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Hernán Galíndez, el arquero rosarino que se enamoró de Ecuador y vuelve a enfrentar a quien le hizo el primer gol a los cinco años: Lionel Messi
Fueron vecinos en Rosario, donde empezó a atajar en Alianza Sport y Leo jugaba en Grandoli; el sábado se reencuentran por la Copa América
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Cuando Hernán Galíndez llegó hace ocho años al fútbol de Ecuador lo hizo con un sobrepeso de 10 kilos. Era el “gordo Galíndez”. Venía de meses en los que había estado más cerca de retirarse que de reiniciar una trayectoria que este sábado lo pondrá, a los 34 años, ante el que considera “el partido más importante” de su carrera: defender el arco de Ecuador frente a la Argentina por los cuartos de final de la Copa América.
Rosarino de nacimiento, Galíndez obtuvo la ciudadanía ecuatoriana en octubre de 2020. Un trámite diplomático que en su caso certificó el fuerte sentimiento que lo une con el país que le abrió las puertas en 2013 para atajar en Universidad Católica, de Quito. “Ahí tenés el título: Ecuador me cambió la vida”, sugirió Galíndez en la charla que mantuvo con LA NACION desde la concentración de Cuiabá.
Galíndez volverá a encontrarse con un viejo vecino de barrio: Lionel Messi. Cuando decidió dejar de ser delantero para empezar a ser arquero de Alianza Sport, Messi le convirtió el primer gol en su nuevo puesto. Leo jugaba para Grandoli y ambos apenas habían pasado los cinco años. “Siempre digo que con Messi nunca fuimos amigos, pero sí nos cruzábamos mucho adentro de la cancha. Tenemos la misma edad y vivíamos muy cerca, en la zona sur de Rosario. Messi siempre estaba en los equipos que salían campeones o peleaban por el título. Tengo esa anécdota de que me convirtió el primer gol que me hicieron en mi vida. Compartí más con Ángel Di María en las inferiores de Rosario Central, también algo en la reserva.”, expresó.
Entre aquellos juegos de infantiles y este choque de adultos con Messi, Galíndez tiene a Ecuador como una bisagra en su vida. Una segunda oportunidad que lo hizo resurgir de una experiencia traumática: el descenso con Rosario Central en 2010. “Yo sé que no estuve a la altura de las circunstancias en esos dos partidos de la Promoción contra All Boys. No los volví a ver nunca más. Son los únicos de mi carrera que no volví a ver. No tenía 15 partidos en la primera de un equipo grande como Central; Fatu Broun se había roto los ligamentos cruzados de una rodilla. Me tocó entrar a mí. No respondí como debía en un equipo que tenía a Guillermo Burdisso, Braghieri, al Yacaré Núñez, Lucho Figueroa, Milton Caraglio. Leo Madelón era el técnico. Todos muy jóvenes, había un promedio de 22 años, contra los 28 de All Boys”, fue la catarsis de Galíndez.
El relato pasa de la frustración deportiva al terror: “Tal vez no estaba preparado para afrontar esos partidos. En ese momento no me dí cuenta, si no lo hubiera dicho. Hoy, más maduro, lo puedo ver. Eso lo acepto. Lo que nunca voy a aceptar es haber recibido amenazas yo, mi abuela de 80 años, que le hayan pintado la casa a mi hermano. Yo me tuve que ir de Rosario por eso. Mucha gente de Central me escribe, me dice que tendría que pensar en una revancha, pero volver no es algo que se me pase por la cabeza”.
Cantar el himno de corazón y las atajadas ante Brasil
Tras el descenso, la crisis personal: “Me fui un año a Quilmes, volví a Rosario y entre junio y diciembre de 2011 estuve relegado, entrenando con las inferiores. A fin de año me comunicaron que no me iban a tener más en cuenta, que me rescindían el contrato. No conseguía club, estaba muy mal, anímicamente destruido. Me dejé estar, por eso engordé tanto. Venía muy mal mentalmente, entregado, pensaba que no iba a jugar más. No me cuidaba ni me entrenaba bien. Era un error mío, peo no era fácil el momento que vivía”.
Al final del túnel apareció la luz: “Gracias a Dios, al destino y a todo lo que se pueda agradecer, Ecuador se cruzó en mi camino. Universidad Católica, el equipo en el que hace casi 10 años que estoy. En la Católica empecé de nuevo la carrera de jugador. Hoy miro hacia atrás y me da felicidad haber superado esos momentos muy duros. Si hace 10 años venía alguien y me decía ‘quedate tranquilo que vas a jugar en la selección de Ecuador’, yo hubiese pensado que estaba totalmente loco. Para mí era imposible. Por eso hoy trato de disfrutar cada momento, con mis compañeros, en cada concentración, cada viaje. Para mí, representar Ecuador es un orgullo muy grande porque Ecuador me dio, entre tantas cosas, la posibilidad de volver a jugar al fútbol que no tenía en la Argentina”.
La oportunidad en Ecuador se la dio el entrenador que lo hizo debutar en la primera de Central: Gustavo Alfaro. “Yo no estuve en la primera convocatoria que hizo Alfaro para jugar contra Argentina por las eliminatorias. Uno de los tres convocados (Johan Padilla) tuvo covid-19 y entonces entré yo. Ese día que me llamaron no lo podía creer, se hacía realidad un sueño que para mí era imposible. Gustavo me conocía de hace más de 10 años, pero yo no soy el mismo. En ese Rosario Central, yo era un juvenil, no hablaba. Debuté con Gustavo, mi personalidad y responsabilidad eran distintas a la actualidad. Él me conoce, sabe cómo pienso. Soy un agradecido de Alfaro, no me da vergüenza decirlo. Por eso trato de ayudar del lugar que me toque, en la cancha o afuera”.
El descenso con Central que casi lo hace abandonar el fútbol
Galíndez será el quinto arquero argentino nacionalizado que representará a Ecuador. En la lista histórica se suma a Pedro Latino, Javier Klimowicz, Marcelo Elizaga y Esteban Dreer. En su caso, su elección trasciende lo deportivo: “No me nacionalicé por la posibilidad del seleccionado, si bien cuando me convocaron por primera vez fue uno de los días más felices de mi vida, sino porque quiero ser un ciudadano ecuatoriano para poder votar en las elecciones. Mis dos hijos son ecuatorianos y quería compartir la nacionalidad con ellos dos. Me enamoré de Ecuador como país, me quedaré a vivir, sé que a la Argentina no voy a volver, salvo de vacaciones. Mi lugar en el mundo está en Ecuador y soy muy feliz de que así sea”.
Desde Ecuador cuentan que está tan asimilado a la vida en ese país que prefiere la comida típica del locro con papas al asado. Galíndez no es tan rotundo: “Ja, está parejo, pelean los dos. Pasa que hacer un asado en Quito es complicado. A 3000 metros de altura se apaga el fuego, hay que trabajarlo mucho más que en la Argentina. Prefiero comer otra cosa, un ceviche, algo así”.
-Cuando el sábado te cruces con Messi, ¿le vas a decir te acordás de mí?
-Je, no sé, siempre lo veo muy respetuoso. Veía el gesto que tuvo con el arquero Lampe después del partido con Bolivia. Si tengo la oportunidad de cruzármelo, quizá intercambie algunas palabras, pero mi cabeza está puesta en ganar el partido.
Con Messi no subyacerá la rivalidad Central-Newell’s: “Era hincha de Central, pero después de todo lo que pasó tras el descenso, por cómo me trataron a mí y a mi familia, me alejé y no me considero hincha de Central, para nada. Hoy miro partidos de Central por el Kily González, de quien fui compañero y mantengo contacto. Kily nos felicitó a mí y al Kitu Díaz por la convocatoria a Ecuador. Soy amigo de Vecchio y Broun, que vino a mi casamiento. Por ellos miro cuando juega Central”.
Su verborragia se agota cuando se le pide que se describa como arquero: “Soy bastante potente de piernas, creo que tengo buena ubicación, no sé cómo definirme. El primer arquero que me llamó la atención fue Peter Schmeichel, siempre me encantó, desde chico. Después me gustó el Oscar Córdoba que ganó todo con Boca, un monstruo”.
Tras ser suplente en las eliminatorias, en la Copa América debutó en el 2-2 ante Perú y volvió a estar en el 1-1 contra Brasil que significó la clasificación a los cuartos de final. La repercusión que tuvo entre los hinchas fue muy positiva: “Lo de la gente es una locura, no lo puedo creer. El apoyo, cariño y amor que recibo es impresionante, realmente. No paro de recibir mensajes por las redes sociales, No sé cómo voy a hacer para agradecerles. Y no es solo de la gente de Universidad Católica, que tiene muy pocos hinchas, como mucho son 500. Cuando subí la foto del mano a mano que le tapé a Gagibol, en un rato tuvo más de 20.000 me gusta. Me escribe gente de Barcelona de Guayaquil, de Emelec, de Quito, de todos los lugares de Ecuador. Eso es lo más lindo que me puede pasar”.
-Imaginate si le tapás una definición a Messi.
-Ah, esa foto sí que la subo. Sería una revancha del gol que me hizo cuando teníamos cinco años.
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