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Independiente se aprovechó de las rotaciones de Boca para volver a posicionarse en la zona de copas
Con River acariciando el título, el clásico entre Independiente y Boca tenía un condimento imperdible: la tabla acumulada. Esa que el Xeneize debía cuidar y en la que el Rojo tenía que sumar para seguir aspirando a la Copa Libertadores 2022. Sebastián Battaglia puso la cabeza en la final de la Copa Argentina muy temprano: muchos cambios confundieron a su equipo, que retrocedió a la palidez y hasta enloqueció a su capitán, Izquierdoz. El Rojo ganó por la mínima y ahora Boca puede volver a sufrir con la clasificación.
Claro que los puntos que uno u otro consiguieran en el estadio Libertadores de América se verían reflejados en una tabla de posiciones del Torneo 2021 que sólo les importa para que la imagen semestral termine de la mejor manera, mirando muy de abajo a un River que parece tener las manos en el trofeo. Independiente y Boca tenían la vista en la otra tabla, la acumulada, que determina qué tres equipos se clasifican para la Copa Libertadores 2022. En ese sentido, pocos entienden cómo Sebastián Battaglia decidió hacer un recambio XL en la formación xeneize, con siete cambios ante un rival “directo” al que podía dejar sin aspiraciones al respecto y, sobre todo, luego de haber puesto a un equipo inédito ante Sarmiento el fin de semana pasado que le dio tranquilidad (triunfo 2-0) de cara a la final de la Copa Argentina.
El Rojo, en tanto, precisaba vencer a Boca por varios motivos: Julio César Falcioni necesitaba respaldo futbolístico para intentar seguir siendo el técnico después de diciembre, aunque los resultados en las elecciones presidenciales del club, el 19 de ese mes, dictarán sentencia.
Mientas el experimentado entrenador optó sólo por reemplazar a Lucas Romero con Carlos Benavídez, con respecto a la formación inicial de la derrota ante Central Córdoba (1-0), el hombre que dirige al elenco azul y oro hace 18 encuentros parecía haber encontrado nombres que le hacían bien a su equipo, pero prefirió ir por el camino del recambio y la precaución de lesiones, con la cabeza más en Santiago del Estero (sede de la final de la Copa Argentina, el 8 de diciembre) que en arrimarse a la clasificación internacional tan deseada.
Encima, ante un rival que se iba a tomar el duelo como una final. Por ser un clásico, pero también porque era la oportunidad de acortar distancia en la tabla que más les importa a ambos: si el victorioso era el visitante, Independiente estaba prácticamente afuera de toda pelea por clasificar al certamen subcontinental.
En ese contexto, Boca parecía el de la crisis e Independiente, el de la mejoría. A veces, las cosas se manejan a la inversa de lo aconsejable. Y así fue cómo Falcioni dio en la tecla: a los 19 minutos, el local no se quedó trabado mentalmente en la jugada previa que bien pudo ser señalada como penal por la mano de Izquierdoz (Echavarría la vio, pero no señaló intencionalidad) y el consecuente córner derivó en una segunda jugada protagonizada por el centro de Velasco y el cabezazo al ángulo de Benavídez. Si Avellaneda ya deliraba con el tamaño del encuentro, el gol desató un hervidero rojo.
Al Boca que planeó Battaglia le costaron los 90 minutos. Es verdad, también mereció irse al entretiempo con, al menos, un gol en el marcador. Sebastián Sosa fue salvador de remates de Varela, Salvio y Pavón, pero también contó con la fortuna de tener a Bustos en la línea a los 40 minutos para sacar otra situación de Pavón.
No obstante, a la renovada formación le costó acomodarse al picante enfrentamiento. Existieron desencuentros y reproches entre compañeros. Y es lógico cuando no se afirman los nombres y se va variando para conformar a todos o ver si los “nuevos” comprometen otras titularidades. A recordar: Battaglia no repitió equipo desde que asumió y 13 días son los que lo separan de una final nacional importante.
Battaglia parece querer ponerse él mismo en el centro de las sospechas acerca de si el Consejo de Fútbol, liderado por Juan Román Riquelme, quiere extenderle el contrato que tiene hasta diciembre. Acaso fue eso lo que lo impulsó a dar una conferencia de prensa insólita, en solitario, para intentar desmentir las versiones de dudas, algo que no logró con su pobre discurso. Tampoco convenció anoche: el equipo retrocedió.
Es cierto: Independiente no hizo demasiado para justificar la ventaja, pero entendió siempre por dónde iba la cosa: primero, poniendo el pie más fuerte que los de azul y oro; luego, sacando a relucir el estilo Falcioni: ordenarse atrás y sacarle jugo a los espacios.
Boca estuvo más activo que otras veces en un partido caliente, pero el segundo tiempo fue un reflejo del desconcierto: el Rojo se sintió cómodo porque Boca jamás lo inquietó. Ni con los ingresos de Vázquez (Briasco expuso que no es nada parecido a un ‘9′), Cardona, Villa, Ramírez y Fabra. El DT quiso remendar, pero fue tarde.
Festejó Independiente. También Falcioni, en una noche que le dio aire y lo puso a cuatro puntos de Boca, que vuelve a arrastrar sus dudas. Simplemente, porque parece que le agrada vivir así.
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