Fue el primer partido que me tocó contra Alexis; con Francis [está en Rosario Central] me crucé tres veces y él está 2 a 1 arriba en el historial. Fue increíble cómo el destino nos puso a jugar en una cancha tan especial, Anfield, en un torneo europeo. Y para mí, frente a un club tan importante, Liverpool. Además, nosotros tuvimos un buen partido y estuvimos muy cerca de empatar; si no hubiese sido así, tal vez mi recuerdo no sería tan lindo”, recuerda Kevin, que compartió con Alexis su breve estadía en Boca. “Cuando vi él que ingresaba en el segundo tiempo me puse muy contento, aunque sabía que íbamos a sufrirlo. Me tocó salir a los 85 minutos y casi todo el estadio me aplaudió por ser el hermano de Alexis. La historia tomó trascendencia a pesar de que no somos únicos hermanos que nos enfrentamos, pero al ser Aelxis un campeón del mundo tuvo mucha repercusión. Dentro de unos días iremos por la segunda parte, y creo que es una historia que no se terminó de escribir, porque ahora nos toca a nosotros ganar”, cuenta.
–¿Qué cosas te sorprendieron del fútbol y de la vida en Bélgica?
–Lo primero que me llamó la atención fue que acá no se concentra previamente a los partidos y vamos a jugar directamente desde la casa. Además, el primer mes no tuve auto y me iba caminando unas cinco cuadras hasta un punto de encuentro con un compañero que me llevaba. Caminaba por la calle con un bolso y la ropa del equipo pero nadie me saludaba ni me decía nada. Acá la gente es mucho más reservada y cada uno vive su vida.
A mí me da mucha tranquilidad porque puedo ir a cualquier lugar. Lo mismo me pasó cuando fuimos a visitar a Alexis en Brighton en 2021. Salíamos a caminar por la calle y a lo sumo lo paraba algún hincha, pero nada más que eso. Él andaba por la calle, iba a comprar a cualquier negocio y nadie le pedía una foto ni le hacía un comentario. Hace unos días Alexis vino a visitarme por mi cumpleaños y ahora que juega en Liverpool y es campeón del mundo lo paran un poco más, pero nada parecido a lo que puede suceder en Buenos Aires, donde no puede salir a la calle.
–Y de la manera en que se juega al fútbol, ¿qué te llamó la atención?
–Tienen una actitud más relajada, más distendida; juegan más tranquilos. No implica que no sean comprometidos, pero lo toman de una forma distinta a la nuestra. Si se pierde un partido, no se juega bien o se tiene una mala racha, no pasa nada. En Argentina todo es más intenso y hay una diferencia enorme entre ganar y perder, entre jugar bien y jugar mal. Eso acá no ocurre. Es el principal cambio si lo comparo con nuestro país.
Todos quieren ganar y se juegue con mucha intensidad, pero la actitud es otra. Me pasó que en el entretiempo de un partido que íbamos perdiendo quise arengar al resto para dar vuelta el resultado y alguno se rio por mi dificultad con el idioma. Otra vez, al final de un partido que perdimos, alguien hizo un chiste y otro se lo festejó. Esas cosas en Argentina, en una situación así, no existen. Estoy acostumbrado a lo que me transmitieron durante toda la vida. Entiendo que otros lo vivan de forma distinta, pero me cuesta no tomarme las cosas tan en serio.
Todos los equipos intentan jugar y salen a buscar el triunfo, y eso hace que el torneo sea muy parejo. Es llamativo ver cómo todos los equipos intentan reponer rápidamente y jugar la pelota por abajo. Y nadie juega con complejos. Eso me sorprendió si lo comparo con Argentina, donde sí hay equipos que ceden la pelota y juegan a esperar el error del contrario, a la segunda pelota, y que no tienen problemas en defender y ver qué sucede con un contraataque. Acá no pasa: jugamos contra el último como locales y vino a ganar y a jugar uno contra uno, sin problemas. Eso es una enorme diferencia con el fútbol argentino.
–Te tocó ser capitán. ¿Cómo viviste esa situación?
–Acá el idioma predominante es el francés, pero el director técnico es alemán y nos habla en inglés. Y hay jugadores de diferentes países, por lo que el idioma por el que optamos es el inglés, aunque siempre hay un kinesiólogo, un ayudante técnico o un utilero que está como para resolver si algo se traba por el idioma, haciendo de traductor.
Cuándo el entrenador me dijo que sería el capitán pensé qué diría, porque uno de los roles es el de la arenga antes del partido. El ayudante de campo me preguntó si iba a hablar y le dije que sí porque entendía que ésa era una parte de mi responsabilidad. Desde hacía un buen tiempo no tomaba clases de inglés; la última vez había sido con Francis y Alexis antes de que éste se fuera a Brighton. Más allá de eso, me defiendo y me manejo sin problemas, pero hablar frente a todo el equipo es un desafío. Un compañero me filmó un poco de contrabando, y cuando miré el video me di cuenta de que todavía tenía mucho por mejorar. De todos modos, creo que cumplí y me quedé como una buena sensación. Podría haberle dado la palabra a otro, pero nunca se me pasó por la cabeza. En Argentina era fácil hablar en el vestuario y acá es más complicado. Siento que de todo se aprende, que sigo aprendiendo y mejorando.
–¿Pensás que el jugador argentino es diferente?
–Creo que sí, pero no solo el argentino: creo que el sudamericano. A mí me identifican por la garra, por ir a todos los duelos al 100% tanto en un partido como en los entrenamientos. Me pasó que en los primeros días llegué tarde a alguna pelota y me lo dejaban pasar, pero ahora voy acostumbrándome y entiendo que hay que frenar un poco. A la vez, ya van conociéndome y saben que ése es mi estilo. Por otro lado, nos reconocen no solo por la garra, sino también por la desfachatez, el atrevimiento. Acá, en Europa, a veces todo es tan estructurado que el jugador crece en ese sistema y después le cuesta improvisar, salirse del libreto.
Una salvada sobre la línea
–Bélgica no es un destino tan común para los futbolistas argentinos. ¿Son reconocidos allá como en el resto del mundo?
–No fueron tantos pero los que estuvieron dejaron muy buenas imágenes. Lucas Biglia, Nicolás Pareja, Matías Suárez y Nicolás Frutos son de los más importantes. Me pasó algo divertido en un entrenamiento: nuestro líbero tiene largo el pelo y juega con un rodete; apareció con una vincha, lo cargaron y un compañero belga le dijo “igual a Nicolás Frutos”. Él dejó una muy buena imagen.
–En Argentinos Juniors te destacaste por ser un defensor que tenía llegada al área del rival y por hacer goles. ¿Te pone ansioso no haber convertido todavía?
–En Union Saint-Gilloise el dibujo táctico es el mismo con el que venía jugando en Argentinos Juniors, pero el sistema de juego es distinto, porque las transiciones son más rápidas y eso no me da la posibilidad de llegar tanto al área. Otro aspecto en contra es mi altura, porque acá son todos muy grandes. Yo debo de ser el defensor central más bajo [1,75 metros] de toda la liga. Al comienzo de los partidos aparece en una pantalla la ficha de cada jugador y los centrales no bajan del metro ochenta y dos. En Argentinos Juniors me había ganado un lugar y a veces se armaba una jugada para mí; acá eso no ocurre. De todas maneras, no pierdo la ambición, la idea de llegar al gol, sin dejar de tener presente mi rol defensivo. Creo que es trabajo, tiempo, confianza. Todo va a llegar.
–¿Tener una chance en la selección argentina está dentro de tus expectativas?
–La veo muy difícil, porque desde hace unos años vengo jugando en línea de tres por la derecha y la selección juega con cuatro. Además, en mi puesto juegan Nahuel Molina, de Atlético de Madrid; Gonzalo Montiel, de Nottingham Forest; Juan Foyth, de Villareal... Todos, jugadores en el primer nivel. Creo que debería dar un salto a una liga más fuerte para tener una chance. El sueño siempre está, pero creo que tengo que hacer muchos méritos para ganarme un lugar. Sería hermoso, porque es una selección histórica. Los que están son privilegiados.
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