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Independiente no sabe de alegrías. Una vez más falló ante su gente, que entendió el 1-1 con Huracán como otra decepción. El Globo estuvo más cerca y perdió una buena posibilidad de acercarse a la punta de la Liga Profesional de Fútbol frente a un rival que hace tiempo perdió la brújula.
El hincha había llegado al Bochini con razones como para tener el ceño fruncido. Al margen de la pésima posición en la tabla (25ª), el entusiasmo que se vio en el encuentro con River tuvo varios motivos como para apagarse, no tanto por la derrota sobre la hora en ese partido como por lo sucedido en los últimos días.
Compacto de Independiente 1 vs. Huracán 1
Se sabe que Julio César Falcioni nunca despertó grandes amores en el simpatizante del Rojo y algunas de sus decisiones en las últimas horas incrementaron el disgusto. El muy pálido desempeño del equipo contra Lanús encendió la primera chispa, que ganó volumen cuando en la conferencia de prensa el director técnico obvió la escuálida actuación para disparar munición de grueso calibre contra el ex manager Daniel Montenegro y su trabajo en el armado del plantel.
La decisión de dejar en el banco a Tomás Pozzo ante el Globo completó el combo. El caso del juvenil empieza a ser tema de discusión. Postergado durante toda la gestión del Emperador en 2021, la mezcla de habilidad, determinación y rebeldía del pibe suele aportar gotas de creatividad en medio del desierto. Sin embargo, no cuenta con las simpatías del entrenador. El puesto de enganche no entra en los planes de Falcioni, que lo desplazó a una banda frente a River y Lanús, lo eligió como primer cambio en ambos casos y en esta ocasión directamente le quitó la titularidad.
La intensidad habitual en la presión que Diego Dabove imprime a sus conjuntos aumentó en el inicio la sensación de que no sería una noche tranquila para el Rojo. La movilidad de Franco Cristaldo y las dudas de la dupla central generaron inquietud en la defensa local durante el cuarto de hora inicial, incluyendo una peinada del propio número 10 que no alcanzó a conectar Fernando Tobio por la rápida reacción del arquero Milton Álvarez.
Algunos toques de primera de Iván Marcone, el buen trato de pelota de Alan Soñora y las subidas de Alex Vigo emparejaron el dominio, aunque sin molestar al guardián Lucas Chávez. Pero en cuanto se asentó el mediocampo del Globo, el choque volvió a vestirse de blanco. A la media hora se empezó a escuchar el “movete, Rojo, movete”; a los 36 minutos, un derechazo de Cristaldo desde 30 metros sacudió el vértice superior derecho y los silbidos del final de la primera mitad sonorizaron el ambiente.
El zurdazo que Leandro Fernández clavó contra un palo a los 11 de la reanudación fue un bálsamo que duró un suspiro. Lucas Merolla ganó por enésima vez por arriba en el área del local, Santiago Hezze puso la cabeza y dejó todo como estaba, a los 15.
Álvarez le ahogó el grito a Matías Cóccaro a los 19 y desde entonces Huracán pareció más sólido, dentro de la pobreza general. No tuvo el empuje necesario para noquear a un adversario tambaleante y debió conformarse con el empate. El Rojo se fue entre insultos, una vez más, y ya nadie parece a salvo del “que se vayan todos” de la despedida.