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Jorge Almirón renunció y dejó de ser el técnico de Boca, horas después de perder la final de la Copa Libertadores
El entrenador le hizo saber su decisión irreversible a Juan Román Riquelme; se despedirá del plantel este lunes; es el primer DT desde 2010 (Borghi) que deja el club sin ganar al menos un título
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La derrota frente a Fluminense ya se cobró una primera víctima. Apenas un día después de perder la final de la Copa Libertadores, Jorge Almirón tomó la decisión de renunciar a su cargo como director técnico de Boca. Así se lo hizo saber al vicepresidente Juan Román Riquelme, y este lunes, en la práctica matutina, se despedirá del plantel en el predio de Ezeiza.
Según pudo saber LA NACIÓN, el ahora exDT de Boca dialogó con el vicepresidente en el predio de Ezeiza, en donde le expresó su decisión irreversible, que fue aceptada. Mariano Herrón tomará las riendas del equipo hasta fin de año, en lo que será su segundo interinato en lo que va de 2023 (dirigió el debut copero en el empate 0-0 contra Monagas, en Venezuela).
La confirmación oficial llegó después de las 23, con un anuncio en las redes en el que Boca “comunica a socios, socias y simpatizantes que este domingo 5 de noviembre, después de las 21 horas, Jorge Almirón informó que él y su cuerpo técnico, con contrato vigente hasta fin de la temporada, habían tomado la decisión personal de no continuar como entrenadores. Nuestra institución agradece los servicios prestados por todos ellos y les desea el mayor de los éxitos para el futuro”.
En los últimos meses Almirón vivió haciendo equilibrio entre la posibilidad de consagrarse campeón de América y la muy mala campaña local, que ubica 10º al equipo xeneize entre los 14 equipos de la zona B de la Copa de la Liga Profesional, a dos puntos del último. En consecuencia, Boca corre serio riesgo de no concretar una obligación del semestre: asegurarse un lugar en la Libertadores del año próximo.
El director técnico sabía que la calificación a su ciclo sería una u otra sobre la base a lo que sucediera en el mítico estadio Maracaná, con números estadísticos que exponen una de las peores campañas de la historia reciente de Boca. De hecho, es el primer DT desde 2010 (Borghi) que deja el club sin ganar al menos un título.
El Club Atlético Boca Juniors comunica a socios, socias y simpatizantes que este domingo 5 de noviembre, después de las 21 horas, Jorge Almirón informó que él y su cuerpo técnico, con contrato vigente hasta fin de la temporada, habían tomado la decisión personal de no continuar… pic.twitter.com/E3zaQcf0Mw
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) November 6, 2023
Un dato evidencia el derrumbe: de los últimos 20 partidos, el Xeneize apenas ganó tres, igualó 10 y perdió 7. A eso se le suma que no pudo ganar en tiempo de juego ninguno de los 7 partidos de la Copa Libertadores de octavos de final en adelante (aunque avanzó en todas las series por penales), y su equipo tampoco logró eso en los últimos dos juegos de la Copa Argentina, donde dejó en el camino a Almagro y a Talleres gracias a las atajadas de Sergio Romero.
El resumen de sus números son lapidarios. Dirigió a Boca en 43 ocasiones: cosechó 17 triunfos, 13 empates y 13 derrotas. Bajo su conducción, el equipo marcó 51 goles y recibió 39. Ni siquiera encontró argumentos que lo sostuvieran en otros partidos importantes: perdió los dos superclásicos ante River: 1 a 0 en el Monumental, por la Liga Profesional, y por 2 a 0 en la Bombonera, hace unas semanas, por la Copa de la Liga.
Según pudo reconstruir LA NACIÓN durante estas horas, la relación entre plantel y cuerpo técnico venía desgastada, pero más aun la del DT con Riquelme. La Copa Libertadores sostuvo absolutamente todo. Con el sueño de la gloria eterna como zanahoria, todos respiraron hondo, se hicieron los distraídos y siguieron adelante. Cuidaron las formas por la ilusión copera. Cuando eso se esfumó, las miserias salieron a flote.
Sin Copa de por medio, Jorge Almirón hubiera sido desvinculado (o él mismo se hubiera ido) después de la derrota frente a River. Consciente de que su idea jamás arrancó y que su Boca tuvo apenas destellos de lo que él pretendía. Aquel triunfo sobre Racing (cuando sorprendió con Advíncula como extremo por derecha), el muy buen partido ante Platense (con tres golazos colectivos) y el desquite con Palmeiras en San Pablo, donde el club azul y oro concretó su pasaje a la final con una sólida producción. Pero todo fue muy efímero.
Del otro lado, Riquelme ya le había bajado el pulgar a su continuidad. De hecho, ni siquiera el hecho de ganar la Séptima le garantizaba seguir conduciendo a Boca en 2024. Hubo un disgusto grande en el Consejo de Fútbol en relación al armado del banco de suplentes en el Maracaná y en las decisiones del DT durante el partido. De hecho, según pudo averiguar este diario, en las horas posteriores a la derrota, Riquelme dialogó con los referentes del plantel para saber cómo era el vínculo entre ellos y el entrenador. Cuando Almirón supo esto, apenas pisó el predio de Ezeiza anunció su adiós.
“Esta final es el mejor momento que un entrenador puede vivir”, había dicho Almirón en la previa al juego en Río de Janeiro. La oportunidad de meterse en la historia boquense engrosaba la ilusión, pero la mochila que cargaba también era pesada. En su espalda había más de una década y media de frustraciones coperas de la institución, sumado a sus muy malas experiencias personales de los últimos años. Era una final y nada más.
A su favor, cabe recordar que por una mala decisión de la dirigencia (darle continuidad a un ciclo terminado como el de Hugo Ibarra), el DT debió subirse a ese camión en movimiento que es Boca en abril, con el mercado de pases finalizado, la pretemporada a cargo de otro cuerpo técnico y con los torneos iniciados. Pero en lugar de aclararse, todo fue nublándose más. Las lesiones, principalmente musculares producto del cambio de trabajos con este cuerpo técnico que sucedió a Ibarra y preparadores físicos que fueron variando, fueron una piedra en el zapato durante muchas semanas que atentaron contra el objetivo firme que el propio técnico había expuesto en su conferencia de presentación.
Su ciclo fue llamativo. Único. El hombre, de 52 años, nunca prendió en el ánimo de los hinchas de Boca. Su ciclo hubiera sido aun más breve, de no ser por aquel milagroso zurdazo al ángulo de Advíncula, cuando una derrota contra Deportivo Pereira en la Bombonera era casi un hecho y Boca quedaba a un paso del adiós en la Copa. Pero siguió así, recorriendo la cornisa, entre actuaciones pálidas y algunos pasos algo más firmes (pero sin triunfos) en la ansiada Libertadores.
La salida de Almirón también impacta en la dirigencia. Esta conducción llegará a las elecciones sin que ninguno de los entrenadores elegidos puedan completar sus contratos. Miguel Russo, Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra y ahora Almirón. Todos fueron despedidos antes de tiempo. Y cuando Herrón se siente a dirigir el partido ante San Lorenzo se convertirá en el cuarto interinato de este ciclo, después de las intervenciones de los mencionados Battaglia e Ibarra, y del mismísimo Herrón en el primer trimestre.
Apenas un día después de acariciar la Séptima, Boca vuelve a mostrar su cara de autodestrucción constante. Lo único que se sabe es que Almirón se despedirá este lunes del plantel. Más pronto que tarde, comienzan a surgir los nombres de posibles reemplazantes, aunque sólo Riquelme es el encargado de tomar la decisión definitiva, que puede llegar en los próximos días o después de las elecciones, en diciembre. Boca se juega cosas muy importantes en las próximas semanas, pero por ahora el panorama es muy incierto.
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