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Israel Damonte: los miedos, los desafíos y las presiones de pasar de ser jugador a entrenador de un día al otro
"Yo soy de actuar mucho con el corazón", dice y repite Israel Damonte. Es domingo a la tarde y él trata de suavizar la cuarentena con una charla reflexiva. A través de una videollamada por WhatsApp habla con LA NACIÓN. Se toma algunos segundos para responder, tal vez porque entiende que ahora llegó el momento de ser menos verborrágico y que el rol de su vida se modificó. Abandonó para siempre al jugador que supo ser de una manera inesperada. El 2 de enero de 2020 recibió la propuesta y tomó la decisión: rescindió su contrato de futbolista con Banfield y se lanzó al desafío de ser DT de Huracán. Sus razonamientos lo llevaron a proyectarse en el Globo, el club que le dio la oportunidad de convertirse en técnico. Y él se abrazó a esa idea. Dice que es difícil disfrutarlo y aunque su lazo con el fútbol esté en stop a causa de la pandemia, confiesa que necesita la competencia. Así es el universo Damonte, alguien que todo el tiempo se exige a sí mismo pensar con el corazón.
-¿Cómo estás reaccionando al encierro?
-Los primeros días vi muchos partidos, escuché charlas, pero llega un momento que se te empieza a acabar la nafta. Se hace muy largo, a veces estás mucho tiempo sentado, acostado y ando con un dolor de cintura terrible. Trato de entrenarme acá en el patio pero es difícil. Sigo esperando y trato de ver lo que hice como entrenador en estos meses que estuve.
-¿Hablás con los jugadores?
-Una vez por semana les escribo, les mando un mensaje para ver como andan. Pero la realidad es que nadie sabe lo que va a pasar, si se va a continuar este torneo o no. Es un poco complicado. Igual el cuerpo técnico habla todos los días. Somos varios y tratamos de que no se desanimen.
-¿Qué fue lo más difícil en esa metamorfosis de jugador a técnico?
-Fue la decisión de decir 'bueno, ahora arranco para este lado'. Era una posibilidad que no sé si después la iba a volver a tener. Es difícil empezar la carrera dirigiendo un equipo grande e importante como es Huracán. Y a pesar de todas las contras que había, de que no podía incorporar jugadores, es un club muy lindo, que la verdad que lo quiero mucho. Y eso valió más que la posibilidad de seguir jugando y lo que significaba el final de mi carrera.
-¿Quiénes son esos entrenadores que dejaron una huella en vos?
-Uno termina siendo un poco de todos. Yo tuve grandes técnicos que a la hora de entrenar me gustaban mucho sus formas. Como puede haber sido Nelson Vivas, Gabriel Milito, Mauricio Pellegrino, Marcelo Gallardo. Entonces vas viendo un poco de todos. Más allá de que terminan siendo distintos los esquemas, en muchas cosas son parecidos y me dejaron cosas importantes.
Liderar es convencer. Es ir con la verdad, aunque a veces duela. A veces decir la verdad duele, pero es lo que realmente uno necesita escuchar
-¿Qué espacio le das a la parte mental y a la psicológica en el fútbol?
-Yo como jugador siempre tuve psicólogo y coaching. En la vorágine de tantos partidos continuados que tuvimos no nos dio tiempo de poder incorporar a alguien desde ese lado para los jugadores. El tema es que cuando es para los jugadores, se tiene que ir dando de a poco. No me gusta ir e imponer. No sé si sirve de esa manera. Quizá ir de a poco, que el jugador lo pida. A veces son un poco reacio y no les gusta tanto. Pero va en cada uno. Yo tengo mi psicólogo personal y es algo que me parece fundamental.
-¿Qué pudiste resolver vos en terapia?
-Hace nueve años que estoy trabajando. La realidad es que me ha hecho muy bien en lo personal. Yo empecé a ir en un momento en el cual necesitaba descargar por algún lado.
La descarga a la que hace mención Israel Damonte tiene un nombre: David, su hermano mayor. Era el ídolo de Israel, pero en un accidente automovilístico murió en la Nochebuena de 2009; también su cuñada y su sobrino Valentino, de ocho meses. "La psicología me ayudó mucho con lo que pasó con David. Pero también para el fútbol. Porque llegaba a tener algún tipo de reacciones que no eran buenas, siempre me terminaban perjudicando y muchas veces lo llevaba a mi casa", confiesa.
Y agrega una anécdota con David: "Cuando yo estaba en Grecia jugando, mi hermano compra un Mercedes modelo 81 que con el tiempo pude volver a recuperarlo". De repente, Damonte mueve el celular para salir de escena y tira la pregunta: "¿Lo ves ahí?". De fondo, aparece el Mercedes que restauró en homenaje a su hermano. Es una de las tantas formas que tiene de pensarlo y de tenerlo vivo. Como en las clásicas fotos antes de los partidos en la que se lo ve mirando a un costado en homenaje a su hermano. "Funciona el auto. ¿Se ve bien?", vuelve a preguntar. "A veces me hace renegar porque se me descarga la batería, pero ahí está", y vuelve a señalarlo con el dedo.
¿Cómo te relacionás con la adversidad, sobre todo en estos momentos, donde hay más tiempo para pensar?
-Es cierto, en esta época hay tiempo para poder pensar. A veces lo pienso a mi hermano y obviamente que me hubiese gustado que sea de otra manera. Él fue una persona muy importante en mi vida y se fue en un momento con mucha juventud. Teníamos una relación espectacular. Las cosas se dieron de esa manera. En estos tiempos a veces te da para pensar. Más allá de que lo recuerdo siempre y me gusta hablar de él, me pregunto cómo sería si no hubiese pasado lo que pasó. La vida es así, muchas veces te saca cosas importantes y a la vez te da otras personas nuevas, como mis hijos y mucha gente a la que fui conociendo.
-Con toda la presión que existe alrededor del fútbol, ¿pudiste disfrutarlo?
-Al fútbol uno lo vive de una forma muy dinámica y muy personal. Hay jugadores que son mucho más tranquilos, que tratan de disfrutar de otra manera o no lo sienten tanto. O no lo sienten desde adentro. Después hay otros que lo sienten mucho. Yo era de los jugadores que lo vivía continuamente. Si perdía estaba mal toda la semana. Ni hablar cuando veníamos de momentos malos y no venía jugando. Pero me parece que lo disfruté mucho. Hoy mismo en esta nueva etapa, como técnico, lo disfruto mucho. El día a día, la previa, el competir. Más allá de que hoy estoy de un lado que te aseguro que se sufre mucho más.
-¿Ahora como técnico, lograste comprender ciertas decisiones de los entrenadores que tuviste?
-A veces me preguntaba: ¿por qué tal técnico hacía tal cosa? Ahora lo entiendo desde este lado. Del lado del jugador uno siempre es egoísta y piensa en uno. Por qué yo no juego. Yo quiero jugar. Yo quiero siempre estar en el equipo. Siempre arrancás pensando de vos. Y hoy como entrenador, tenés que pensar en el equipo, en los jugadores que salen a la cancha, en los que van al banco. En los que quedan afuera. En los que no se concentran. De este lado entiendo momentos que viví como jugador, que me costaron y mucho.
-El técnico que sos hoy, ¿cómo se llevaría con el Damonte jugador?
-Siempre como jugador traté de ganarme la titularidad en la cancha y afuera intentar ser bueno para el grupo. Ser buena persona, no llevar las cosas personales al grupo, he tenido muy buena relación con casi todos los entrenadores te diría. Quizá tuve alguno mal predispuesto para conmigo. Después te van conociendo y a algunos llegué a ganármelos. Cuando Nelson (Vivas) llega a Estudiantes me saca del equipo. Y una vez me contó que quería probarme. Yo le dije ¿para qué hiciste eso? El buscaba ver qué tipo de reacción podía tener. Y se dio cuenta que obvio que quería jugar, pero a mí me interesaba el grupo. Yo iba a sumar, iba a tirar para adelante. Corrí más, metí más. Y traté de demostrarle que estaba equivocado. El camino siempre es ese. Después está el que se calienta y en vez de correr más, corre menos. Ahí es cuando vos le demostrás al entrenador que tenía razón.
-¿Qué significa liderar en estos tiempos?
-Liderar es convencer. Es ir con la verdad, aunque a veces duela. A veces decir la verdad duele, pero es lo que realmente uno necesita escuchar. En el momento a veces te calentás, como jugador te hablo. Cuando te dicen la verdad. Que es la verdad de ese entrenador, de ese dirigente o de ese compañero. Y a veces eso duele, pero con el tiempo te das cuenta que era lo mejor.
-¿Cómo te entrenás para comunicar mejor?
-Leo y escucho mucho. Obviamente que hoy tenés que tener mucho cuidado. A veces una palabra de más te termina perjudicando. Repito, tenés que estar con mucho cuidado. Yo no soy una persona de ponerse el cassette, pero hay veces que entiendo a la gente que lo hace. Porque te equivocás con una palabrita y ya se enoja una hinchada entera, un club, un dirigente, un presidente, los jugadores. Trato de no hablar mucho.
-¿Te llegás a relajar en algún momento?
-No, al contrario, me terminó calentando porque siempre va a haber alguien que te va a caer con la justicia divina.
-Sos una persona de profundizar en varios aspectos de tu vida. ¿Se puede mostrar sensibilidad en el fútbol?
-Soy de actuar mucho con el corazón. Siempre fui así. Y hoy soy entrenador también porque actué con el corazón. El día que me dieron la noticia de poder dirigir no lo pensé con la cabeza. Lo pensé con el corazón. El hecho de decir hago esto porque siento que tengo que hacerlo. Y quizá si uno lo pensaba decía no, no y no.
-¿El pensar con la cabeza a dónde te hubiese llevado?
-Que me tendría que retirar cuando termine el contrato en Banfield. Que tenía que ir a ver entrenadores, hablar con gente capacitada y que haya tenido experiencia. Pero de ahí a esperar una posibilidad de armar mi cuerpo técnico te puede llevar años. O quizá no te llega nunca la posibilidad para dirigir. Yo lo tomé con el corazón. Quizá otro te dice, no te retiraste jugando. O no te retiraste de la forma que a vos te hubiese gustado. Eso ya es más parte del ego del jugador de fútbol. La realidad es que yo sentí que tenía que hacer esto y lo hice.
-¿Te googleaste alguna vez?
-Síííí...
-¿Y con qué te encontraste?
-Conmigo mismo. Con muchas noticias y situaciones que fui viviendo en mi carrera de futbolista. Nunca tuve problemas. Hace poco justo tuve una charla con una persona de Huracán que me decía que un amigo le advertía que yo nunca tuve problemas con nadie y que a veces había que pelearse. La verdad, hay que pelearse cuando hay que pelearse. Siempre trato de generar amigos.
A veces me preguntaba: ¿por qué tal técnico hacía tal cosa? Ahora lo entiendo desde este lado. Del lado del jugador uno siempre es egoísta y piensa en uno
-¿El personaje te comió la cabeza en algún momento?
-Traté de que no. Fui un jugador que hizo una carrera de 20 años jugando profesionalmente y eso no es fácil. Tampoco fui una superestrella. Fui un jugador normal que hizo una carrera aceptable y que estoy contento con lo que hice. No tengo nada que reprocharme pero tampoco nunca me comí el personaje del jugador de fútbol porque en mi casa me tuvieron con la realidad.
-¿Vos te das cuenta cuando alguien es un crack?
-Creo que me daría cuenta, pero hoy la palabra crack está un poco mal utilizada. Me parece que en el fútbol mundial habrá veinte crack. Los demás son muy buenos jugadores. En Argentina he visto pocos. Agüero, a quien me tocó enfrentarlo ya con 16 años, hacía cosas diferentes. Después Riquelme, Verón, Gallardo, Ortega, D'Alessandro eran distintos. Jugadores que uno veía y decías este loco es un crack. Recuerdo que una vez en Grecia me tocó jugar contra Rivaldo. Y lo marqué durante 70 minutos y no la había tocado. Lo cagué a patadas por todos lados. Y ese día no la tocó. Yo pensé "lo comimos". Pero en un momento agarró la pelota hizo pum pum pum, golazo de derecha. Son esos jugadores que vos decís, ese era crack. No la tocó en todo el partido hasta que tocó una y listo. Pero crack hay pocos.
-Mencionaste a Gallardo como uno de los crack. ¿Es cierto que te escribió para darte la bienvenida a esta nueva profesión?
-El primer día que agarré de entrenador me llegó un mensaje que decía: "Bienvenido colega". Me causó un poco de gracia. Pero un genio que se haya acordado de mí. Siempre le escribo cuando sale campeón, que es bastante seguido. Es un tipo muy humilde, es un entrenador que quiero mucho, lo tuve poco pero me puso muy contento la carrera que hizo porque me parece que él tenía un objetivo y lo logró. Entonces la verdad que es un ejemplo para todos los que arrancamos en esta profesión.
-¿Cómo te llevás con el insulto?
-Me fastidia, el tema es que hoy las redes sociales y la gente abusa de eso. Y obviamente todos tienen posibilidades. Yo tengo Twitter pero lo saqué para no verlo porque no me gusta y el Instagram lo tengo abierto pero cada vez que me llega algo que noto que puede afectarme, lo borro.
-¿Cuánto invadió el celular en el vestuario y las complicaciones que eso trae?
-Hay situaciones en las que uno tiene que ir aceptando también por la época que vive. Porque a mí también me gustarían que los jugadores jueguen a las cartas, que puedan convivir más, que se queden de sobremesa. Me encantaban las sobremesas larguísimas en mi época de jugador. Y hoy los chicos terminan de comer, no todos, pero la gran mayoría se van rápido para la habitación. Tratamos de que el celular lo usen lo normal, pero la realidad es que hay que adaptarse a la época.
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