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Reto al destino: historias de jóvenes con futuro que fueron rechazados en algunos clubes y tuvieron desquite
Los casos de Messi, Zanetti, Lautaro Martínez y Barco, entre otros, que no fueron elegidos en un club, pero luego se desquitaron: Lavezzi discutió con Griffa porque no quería jugar de volante en Boca y terminó cumpliendo esa función en un Mundial
Carles Rexach, ex entrenador de Barcelona, asegura que no precisó más de dos minutos para recomendar el fichaje de Lionel Messi, a quien vio jugar por primera vez cuando tenía 12 años. Es conocido que un tiempo antes, el astro se probó en River y hasta hizo dupla de ataque con Gonzalo Higuaín, quien estaba en las infantiles millonarias; conformó a todos, pero por diversas causas no terminó quedándose. Una infinidad de preguntas surgen a raíz de eso: ¿habría llegado a ser el mejor del mundo durante 13 años –y el calendario sigue corriendo– si después de esa prueba en la que sorprendió a muchos se hubiera quedado en Núñez? Otros interrogantes aparecen ahora a partir de la reciente confesión de la última joya del fútbol argentino, Lautaro Martínez, quién aseguró que hace cinco años fue rechazado por Boca y San Lorenzo cuando fue a probarse.
En el país, muchas son las instituciones que cometieron un error grosero desechando jugadores por su contextura física, por el dinero que habría que desembolsar o porque el puesto ya estaba ocupado, entre otras cuestiones. La conclusión los iguala a todos: arrepentimiento después de ver cómo se equivocaron al no hacer un esfuerzo por ese futbolista que después se lució en otros terrenos. O por no haber afinado el ojo en el momento preciso. Lógicamente queda espacio para la duda, y es válido. “¿Todos podrían haber triunfado en esos clubes? Jamás lo sabremos”, se preguntan con tino desde las entidades involucradas. Jamás se sabrá la respuesta, porque tal vez esos jugadores pudieron haber formado parte del sistema perverso que el fútbol olvida. Es otra de las variantes, porque muchos lo intentan pero unos pocos llegan.
Una gran ética de trabajo, talento, fortaleza mental para superar las adversidades, velocidad física para correr y mental para pensar. Son algunos de los atributos que los cazatalentos tienen en mente a la hora de las elecciones. En el caso de las últimas dos joyas de los equipos de Avellaneda los contextos resultan similares: adolescentes del interior que llegaron a Buenos Aires para darle forma a sus sueños. Martínez reveló que en Boca le aseguraron que no estaba a la altura del club: “me dijeron que me faltaba potencia y velocidad”, resaltó. Ezequiel Barco, en tanto, no encontró demasiadas respuestas en Gimnasia pero sí en River. Desde el Millonario eligieron motivos que tenían que ver con su físico. Y antes había acudido a La Boca: sus gambetas no conformaron y le indicaron que su puesto estaba superpoblado. Hasta que fue rescatado por Independiente y promovido a primera por Gabriel Milito.
Martínez y Barco sirvieron como disparador para hacer un repaso de los casos de los últimos años. Algunas curiosidades de ese sueño de salvación llamado semillero.
- Javier Zanetti. Con 145 presencias, es quien más veces se colocó la camiseta del seleccionado nacional. Pupi fue dejado libre en Independiente, que argumentó un “desarrollo tardío en el crecimiento”. Un entrenador le decía “sombra de alambre”, debido a su contextura física delgada. En aquellos días, el dolor fue doble. “Soy hincha de Independiente. Quedé libre del Rojo y fue un golpe muy duro, en ese entonces resultó muy difícil. Pero se me abrió la puerta en Talleres de Escalada y allí crecí mucho”, explica quien luego encontró en Banfield la plataforma para conquistar Europa, jugando 19 años para Inter.
- Ezequiel Lavezzi. “Discutimos feo. Pero feo, feo, eh. Cuando estuve en las inferiores de Boca tuve un intercambio fuerte con Jorge Griffa. En una práctica me puso a jugar de ocho, que en mi vida lo había hecho. Yo siempre fui delantero. Encima no sé qué me dijo, que esto, que lo otro, que no corría. No me callé nada, le dije lo que pensaba y terminamos mal. Me fui a Rosario y no volví más”. Así describió el Pocho su breve paso por la Ribera. Lavezzi no solo volvió a jugar de volante, sino que lo hizo con la selección en el Mundial de Brasil. Alejandro Sabella explicó la recordada broma que le hizo el futbolista cuando le tiró un chorro de agua mientras el DT le daba una indicación en el partido con Nigeria. “En ese momento le dije que estaba contento porque estaba jugando de volante. Y lo estaba haciendo muy bien”, comentó ese día Pachorra.
- Claudio López. El Piojo, nacido en Río Tercero, se probó en Belgrano y en Talleres pero no quedó. “En Belgrano le dijeron que ya tenían muchos delanteros como él; y en Talleres quedaron en llamarlo y no lo hicieron”, contaron sus allegados. El tiempo lo llevó a ser un jugador vital en Racing y Valencia de España.
- Hugo Ibarra. La cuestión, con uno de los laterales derechos argentinos más destacados en las últimas décadas, pasó por una pensión. Se probó y gustó en Unión, que estaba en primera, pero se la negaron. El juvenil solicitaba un techo. Colón, que estaba en la B, aceptó el pedido. Y el Negro se quedó con el clásico rival de los Tatengues.
- José Luis Calderón. Campeón de la Libertadores 2009 con Estudiantes, pasó por las inferiores de Gimnasia. Jugaba en la quinta división de Cambareres y fue observado por Ricardo Rezza y Miguel Restelli, entrenadores del Tripero. Lo ficharon hasta que un día el club apareció con una explicación particular: “No vengas más, Cambaceres es sucursal de Estudiantes, y no queremos a nadie que llegue desde ahí”, contó el delantero en El Gráfico.
- Mariano Pavone. El Tanque hizo las inferiores en Boca, que lo dejó marchar y en el 2006 lo lamento después de perder la final del Apertura contra Estudiantes. En la Ribera fue goleador en novena y octava división. Se marchó porque en esta última división trajeron varios jugadores de Argentinos, se sintió minimizado y vislumbró que sus opciones serían limitadas. Pidió el pase y se fue a La Plata.
- Guillermo Farré. El volante de Belgrano tuvo una prueba en Boca. Lógicamente, jamás hubiera imaginado lo que le esperaba 13 años después, la tarde del 26 de junio de 2011. Cuenta el periodista Juan Mascardi, ganador del Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España por su crónica deportiva titulada Farré, el jugador que se había olvidado de hacer goles: “La nochebuena de 1998 los integrantes de la familia Farré brindaron por la incorporación de Guillermo a Boca. El juvenil debía esperar un llamado telefónico para presentarse en la pretemporada. Arrancó 1999 y el teléfono jamás sonó. La familia decidió acompañar a Guillermo hasta el predio donde entrenaban los jugadores juveniles y viajaron a Capital Federal. Cuando ingresó, el N° 5 recuerda que la rompió, tuvo despliegue en el medio y ordenó el juego. Al finalizar el partido se acercó Griffa y le dijo a él y a varios chicos más las tres palabras más desagradables que podía escuchar: “Gracias por venir”. Agradeciendo, Farré lloró desconsolado. Sus hermanos quisieron pelear. Y los echaron a todos del predio”.
- Walter Bou. También hay casos todavía más llamativos: futbolistas que fueron dejados en libertad de acción tras algunos años en un club y que con el tiempo esa misma entidad fue a golpearle la puerta para que regrese. El menor de los hermanos Bou, Walter, llegó a Boca en plena adolescencia, permaneció hasta el 2013 y cuando los dirigentes debían hacerle su primer contrato, optaron por confiar en otro delantero: Matías Nouet, que terminó jugando en Villa Dálmine y en Defensores de Belgrano de Villa Ramallo. Bou quedó libre en cuarta división y volvió cuatro años después. “Me tengo que hacer cargo, a Bou lo dejamos ir en mi gestión”, dijo el presidente Daniel Angelici.
Un universo, el de la pelota, que moviliza fuertes pasiones y una batería de sentimientos poderosa. Con dosis similares de frustración y satisfacción. El fútbol argentino es una enorme fábrica de jugadores que nunca se toma descanso. Sin embargo, algo queda claro: en el mundo de la formación de futbolistas tampoco nadie tiene la verdad absoluta.
Harry Kane, un caso emblema en el exterior
El fútbol exhibe todo tipo de historias de rechazos que no abarcan solamente a la Argentina. El caso más reciente es el de Harry Kane, el máximo goleador mundial de 2017 y uno de los delanteros más codiciados en Europa. El atacante del Tottenham fue descubierto por un entrenador del Arsenal inglés a los ocho años y pasó un año en el club, pero luego fue dejado en libertad de acción. Así lo admitió Liam Brady, exdirector de la Academia del Arsenal. Lo rechazaron por un supuesto exceso de peso. “No era muy atlético, no lo veíamos bien, pero... evidentemente estábamos equivocados”, dicen ahora. Hoy lo siguen lamentando: cuando él convierte, Tottenham no pierde el clásico. Y sus números son mucho más que una tendencia: lleva siete goles en siete partidos frente a Arsenal. Recientemente su club le puso precio: 350 millones de euros.
Otras estrellas que recibieron portazos en sus inicios y terminaron como cracks A Ryan Giggs, leyenda del Manchester United, le bajaron el pulgar en Manchester City. También en Arsenal, en su momento el entrenador Arsene Wenger reconoció que tuvo a Cristiano Ronaldo a prueba, pero que los directivos no quisieron pagar por él. Además, el mismo director técnico aseguró que Yaya Touré era “perezoso” y desistió de su llegada.
Una mirada equivocada de los emisarios de Bayern
Fallaron cuando viajaron a San Pablo para observar a Kaká, que recién empezaba a deslumbrar en Brasil. “No tiene futuro”, aseguraron. En tanto que Flamengo no confió en las habilidades de Ronaldo, por lo que a los 10 años le dieron las gracias cuando fue a probarse. ¿La razón? No querían pagarle los pasajes en micro desde el campo de entrenamiento hacia su casa. Y jugar en el Mengão era su gran sueño.
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