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Italia 90. Argentina-Camerún: un cachetazo histórico, las patadas más violentas y la peor derrota de Bilardo
Aunque ya han pasado 30 años, mucha gente recuerda aún aquel seleccionado argentino que obtuvo el segundo puesto en el Mundial de Italia 90. Casi una contradicción de un pensamiento bilardista: "Del segundo nadie se acuerda". Pero en la memoria colectiva persiste aquel equipo que llegó a ser subcampeón con más coraje y enjundia que fútbol, y que supo levantarse de un sinfín de adversidades, incluida una derrota de carácter histórico. Tres décadas después, aquella caída frente a Camerún por 1-0 todavía resuena como un cachetazo. A nivel global, aún hoy ese encuentro es considerado como una de las mayores sorpresas de la historia de los mundiales, con un seleccionado africano que desembarcó en el imponente San Siro como una Cenicienta y le torció el codo al campeón vigente, con Diego Maradona incluido. Uno de esos batacazos comparables a la derrota de Alemania contra Argelia (2-1) en España '82, o la caída de Italia ante Corea del Norte (1-0) en Inglaterra '66.
A diferencia de lo sucedido cuatro años antes, en México, la Argentina no llegaba en plena forma al estreno mundialista. Oscar Ruggeri arrastraba una pubialgia que lo maltrataría durante todo el campeonato, y Maradona tuvo que jugar el primer partido con una férula en el dedo gordo del pie derecho por tener rota la uña. "No llegábamos tan bien porque teníamos varios jugadores con problemas físicos. Eso complicaba, pero igual estábamos con muchas ganas de obtener nuevamente el campeonato", recuerda hoy Nery Pumpido, el arquero que había sido campeón del mundo en México, sobre aquella concentración previa.
Maradona había impulsado la llegada de Claudio Caniggia al plantel nacional, aun cuando el DT no estaba convencido. De hecho, Bilardo sorprendió al ubicar a Abel Balbo como titular para el debut. "Caniggia no está, aunque seguramente tendrá un lugar en el banco y en cualquier momento puede entrar y definir un partido. No me molesta su ausencia, pero me hubiese gustado que juegue. El equipo lo decidió Bilardo, lo pensó él, y yo nunca le puse un jugador ni le saqué un jugador", afirmó el capitán, sin ocultar su desacuerdo con Bilardo. Dos días antes del debut, Maradona recibió en una ceremonia el pasaporte de embajador deportivo itinerante de la Argentina que le entregó el presidente Carlos Saúl Menem, que también asistió al estreno en el San Siro.
Camerún era un adversario casi desconocido para la mayoría; no para Bilardo, que adoctrinó al plantel con decenas de horas de videos del equipo africano, cintas conseguidas a través de increíbles peripecias. En palabras de Pumpido a LA NACION: "Era un equipo fuerte, aguerrido, a veces malintencionado, pero sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. Carlos siempre nos insistía con estar atentos, y tener bien cerca a los jugadores clave que teníamos que contrarrestar". El más conocido era el arquero Thomas N’Kono, que había estado en el debut mundialista de los Leones Indomables en España 1982, y desde entonces había atajado ocho temporadas en Espanyol de Barcelona. Ausentes en México, Camerún jugaba en Italia su segunda Copa del Mundo.
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El repaso del partido arroja apuntes insoslayables. La situación más clara de la Argentina llegó a los 3 minutos, en un pase de primera de Maradona de izquierda hacia el centro para Balbo, que no alcanzó a definir bien y N’Kono cubrió como pudo. El arquero camerunés fue una de las figuras de esa tarde; no con salvadas espectaculares, sí con mucha seguridad bajo los tres palos y en cada salida cuando la Argentina llenó su área de centros desesperados. El seleccionado argentino se mostró lento y previsible, dependiente de Maradona en todo momento. El capitán hizo lo que pudo durante una hora; sufrió una docena -literal- de patadas, incluidos un planchazo al pecho de Ndip Akem y una falta descalificadora de su marcador Benjamin Massing al tobillo, y después del gol africano se apagó, contagiado de la impotencia generalizada.
Falló también Bilardo, cómo no. Caniggia sólo necesitó 45 minutos para ser la figura del equipo, generar faltas, una amarilla y dos expulsiones: Kana Biyik y Massing vieron la roja por sendos puntapiés sobre el extremo argentino. El árbitro francés Michel Vautrot dirigió bien y sancionó correctamente todas las faltas ; quizás sólo se le podría achacar que no expulsó a Ndip Akem por dejar los tapones en el pecho de Maradona.
Camerún, de contraataque, empezó a encontrar espacios por la izquierda. Néstor Lorenzo le cometió una falta a Cyrille Makanaky. De allí vino un centro que el mismo Makanaky elevó dentro del área; en esa segunda jugada, François Omam-Biyik saltó y cabeceó mientras Roberto Sensini se quedó atornillado en el suelo. El frentazo no parecía tener mucha fuerza, pero alcanzó para superar una floja respuesta de Pumpido y la pelota se metió en el arco pidiendo permiso.
"Fue un error mío, se me escapó", acepta hoy el arquero. Días después, frente a la Unión Soviética, chocó a los 11 minutos contra Julio Olarticoechea. El diagnóstico: fractura de tibia y peroné. Y entró Sergio Goycochea, que luego sería decisivo para llegar a la final. Guiño o mueca del destino, según el punto de vista. Pumpido le cuenta a LA NACION: "Nunca hubiera imaginado que aquel sería casi mi último partido en la selección. Pero uno está expuesto a esa clase de cosas. El fútbol me dio lo máximo, todos los campeonatos que jugué, los gané. Estuve triste al principio, pero yo tengo que agradecerle todo al fútbol. Sería un desagradecido si renegara por una lesión, que es algo que le puede suceder a cualquiera. Lo tomé con la misma tranquilidad con la que tomé cada título".
"Cuando vi que Camerún nos hizo el gol… No podía creer esta derrota tonta, por culpa enteramente nuestra. Y no lo digo por Pumpido, por favor, que se entienda: lo digo por todos los que jugamos. Camerún no nos ganó, lo perdimos nosotros", dijo Maradona después del partido. Omam-Biyik, que jugaba en Stade Lavallois, de la segunda división francesa, se convirtió con ese gol en héroe nacional de Camerún, y llegaría a disputar tres mundiales. Anotó el 1-0 a los 21 minutos del segundo tiempo, ya cuando los africanos jugaban con uno menos.
Bilardo mandó a la cancha a Calderón por Sensini, pero la Argentina no generó ni una sola ocasión para empatar. En la búsqueda de la igualdad, el equipo quedó descompensado en un par de ocasiones y Camerún desperdició una chance muy clara para aumentar. "No nos sorprendieron, pero sí creo que tuvimos muchas oportunidades que no concretamos, y ellos tuvieron una sola. Vi imágenes, pero nunca volví a ver el partido completo. No creo que hayan sido superiores a nosotros en ningún momento", se lamenta Pumpido.
El partido más accesible había terminado con una derrota resonante y el campeón del mundo quedaba muy temprano contra las cuerdas. "Fuimos un desastre. Sin fútbol ni alma de campeón", castigó la revista El Gráfico. Para LA NACION fue "el capítulo más frustrante de nuestra historia". Ernesto Muñiz, uno de los enviados especiales a Italia, consideró a Camerún como "un grupo de hombres inquebrantables en su fe, que dieron una lesión de decoro, que no tendrán a Maradona en su conjunto, pero que por lo menos conocen la palabra entrega (…) No hay excusa que valga para salvar esta mancha". En su columna de LA NACION, Bilardo escribió: "Pasé el día más amargo de mi vida deportiva". Camerún se convirtió en la revelación del Mundial hasta llegar a los cuartos de final, donde estuvo a punto de eliminar a Inglaterra, pero le faltó picardía para asestar un nuevo impacto y perdió por 3-2 en uno de los grandes encuentros de esa Copa del Mundo.
"Por la fractura estuve internado en Nápoles, donde me pusieron dos clavos para afianzar la zona, y volví a Buenos Aires después del partido con Rumania. Aquí seguí el resto del Mundial por televisión. El presidente (Menem) nos invitaba a ver los partidos con él en la Casa Rosada; nos mandaba un auto oficial y nos pasaba a buscar al Tata (José Luis Brown) y a mí", recuerda el arquero, que tenía 30 años y ya no volvería a ser convocado al equipo nacional.
Argentina, a pesar del papelón inicial, saldría adelante. "Creo que mucha gente nos recuerda porque fue muy meritorio lo que hizo esa selección. No hubo muchos equipos que fueron finalistas después de perder el primer partido como nos pasó a nosotros, y teniendo muchos jugadores golpeados; le faltaron tres titulares en la final contra Alemania, y el árbitro influyó con el penal a Calderón que no se cobró y sí sancionó uno que no fue. Fue una injusticia lo que se cometió con esa selección, que se podría haber consagrado de nuevo", afirma Pumpido, orgulloso de un plantel que no necesitó subirse a lo más alto de un podio para dejar su huella.
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