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Informe especial: inferiores, una fábrica con carencias marcadas
La presión de padres y representantes, la falta de identificación con referentes y los errores en la formación son algunos de las razones que explican la ausencia de nuevos talentos
La máquina de producir talentos que solía ser la Argentina, en los últimos años, bajó las revoluciones. No abundan los grandes proyectos. Los pocos juveniles que brotan suelen tener una explosión importante, pero luego, en el momento de mantener y confirmar su nivel, la mayoría tropieza. Son cada vez menos los chicos que triunfan aquí, triunfan allá, en Europa, y hoy son número puesto en la selección argentina. El único jugador joven que estuvo cerca del Mundial de Brasil 2014, por ejemplo, fue Erik Lamela . Pero finalmente Alejandro Sabella no lo incluyó en la lista definitiva.
Esta tendencia se hace más notoria en determinados puestos: laterales, tanto por la izquierda como por la derecha, centrales zurdos, volantes centrales de marca y centroatacantes goleadores son algunos de los puestos donde menos chicos surgen, que más solicitan los equipos del fútbol argentino en los mercados de pases y donde se advierte una escasez que llega hasta la selección nacional.
Cambios permanentes en los cuerpos técnicos de primera división –una situación que no se modificó con el torneo largo–, presión de parte de los padres y representantes para que los chicos ocupen determinados puestos, la falta de identificación con referentes en su posición y errores vitales en la formación, como la búsqueda permanente de resultados, son algunas de las razones que los coordinadores del fútbol juvenil encadenan como causas de esta pobreza de nuevos talentos.
Los vaivenes económicos y deportivos de los clubes del fútbol argentino repercuten en todos los ámbitos de las instituciones, inclusive en los menos visibles, como las inferiores. "La carencia de jugadores en determinados puestos, en este caso en la defensa, es un fenómeno que supera los límites del fútbol juvenil", explica Alberto Fanesi, que días atrás volvió a asumir como el estratega de las inferiores de Vélez.
"En la Argentina no hay una identidad futbolística, no existen proyectos a largo plazo y los equipos cambian todo el tiempo de acuerdo al DT de turno. Así, para los formadores, es difícil perseguir una idea en la cual basar los entrenamientos y las enseñanzas. Es clave saber a qué necesitas jugar", agrega el ex entrenador de primera de Vélez y Quilmes, entre otros equipos.
La obsesión por ganar no tiene límites de edad. Según Adrián Domenech, ex coordinador del fútbol amateur de River y Argentinos, la constante búsqueda de resultados muchas veces puede influir negativamente en el proceso de formación de los juveniles. "Un gran problema se genera cuando en las inferiores se prioriza ganar. Si ponés el resultado por encima de la formación, se pierde la posibilidad de captar jugadores en muchas posiciones", comenta el ex jugador del recordado Argentinos de 1985.
"Sin ocupar puestos naturales, de a poco el juvenil va perdiendo su esencia. En inferiores hay equipos que se meten atrás para defenderse y hay muchos otros que juegan con línea de tres para salir a ganarle a un equipo más débil. En este ámbito, eventualmente, los defensores son los más perjudicados. Mi idea siempre fue la de trabajar con esquemas naturales, donde los chicos puedan desarrollar bien todas las posiciones", advierte Domenech.
Jorge Raffo, coordinador deportivo del fútbol juvenil de Boca desde 2011, reclama la falta de un proyecto general a largo plazo que se pacte entre todos los clubes para buscar el bien común de un solo equipo: la selección. "Se muestran falencias en determinados lugares de la cancha, sobre todo en defensa, porque, en general, no se estuvo trabajando bien. Son puestos más complejos, que necesitan entrenarse de manera más específica con cada jugador. El fútbol juvenil argentino debe perseguir un bien común. Mejorar la calidad de los entrenamientos, de la docencia y modernizar los métodos. El gran ejemplo es el fútbol alemán. Hay que pensar un trabajo a largo plazo y con objetivos bien definidos", propone.
Tras varios años de pobres cosechas a nivel internacional y con el Mundial 2006 en el horizonte, que se disputaría en el país teutón, la Federación Alemana de Fútbol, puso en marcha un proyecto para la formación de nuevos talentos, con más de 300 centros de entrenamiento distribuidos por el país. Los clubes se vieron obligados a invertir una parte de sus ingresos en el desarrollo del proyecto. Años después, el plan dio sus frutos y se vio reflejado en la selección nacional. En el Mundial 2010, el plantel alemán fue el segundo más joven de la Copa y contó con seis futbolistas de la selección Sub 21. A mediados de 2014, muchos de esos mismos jugadores tocaron el cielo: conquistaron la Copa del Mundo de Brasil , tras el recordado 1-0 ante la Argentina .
Otro inconveniente se expresa en las pruebas. Los chicos argentinos, por influencia de sus padres o representantes y porque posiblemente no tengan un referente en quien identificarse, prefieren, por ejemplo, no ser defensores. Marcelo Romano, el anterior coordinador juvenil de Vélez, describe lo que suele suceder: "Casi no vienen defensores a probarse, mucho menos laterales. Todos son delanteros. El padre y el representante influyen; le hacen creer a los chicos que al probarse adelante van a tener más posibilidades de trascender y ganar plata". Romano cuenta que los puestos "más difíciles" sólo surgen de las infantiles, de un trabajo a largo plazo. "De grande, nadie quiere jugar de 3 o de 4", señala.
Fanesi destaca que la función de los padres en la formación futbolística de los jóvenes debe reformularse. "El padre muchas veces influye en lo futbolístico, un aspecto donde no debe hacerlo. Claro que tiene un rol fundamental, pero en lo cotidiano, en el cuidado personal, en el apoyo en los momentos difíciles", aclara.
Fabio Radaelli, a punto de sellar su salida como coordinador de Racing ante la inminente llegada de Claudio Ubeda, cree que la ausencia de referentes puede alejar a los juveniles de las posiciones defensivas: "Casi no hay modelos a seguir en esos puestos y tampoco referentes que por ahí había en otras épocas. Hoy, jugas de lateral y es difícil encontrar a alguien a quien mirar, con quien identificarte".
Desde otro punto de vista, Ramón Cabrero , símbolo del semillero de Lanús, asegura que esta sequía de talentos es algo habitual en nuestro fútbol: "La ausencia de buenos laterales es histórica en la Argentina. Nunca nos destacamos por fabricar jugadores en esa posición. Sí fuimos un país que siempre sacó muchos defensores centrales y ahora, también, está costando un poco, pero es temporal".
Es tiempo de una reflexión y de reconocer que algo no se está haciendo bien. Tanto el fútbol argentino, como los propios chicos, lo reclaman.
gl
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