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Grieta en Francia: el uso del velo enfrenta a las futbolistas musulmanas con la federación e involucra al propio gobierno
La FFF prohíbe competir a las mujeres que llevan hiyab, aunque FIFA lo permite; jugadoras islámicas luchan contra lo que creen una norma discriminatoria, que a poco estuvo de ser ley
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SARCELLES, Francia.– Cada vez que Mama Diakité se dirige a un partido de fútbol, se le hace un nudo en el estómago. Volvió a ocurrir un sábado por la tarde en Sarcelles, un suburbio del norte de París. Su equipo amateur había acudido a enfrentarse con el club local y Diakité, una mediocampista musulmana de 23 años, temía que no le dejaran jugar con su hijab.
Esta vez, el árbitro le dejó entrar. “Funcionó”, dijo al final del partido, apoyada en la valla que delimita el campo, con su rostro sonriente envuelto en un pañuelo negro de Nike. Pero Diakité sólo había caído en la trampa.
Desde hace años, la Federación Francesa de Fútbol (FFF) prohíbe a las jugadoras que participan en las competiciones llevar símbolos religiosos llamativos, como el hiyab, una norma que, según sostiene, está en consonancia con los estrictos valores laicos de la organización. Aunque la prohibición se aplica de forma imprecisa en el ámbito amateur, lleva años pesando sobre las jugadoras musulmanas, destrozando sus esperanzas de hacer carrera profesional y alejando del fútbol a algunas de ellas.
En una Francia cada vez más multicultural, donde el fútbol femenino está en pleno auge, la prohibición también ha provocado una creciente reacción. En la vanguardia de la lucha se encuentra Les Hijabeuses, un grupo de jóvenes futbolistas de diferentes equipos han unido sus fuerzas para hacer campaña contra lo que describen como una norma discriminatoria que excluye a las mujeres musulmanas del deporte.
Su activismo ha tocado una fibra sensible en Francia, reavivando los acalorados debates sobre la integración de los musulmanes en un país que tiene una relación tortuosa con el islam, y poniendo de relieve la lucha de las autoridades deportivas francesas por conciliar su defensa de los estrictos valores laicos con las crecientes peticiones de mayor representación en el campo.
“Lo que queremos es que se nos acepte tal y como somos, que apliquen esos grandes lemas de diversidad, de inclusión”, dijo Founé Diawara, presidente de Les Hijabeuses, que cuenta con 80 miembros. “Nuestro único deseo es jugar al fútbol”, añadió.
El colectivo Hijabeuses fue creado en 2020 con ayuda de investigadores y organizadores comunitarios en un intento de resolver una paradoja: aunque las leyes francesas y FIFA, organismo rector del fútbol mundial, permiten que las deportistas jueguen con hiyab, la federación de fútbol de Francia lo prohíbe, argumentando que rompería con el principio de neutralidad religiosa en el campo.
Los partidarios de la prohibición dicen que los hiyabes presagian una radicalización islamista que se apodera del deporte. Pero las historias personales de los miembros de Hijabeuses ponen de relieve cómo el fútbol ha sido sinónimo de emancipación, y cómo la prohibición sigue pareciendo un paso atrás.
Diakité empezó a jugar a los 12 años, y al principio lo ocultó a sus padres, que veían al fútbol como a un deporte de varones. “Quería ser jugadora de fútbol profesional”, señaló, y lo calificó como “un sueño”. Jean-Claude Njehoya, su actual entrenador, dijo que “cuando era más joven, tenía muchas habilidades” que podían impulsarla al más alto nivel. Pero “desde el momento” en que comprendió que la prohibición del hiyab la afectaría, ella “no se esforzó más”.
Diakité reveló que decidió por su cuenta llevar el hiyab en 2018 y renunciar a su sueño. Ahora juega en un club de la tercera categoría y planea abrir una autoescuela. “No me arrepiento”, dijo. “Me aceptan como soy, o no. Y ya está”.
Karthoum Dembele, un volante de 19 años que lleva un anillo en la nariz, también reveló que tuvo que enfrentarse con su madre para que le permitiera jugar. Rápidamente se anotó en un programa de deporte intensivo en la escuela secundaria y participó en las pruebas de un club. Pero no fue hasta que se enteró de la prohibición, hace cuatro años, cuando se dio cuenta de que tal vez ya no se le permitiría competir. “Conseguí que mi madre cediera y me dijeron que la federación no me dejaría jugar”, dijo Dembele. “Me dije a mí misma: ¡Qué broma!”.
Otros integrantes del grupo recordaron episodios en los que los árbitros les habían impedido entrar al campo, lo que hizo que algunas, sintiéndose humilladas, dejaran el fútbol y se dedicaran a deportes en los que se permite o se tolera el uso del hiyab, como el básquetbol y el fútbol de salón.
A lo largo del año pasado, Les Hijabeuses presionó a la FFF para que anulara la prohibición. Envió cartas, se reunió con funcionarios e incluso organizó una protesta en la sede de la federación, sin éxito. La entidad no quiso hacer comentarios para este artículo. Paradójicamente, fueron los opositores más acérrimos a Les Hijabeuses quienes finalmente pusieron en la mira al grupo.
En enero, senadores conservadores trataron de consagrar por ley la prohibición del hiyab por parte de la FFF, argumentando que ese elemento amenazaba con difundir el islamismo radical en los clubes deportivos. La medida reflejaba un malestar persistente en Francia en relación con el velo musulmán, que suscita regularmente controversias. En 2019, una tienda francesa abandonó un plan para vender un hiyab diseñado para corredores tras un aluvión de críticas.
Animado por los esfuerzos de los senadores, Les Hijabeuses emprendió una intensa campaña de presión contra la enmienda. Aprovechando su fuerte presencia en las redes sociales –casi 30.000 seguidores en Instagram– lanzó una petición que obtuvo más de 70.000 firmas, reunió a docenas de celebridades del deporte para su causa, y organizó juegos ante el edificio del Senado con atletas profesionales. Vikash Dhorasoo, ex mediocampista francés que asistió a un partido, manifestó que la prohibición lo había dejado estupefacto. “No lo entiendo”, dijo. “Son los musulmanes los que están en el punto de mira”, observó.
Stéphane Piednoir, el senador responsable de la enmienda, negó la acusación de que la legislación estuviera dirigida específicamente a los musulmanes, diciendo que su objetivo era todos los signos religiosos llamativos. Pero reconoció que la enmienda había sido motivada por el uso del velo musulmán, que calificó de “vehículo de propaganda” del islam político y como forma de “proselitismo visual”. Piednoir también ha condenado la exhibición de los tatuajes católicos de la estrella de PSG Neymar como “desafortunada” y se ha preguntado si la prohibición religiosa debería extenderse a ellos.
La enmienda fue finalmente rechazada por la mayoría parlamentaria del gobierno, aunque no sin fricciones. La policía de París prohibió una protesta organizada por Les Hijabeuses, y la ministra de deportes francesa, Roxana Mărăcineanu, que dijo que la ley permite jugar a las mujeres que llevan hiyab, se enfrentó con sus colegas del gobierno que se oponen al pañuelo.
La lucha de Les Hijabeuses puede no ser muy popular en Francia, donde seis de cada diez personas apoyan la prohibición del hiyab en la calle, según una reciente encuesta de la empresa de sondeos CSA. Marine Le Pen, la candidata presidencial de extrema derecha que se enfrentará con el mandatario Emmanuel Macron en la segunda vuelta el 24 de abril –con posibilidad de victoria– ha dicho que, si es elegida, prohibirá el velo musulmán en los espacios públicos.
Pero en el campo de fútbol todo el mundo parece estar de acuerdo en que los hiyabes deben estar permitidos. “A nadie le importa si juegan con él”, sostuvo Rana Kenar, de 17 años, una jugadora de Sarcelles que acudió a ver a su equipo enfrentarse con el club de Diakité en una tarde de febrero de intenso frío.
Kenar estaba sentada en las tribunas con una veintena de compañeras. Todas dijeron que veían la prohibición como una forma de discriminación, y señalaron que, en el nivel amateur, la prohibición se aplicaba de forma poco estricta. Incluso el árbitro del partido, que había dejado jugar a Diakité, parecía estar en desacuerdo con la prohibición. “Miré a otro lado”, admitió, y declinó dar su nombre, por miedo a repercusiones.
Retour en images de notre match retour, Le Match des Hijabeuses à Paris ⚽️🎉#LetUsPlay #LaissezNousJouer #FootballPourToutes #LesHijabeuses pic.twitter.com/CoNuVKWspU
— Les Hijabeuses (@leshijabeuses) February 26, 2022
Pierre Samsonoff, ex director adjunto de la rama amateur de la FFF, advirtió que el tema volvería a surgir inevitablemente en los próximos años, con el desarrollo del fútbol femenino y la celebración de los Juegos Olímpicos de 2024 en París, que contarán con atletas de países musulmanes vestidas con velos. Inicialmente defendió la prohibición del hiyab, pero mencionó que desde entonces había suavizado su postura, reconociendo que la política puede acabar condenando al ostracismo a las jugadoras musulmanas. “La cuestión es si no estamos creando peores consecuencias al decidir prohibirlo en los campos que al decidir permitirlo”, expuso.
Piednoir, el senador, afirmó que las jugadoras estaban condenándose al ostracismo. Pero reconoció no haber hablado nunca con una atleta que llevara hiyab para conocer sus motivaciones, y comparó la situación con la de los “bomberos” a los que se les pide que vayan a “escuchar a los pirómanos”.
Dembele, que gestiona las cuentas de las redes sociales de las hijabus, mencionó que a menudo la sorprendía la violencia de los comentarios en internet y la feroz oposición política. “Aguantamos”, sentenció. “No es sólo por nosotras, es también por las jóvenes que mañana podrán soñar con jugar por Francia, por PSG”, subrayó.
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