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Javier Zanetti: “La FIFA nunca tuvo un presidente argentino, ¿no?”
Hoy cumple 50 años el histórico jugador de la selección, el símbolo de Inter, y una charla intimista permite viajar por su vida; revelaciones, secretos y los planes para su futuro
- 20 minutos de lectura'
Javier Zanetti hoy cumple 50 años. ¿Quién no lo conoce? Nada mejor que empezar por una revelación… “Pupi era Sergio, mi hermano, cuando jugaba en Deportivo Español. El apodo se lo había puesto su novia, pero en el club todos empezaron a llamarlo así. Los técnicos de Sergio eran Oscar López y Cavallero, y cuando se fueron a Banfield, me encontraron a mí. “¿Usted es el hermano del Pupi Zanetti…?”, me preguntaron. Y de ahí Pupi, Pupi, Pupi y me quedé yo con el apodo para siempre, y a él no lo llamaron más así. Pero el Pupi Zanetti era Sergio”.
-¿Qué es de la vida de Sergio?
-Se radicó en Europa. Hace varios años que dirige en clubes del ascenso de Suiza y de Italia.
-¿Por qué tu segundo nombre es Adelmar?
-Adelmar…, Adelmar… Fue un homenaje de mi mamá al médico que ayudó mucho en el parto. Yo nací con un problema respiratorio y parece que el doctor fue clave. Se llamaba Adelmar, y en su honor, o como gratitud, mi mamá me puso Adelmar de segundo nombre. ¿Cuál hubiese sido mi segundo nombre si eso no pasaba? No tengo ni idea. Lo cierto es que nací con un problema respiratorio, y después me pasé la vida corriendo adentro de una cancha, jaja.
-¿Quiénes son “Sombra de alambre” y “Sette polmoni”?
-Jajaja… paradójicamente, el mismo personaje: yo. Aunque parezca una contradicción. “Sombra de alambre” nace en el Doque, en el barrio, porque era muy flaquito, muy chiquitito… Me daban chauchas, lentejas, mi vieja me llevaba a hospitales, especialistas y todos siempre le decían: ‘Señora, su hijo es sano, no tiene nada, ya va a pegar el estirón’. Y así fue, a los 14 crecí. Pero antes era muy chiquito. De aquella categoría ‘73 de Independiente, cuando me dejan libre en 9na división, era el más chiquito, y en la escuela estaba entre los primeros de la fila. Era muy chiquito. Y “Sette polmoni” me lo cantaban los hinchas de Inter por mi despliegue… Me han hecho canciones lindas, como “Un Capitano, C’e solo un Capitano..!”, y también otra que dice “Tra nerazzurri / c’è un giocatore che dribbla come Pelé / vai Zanetti / Ale Ale Aleeeeee…” ¡Me comparan con Pelé en la canción!
-La propiedad Inter tiene mayoría de accionistas chinos. ¿Aprendiste algunas palabras?
-Es muy difícil, es una cultura completamente diferente, pero algunas palabritas, de cortesía, puedo decir. La primera vez que fui a China me sorprendí, y aunque como sigue sucediendo cada vez que vuelvo, no dejo de emocionarme: los vuelos desde Europa llegan muy temprano, tipo 5.30 de la mañana de ellos, y en el aeropuerto hay 350 personas esperándome. Con fotos, banderas, flores, ¡y yo ya no juego, dejé hace casi 10 años! Y con respeto, sin avalanchas. Increíble. Un día estaba en el hotel; suena el teléfono de mi habitación, me hablan en italiano y me dicen que están en tal habitación y me invitan a pasar. Me pareció extraño, fui, entré… Habían montado en el cuarto un museo mío: camisetas, posters, muñequitos, banderas y querían sacarse fotos, firmas… Termine pidiéndoles yo algunas de las fotos que tenían porque jamás las había visto.
-Aprendiste inglés de grande.
-Sí. Era imprescindible. Mi cargo de vicepresidente de Inter, y el vínculo permanente con la FIFA y con la UEFA, me exige relacionarme con personas de todas partes de mundo. Hoy puedo hablar en inglés con comodidad.
-¿Una anécdota con Ronaldo?
-La historia del avión… Jugábamos contra la Roma un 23 de diciembre, último partido antes de Navidad. El único vuelo para llegar a tiempo a Sudamérica era de la empresa Varig: Milán-Río-Buenos Aires. Pero con Roma jugábamos a las 20.45 y el avión salía a las 22. En la semana previa, Rony nos dice: “Ustedes saquen boleto en ese vuelo”. Y le decíamos: “Pero Rony, no vamos a llegar”. Y repetía: “Ustedes saquen en ese vuelo, solo les pido que se duchen en tres segundos y vayan directo al aeropuerto”. Y así sucedió: paró el vuelo, nos estaban esperando con el pasaje lleno. Mirá el poder de Rony: detuvo un vuelo de línea.
-Armá un equipo integrado por futbolistas argentinos con los que hayas jugado.
-[Piensa, pero no mucho, lo arma rápido] Abbondanzieri; Burdisso, Ayala y Samuel; Simeone y Cambiasso; Caniggia, Ortega y Messi; Batistuta. Perfecto, un equipazo. Y de técnico, Marcelo Bielsa.
-¿Un equipo de compañeros extranjeros?
-Júlio César; Maicon, Bergomi, Materazzi y Roberto Carlos; Thiago Motta, Patrick Viera y Roby Baggio; Figo, Ronaldo Nazario y Eto’o. Oooootro equipazo, y como técnico, Mourinho.
-¿Y un equipo integrado por rivales?
-Angelo Peruzzi; Cafú, Franco Baresi, Ciro Ferrara y Maldini; Seedorf, Pirlo y Zidane; Ryan Giggs, Romario y Cristiano Ronaldo. Y como entrenador, Ferguson, que me quiso llevar al Manchester United. Otro despelote de equipo… ¡Mirá si hacemos un triangular con los equipos que formé!!
-La Fundación Pupi cumplió 20 años. ¿Su crecimiento retrata estas dos décadas del país?
-Si no hubiese fundaciones, significaría que no hay carencias. Pero como eso es imposible, este trabajo lo disfrutás. Cuando ves crecer a esos chicos a los que pudiste darles oportunidades, cuando los conociste de nenes y los ves convertidos en adultos y son ellos los que se transforman en voluntarios de la Fundación, se te caen las lágrimas. Su solidaridad significa que entendieron a la perfección el mensaje que queríamos transmitir porque necesidades habrá siempre.
-¿Cuál es tu rutina de entrenamiento a los 50?
-No hay una, sino varias. Tengo la bici de spinning en casa, hago funcional y cuando el clima acompaña salgo a andar en bicicleta por Como. Juego al paddle, y cuando me invitan me sumo a algún partido de fútbol. También hago pilates los miércoles con una pareja de profes amigos cerca de casa. Y hago TRX de resistencia y Tabata, que son todos ejercicios funcionales. Todo a peso libre, nada de aparatos. Ahora, si viajo, y estoy en algún hotel, ahí sí paso por el gimnasio. ¿Correr? A veces, pero nunca distancias largas. No hay semana que no esté activo, siempre en movimiento. Me gusta, lo necesito, me hace sentir bien. Si Dios quiere, seré un viejito en movimiento a los 80, jajaja.
-¿Te acordás qué pasó el sábado 22 de agosto de 1992?
-El debut en la primera de Talleres de Remedios de Escalada, en la B Nacional…, le ganamos a Instituto. Ahí arrancó todo. Arranco el sueño a nivel profesional. Y de ahí no paré. Es una fecha importante en mi vida, Talleres es muy importante, ahí conocí a Pau, hoy vuelvo y juego con veteranos y voy con mis hijos… Mi primer contrato establecía un sueldo mensual de 230 pesos… Los clubes sociales son enseñanzas de vida, ayudan a educar y Talleres será siempre parte de mi familia. Ya me había rechazado Independiente, club del que soy hincha, y un día estaba picando paredes con mi viejo, albañil, y él me dijo “insistí, si te gusta el fútbol insistí, inténtalo de nuevo”. Y fui a Talleres. Perseverar es todo en la vida.
-¿Pudiste jugar en Celta de Vigo?
-Estaba terminando el campeonato de la B Nacional con Talleres y aparece esta oportunidad. Yo tenía 18 años. Primero era en un club de Portugal, pero ni estaba preparado yo ni la gente que me llevó. Después salió la prueba en Celta, y la prueba fue bien, pero no se pusieron de acuerdo las partes y tuve que volver. Era muy pibe, no llegué a tomarlo como una frustración. Fue la primera vez que me subí a un avión… Con el tiempo me crucé con aquel director deportivo de Celta y me dijo: “Me quiero esconder bajo la tierra”. Lo tranquilicé y le comenté que en Independiente ya me había pasado lo mismo.
-¿Una anécdota con Mourinho?
-Me llamó antes que a nadie cuando agarró el Inter. Yo estaba en Roma, también en escala para Buenos Aires, y me sonó el celular con característica de Portugal. Atendí: “Hola Javier, soy José Mourinho. Acabo de firmar con Inter y soy tu nuevo entrenador; vos vas a ser mi capitán. No veo la hora de empezar a trabajar juntos y perdón por mi italiano”. Hablaba perfecto italiano, y todavía no había dirigido en Italia. Ahí ya me di cuenta de lo preparado y compenetrado que estaba, me impactó. ‘Éste es cosa seria’, pensé en ese momento.
-¿Cuántos discos grabaste?
-Jajaja. ¡Uno! Con la cantante italiana Mina, “Parole, Parole Parole…” y el himno de Inter, “Amala Pazza Inter”… Hay un costado histriónico que me gusta, jajaja, soy un caradura en cada fiesta: mi momento de gloria es cuando llega el karaoke, jaja.
-¿Cómo juega Infantino al fútbol?
-¿Gianni? Le gusta hacer goles, le gusta estar cerca del área, él quiere el último pase, él quiere la tapa del diario, jaja.
-¿Estás de acuerdo con el crecimiento de equipos en el Mundial a 48?
-Estoy de acuerdo y no fue una decisión de un día para el otro. Se desarrolló, estudió, se pusieron pro y contra sobre la mesa. La idea es darles la oportunidad a países que hasta hoy sentían que nunca tendrían la posibilidad de jugar la Copa de Mundo. En el mundo tan inclusivo como el de hoy, poder dar esta oportunidad me parece que es ir en esa línea.
-¿Cuál es el regalo más raro que te dejaron en la puerta de tu casa en Como?
-Uhhhh, de todo… Cuadros, banderas, estatuas, bolsas de limones de Sicilia, cajones de frutas… las cosas más insólitas que te puedas imaginar, me llegan. Un día, un chico vino desde Bari a ver a Inter. Averiguó a qué escuela iban mis chicos, y como yo los llevo, el lunes estaba ahí, en la puerta, sólo para sacarse una foto. Lloraba… Chicos que ni me vieron jugar, y me buscan, emocionados... y me emociono yo con ellos. Yo siempre tengo disponibilidad para la gente.
-Tenés tres restaurantes en Milán: El Botinero, El Gaucho y El Patio del Gaucho. ¿Es cierto que sólo empleás a argentinos?
-Son todos argentinos, todos, salvo un infiltrado brasileño que lo transformamos en argentino. Tenemos unos 25 empleados y me gusta la idea de darle una mano a los argentinos que andan buscando trabajo por Europa.
-¿Perdonaste a Pekerman y a Maradona por no llevarte a los mundiales 2006 y 2010?
-Yo no soy quién para perdonar a nadie, y no tengo rencor. A Diego lo crucé y me decía “Pupi, nos debemos un café porque te quiero explicar...”, pero viste cómo era Diego… Imposible enojarse con Diego, la verdad es esa. Me dolió más la de 2006 porque no hubo necesidad de llegar a un mes del Mundial y decirme que iba a quedar afuera. Lo podía haber hecho mucho antes. Yo me daba cuenta de que no era del palo de Pekerman, pero al mismo tiempo jugaba de titular. De titular a nada pasé… Era mejor solucionar las cosas como hombres, mirándonos a la cara. Lo hubiese asimilado de otra manera. Gente de los dos cuerpos técnicos rescataban el valor humano de mi presencia, lo importante que era para el grupo y eso no te lo regala nadie. Diego siempre me decía “vos sos un animal”, me daba mucho aliento, nunca un reproche… En la otra sí, yo sentía que no era del palo. A Pekerman me lo he cruzado mil veces y sólo un saludo y basta, siempre respetuoso.
-Mancuso dijo que no fuiste a Sudáfrica 2010 “por un tema de grupo”. ¿Qué quiso decir?
-Y también dijo que se equivocaron al no llevarme. Para mí, le dieron prioridades a otra gente que tenía más peso en el plantel y se dejaron llevar vaya a saber por qué cosas. Yo soy un tipo de perfil bajo, no me llevaba mal con nadie, pero había pesos pesados que tenían mucha influencia sobre Diego. Mancuso dejó algo abierto de manera innecesaria, pero menos mal que aceptó que se equivocaron, porque así me sacó de las sospechas de un problema de convivencia. Ya está.
-¿Votás en Italia?
-Sí, voto en Italia. Y voto en las dos elecciones, es decir, voto como ciudadano italiano y también voto en las elecciones de la Argentina.
-¿Cuándo te peleaste por última vez?
-Me enojé mucho con un episodio que involucró a la Juventus cuando nos clasificamos para la última final de la Copa Italia, hace unos meses. Me molestó mucho una actitud de gente que trabaja para el club.
-¿Y la última vez que lloraste?
-De alegría: en Qatar, después de la final. Todos en la familia lloramos abrazados.
-¿Pusiste plata en la colecta de Maratea para Independiente?
-No, doné una camiseta para que la subasten.
-¿Cómo juegan al fútbol tus hijos, Nacho y Tomy?
-Nachi (15 años) se apasionó con el fútbol sala, juega en un club que se llama ‘Cometa’; empezó como defensor y ahora los compañeros y el técnico le vieron dotes de atacante, jaja, y las veces que lo fui a ver anda derecho con el arco. Y Tomy (11), el ‘Capitancito’ como yo le digo, juega en la academia del Inter y es un volante con mucho recorrido, muy claro para jugar para su edad. Maneja el tiempo, hace goles y tiene algo que yo nunca tuve: hace goles de cabeza. Y no tiene miedo.
-¿Y ser papá de una mujer? Porque Sol, la mayor, ya tiene 18 años.
-Mi primera hija… Ha crecido tanto Sol, es una mujer. Orgulloso..., el año pasado, con 17, se fue a vivir un año a Los Ángeles, a una casa familiar a estudiar… Es decidida, feliz, madura, esas son experiencias que te hacen crecer...
-¿Una anécdota con Messi?
-La última… en Qatar. Salimos campeones del mundo, bajo a la cancha, empiezo a saludar a todos y a él no lo había cruzado. De repente lo veo a Lauti [Lautaro Martínez] con su familia en el escenario de premiación, y cuando estoy subiendo la escalera, me tocan. Giro y era él, Leo, que me pega un abrazo increíble. Él a mí, él que me llama... increíble. Saludo a Antonela, a los nenes les hablo del papá fabuloso que tienen y a él le di las gracias. Hicieron felices a un país. Yo sé lo que sufrió, sufrió muchísimo en silencio, yo estuve en sus primeros años. Todo era culpa de él para el país, ¿te acordás?
-Sos vicepresidente de Inter, vice de la comisión de competencias de la FIFA, board de la UEFA y el representante de la Conmebol en FIFA. ¿Hay una carrera como dirigente más allá de Inter?
-Por ahora, las dos carreras, las múltiples funciones, pueden ir en paralelo. Siempre que las instituciones me den lugar, me escuchen para aportar la mirada del exfutbolista, yo me voy a sentir muy cómodo. Veo una genuina voluntad de darnos lugar. Algo así como “che, vamos a escuchar a los que fueron futbolistas”. Sin portación de apellido, ojo, hay que prepararse siempre. En la dirigencia del fútbol, como en una empresa, hay que formar equipos. Y debés tener un líder, trazar objetivos y piezas que asuman su rol.
-Un juego apostando al futuro. ¿Te gustaría ser presidente de Independiente, de la AFA o de la FIFA?
-De la FIFA, de la FIFA… Me gusta más el campo internacional. La FIFA nunca tuvo un presidente argentino, ¿no? Eso no quiere decir que no me gustaría ser presidente de la AFA, esa también sería una linda experiencia, pero ya tengo desarrollada una vida muy internacional. Por cómo fue mi carrera, y por todas las relaciones que he establecido, la FIFA es un objetivo y parecería la búsqueda más natural de mi perfil.
-¿VAR sí o VAR no?
-Me gusta la tecnología, pero creo que todavía hay cosas para aceitar. Para ajustar. Debe sumar trasparencia, creo que falta explicárselo mejor al hincha. Y que se escuchen los audios, porque eso despeja dudas. Después, la polémica estará siempre.
-¿Qué te provoca el fútbol femenino?
-Me gusta mucho. El hermano de Paula dirige fútbol femenino y ascendió con Inter y con Como, y hoy está empezando una nueva experiencia con Fiorentina. He entrenado con las chicas y me da una gran felicidad su inclusión. Ellas deben tener el lugar que se merecen, que les corresponde y hay que apoyarlas.
-¿Cuánto falta para que un futbolista homosexual de elite se sienta libre y cómodo de contar su elección?
-Ya muchos lo hicieron…, creo que falta muy poco porque, saliendo del fútbol, afortunadamente es un tema normal. Nada de tabú ya. Antes había miedo al juzgamiento, y gracias a Dios, ya no. ¿Y sabés quién te hace abrir los ojos? Los adolescentes. Ellos hablan con total naturalidad y son ellos los que nos educan. El fútbol es duro… pero como todo, ¿viste? Hay que insistir.
-Fuiste un jugador de un solo club en Europa…, y de una sola mujer en la vida. Novios con Paula desde que ella tenía 14 y vos 19.
-Llevamos 31 años juntos… Nos casamos en 1999, es decir que el año próximo estaremos festejado las Bodas de Plata. Estamos felices por todo, por cómo empezamos y por la familia que hicimos, porque ellos, nuestros tres hijos, completaron la felicidad. Tratamos de disfrutar de cada momento, ese sería nuestro secreto. Digamos que soy un tipo común, con algunas particularidades poco frecuentes, como haber jugado en un único club de Europa y haber formado una familia con la novia de toda la vida.
-Un número: 1114.
-Increíble, increíble..., 1114 partidos oficiales. Si vos ves la tabla de los 10 primeros, yo aparezco ahí, ufff, entre los 10 primeros con más partidos de la historia de todo el fútbol mundial. No lo puedo creer. ¿Cómo lo hice? La cultura del trabajo, la pasión y haber atravesado muchas derrotas. Las derrotas son las que te mejoran y te hacen crecer. Las que te ponen a prueba para ver qué querés hacer.
-¿Que te pasaba cuando te señalaban como “mufa” o un perdedor?
-De pibe me hacía malasangre, pero con los años, seguro de lo que hacía, con un trabajo que me respaldaba, sentía que era cuestión de tiempo para que todo se pusiera en su lugar. Algunos medios se habían ensañado, pero la gente siempre me quiso. Creo que mi comportamiento, y ser respetado por el concierto internacional, hace que el argentino, de alguna manera, se sienta representado por mí. Una especie de embajador, y si es así, me llena de orgullo. Yo, en mis acciones, soy argentino. Si yo hago algo mal, no lo hago yo sólo, sino también lo que represento.
-¿Quién es el personaje, por afuera del fútbol, que más te impactó conocer?
-El Papa… o los papas, porque tuve la suerte de conocer a los tres últimos: Juan Pablo II, Ratzinger y Francisco. Es una sensación difícil de explicar, hay que estar allí, parados delante. Pero también puedo sumar a Federer…, conocer a Roger fue hermoso, y a Mick Jagger también. Y a Mandela, en 1995, cuando viajamos con la selección a Sudáfrica y ahí me enteré que me había comprado el Inter.
-Fueron 17 títulos como futbolistas…, y otro como estudiante: hiciste la carrera de management deportivo en la Universidad Bocconi, en Milán.
-Cuando dejé de jugar, enseguida entendí que debía prepararme, formarme. Estudiar. Con la humidad de entender que se había terminado una etapa y empezaba otra. Había que empezar de cero. Y compartir el día a día con otros estudiantes. Y sigo estudiando porque el mundo cambia todos los días. Yo no quiero ser identificado sólo como un dirigente del fútbol, del área exclusivamente deportiva. Quiero sentirme que puede ser útil para el marketing, para las finanzas, para las relaciones públicas. El club crece por otras áreas también: para que el fútbol sea sostenible, son otras las áreas que también deben crecer en un club.
-Una dirección: Manuel Ocantos 1060, en Dock Sud.
-Mi casa del Doque, el barrio. Mis orígenes. Esa casa la levantó mi viejo con sus manos de albañil. Una pieza compartida con mi hermano; una época dura, pero linda, nos reuníamos a la noche todos para la cena.
-¿Quién es la persona a la que más extrañás en tu vida?
-A mi mamá, la vieja, Violeta. Ella significó mucho…, y tuvo el tiempo para disfrutar de mi mejor época como jugador. Fue la primera que creyó en mí, la que me acompañó a los clubes de barrio, al Disneylandia del Doque, al papi… Debe estar orgullosa de la familia que formé, sólo no llegó a conocer a Tomy, al más chico.
-¿Quién fue Grondona?
-Lo trate mucho y soy un agradecido. Mi pase a Italia estaba trabado, no se hacía, y lo desenredó él. Había 10 partes que eran dueñas de mi pase. Lo llamé un domingo a la noche, los tanos ya se iban, el contrato no se firmaba… Julio habló con los diez: “Tienen media hora para ponerse de acuerdo…, el pase del pibe se hace”. Intervino él y en media hora arregló todo. Un fenómeno.
-¿Qué partido volverías a jugar?
-Dos. Uno para disfrutarlo nuevamente y otro para cambiar el destino. Volvería a jugar la final de la Champions, en 2010, para revivir esa noche mágica en el Bernabéu. Y daría todo por jugar otra vez y ganar el partido contra Suecia, el que nos dejó afuera del Mundial de Japón.
-¿Una anécdota con Bielsa?
-La historia del gimnasio… Bielsa pasaba por el gimnasio del predio de la AFA y me veía con las piernas para arriba, haciendo posturas. Eran tareas de estiramiento y de prevención de lesiones; hacía esa rutina antes y después de los entrenamientos. Él pasaba, miraba y nunca me decía nada. Y se iba. Hasta que un día se detuvo, empezamos a hablar, me hizo mil preguntas y yo le conté. Con el tiempo, Marcelo lo empezó a implementar en los distintos clubes por los que paso: en todos lados dispuso que hubiera un gimnasio entre el vestuario y la cancha, para darle a los jugadores la oportunidad de hacer este tipo de ejercicios.
-¿Intentaste llevar a Bielsa a Inter?
-Hablé con Marcelo para ver si existía alguna posibilidad, pero todavía nosotros no teníamos bien en claro qué tipo de entrenador queríamos. Quería saber si lo podíamos presentar como una opción, y por entonces me dijo que sí.
-Resumí tus 50 años en 5 instantes.
-El nacimiento de mis tres hijos; haber trabajado con mi papá como ayudante de albañil; ganar la Champions League, el debut en la selección… y mi gol contra Inglaterra en el Mundial de Francia ‘98.
-¿En qué lugar del mundo sentiste que pasaste totalmente desapercibido?
-… En la Polinesia…, estábamos de novios con Pau, pero los primeros días, ya sobre el final aparecieron personas que me conocían.
-Tenés una estatua en el Meazza, retiraron para siempre la 4 de Inter y una tribuna de Talleres de Escalada lleva tu nombre, ¿pero qué es lo más emocionante?
-El respeto de la gente en cualquier parte del mundo; donde voy me abren las puertas, siento esa admiración. Y eso está por encima de cualquier trofeo, de todo. Ni los hinchas del Milan me han insultado… Me pasa ahora, me cruzo con hinchas de Milan y de Juventus y me dicen “Capitano de acá, Capitano de allá, soy hincha del Milán pero me hubiese gustado que jugaras en mi club…” Y mirá que allá son bravos.
-Ni Napoli retiró la 10 de Maradona ni Barcelona la 10 de Messi…
-Es cierto… En Inter retiraron la 3 de Giacinto Facchetti, pero es verdad, creo que esto no ha sucedido con ningún otro argentino en el mundo…
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