Lionel Messi, en su partido 500 por la Liga de España, dio la asistencia para el ajustado triunfo de Barcelona

Cuando el triunfo no se le escapa de manera increíble, Barcelona lo atrapa con lo justo, sin sobrarle nada. Evidencia de un equipo inmerso en un mar de dudas, incluida la continuidad de Lionel Messi, que desde el 1° de enero ya puede negociar su pase a otro club. El N° 10 expresó en una reciente entrevista que por ahora no tomará ninguna decisión, que esperará hasta el final de la temporada. Ese estado de incertidumbre es la misma que tiene Barcelona en una Liga de España que sigue mirando de lejos, aun con el 1-0 ante el colista Huesca. Los 10 puntos que lo separan del líder Atlético de Madrid -tiene un partido menos- llevaron a Ronald Koeman a reconocer que la lucha por el título será muy dificultosa. Eso, en el largo plazo; en el corto, las elecciones a presidente del 24 de enero y la serie de los octavos de la Champions League ante el Paris Saint Germain de Mauricio Pochettino, en la segunda quincena de febrero y primera de marzo.

La reaparición de Messi, tras haber seguido el último partido de 2020 desde la platea del Camp Nou, significó su presencia número 500 en Barcelona por la Liga de España, torneo que viene siendo una pesadilla para el equipo catalán por la cantidad de puntos que se le escaparon en medio de su inestabilidad futbolística, consecuencia directa de un deterioro institucional que viene desde más lejos.

Asistencia de Messi para el gol de De Jong

En la fría noche que cayó sobre el estadio El Alcoraz, Koeman recuperó el dibujo táctico con una línea de cuatro, propiciada por el regreso de Jordi Alba. Huesca, último en las posiciones, cedió la iniciativa y se refugió en su campo con un 4-5-1. De la formación titular de Barcelona salió Antoine Griezmann, relegado al banco luego de ser señalado de falta de liderazgo futbolístico en el empate ante Eibar, cuando no estuvo Messi.

La Liga es una cuesta empinada para Barcelona. Un dato ilustra esta impresión: nueve de los 15 encuentros anteriores los empezó perdiendo, y solo pudo revertir una desventaja (2-1 a Real Sociedad). Esos arranques adversos expusieron una falta de autoridad en el área rival y serios desajustes defensivos.

Ante Huesca, Barcelona no pasó apuros en el primer tiempo. Ni siquiera hubo un tiro al arco del equipo local. Marc Ter Stegen solo puso algo de suspenso cuando controló con la cabeza un pase atrás de Busquets. Messi comenzó recostado sobre la derecha, pero con la libertad habitual para buscar los espacios más convenientes.

El desafío de Barcelona pasaba por darle profundidad a su dominio ininterrumpido. Koeman sigue confiando como centro-delantero en Braithwaite, que disputó el sexto encuentro consecutivo como titular. El dinamarqués no tiene la eficacia de Luis Suárez, cuya salida fue lamentada futbolísticamente por Messi, más allá de la amistad que los une: "Los dirigentes dejaron ir a un goleador a un rival directo como el Atlético de Madrid".

Sin ser un acoso ofensivo, Barcelona fue generando oportunidades. Braithwaite, Dembelé -con su velocidad cambiaba un ritmo a veces demasiado cansino- y Pedri, con un cabezazo, pudieron establecer diferencias. El gol finalmente llegó tras una asistencia de Messi -suma 300 en cotejos oficiales-, que desde la izquierda cruzó el pase para que De Jong empalmara la pelota. De esta manera, el volante holandés cumplía con un reclamo que se le venía haciendo: que apareciera por sorpresa en el área, que no se quedara en el pase de seguridad en zonas neutras.

Sufrimos porque no lo definimos antes. Este mes es importantísimo para nuestras aspiraciones, con varios partidos de visitante. Podemos luchar, pero dependemos de una mala racha de los de arriba

Messi estuvo activo, incluso insistió en el gol de tiro libre que últimamente se le resiste. Álvaro Fernández, con una gran volada, le sacó al córner una ejecución a la que solo le faltó ir direccionada un poco más al ángulo para que fuera inalcanzable. Otro tiro libre se le fue alto. Ya son 32 los remates consecutivos con la pelota detenida de Messi sin poder traducirlos en gol.

En el segundo tiempo, Huesca tuvo alguna aproximación, pero el tono del encuentro seguía pasando por la búsqueda de Barcelona de la efectividad. Un disparo de Messi, que usó de pivote a Braithwaite como hacía con Suárez, salió desviado. Tras una muy buena pared con el juvenil Pedri, la entrada y definición de Messi fue tapada por Álvaro Fernández. Sin poder ampliar la diferencia ni sentirse seguro desde el resultado, Barcelona tembló ante los intentos finales de Huesca. Con y sin Messi, cada partido lo retrata como un equipo prendido por alfileres.

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