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Hace 15 años, y ante River, Maradona jugaba su último partido oficial
El 25 de octubre de 1997, Diego disputó el superclásico en el Monumental; Boca ganó 2 a 1; días después, el 10 anunciaría su retiro del fútbol. mirá fotos y video.
Hoy es 25 de octubre de 1997. Es un día de fiesta para el fútbol argentino. Una vez más, River y Boca protagonizan una nueva edición del superclásico, el encuentro que paraliza al país.
El Monumental está repleto. No cabe ni un alfiler. 60.000 espectadores generaron una recaudación de 1.182.165 pesos. Sin embargo, ninguno de ellos sabe, ni supo cuando compró su entrada, que están a punto de presenciar un partido histórico, único, irrepetible y que quedará grabado para siempre en las estadísticas del fútbol mundial.
La infrecuencia de que sea un sábado no le quita expectativa al choque. En primer lugar porque hace un puñado de meses, ambos regalaron un espectáculo emocionante. Ganaba Boca 3 a 0, pero River lo remontó y todo terminó 3 a 3, con un cabezazo agónico de Celso Ayala. Pero además, porque los locales quieren quebrar más de 7 años sin victorias, desde el Apertura 1990, cuando el Pipa Higuaín de palomita y el Polillita Ruben Da Silva decretaron aquel contundente y lejano 2 a 0. Para los visitantes es otra ocasión para prolongar una paternidad que se inició en 1991 y que parece no tener fin.
Hace unos minutos, y poco después de que River pisara el verde césped con Hernán Díaz al frente, Diego Armando Maradona arengó a sus compañeros en la manga con un "¡Huevos, huevos. Vamos!", y salió primero, luciendo su cinta de capitán. Detrás, lo siguieron Oscar Córdoba, el Ñol Solano, Cagna, Bermúdez, Toresani, Vivas, Arruabarrena, Fabbri, un platinado Martín Palermo y Latorre. Enfrente, además del capitán millonario, esperaban Burgos, Ayala, Berizzo, Placente, Monserrat, Astrada, Gallardo, Berti, Rambert y Salas.
Tal como lo había prometido en la semana, después de persignarse y saludar a sus hinchas, Maradona se dirigió hacia el banco de suplentes local y le dio la mano al DT millonario Ramón Díaz, viejo amigo, ahora distanciado.
Pudo haber sido el primer gesto inesperado de la jornada, pero eso había pasado antes de que aparecieran los equipos, cuando ambas hinchadas se unieron para respetar, juntas, el emotivo recuerdo de José Luis Cabezas, a 9 meses del macabro asesinato del reportero gráfico.
Son las 18.15. Todavía faltan 40 minutos para que Salas se la baje a Berti en la medialuna del área y la Bruja, con un zurdazo cruzado, convierta el 1 a 0. Y más aún para que, en el entretiempo, el Bambino Veira determine que Maradona no salga a disputar la segunda mitad, y que su reemplazante sea Claudio Paul Caniggia, más allá de que al mismo tiempo ingrese por Vivas un pibe de 19 años que usa la 20, pinta para crack y se llama Juan Román Riquelme, y que las crónicas del futuro hablen de que el cambio fue "Román por Diego" y de que esa imagen haya simbolizado el traspaso del legado de la 10 xeneize.
Tampoco es momento para imaginar que dentro de exactamente una hora, a los 2 minutos de la etapa final, Latorre meterá un pase magistral para que Toresani defina, "de tres dedos" ante la salida desesperada de Burgos para establecer el 1 a 1. Y mucho menos, pensar que 20 minutos más tarde de la paridad, Martín Palermo escribirá el primer capítulo de una historia plagada de situaciones memorables al elevar su cabeza rubia por encima de dos defensores riverplatenses que serán apenas testigos de la situación, que Burgos no sabrá cómo hacer para esquivar la cortina que le planteará Bermúdez de espaldas y sin tocarlo, que la pelota picará una vez y se colará junto al palo derecho, a pesar del esfuerzo de Astrada, quien no terminará de decidirse a tiempo si es mejor rechazarla con el pie, con la cabeza o con la mano antes de empezar a sufrir en primer plano cómo la pelota comenzará a besar la red bajo una intensa llovizna que hará todo aún más épico, y que será el definitivo 2 a 1 pese a los reclamos de todo River al juez Horacio Elizondo, que no sancionará falta del Patrón al Mono, en algo que se convertirá en una polémica interminable.
Aún faltan cerca de dos horas para que el 10 pierda toda la solemnidad y respeto que tuvo para con el equipo local y, ya de noche, salga al campo de juego a festejar "en cuero", haciendo gestos obscenos para celebrar la victoria con su gente y declare un irrespetuoso y maradoniano: "A River se le cayó la bombacha" para la posteridad.
Por ahora es tiempo de disfrutar cómo, apenas 10 segundos después del pitazo inicial, Diego Armando Maradona toca por primera vez la pelota, en el partido que se convertirá en el último suyo como futbolista profesional.
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