Independiente sonrió frente a Estudiantes con una ráfaga de goles y el debut de Marcone, pero igual tiene razones para preocuparse

Con una ráfaga impensable de eficacia, algunos chispazos de buen juego y una buena dosis de angustia, Independiente se sacudió un poco la mufa. El 2-1 que dejó sin invicto a Estudiantes asegura una semana de cierta calma, en medio de la incertidumbre que rodea al Rojo.

En estos tiempos de bolsillos flacos, el hincha de Independiente vive de sobresalto en sobresalto, y una vez sí y la siguiente también, sufre los partidos a dos bandas. Por un lado, porque su equipo tiene la inestabilidad como característica principal. Por el otro, porque la mayoría de las noticias relacionadas con todo aquello que circunda la cancha lo llenan de preocupaciones.

Esta vez, e incluso antes del silbato inicial del árbitro, la alegría y la ilusión de ver vestido con la casaca roja a un ocupante habitual de la grada como Iván Marcone -lo recibió una ovación cuando entró a los 28 del segundo tiempo- se vio ensombrecida por un nuevo dolor de cabeza, originado en la continuidad o no del actual cuerpo técnico que lidera Eduardo Domínguez.

La marcha prematura del entrenador que un año atrás festejaba un título de campeón con Colón es, hoy, una posibilidad latente, y más que a los resultados de cada semana, su continuidad parece estar ligada a lo que ocurra en el mercado de pases. Cuando acabó la Copa de la Liga Profesional, Domínguez les hizo saber a los dirigentes que, a su criterio, para crecer el equipo necesita cuatro o cinco refuerzos, y desde el alto mando del club les aseguraron -a él y a Daniel Montenegro, asesor deportivo y máximo valedor del técnico- que habría nuevas caras en el plantel.

Lo mejor del partido

La realidad es que, hasta ahora, Marcone es la única incorporación, y Domínguez ya planteó que esperaría el cierre de esta ventana de transferencias para tomar una decisión sobre su futuro. ¿Por qué podrían acortarse los plazos? La respuesta tiene nombre y apellido: Rodrigo Aliendro.

El entrenador del Rojo considera imprescindible al volante que brilló bajo su mando en Colón y se ocupó personalmente de convencerlo de su arribo a Avellaneda una vez que acabe su contrato con el Sabalero el 30 de este mes. La operación habría quedado cerrada hace más de dos semanas, solo a la espera del pago de un adelanto que alejase cualquier duda. Pero pasaron los días, el adelanto no apareció y las próximas 24 horas se antojan cruciales para inclinar una balanza que se complicó mucho este lunes, cuando River apareció en escena como competidor directo para quedarse con el jugador.

En el entorno de Hugo Moyano afirman que este martes se efectuará el pago, pero como el pasado reciente condena a los directivos del Rojo, los hinchas no se fían y no descartan un adiós repentino de Domínguez -a quien muy posiblemente acompañaría Montenegro- si Aliendro termina cambiando Avellaneda por Núñez.

Lo que se ve sobre el césped, mientras tanto, continúa su constante vaivén, incluso dentro de un mismo partido. Había mejorado el Rojo la imagen respecto a la pobreza mostrada ante Argentinos Juniors, pero su juego no tenía continuidad y un conjunto mucho más seguro de sí mismo como Estudiantes le iba encontrando los puntos débiles hasta obligar a un par de tapadas salvadoras de Sebastián Sosa.

Nada parecía cambiar a la vuelta del vestuario, la pelota era del Pincha, pero de pronto llegó una ráfaga impensada que alteró el partido. La sociedad Alex Vigo-Leandro Fernández, que había mostrado destellos interesantes por derecha, armó una combinación perfecta a los 6 y el centro del lateral encontró el cabezazo perfecto de Leandro Benegas para el 1 a 0.

La ventaja encendió a Independiente, y dos minutos después, la pelota viajó de derecha a izquierda; envió el centro González, Fabián Noguera lo bajó a Noguera y Fernández transformó el penal en el 2-0. Incluso pudo marcar el tercero Benegas a los 14, pero se topó con Mariano Andújar.

Acusó el doble impacto Estudiantes, que estuvo un buen rato al borde del nocaut hasta que la inestabilidad del Rojo volvió a meterlo en el partido. Perdió la espalda Vigo, dudó Sosa, dejó el arco sin custodia y Leonardo Godoy cabeceó al 2-1.

El final fue con la angustia que suele generar el Pincha cuando llena de centros el área rival. Pero esta vez aguantó bien por arriba la defensa, e Independiente pudo ensanchar la sonrisa y mirar el futuro cercano con algo más de optimismo..

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