Con goles de Martín Benítez, Independiente venció a Atlético Rafaela y sumó su tercera victoria seguida

El chico de la tapa es Martín Benítez. Apareció como una joya en los tiempos de Ramón Díaz, en 2011. Un par de goles le valieron el mote de revelación, pero después se perdió entre los vaivenes de la juventud y comparaciones exageradas en busca de un salvador. Nunca pudo adaptarse entre idas y venidas, entre las formaciones de primera y las duras horas de la reserva. Ni qué decir cuando la vida lo golpeó en el mentón y se vio envuelto en un caso demasiado complicado con su compañero Alexis Zárate. En medio de la confusión, Benítez fue citado como testigo de una presunta violación en marzo de 2014. Su carrera en el fútbol parecía terminada, pero el delantero se valió de su entusiasmo y salió adelante. Empezó a ganar terreno con Jorge Almirón y hoy, en medio del recambio que propone Pellegrino, aparece como una de las piezas más desequilibrantes. Anoche hizo los dos goles en la victoria ante Atlético de Rafaela y repitió la tarea que había tenido en el 3-1 con Olimpo. Benítez creyó que podía. Hoy demuestra que puede.

Fue un día de presentaciones en Independiente, que superados los inconvenientes económicos y los embargos pudo alinear a tres de los refuerzos: Pellerano, en la defensa; Ortiz, en el medio campo, y Vera, en la delantera, que tuvo dos mano a mano en los que acertó el arquero De Giorgi. A los Rojos aún les falta un juego más sincronizado, pero las tres victorias consecutivas refuerzan la confianza y les abre un nuevo camino en el campeonato.

Los estados de ánimo quedaron expuestos de entrada, nomás, con un equipo que viene en alza, como Independiente, y otro que cae en picada, como Atlético de Rafaela. No hizo falta más que un par de movimientos correctos para que los Rojos se pusieran en ventaja con la sorpresiva aparición de Martín Benítez, que al final de cuentas redondearía una tarea sobresaliente. La rápida apertura modificó el panorama de ambos. Lo más complicado fue para los santafecinos, que debieron pasar de una posición especulativa a otra mucho más arriesgada, pese a sus limitaciones y a las piernas pesadas.

Más allá de la diferencia de kilates, el desarrollo tuvo demasiados altibajos. Independiente fue más profundo y tuvo más recursos a mano. Rafaela, con el humor por el piso en una mala campaña, apenas si reaccionó a partir de la categoría de Bastía. Fue demasiado poco como para causarle sobresaltos al conjunto de Avellaneda, que tuvo en la ubicación de Méndez y en la movilidad de Benítez a las piezas más destacadas.

La tendencia del partido pocas veces se modificó. Independiente mantuvo la posesión ofensiva casi todo el tiempo, pero le costó encontrar los espacios frente a un adversario que, pese a la desventaja, se defendió con fiereza. Rafaela no tuvo salida por los costados con Serrano ni con el Malevo Ferreyra, insultado por su mal paso por Independiente. A Marino también le costó entrar en ritmo.

Independiente siempre fue más peligroso y Benítez confirmó su gran momento con una aparición por la izquierda. Pudo haber tirado el centro para Vera, pero enganchó y definió al palo más lejano de De Giorgi. Rafaela pudo haber acortado la distancia, pero el árbitro Echenique anuló mal un gol de Andrada, que no estaba en posición adelantada. La fortuna no estuvo del lado del conjunto dirigido por Astrada.

El vencedor pudo haber ampliado la ventaja varias veces, pero le faltó el último toque. Igual, lo principal estaba hecho. Para el presente y, sobre todo, para el futuro.

Los goles de Benítez

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