Independiente - Guabirá, por la Copa Sudamericana: sin brillo, el Rojo le ganó al equipo boliviano y se metió en los octavos de final

Independiente cumplió con el objetivo señalado, pero no pudo evitar el sabor a poco. Derrotó 1-0 al Guabirá boliviano, con un gol de rebote cerca del final, y se metió en los octavos de final de la Copa Sudamericana. Sin embargo, su juego fue insulso, sin la chispa ni la imaginación que se podía imaginar teniendo en cuenta que enfrente estaba el peor equipo de la competición.

Víctor Andrada, el argentino que dirige al Guabirá, decidió ponerle sobre la mesa a Falcioni las mismas armas que el técnico Rojo utilizó durante sus primeros meses en Avellaneda: una defensa con cinco componentes plantados apenas un par de pasos delante de su área, y otros tres mediocampistas atentos para retrasarse y ocupar los pasillos que pudieran quedar libres.

El gol de Silvio Romero para Independiente

La táctica le permitió al conjunto boliviano ser mucho menos permeable de lo que había sido en el encuentro de ida que abrió el grupo. Es verdad que el arco de enfrente le quedó a años luz de distancia, pero sin duda no era esa su preocupación después de las goleadas sufridas en Brasil y Uruguay (5-0 y 4-0, respectivamente).

De esa manera, a Independiente le correspondieron todas las obligaciones. Sin la presión que significa el hecho de tener que ganar para obtener la clasificación (le bastaba con el empate), el Rojo se encontró con la pelota y tres cuartas partes del campo a su disposición desde el primer minuto, y debió afrontar el desafío de utilizar ambas cosas con criterio. El resultado final es que lo logró solo en parte.

No se le puede discutir al equipo de Falcioni ni la intención ni la paciencia. Quiso siempre progresar por abajo, asociando jugadores como método de eliminar obstáculos en el camino a los dominios de Mustafá, y en muchos pasajes lo hizo con movimientos interesantes. Cambió varias veces de posición Velasco, se tiró permanentemente atrás Silvio Romero para descubrir algún espacio vacío a espaldas de los volantes rivales, se alternaron por derecha Bustos, Asís y Palacios para tratar de ganar por superioridad numérica. Pero nada de esto se tradujo en ocasiones claras ante el arco visitante.

Las anotaciones de los primeros 45 apenas registran un buen anticipo de Mustafá ante Palacios tras un excelente pase picado de Bustos a los 17, y tres acciones destacadas de Lucas Romero: un pase recto que su tocayo Silvio no controló bien cuando estaba sin marca en el área a los 36; un balón robado que acabó en pase atrás y remate elevado de Asís a los 41 y un disparo lejano que Mustafá desvió al córner en tiempo de descuento.

Le faltó lustre al juego de ataque del Rojo, una mala noticia pensando en la semifinal del lunes frente a Colón. Apagada la gambeta de Velasco, inconstantes Blanco y Palacios, inofensivo Ortega en sus trepadas por izquierda y sin cambio de velocidad en los metros finales, Guabirá se sintió cómodo en su cueva. Firmes por arriba los centrales, generosos todos en el esfuerzo para tapar huecos y poner siempre una pierna para interrumpir el circuito local.

El partido pedía a gritos algo que cambiara el ritmo, y Falcioni decidió la entrada de Roa a los 60. El colombiano alteró la dinámica de la ofensiva local. Su ingreso desplazó a Blanco a la banda derecha y lo devolvió al juego. Una gran pared entre ambos culminó con un centro bajo que Asís remató apretado por un defensor a los 64 y la pelota acabó picando en el travesaño.

Hubo un par de frentazos sin dirección y un nivel de insistencia cada vez mayor hasta que a los 82 llegó el gol de la calma. Córner de Roa, un cabezazo algo pifiado de Asís, otro de Silvio Romero, dio rebote Mustafá y el propio Romero se llevó por delante la pelota para marcar el 1-0 definitivo.

Todavía quedó tiempo para que Sosa cometiera un penal por puro apresuramiento, para salir otra vez indemne del lance, ya que el remate de Álvarez acarició el palo derecho y se fue afuera.

El penal que desvió Guabirá sobre el final del partido

Independiente cumplió el trámite sin cautivar, sin que le sobrara nada. Está en octavos de final y el lunes lo espera Colón para soñar con el primer título local desde 2002. Parece imposible pedirle mucho más en los tiempos que corren.

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