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Hugo Campagnaro: el defensor que jugó hasta los 40 años, fue ídolo en Napoli y era desconocido cuando Sabella lo llevó al Mundial 2014
Llegó al seleccionado argentino a los 31 años, siendo mucho más conocido por los tifosi del calcio que por los hinchas de nuestro país, de donde se había ido con 22, tras jugar para Deportivo Morón en el ascenso. ¿Quién es Hugo Armando Campagnaro se preguntaban muchos en 2012 sobre el defensor que Alejando Sabella incluyó en el plantel del Mundial 2014? La inquietud podía ser respondida con fundamento en Nápoles, donde el cordobés de Coronel Baigorria fue tan reconocido que le pintaron un cuadro y le organizaron una despedida en una pizzería antes de que se fuera a Inter.
A los 40 años, con más de 400 partidos en Italia desde 2002 (Piacenza, Sampdoria, Napoli, Inter y Pescara), Campagnaro cerró la etapa de futbolista, oficio que ejerció con un alto sentido profesional y de la responsabilidad. Un jugador de carrera. No solo colgó los botines, sino que cree que también se acaba el tiempo de sentarse a tipear respuestas. Campagnaro no atiende el teléfono ni enciende el Zoom para esta entrevista. Como ocurrió cuando aceptó un pedido de LA NACION en 2008, prefiere que le hagan llegar las preguntas por mail y responder por la misma vía.
"Me siento más cómodo de esa manera; no soy muy amigo de las entrevistas. Y además acá en Italia solo hablamos con la prensa cuando nos envía el club para hacerlo con alguna cadena de radio o TV, cuando se juegan los partidos. Siempre el club determina quién va a hablar con la stampa. Y por ahí te puede pasar que durante varios meses no hablás porque los clubes deciden enviar a otros compañeros. Y cuando se trata de prensa gráfica, prefiero tener más tiempo para analizar las preguntas y también las respuestas. Una vez, estando en Nápoles, me propusieron una nota con la Gazzetta dello Sport y elegí el mismo sistema. Además, al hacerlo así lo puedo desarrollar cuando tengo tiempo libre y de esa manera me puedo concentrar mejor. Es un hábito que tengo desde hace muchos años. Igualmente, ahora que me retiré ya no creo que me propongan notas", escribió Campagnaro, que también se explayó a fondo sobre el cuestionario.
Sólo se excusó de responder sobre el accidente automovilístico de 2011, sobre la ruta 36, entre Baigorria y Espinillo, en el que fallecieron tres personas: un amigo que iba en la camioneta que conducía Campagnaro -solo sufrió heridas leves- y los dos ocupantes del otro vehículo.
[R] Grazie #Hugo. Grazie per tutto quello che hai fatto, dentro e fuori il rettangolo di gioco [R]Esempio per tutti [R]#HugoCampagnaro#Campagnaro [R][R] pic.twitter.com/wyWqLRMXgU&— Pescara Calcio (@PescaraCalcio) August 17, 2020
–Tu último partido con Pescara fue un repechaje contra Perugia para salvarse del descenso a tercera división que se definió por penales. Más que el físico y las piernas, supongo que lo que más pusiste a prueba fueron el corazón y el sistema nervioso.
–De todo un poco. Fue un año muy complicado para todos. Nunca hubiéramos imaginado que debiéramos ir a un repechaje para conservar la categoría. Yo había jugado un solo partido este año, contra el Benevento, y después las lesiones me castigaron bastante. No pude ayudar a mi equipo desde adentro, como me hubiera gustado. Además terminamos en el repechaje de manera insólita, por un gol que nos hacen en el último minuto contra el Chievo. Me preparé de la mejor manera, sabía que iban a ser mis últimos partidos, y traté de estar a la altura. En la ida jugué hasta el final. Y en la revancha, que para colmo tuvimos que ir a alargue, aguanté casi 115 minutos y tuve que salir. Y ahí sí que tuve que poner a prueba mi corazón porque se definió por penales, con toda la carga emotiva que eso conlleva. Por suerte nuestro arquero se lució atajando dos y nuestros ejecutantes no desaprovecharon la chance. Hubiera sido una amargura terminar mi carrera con un descenso. Afortunadamente conservamos la categoría, que era lo que el club y la ciudad se merecían.
–¿Vas a seguir vinculado al fútbol? ¿Director técnico, alguna otra función?
–Todo es muy reciente y estoy analizando los pasos a seguir. En principio estoy haciendo el curso de entrenador de juveniles. Hay una posibilidad de trabajar con una categoría de Pescara, pero aún no lo terminé de definir con el club. Quiero estar bien convencido de que es eso lo que pretendo. Por ahora estoy tranquilo, de vacaciones, disfrutando de un descanso con la familia porque la verdad que este 2020 fue bastante complejo, en todos los órdenes.
–¿Qué es lo bueno de vivir en Pescara?
–En Pescara estamos viviendo ya hace cinco años, junto a mi familia, y la verdad que nos sentimos muy a gusto, muy cómodos. Mi esposa ya encontró donde desarrollar sus actividades, mis hijos están cómodos en la escuela y en sus prácticas deportivas, y a mí me gusta vivir en una ciudad que no sea tan alocada como son las grandes urbes. El clima es muy agradable, tenemos el mar muy cerca de casa, nos hemos adaptado muy bien y la idea es quedarnos acá, salvo que surja algún imponderable de esos que uno nunca puede prevenir.
El gol que dio origen a un cuadro
–¿La fórmula para haber jugado hasta los 40 años?
–Un poco de todo. Salvo los últimos años, donde las lesiones musculares me castigaron bastante, el físico siempre me ayudó. Siempre traté de llevar una vida ordenada, cuidar mucho la alimentación, y prestar mucha atención a los profesionales con quienes tuve la suerte de trabajar. Últimamente me frustraba un poco porque no podía ayudar a mis compañeros desde dentro del campo y me bajoneaba un poco, pero son cosas lógicas, supongo que del desgaste de tantos años de profesionalismo. Debuté a los 18 en la primera de Morón y llegué hasta los 40 en un campo, así que el físico también fue sufriendo todo eso. En esta última no pude jugar la cantidad de partidos que hubiera deseado. Así que ya era hora de largar. Lo venía madurando hace tiempo, dentro de todo no me costó tanto.
–¿Cambió mucho el fútbol, tanto en el juego como en su entorno, desde que debutaste hasta tu retiro?
–Si, sin dudas. En Italia, en mis primeros años, los equipos de provincia o los denominados equipos chicos, jugaban de visitantes colgados del travesaño buscando el 0-0 y conformándose con perder sólo 1-0. Con el paso de los años la mentalidad fue cambiando, aparecieron técnicos más atrevidos que fueron convenciendo a los equipos chicos que podían ir por algo más fuera de sus canchas. Y comenzaron a verse equipos no tradicionales ocupando posiciones de privilegio, obteniendo resultados importantes y protagonizando grandes partidos. Cuando estuve en Sampdoria le jugábamos de igual a igual a todos…teníamos a Cassano, Pazzini…recuerdo que le ganamos una semifinal de Copa Italia 3-0 al Inter de Mourinho. Y esa tendencia se fue acentuando con el paso de los años. Fijate nomás esta temporada con el Atalanta, ahí arriba y jugando Champions, una cosa inimaginable años atrás.
–Estuviste seis años en Deportivo Morón. ¿Qué representa en tu trayectoria?
–Llegué a Morón con 16 años y me fui pocos días después de cumplir 22. Oficialmente no había jugado jamás en otro club. Ni de la Liga Cordobesa ni de AFA. Morón fue mi primer y único club en Argentina. Yo no tuve la suerte de jugar campeonatos oficiales de baby, de fútbol infantil. Se puede decir que arranqué de grande. Cuando llegué, el club estaba en la B Nacional. Debuté en Primera con 18 años y me mantuve ahí hasta que me fui al Piacenza. Jugué más de 100 partidos en el querido Gallito. Le debo mucho, es el club que me dio a conocer, y que me permitió dar el salto a Europa. Nunca me voy a olvidar de los años que pasé en el club. Nosotros jugábamos en el Viejo Urbano, ahora sé que tiene una nueva cancha. Me gustaría conocerla, ir a mirar algún partido. Lo que pasa es que voy muy poco para Argentina. Y cuando lo hago, en la mayoría de los casos voy directamente a Baigorria (Córdoba) para ver a mi familia. Llego a Ezeiza, me tomo otro avión para Córdoba, y ahí me van a buscar para llevarme a Baigorria. Pero ya se va a dar, ya voy a poder ir algún día a la cancha.
–En la primera de Morón te hizo debutar a los 18 años el Ruso Zielinski. Los dos hicieron carrera desde entonces… ¿Volviste a hablar con el Ruso alguna vez?
–El Ruso Zielinski es quien me dio la posibilidad de debutar en primera y eso es algo que nunca se olvida. Tanto él como el Cabezón Méndez, que era el profe, me dieron una mano grande y me aconsejaron mucho. Debuté contra All Boys, por el Reducido. Cancha llena. Y ellos tenían un gran equipo: el Checho y el Bocha Batista, Carlos Mayor, el Pescadito Paz, Aldo Osorio. Empatamos 0-0 y perdimos 2-1 en la revancha. Quedamos eliminados pero para mí fue un gran salto en mi carrera. Con el Ruso no volví a hablar, pero siempre seguí por los clubes donde anduvo. Y me puso muy bien saber que en todos hizo un gran laburo. Un gran profesional, sin dudas. Un tipo de perfil bajo y muy capacitado. Ya se veía en esa época.
–¿Nunca te interesó salir del calcio hacia otra liga?
–En realidad nunca se trató de una cuestión de interés, sino de que las ofertas que llegaban eran desestimadas por los clubes donde yo jugaba. En algún momento se habló de que era un hecho una transferencia al Sevilla, en el 2006. Ellos me querían si se iba Dani Alves jaja. Yo estaba en Piacenza pero al final no se hizo. El presidente quería pelear el ascenso a la Serie A (nos quedamos en la puerta, en la última fecha) y por eso no me quiso largar. Después se habló de algunas posibilidades de ir a Inglaterra, pero no pasó nada. Me hubiera gustado mucho ir ahí. Lo que pasa es que tanto en mi época de Sampdoria y de Nápoli yo era titular, andábamos bien, y no me querían largar.
–Cuando mirás hacia atrás y ves tu carrera, ¿con qué cosas te quedás?
–Cosas positivas rescato muchísimas, pero sin dudas que haber jugado un Mundial, con tremendo equipo, y haber estado tan cerca de ser campeones del mundo, es difícil de equiparar con otra cosa. Pero de todos los clubes donde estuve rescato cosas positivas, como ya te dije antes de Morón. Piacenza me dio la posibilidad de dar el salto a la Serie A de Italia y de hacerme conocido en un fútbol tan competitivo. Ahí nació mi hija además y aún conservo varios amigos. Sampdoria fue el club que me saca de la Serie B, después de cuatro años, y me lleva de nuevo a Serie A. Un club hermoso, una ciudad hermosa, la posibilidad de jugar copas europeas, y un gran equipo, con el que incluso llegamos a una final de Copa Italia. Y después el Napoli, un grande sin dudas. Fue un romance súbito con el club, con la gente. Estuve cuatro años, nos clasificamos dos veces a la Champions, ganamos una Copa Italia, jugamos una Supercopa en China contra la Juventus, jugamos Europa League. Y gracias a mi buen nivel en el Napoli pude cumplir el sueño de llegar a la Selección Argentina, en 2012. Y de ahí seguí en el plantel hasta el Mundial. Estando en Napoli nació mi hijo. En Inter estuve dos años. En el primero de ellos tuve continuidad, recuerdo haber jugado esos derbis que paralizan Italia, contra el Milan y contra la Juve. Y luego tuve unos desencuentros que hicieron que abandonara el club.
–¿No haber jugado en la primera división del fútbol argentino es una deuda?
–Muchas veces lo pensé. Hubo una época en que la que me hubiera gustado sentir la adrenalina de la primera de mi país. En algún momento se mencionó algo de Newell’s, o de Talleres, club del que era hincha cuando era chico. Pero nunca se concretó. También tiene que ver que yo estaba muy cómodo en Italia y no sé si estaba plenamente preparado para ir a jugar allá. Además yo había jugado más de tres años en la primera de un grande del ascenso, como Morón, así que no puedo estar disconforme con mi paso por el fútbol de mi país. Cuando estuve en Morón sí hubo varias posibilidades. Recuerdo que el Tata Martino me había querido llevar a Cerro Porteño, también a Instituto. Y luego dos clubes grandes de primera me habían sondeado pero al final no pasó nada. Esta escrito que mi destino estaba en Italia.
–En 2008 te pregunté en qué equipo de la Argentina te gustaría jugar y me respondiste el seleccionado. Cuatro años después se te cumplió el deseo y en 2014 jugaste un Mundial…
–Es que yo veía muy lejano el sueño de ser convocado. Primero, porque como dijiste vos, en Argentina casi ni me conocían, al no haber jugado nunca en primera. Y luego porque en Italia mis primeros clubes fueron Piacenza y Sampdoria, que no tenían mucha prensa en mi país. Y ahí en total estuve siete años. Recién cuando llegué al Napoli las cosas comenzaron a cambiar, porque al haber sido el club de Diego, en Argentina se televisaban todos los partidos y la prensa hablaba de nosotros. Además éramos varios sudamericanos en el plantel. Pero yo ya tenía 28 años, pensaba que había perdido el tren. A veces los medios mencionaban que me estaban siguiendo, pero nunca pasaba nada, así que no me quería ilusionar. Incluso antes que Maradona diera la lista para Sudáfrica se habló algo, pero quedó ahí. Hasta que en el 2012 (yo ya tenía 31) fue Claudio Gugnali, ayudante de Sabella, a seguirme en Nápoles. Fue a un par de partidos, a los entrenamientos, conoció mi familia, habló con mucha gente de Nápoles. Y luego de eso llegó mi primera convocatoria. Y gracias a Dios estuve en casi todas (sólo me perdí una gira por los Estados Unidos por una lesión) hasta que llegamos al Mundial. Pude cumplir mi sueño, a pesar de que todos decían que era viejo para estar ahí, jaja.
–Arrancaste de titular en el Mundial 2014 ante Bosnia-Herzegovina, pero al final del primer tiempo Sabella te reemplazó para modificar el sistema táctico y no volviste a jugar más. ¿Cómo viviste ese momento y el resto del Mundial?
–Es que Alejandro utilizaba distintos sistemas. Y para ese partido con Bosnia decidió arrancar con los tres defensas, los dos carrileros y los dos enganches, Messi y Maxi Rodríguez. Pero cuando terminó el primer tiempo, si bien estábamos ganando 1-0, nos dijo que quería pasar a línea de cuatro, y ahí ya no encajábamos ni Maxi ni yo, por eso nos sacó a los dos. Por suerte ganamos 2-1 y arrancamos con el pie derecho. Para mí fue algo normal, una situación de juego, una decisión más del entrenador. No te niego que me hubiera gustado seguir en campo, pero eso no lo decido yo. Además, Alejandro siempre nos fue de frente, siempre priorizó el equipo por sobre todas las cosas, y está súper comprobado que no se equivocó, porque estuvimos a nada de quedarnos con la Copa. Yo no tengo nada para reprochar; al contrario, sólo palabras de agradecimiento por haberme permitido vivir ese sueño de jugar un Mundial. Toda la travesía, hasta la final, fue una experiencia inolvidable. Muchos dudaban del equipo pero se fueron convenciendo a medida que avanzaban los partidos. El pase a la final fue el corolario perfecto para todo lo que habíamos hecho. Y la Copa la perdimos sólo por circunstancias desgraciadas, como ese penal enorme (de Neuer a Higuaín) que no nos dieron en el primer tiempo y algunas situaciones clarísimas que no pudimos aprovechar. En lo personal fue un broche casi perfecto para una carrera sacrificada y silenciosa; y el recibimiento que me dieron en mi pueblo, cuando volví con la medalla, es otra de las cosas que atesoraré para siempre.
–¿En tu trayectoria te tocó algún vestuario más triste que el de luego de la final del Mundial? ¿Qué imágenes te quedaron grabadas?
–Perder la final de un Mundial, de la manera que la perdimos, y después de haber estado tan cerca, te genera una tristeza infinita. Eso no te lo puedo negar. No me gusta detallar mucho respecto de las cosas que ocurren en un vestuario porque ese es un ámbito íntimo de los futbolistas y el cuerpo técnico, pero no te puedo negar que hubo llantos y mucha desazón. Habíamos sido mejores y habíamos estado ahí; eso te genera una pena enorme porque el camino recorrido hasta llegar a esa instancia está lleno de contratiempos: Los viajes, las eliminatorias, las giras…uno no ve la hora de que llegue el Mundial. Y cuando llegás y te quedás en la puerta de ganarlo se sufre muchísimo. Aún así, estábamos tranquilos. Habíamos dado todo lo que estuvo a nuestro alcance. La derrota fue sólo un accidente del juego. Doloroso, pero accidente al fin.
–Escribime de Messi. Jugador, persona…
–Yo creo que todo lo que se pueda decir de Leo ya se ha dicho infinidad de veces. Yo lo había enfrentado como rival, con el Nápoli, y nos había pintado la cara, jaja. Pero tenerlo de compañero dentro de un campo de juego, de un entrenamiento, de una concentración, es algo único. Es un tipo de perfil bajo que sin embargo, donde va, se transforma inmediatamente en el centro de atención. Pero toda esa aura de estrella que ven los hinchas, o los periodistas, con los compañeros nunca se notó, porque ahí adentro es uno más del grupo, con muchas actitudes de una generosidad increíble para con todos. Y jugar con él es jugar con doce, es jugar con ventaja. Vos sabés que siempre, más tarde o más temprano, te va a salir con la genialidad que te hace ganar el partido. Para mí es un recuerdo imborrable el haber compartido casi tres años en la selección junto a él y junto a otras grandes figuras del fútbol mundial, que sin dudas tenía ese equipo.
–Entre lo más destacado de tu carrera está tu paso por Napoli, donde durante dos temporadas fuiste elegido el mejor central derecho de la Liga. ¿Seguís teniendo el cuadro que te hizo el pintor Cuono Gaglione, que también pintó a Maradona, por un gol de media tijera contra Lazio?
–Jajajaja…qué hermoso recuerdo el cuadro que me regaló el Maestro. Por supuesto que lo conservo aquí en Italia. Y que siempre lo llevaré allí donde yo vaya. Ese gol no me lo olvido más. Estábamos peleando por entrar a la Champions, justamente con la Lazio, y jugábamos en Roma. Perdíamos 1-0 y se nos complicaba. Hasta que tuve la suerte de hacer ese gol y nos clasificamos. Tanto para los hinchas del Napoli como para nosotros fue un logro importantísimo, pero no me imaginaba que ese gol podía ser retratado de la manera en que lo hizo el Maestro, quien incluso tuvo la generosidad de llevarme ese cuadro hasta mi casa. En Nápoli viví emociones increíbles, teníamos un grandísimo equipo, logramos una Copa Italia, y ese gol y ese gesto del Maestro, no me los olvidaré jamás.
–¿Cómo fue esa despedida que te hicieron los hinchas de Napoli en un pizzería antes de que te fueras a Inter?
–Ese también fue un gesto muy gratificante de parte de los hinchas. Ya habían llevado varias banderas a los entrenamientos pidiendo que me quedara en el club. Pero el tema es que en Napoli se cerraba un ciclo. Se terminaba la era de Mazzarri y la defensa a tres, y comenzaba la era de Benítez, que jugaba con la defensa a cuatro. Y ellos pensaban que yo no encajaba en ese sistema. Además se me vencía el contrato y podía elegir donde ir a jugar. Por suerte las ofertas no me faltaron, y yo elegí la del Inter, por la posibilidad de jugar con toda la banda de argentinos que ya estaba en el club. Un día me avisan que los hinchas se estaban organizando para hacerme una despedida, en una pizzería de Nápoles. Al principio pensé que era una broma, pero cuando me invitaron "oficialmente" descubrí que era cierto. Me reuní con un montón de hinchas, comimos unas pizzas y hubo hasta una enorme torta de despedida. Otro recuerdo hermoso que, según me dijeron después, no había tenido antecedentes con otros jugadores. Por eso, si bien agradezco a todos los clubes donde jugué, el Nápoli conserva un lugar de privilegio dentro de la valoración que le doy a mi carrera.
–En Inter te desgastaste mucho en la pelea con los dirigentes que te pedían que no vinieras a las convocatorias de la selección. ¿Lo volverías a hacer?
–No me gusta hablar mal de los clubes donde jugué ni de situaciones del pasado que no tienen remedio. Pero en un momento el club estaba en una situación complicada con el tema resultados y obvio que molestaban mucho esas travesías que teníamos que hacer varios jugadores para venir a jugar las eliminatorias. Y eran las últimas dos fechas. Se jugaba con Perú en Buenos Aires y con Uruguay en Montevideo. Si bien ya estábamos clasificados, nos convocaron a todos, como se hacía siempre. Yo venía con un problemita en la planta del pie y no estaba jugando en Inter. Y el club me pide que no me presente a la convocatoria. Yo les digo que tenía que presentarme igual para que me viera el médico de la selección y que fuera él quien me desafectara. La gente del Inter acepta a regañadientes que yo viaje y me dice "vas, ves al médico y te volvés". Pero cuando llego a Buenos Aires y me revisan, me dicen que si bien no llegaba para jugar con Perú, contra Uruguay si iba a poder jugar. De hecho fui titular en ese partido. Así que llamé a Milano y avisé que me quedaba. No les gustó mucho. Jugué los 90’ contra Uruguay y volví a Italia. Llego un jueves y me convocan para jugar al día siguiente con el Torino, de visitante. Y me lesiono en el entrenamiento, pero no de la planta del pie, que ya estaba bien, sino de otra cosa. Bueno, ahí lamentablemente la relación se tensó mucho y mi paso por el club ya no fue el mismo. No quiero ahondar en más detalles porque no vale la pena. Incluso hubo una gira por Estados Unidos a la que no pude ir. Pero después se fue Mazzarri, vino Roberto Mancini como entrenador, pero él jugaba con línea de cuatro y me ponía como lateral derecho. Y ya me costaba adecuarme a ese sistema porque llevaba años jugando en línea de tres. Así que después del Mundial no me renovaron el contrato y me fui. Tengo la conciencia tranquila. Para que me desafectaran de una convocatoria, me tenía que ver el médico de la selección. Yo vine a eso. Y cuando el médico me dijo que en cuatro o cinco días iba a poder jugar, obvio que me quedé. El Inter no lo entendió así y bueno, se ensució un poco mi relación con el club.
–¿Mejor técnico que tuviste? ¿La mejor defensa que integraste?
–En Italia varios técnicos me marcaron mucho. En Piacenza, Luigi Cagni fue quien me encontró el puesto, y luego Beppe Iachini me dio continuidad y me respaldó. Pero creo que fue con Walter Mazzari –en Sampdoria, en Nápoli y el primer año en Inter- con quien pude alcanzar mi mejor nivel. Fue un técnico decisivo en mi carrera. Y Sabella en la selección, un tipo sencillo, claro en sus conceptos, y con un conocimiento del juego admirable. Creo que Alejandro no tiene nada que envidiarle a ningún otro entrenador. Y respecto de las defensas, tuve muchos compañeros de nivel extraordinario, pero cuando estuve en Napoli teníamos una marca registrada con esa defensa a tres con Paolo Cannavaro y Totó Arónica. Estuvimos a punto de eliminar a Chelsea –que luego fue campeón de esa temporada– en la Champion’s League. Con un gran arquero como De Sanctis, que era un gran respaldo para nosotros.
–¿Un amigo del fútbol? ¿El delantero que más te costó marcar?
–Amigos muchos, por ahí sería injusto nombrar sólo a uno. Pero de todos modos no quiero dejar de mencionar a Gastón Brugman, un chico uruguayo con quien fuimos compañeros varios años en Pescara y la verdad que forjamos una gran amistad. Y delanteros bravísimos me tocó confrontar con muchos, desde la época que en Piacenza me tocaba marcar a Adriano, que estaba en el Parma. Pero si tengo que mencionar a uno de los más fuertes que me tocó marcar elijo a Zlatan Ibrahimovic, en la época que él estaba en Inter y andaba muy bien, era gran figura. No le podías dar un segundo porque te definía el partido. Después me tocó marcarlo también estando en la selección, en un amistoso que jugamos contra Suecia. Pero acá han pasado grandísimos atacantes y si no estabas enfocado, te pintaban la cara.
–¿Alguna persona del fútbol con la que no te quisieras volver a cruzar?
–Con Antonio Di Natale, el delantero que jugó muchos años en Udinese. Cada vez que me tocaba jugar contra él se me complicaba mucho y en la mayoría de los casos me "pintaba la cara". Era una verdadera pesadilla. Un día nos ganaron 3-1, con tres goles de él. Esa noche no dormí. Cada vez que nos tocaba jugar contra ellos rogaba que él no estuviera, jaja.
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