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Informe especial: ¿por qué el fútbol argentino aún mira de reojo a la psicología?
¿Por qué el fútbol argentino se resiste a incorporar a la psicología como una pata más en su estructura de trabajo? ¿Por qué es la excepción y no la regla que los clubes inviertan en la salud mental de sus jugadores, al fin y al cabo, su bien más preciado? ¿Por qué en otros deportes sí es algo completamente incorporado? ¿Por qué es necesario que ocurra una desgracia, en este caso el suicidio de Santiago "Morro" García, para que estas preguntas vuelvan a aparecer en escena por unos días, con el riesgo de que luego sigan de largo sin que nada cambie?
"El fútbol es reacio porque parecería que a muchos de los que tienen poder no les interesa que el jugador piense. En las divisiones juveniles todos los clubes cuentan con apoyo de los profesionales de la salud. Dentro del fútbol profesional, en la Argentina sólo el 20% cuenta con un psicólogo deportivo dentro del equipo de trabajo. Muchas veces es por ignorancia, por desconocimiento, porque quieren ubicarlos en el lugar de jugador-juguete, de objeto, no de jugador-jugador, de mercantilización, de número, y no quieren que el jugador piense, razone, cuestione, porque puede ser amenazante para el sistema", sentencia Marcelo Roffé, psicólogo que supo trabajar junto al cuerpo técnico argentino en el Mundial Alemania 2006 y con la selección de Colombia en Brasil 2014, y en la actualidad forma parte de un proyecto con las inferiores de Lanús.
De los equipos que disputan la Copa de la Liga Profesional apenas Boca, River, Racing y Godoy Cruz tienen al menos un profesional de la salud mental en el equipo de trabajo, a quien el plantel consulta de manera individual y grupal. Sobre 26 equipos, es una cantidad ínfima. "Esto marca un poco la ignorancia en este deporte, esa tendencia mayor a cuidar el cuerpo y esa tendencia menor a cuidar la mente y las emociones del futbolista. Y a preguntarnos estas cosas cuando suceden las tragedias, y no antes para intentar evitarlas. Falta tomar conciencia", apunta Roffé, que además trabajó con diez equipos del fútbol local.
"De psicología se habla. Se habla de presión, de estrés, de si un equipo se cae o no en lo mental. Se habla mucho, sobre todo en los medios. Lo que ocurre es que no hablan los psicólogos", analiza Iván Tcherkaski, que hasta julio de 2020 trabajó durante cuatro años con el plantel de Boca. Y añade: "Partiendo de la base de que el deporte de alto rendimiento no es saludable, nosotros tenemos que preocuparnos por nuestros chicos. Para que cuando llegan a grandes puedan entender que estar triste no es malo y no hay que ocultarlo. Que es bueno pedir ayuda".
"Partiendo de la base de que el deporte de alto rendimiento no es saludable, la realidad es que nosotros tenemos que preocuparnos por nuestros chicos. Para que cuando llegan a grandes puedan entender que estar triste no es malo y no hay que ocultarlo. Que es bueno pedir ayuda. Que en el deporte que eligieron hay pocas estrellas, pero muchos pueden vivir del fútbol y se tienen que preparar para cuando se termine la carrera. Que entiendan que el éxito y el fracaso son, como dicen en el US Open, ‘los impostores de la misma moneda’. Entender que uno deja el 100 por ciento y llega hasta donde le da el cuero. Y que en el fútbol, además, tiene que existir esa dosis de suerte para que haya un técnico que te mire y te dé la chance. Porque en el camino quedan muchos..."
Liliana Grabin, doctorada en Psicología en la UBA y una pionera en el trabajo con deportistas en general y futbolistas en particular desde hace décadas, no considera que solo sea reacio el fútbol a la psicología, sino que en general sucede en el deporte profesional. Y analiza por qué no termina de abrirse la puerta para el trabajo psicológico: "A pesar de haber creado la Especialidad en 1984 y el Posgrado universitario en la UBA en 1993, es necesario brindar confianza en el mundo del deporte, basado en los conocimientos propios de la psicología del deporte y no devenidos de otras especialidades, por ejemplo, la Clínica. Entender que el Coaching Deportivo es válido para ciertos aportes, pero no constituye lo Psicodeportológico. Y, por último, arraigado en nuestro país, la cultura de lo ‘mágico’ en función de limpiezas y toda la Especialidad basada en los valores éticos. Entonces, la Psicología del Deporte y, por extensión, la Psicología aplicada al Deporte tendrá su inserción académica y científica en Argentina."
El médico psicoanalista y psiquiatra Marcelo Halfon, especialista en vínculos y Deporte, tiene otro punto de vista: "Creo que el fútbol tiene un sesgo un tanto machista. Así como costó incluir el fútbol femenino, me parece que dentro de la misma línea entra lo psi. Asociado a debilidad, falencia, falla y otras equivalencias. Supuestamente, el fútbol se trata de mantenerse fuerte, de poner la pierna, de no bajar los brazos, de no mostrarse vulnerable y todas esas frases hechas. Pero qué diferencia: una persona que se lesiona con frecuencia, está visto como parte de la lógica deportiva. En cambio tener una vulnerabilidad a nivel mental, no. Si te rompés una pierna, o un brazo o el tórax, es algo normal. Si es algo de la cabeza, por metaforizarlo anatómicamente, no. También ocurre que no tiene buena prensa, por ejemplo, la depresión. Y menos aún un conflicto psicológico."
Una luz en el horizonte
Todo indica que hay acciones e intenciones para cambiar este presente. A paso lento, pero firme. "Se está dando de a poco la inclusión del psicólogo en los planteles. El año pasado trabajé con la mayor de Independiente, y si bien soy psicólogo clínico que trabajo con el deporte, la experiencia fue muy buena y los jugadores se pudieron abrir. Pero como me llevó un entrenador, cuando él se fue, nos fuimos todos", aporta Juan Manuel Brindisi, actual psicólogo de las selecciones juveniles de la Asociación Argentina de Fútbol e hijo del exvolante Miguel Ángel.
Y va más allá: "Sería bueno que se institucionalice. Que la propia institución cuente con un profesional, y que cada jugador disponga. Que se puedan hacer sesiones individuales y grupales. Creo que estamos a punto de dar ese paso, porque para hacer una evolución psicológica se necesita tiempo a mediano y largo plazo".
Halfon coincide: "Todas las instituciones, desde la AFA hacia abajo, deberían bajar el mensaje de que se ponga en práctica este trabajo de prevención, asistencia y demás. Y que cada institución lo ponga en práctica. Y si eso no sucede, que lo incorpore cada individuo por las suyas. Lamentablemente, aún no está instalado todo lo vinculado con lo psi. De alguien que trabaje con la cabeza".
En River eso ya ocurre. "No es que el cuerpo técnico de turno tiene un psicólogo, sino que es el club el que cuenta con un servicio de psicología para aquellos que lo necesiten", detalla Pablo Nigro, coordinador del área de psicología de River y presidente de la APDA (Asociación de Psicología del Deporte Argentina). Que al mismo tiempo asegura que ese aparente rechazo del fútbol al trabajo mental es un tema completamente generacional. "Durante un tiempo largo les costó mucho a los que dirigen aceptar un psicólogo dentro de su grupo de trabajo. Porque los psicólogos manejamos una información que no compartimos con nadie, incluido el entrenador. Antes el psicólogo no era algo convencional, como tampoco lo era el entrenador de arqueros. Eso por suerte está cambiando, gracias a que ahora los técnicos también se psicoanalizan, y entonces ya entienden y saben cuál es nuestro rol", comparte.
"La cabeza es algo que se trabaja, requiere de una evaluación para ver como está, por eso el psicólogo deportivo tiene que estar formado en clínica para distinguir cómo está, cómo está su motivación, porque si hay uno que va a jugar desmotivado es más fácil que tenga problemas porque la exigencia excesiva revienta y ya el fútbol es muy exigente físicamente, en su competencia y encima no tenés ganas y tenés que esforzarte así, sin ganas, se produce un efecto negativo por el exceso de la exigencia sin el componente de la pasión que es lo que te hace todo liviano", señala Nelly Giscafré, psicóloga clínica y deportiva, referente en su rol durante la época de Sergio Cachito Vigil en las Leonas y actual Jefa de servicio de psicología del Cenard. Y añade: "Se presiona a alguien cuando se le pide lo que no puede dar. Y para eso el psicólogo debe hablar y asesorar al entrenador acerca de cómo tiene que tratarlo. El psicólogo interviene en la planificación del entrenamiento, porque se entrenan diferentes habilidades, pero también se entrena la confianza y el autoestima, con objetivos claros y con metas apropiadas."
Qué ocurre en otros deportes
El fútbol, sobre todo el argentino, queda más en evidencia cuando se lo compara con otros deportes, en donde la evolución hizo habitual la presencia de profesionales de la salud mental para comprender, acompañar y potenciar la cabeza de las personas que eligieron dedicarse a la alta competencia.
Así como es habitual en el básquet y en el rugby, en el tenis, por caso, la psicología está completamente integrada al día a día de los jugadores, que se enfocan en cada detalle que les permita mejorar su performance dentro del circuito. Y no solo la incorporaron los tenistas top, sino también los que le siguen. Del mundo y de la Argentina. Aunque tiene una ventaja: al ser un deporte individual las decisiones son más sencillas de ponerlas en práctica.
"El tenista o el golfista deciden cuando juegan. En cambio, en el fútbol, como en cualquier otro deporte de equipo, el jugador se prepara para que otra persona decida si juega o no, de acuerdo a cómo se preparó y si al mismo tiempo entra en el estilo de juego que decide poner en práctica ese entrenador. Psicológicamente, eso es durísimo para el deportista de equipo", enfatiza Tcherkaski.
El factor confianza resulta fundamental. Esa muralla es la que aparece como compleja de romper. Giscafré apunta más allá del rol del profesional dentro del equipo: "Es verdad que el psicólogo siempre está a prueba porque se le dice buchón. Está esa desconfianza ante el temor de que le cuente algo al entrenador. También hay mucho prejuicio."
"La realidad es que también es muy difícil para el jugador trabajar con un psicólogo impuesto. No suele haber un abanico de opciones donde la persona pueda elegir. Porque cuando alguien va al psicólogo se abre y le muestra lo que no le muestra a nadie. Y en el alto rendimiento mostrar los miedos, los nervios o las vulnerabilidades parecería que es de débil. Y la realidad es que a veces la debilidad radica en no poder hablarlo ni mostrarlo", considera Tcherkaski. Y agrega: "Muchas veces vas a hablar con el psicólogo porque estás recaliente porque el técnico no te pone, y lo que tiene que entender el jugador es que eso no le va a volver en contra, porque lo que se habla en una sesión, queda ahí. Es un espacio donde no hay juicio. Es un lugar donde se saca afuera todo lo que no gusta para transformarlo en algo positivo."
Giscafré destaca: "Hay una enorme evolución de la psicología del deporte, y nosotros estamos en primer nivel, hacemos trabajo de campo, investigación, supervisamos el trabajo, formamos psicólogos en el deporte. La gente no tiene información, pero por cierto hay una evolución enorme de la psicología del deporte."
Cifras que asombran
Según una encuesta realizada en diciembre pasado por el medio Argentina Dorada a 480 deportistas de alto rendimiento en 69 deportes, concluye que un 20% de los deportistas nacionales sufrieron de depresión en algún momento de su carrera. Además, cuatro de cada diez señalaron sufrir ansiedad, de los cuales el 22% la sufre en la actualidad, y el otro 18% en el pasado. Además, cinco deportistas (el 1%) reconocieron haber intentado suicidarse y 25 (otro 5%) tuvo pensamientos suicidas.
En tanto, la atención psicológica expone que un 25% del total admitió no haber recibido nunca atención psicológica, mientras que sólo el 30% continúa recibiendo atención, mientras que el 45% recibió sólo en el pasado.
A la vez, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) reveló en 2019 que 4 de cada 10 jugadores sufrieron de depresión. Una situación angustiante y de la que no se habla, y ahí apunta Brindisi, quien señala la importancia del acompañamiento profesional durante toda la carrera y más allá de lo deportivo.
"En las áreas juveniles del fútbol está todo bastante evolucionado, donde la gran mayoría de los clubes tienen psicólogos trabajando con los jugadores (tanto en masculino como femenino) muchos clubes también tienen asistentes sociales, desde el lado de la escucha y lo psicoemocional está priorizado en la gran mayoría del área juvenil. Pero, todavía falta esa continuidad de juvenil en el plantel profesional. Una jugadora debuta en primera desde la reserva y pierde esa contención. Lo mismo le pasa a un jugador de 30 años que no tiene un lugar donde ir a hablar. Falta esa continuidad en el trabajo. Falta que el club facilite ese espacio. Va mucho más allá de la fama y el dinero, que muchas veces son un problema y hay que aprender a llevarlo. Pasan del anonimato a encarnar un ideal social, ¿quién está preparado para eso? Se requiere de trabajo, y el punto está en por qué no hay un trabajo en las mayores para la contención, para las problemáticas", describe Brindisi.
"Cuando están en la cresta de la ola son un fenómeno, pero nadie los prepara para entender que lo importante no es el nombre que está en el dorsal sino la persona que lleva la camiseta", destaca Tcherkaski. Y propone: "Sería buenísima la psicología para preparar a un chico para cuando le den el pase libre. Prepararlos para que entiendan que el que eligieron es un camino en el cual no llegan todos. Y utilizar ese aprendizaje para entender que tal vez no llegaste en el fútbol, pero fuiste resiliente, luchaste, llegaste hasta acá. Porque si diste el 100 por ciento en todo el camino, está buenísimo igual. Y esa energía, y esa capacidad de lucha que tenés la podés aplicar a un montón de cosas en la vida, aunque no sea en el fútbol."
Y agrega: "También sería muy sano cambiar los paradigmas. Las cargas y las presiones familiares las tuvieron todos. Desde Maradona hasta el chico que no llegó a primera. Lo que cambió es que el paradigma de hoy es que lo importante es ser millonario, y no vivir del fútbol. Alguien que está peleando el ascenso, puede vivir del fútbol. Pero no se va a salvar de por vida. Como no se va a salvar de por vida un médico, un psicólogo o un periodista. La diferencia es que la gran mayoría trabajamos hasta los 70 años y al futbolista a los 40 se le termina. Por eso, tiene que haber formación. Que los técnicos que forman a los chicos sean más docentes. Que los chicos vayan al colegio, estudien y aprendan a leer, a escribir, a comunicarse y sobre todo, que los que llegan a primera lo hagan con una formación del área mental. Porque no se resuelve teniendo un psicólogo en la Primera. Eso es como alimentar bien a un pibe cuando llega a primera cuando el pibe tiene que llegar bien alimentado y bien preparado físicamente desde mucho antes."
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