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Hugo Sánchez cuenta por qué no quiere a los técnicos argentinos en su selección y defiende la decisión de Messi: “Ahora tiene que darse el gusto a sí mismo”
En una charla con LA NACION, el mejor futbolista de la historia de México, fiel a su estilo, no se guarda nada
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En su gloriosa etapa en Real Madrid, Hugo Sánchez, de 64 años, solía llevar un stock de sus propias estampas para firmarlas a todo aquel que le solicitara un autógrafo. Ricardo La Volpe, quizá su mayor antagonista durante su vida deportiva, le adjudicó “demasiado ego”, mientras que un amigo como Oscar Ruggeri lo describió como alguien con una “personalidad difícil”. Jorge Valdano, otro de sus compañeros en Real Madrid, dijo hace algunos años que Sánchez tenía a “la vanidad como su motor”.
Sin esas características, que podrían ser leídas a la vez como defectos o virtudes, tal vez Sánchez no se hubiese convertido en la leyenda del fútbol internacional que es cuando, desde su retiro hasta estos días, se suele explicar que las sucesivas frustraciones mundialistas de la selección mexicana se dan porque no hay suficientes futbolistas de ese país compitiendo en Europa. ¿Pero cómo logró brillar en un fútbol europeo que no admitía tantos extranjeros como en la actualidad? Cuenta que ese niño criado en la Colonia Jardín Balbuena, muy cerca del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, buscó ser consecuente con lo que presumía su padre, Héctor Sánchez: que iba a ser el mejor futbolista de la historia de México.
Y lo consiguió agregándole garra y determinación a su talento natural, ya que estando en las “fuerzas básicas” [las divisiones inferiores] de Pumas de la UNAM fue convocado con 14 años a la selección preolímpica. En 1976 debutó en el equipo profesional de Pumas y en 1977 logró el primer título de liga en la historia de esa institución. En 1981 lo contrató Atlético de Madrid, donde sufrió todo tipo de críticas y hostilidades hasta que en 1985 fue transferido a Real Madrid, no sin antes ganar una Copa del Rey con el Colchonero. Ya en el Merengue, y rodeado por la famosa Quinta del Buitre, se convirtió en leyenda, con las cinco ligas consecutivas, sus goles de chilena, sus cuatro pichichis y una Bota de Oro compartida con el búlgaro Hristo Stoichkov. Todo esto lo cuenta el propio exdelantero en Bios, la serie documental que se estrenará por Star+ este viernes 23. Y lo comparte en esta charla exclusiva con LA NACION.
-¿Cómo resumiría usted su vida?
-El resumir una vida en una hora y treinta y cinco minutos, pues, tú estarás de acuerdo conmigo que es muy difícil. Es contar muchas cosas que tuve la oportunidad de vivir desde niño, en la escuela y en la calle y luego jugar en la selección preolímpica y en la profesional. También contar lo que fui como hijo, como hermano. Son muchas cosas que se hace difícil alcanzar a tocar o desglosar en tan poco tiempo, pero lo que me agrada es que se conoce algo diferente de lo que ya se me conoce como futbolista profesional o como director técnico. Y obviamente están mi familia cercana y amigos cercanos, que me conocen como soy, tanto como persona como profesional.
-Un poco podríamos decir que la Argentina lo marcó en su carrera, ya que aquí por ejemplo jugó su primer mundial. Si bien a México no le fue bien en ese torneo, usted fue uno de los jugadores que se repuso a ese último puesto y luego brilló como futbolista ¿qué significó ese Argentina 78 para usted?
-Fijate, para mi ese primer Mundial fue el logro más importante que hasta ese momento había conseguido. El que hayamos quedado en último lugar en ese Mundial, a mí no me afectó ni me perjudicó porque para mí el éxito ya había sido ser convocado, porque yo anteriormente era amateur y quise imitar a referentes míos, y uno de ellos era mi hermano Horacio, que estuvo en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. Y yo quería ir a unos Juegos Olímpicos. Por eso seguí esa estela para ir a los Juegos de 1976 en Montreal, al que fuimos mi hermana Herlinda como gimnasta y yo como futbolista.
El hecho de ya estar en unos Juegos Olímpicos y seguir en esa escalera deportiva para mí era tener un camino de vida que me marcaba los valores de mis padres, en cuanto al deporte y la educación. Entonces fui escalando y luego llegó el Mundial del 78, y estar en esa lista y ser el jugador más joven del Mundial de Argentina me trae un recuerdo muy bonito, no de resultados en equipo en cuanto a México, porque perdimos los tres partidos y quedamos en último lugar, sino que para mí fue un éxito individual por la formación mía como profesional. Estuve luego varios años en mi país ganando títulos con Pumas, donde tuve la oportunidad de ganar dos campeonatos y ser el máximo goleador. Y todo eso me sirvió para ir en el 81 al fútbol europeo, del cual se habían fijado en mí equipos importantes como el Arsenal y el Atlético de Madrid.
-Justo en Atlético de Madrid usted se sobrepuso a una situación muy brava, con muchas críticas y discriminación, para luego llegar a Real Madrid para convertirse en leyenda. Hace unos años Jorge Valdano, compañero suyo en esa etapa, dijo que el motor de Hugo Sánchez era la vanidad. ¿Usted lo tomó como un elogio o como una crítica?
-No, fíjate que tengo una muy buena amistad con Jorge y todo lo que él diga, aparte de ser inteligente y buen amigo, habla de una manera muy franca. Y a mí me gusta la gente auténtica y yo quiero ser auténtico, aunque cada uno tiene una personalidad distinta. Yo tenía una misión en la vida que fue lo que me la prometí a mí mismo y a mi padre, que presumió ante sus amigos que yo iba a ser el mejor jugador de la historia de México. Entonces a mí se me quedó muy grabado eso y desde niño lo comencé a hacer. Y para alcanzar ser uno de los mejores jugadores del mundo tenía que conseguir metas, objetivos y cuidarme en la educación, en la cultura, en lo físico, en los alimentos y en lo mental, con psicólogos, etc. Me preocupé y me preparé mucho para evitar lesiones, por eso recurrí también a fisioterapeutas. En esos años era muy difícil verlo, pero como yo era muy profesional solo tenía compañeros en los equipos, no tenía amigos, porque yo iba a lo mío, centrado en lo que quería conseguir y lograr, y tal vez eso me mostraba con una personalidad un tanto especial o diferente.
Su legendario gol de chilena con Real Madrid en 1988
La brillante etapa de Hugo Sánchez en Madrid coincidió con la época dorada de Diego Maradona en Napoli. De hecho por los dieciseisavos de final de la Liga de Campeones 87-88, los merengues eliminaron, con el mexicano en cancha, al equipo del mejor jugador del mundo en el mismísimo San Paolo. Hugol, más allá de su gran amor y pertenencia a la selección mexicana y a los Pumas, siempre fue y será una referencia inevitable de Real Madrid, un club del que cuesta mucho alejarse. A él le tocó irse en 1992 por problemas ligamentarios en una de sus rodillas y por desencuentros con el entrenador neerlandés Leo Beenhakker que aceleraron su salida.
-Luego de todo lo que ganó en Real Madrid, no le tocó irse de la mejor manera, como le pasó quizás a Cristiano Ronaldo y a otras grandes estrellas, tal vez siendo la de Karim Benzema una de las salidas más apacibles. ¿Es muy difícil irse bien del Real Madrid?
-Estoy de acuerdo. Es difícil irse porque los tiempos van cambiando. Las maneras, las formas, los estilos, los contratos, todo va cambiando. Antes se firmaban contratos de cinco, seis, siete años y ahora cada vez hay más competencia y se firman de tres o cuatro años, según las circunstancias, pero cuando ya pasaste de los cinco años y ya estás dejando una historia, y obviamente la edad te va pasando factura. Ahora al Real Madrid le ha salido bien dejar ir a jugadores en una edad en la cual aún no se están retirando, pero cuando estás dentro es muy difícil irte, al menos que tengas ya otros planes o cuando ya vas notando el mensaje.
A varios de los jugadores que pasamos por Real Madrid se nos empezó a bajar el mensaje como “ya estás dando los últimos toques al balón en el equipo”. Entonces uno se va antes de que lo echen. Y después hay otros con los que ya hay un diálogo con antelación para el día de su salida. A mí me gustó lo de Benzema, porque ha habido un diálogo muy cercano con el presidente, porque era uno de sus consentidos, por llamarle de alguna manera. Y sería maravilloso que todos los jugadores pudieran marcharse de la forma que lo hizo Benzema, con la comprensión y el apoyo del presidente y en ese caso de la entidad, protegiendo su marcha, no como otros que lamentablemente han salido de una manera no agradable.
-¿Le sorprendió el anuncio de Messi que va a jugar en los Estados Unidos, lo que muchos consideran como una etapa de retirada del fútbol?
-Pues sí, me sorprendió porque había propuestas muy interesantes, muy atractivas, pero ya a estas alturas, y me imagino que así lo habrá pensado él, cuando ya ha conseguido todos los objetivos que se había propuesto, le faltaba ganar un Mundial y ya lo ganó, Pichichi también lo fue, títulos y Balones de Oro los tiene y en varios años, prácticamente puede hacer lo que se le hinche la gana. Lionel es un privilegiado y ahora tiene que darse el gusto a sí mismo. Lo hacemos todos, yo también hice lo mismo. Cuando salí del Real Madrid ya empecé a dar caprichos de poder estar en equipos de diferentes países. Yo por ejemplo me fui a Austria y después me fui a Estados Unidos, a Dallas Burn, y luego me retiré en Celaya con Michel y Emilio Butragueño. Por eso, ya estando en su recta final, Messi tiene la licencia de él mismo para irse a donde quiera y darse un gusto para él, su familia y sus seres queridos, así que le deseo una vibra positiva esté donde esté, y si es en Estados Unidos, lo tendremos más cerca los mexicanos.
Su relación con Argentina tiene más capítulos, ya que enfrentó a la Albiceleste como jugador en la final de la Copa América Ecuador 1993, la de los dos golazos de Gabriel Batistuta, y como entrenador en las semifinales de la Copa América 2007, la noche en que Leo Messi le convirtió aquel fabuloso gol de emboquillada a Oswaldo Sánchez. Pero la Argentina también reabrió una herida en el fútbol mexicano con la victoria en Lusail que dejó al Tri de Gerardo Martino, un argentino, prácticamente eliminado del último mundial. Hugo siempre fue un férreo defensor de la idea de que cada selección debe ser dirigida por un entrenador oriundo de su país, aunque aclara que eso nunca implicó una aversión con los técnicos foráneos.
-Por su experiencia como jugador y entrenador de la selección mexicana debo preguntarle por la relación entre México y los entrenadores argentinos que no termina de ser buena, pero su país los sigue contratando para la selección. Pasó con Ricardo La Volpe, luego con Gerardo Martino y hace poco con Diego Cocca, que acaba de ser despedido ¿Por qué reinciden con los entrenadores argentinos?
-Bueno, creo que son casualidades, y digo que son casualidades porque soy una persona que tiene ideas muy claras y sé qué es lo mejor para mi país. He sido tajante en que me gusta que los directores técnicos de la selección mexicana sean mexicanos. Hemos tenido de otras nacionalidades, como argentinos, colombianos, yugoslavos como Bora Milutinovic. Hay cierto aprecio y afecto a gente que ha pasado por México, pero no es la nacionalidad, no es eso, simplemente que a mí me gusta tener referencias y las referencias las he tenido con los españoles, los alemanes, los brasileños, los argentinos. Por eso ahora me ha sorprendido que Brasil esté pensando en contratar a Carlo Ancelotti y a mí eso me brinca, porque yo nunca había pensado que tanto Brasil como Argentina podían aceptar a un técnico que no sea de su nacionalidad. Y a mí eso me gusta, que las selecciones grandes siempre han conservado gente propia, nativa de allí. Una selección es tan valiosa y tan importante que como mexicano quiero parecerme a esas potencias. Para mi sería una desilusión, no porque Ancelotti no sea buen técnico, que quede claro que no es eso. Pero siempre he pensado que hay países que han desarrollado un fútbol tan importante y con tanta ejemplaridad, que por eso me resultaría muy difícil de aceptar que Brasil tuviera un técnico que no fuera brasileño.
El trailer de Bios: Hugo Sánchez, por Star+
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