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Italia 90: la historia del camerunés Francois Omam-Biyik, a 30 años de un salto a la eternidad que hundió a la Argentina
Van 22 minutos del segundo tiempo. Es el primer partido de Italia 90, el mundial inolvidable, y Argentina, el campeón mundial vigente, no sabe cómo perforar la rocosa defensa de Camerún, que tiene un jugador menos. La pelota cae sobre el área albiceleste. Nery Pumpido no sale. Juan Simón mira azorado. Roberto Sensini siente como una mole se eleva detrás suyo. Le saca varias cabezas. Francois Omam-Biyik, de él se trata, hace un salto que décadas después patentaría un tal Cristiano Ronaldo. Levita, y le alcanza para cambiar la dirección de la pelota. A Pumpido se le escabulle. Los africanos asombran al mundo. Omam-Biyik no puede creerlo. Abre los brazos, ignora cómo festejar. Se le tiran encima los 90 kilos de Emmanuel Kunde y más y más kilos de sus compañeros, que dan volteretas antes de sumarse a la celebración. El mundo se sorprende. Ese será el único gol del delantero en el campeonato, pero bastará para que su equipo consiga una de las victorias más resonantes en la historia de los mundiales.
El gol de Francois Omam-Biyik
Tres décadas después del salto a la eternidad, Omam-Biyik ya es abuelo. Acaba de cumplir 54 años (el 21 de mayo) y es entrenador asistente de la selección de su país. El preparador de arqueros es uno de sus compinches de aquel equipo: Thomas N´Kono, el hombre que cuidó el arco de los Leones Indomables en ese Mundial.
A Omam-Biyik, ídolo de América de México, la cuarentena por el coronavirus lo encontró en la capital de su país, Yaoundé. Si bien tiene su domicilio en Chateauroux, la ciudad francesa en cuyo equipo se retiró, en 2000, Omam-Biyik no pudo salir luego del cierre de fronteras por el coronavirus. "Ya estaba aquí cuando se decretó la contención en Francia porque estábamos preparando dos partidos clasificatorios para la Copa Africana de Naciones contra Mozambique, que tendrían lugar a fines de marzo. Pensé que era más sabio quedarme aquí, aunque estoy solo en mi casa", dijo el exdelantero en una entrevista con La Nouvelle République, un diario francés. Y agregó: "Salgo muy poco, solo para ir de compras. También me permito caminar tres veces por semana; me ayuda a airear mi cabeza".
Además del salto eterno, Omam-Biyik anotó otro gol mundialista: a Suecia en Estados Unidos 1994. Y es el camerunés con más partidos en citas ecuménicas, con 11 encuentros disputados. El exdelantero puede jactarse de haber tenido una exitosa carrera en tres continentes diferentes: África (Pouma FC, el equipo de su ciudad, y Canon Yaoundé, donde debutó), América (América, Atlético Yucatán, Atlante y Puebla, todos de México) y Europa (Marsella, Rennes, Châteauroux, Lens -todos franceses-, Sampdoria, de Italia).
Los hinchas de América de México lo recuerdan con especial cariño, ya que ingresó en los libros de historia del club al haber convertido en 11 fechas consecutivas, todo un récord. Abandonó las Águilas luego de 49 goles en tres temporadas. Formó una recordada dupla de ataque con otro futbolista africano, el zambiano Kalusha Bwalya, que les valió a ambos el mote de "Las Águilas negras". En 2005, Omam-Biyik tuvo su partido despedida en el estadio Azteca, el mismo que había sido testigo de la consagración argentina en 1986, y el camerunés pudo terminar su estadía allí con tres goles.
De aquel paso por el fútbol mexicano le queda un hijo de esa nacionalidad: Emilio. Pero, si papá Francois hacía goles, Emilio, el del medio de tres hermanos, trata de evitarlos: es zaguero. Sin club desde 2017, llegó a integrar el seleccionado sub-17 de México en el Mundial de 2011, celebrado en tierras aztecas, pero no jugó ni un minuto. El exdelantero camerunés tiene otros dos hijos fruto de su relación con Patricia, su mujer: Jean-Arnaud, nacido en territorio africano, es el mayor y se dedica a la hotelería. El más chico, de 21 años, se llama Francois, como su padre.
Goles de Omam-Biyik en América, donde fue ídolo
Una vez retirado, en 2000, Omam-Biyik se dedicó a ser entrenador. Llegó a trabajar como asistente de Javier Clemente, el extrovertido DT español que fue contratado por la Federación de Camerún entre 2010 y 2011. En rigor, hacía las veces de traductor: de su paso por México le quedó un gran dominio del idioma español y aquello le sirvió para poder entregarles a los futbolistas las indicaciones del DT. Omam-Biyik también dirigió en México (Real Colima, un equipo de la segunda división), en Gabón (al US Bitam) y en Togo (al Gomido).
¿De dónde viene la pasión por el fútbol de Omam-Biyik? La respuesta está en el 24 de diciembre, la Nochebuena. "Siempre me regalaban pelotas de fútbol", recordó en La Nouvelle Republique. "Y después de las comidas de Navidad, siempre había un partido con los vecinos", añadió. Omam-Biyik nació en Pouma, cerca de Yaoundé, la capital camerunesa.
La autobiografía de Omam-Biyik: "Mi gol"
Mon autobiographie, "Mon but", publiée en novembre, disponible au Cameroun. pic.twitter.com/ZXdsKBYEkr&— François Omam Biyik (@FrancoisOmam) May 25, 2017
Además de la pelota, el exgoleador, hijo de un profesor de historia francesa, tiene otra veta, que la ejerció luego de terminar su carrera futbolística: escritor. Su autobiografía, lanzada en 2017, tiene un nombre obvio y 260 páginas con los mejores trazos de su vida: "Mi gol" ("Mon but", en francés). La foto de portada, claro, es el cabezazo goleador de Italia 90. "Ese gol sigue siendo enigmático para algunos. Hacer ese salto y que la pelota entre en el arco no es común. Sin embargo, marqué más goles. Y me gustaría que mi carrera sirviera como una lección para las generaciones más jóvenes cuando se trata de fútbol. Les digo que hay que perdonar, que no tiene sentido desarrollar odio o intolerancia", aconsejó Omam-Biyik alguna vez. ¿Y cuál fue la receta de ese gol? "Hice un poco de salto en alto", respondió.
Esa destreza en la altura le viene de sus años de formación como futbolista. El libro revela otro secreto: Omam-Biyik no era delantero, sino arquero. Luego, se trasladó al medio de la cancha, pero la competencia excesiva por un lugar lo llevó a desarrollarse como goleador, puesto en el que se ganó la vida y entró en la historia.
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