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“Hola Anvisa, hay un tipo en Brasilia que nunca respeta los protocolos”
Malcriado en la fascinación impune de la pelota, el fútbol creyó tal vez que las amenazas terminarían apenas el juguete comenzara a girar. Pero Brasil y Argentina, los dos colosos de Sudamérica, siete títulos mundiales entre ambos, teleplatea globalizada, pudieron jugar apenas cinco minutos. El agente que invadió el campo ni siquiera aguardó a que Leo Messi tocara la pelota. Sucedió en un estadio que ahora se llama Neo Química, un laboratorio farmacéutico que se propone “cuidar la salud de todos los brasileños”. Y así lo hizo la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa), un país que lleva casi seiscientas mil muertes y cuyo presidente definió al Covid 19 como una “gripezinha”. Las ironías en Brasil fueron inevitables. Elijo la del periodista Jamil Chade: “Hola Anvisa. Hay un tipo en Brasilia que nunca respeta los protocolos, promueve aglomeraciones y no se vacunó. Dice que tiene un historial de atleta. ¿Quieren la dirección?”.
Todo parece posible en el Brasil de Jair Bolsonaro. Por ejemplo, que el contralmirante Antonio Barra Torres, amigo del presidente, dirija Anvisa. Su currículum como médico de la Marina pareció secundario cuando el senador Romario, campeón mundial con Brasil en 1994, lideró su aprobación en el Congreso. El CV del marino resaltaba su condición de turista, su pasión por el automovilismo, la fotografía, la lectura, el cine y la pintura, “pero nada sobre vigilancia sanitaria”, como destacó una crónica en su asunción. A último momento, Bolsonaro (que fue capitán del Ejército) desistió de sumar en el directorio a un teniente coronel crítico de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Casi medio gabinete de Bolsonaro estaba ocupado por militares a finales de 2020. En Salud ya van cuatro ministros desde que estalló la pandemia, incluido el general Eduardo Pazuello, sin ninguna experiencia en el área, y durante cuya gestión hubo colapso sanitario y muertes por falta de oxígeno en Manaos.
¿Acaso debemos creer que el celo sanitario provocó el bochorno del domingo pasado? “Hasta los postes sabían que Argentina venía con cuatro jugadores de Inglaterra”, tuiteó el periodista brasileño Bob Fernandes. ¿Cómo fue posible entonces que todo explotara con el partido ya comenzado? ¿Premeditación? ¿Incompetencia? ¿Interna política? ¿Funcionarios más bolsonaristas que Bolsonaro? ¿Suficiencia de AFA y Conmebol? ¿Y la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF)? Allí también hubo hasta hace poco un militar, el coronel de 82 años Antonio Carlos Nunes de Lima, que debió volver al cargo cuando Rogerio Caboclo fue denunciado en plena Copa América por acosar empleadas. La CBF lleva siete presidentes distintos en una década. Ednaldo Rodrigues asumió de modo provisional hace apenas dos semanas. Es un viejo aliado de Ricardo Teixeira, el yerno de Joao Havelange defenestrado en el FIFAGate. Así lo describió una crónica: “Es una de esas personas inexpresivas que las circunstancias, a veces, hacen que el fútbol necesite”.
Todo esto es hoy Brasil, casi un Sambódromo hecho país, acaso único modo de entender cómo fue posible el grotesco. Lo del domingo es una anécdota respecto de lo que sucede en estas horas en el país. Las marchas iniciadas ayer, 7 de septiembre, Día de la Independencia, con camisetas de la selección y en favor de un presidente que cae en las encuestas. Y en contra de una Corte Suprema que busca cómo frenar su autoritarismo. Denuncias de autogolpe, videos que piden eliminar jueces, una alianza ultraconservadora de militares, campo, telepredicadores y fake news que hablan de “libertad” y de “guerra civil” ante un comunismo imaginario y que hacen recordar aquel ataque a la Casa Blanca en el final de Donald Trump.
La Conmebol, que hace apenas dos meses abrazó a Bolsonaro como salvador de la Copa América, ahora se desentendió rápido y recordó que las eliminatorias son competencia de la FIFA. Difícil tarea para una FIFA que ni siquiera puede imponer sus reglas a los millonarios clubes ingleses.
La AFA, que por supuesto sabía antes del conflicto y mantiene exagerado silencio, deberá responder si, como acusa Anvisa, realmente falsificó u omitió información y violó leyes al arribar a San Pablo, o si simplemente se mantuvo dentro del protocolo del corredor sanitario firmado por todos los países Conmebol, Brasil incluido. La eliminatoria es organizada por la FIFA, no por Anvisa.
Todos queríamos ver el domingo el show de Messi y Neymar, una caricia para nuestras Ligas en crisis. El bochorno perpetrado nos reavivó cierto caos regional que hará cada vez más difícil la cesión de los jugadores que actúan en Europa. Me quedo con la imagen de Tite. El DT, que había sido “acusado” de “comunista” por los fanáticos de Bolsonaro cuando hace dos meses se preguntó si un Brasil en pandemia podía organizar la Copa América, se derrumbó el domingo en el banco. El lunes, un día después del fiasco, el diario Folha publicó sobre el retorno de una de las películas menos conocidas del cine marginal de Brasil. “Una alegoría del nazi-fascismo sumergido en nuestra sociedad, desordenado y provinciano”. La película es de 1968 y se llama “Hitler 3er. Mundo”. Folha entrevista a uno de sus actores: “Para el tiempo que estamos viviendo”, dice Jo Soares, “es perfecto”.
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