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Gonzalo Rodríguez, de vuelta en el Ciclón: "No quería quedarme con la espina de no volver a mi casa"
El defensor, que regresa a San Lorenzo luego de 13 años en Europa, dice arriesgar al retornar a la Argentina; “me alejé con una visión del club y volví con otra, mucho mejor”, celebra
Se le ilumina el rostro con cada uno de los recuerdos. “¿No venís? Mirá que nos quedamos sin marcadores centrales”. En 2012, tras el regreso frustrado a casa, al padre de Gonzalo Rodríguez –azulgrana hasta la médula– se le cayó encima la estantería tras el llamado telefónico desde España. “¡Sólo le importaba la vuelta de su hijo a San Lorenzo!”, rememora con una sonrisa el flamante refuerzo del club a 13 años de su partida a Europa.
En la familia Rodríguez no hay espacio para otros colores que el azul y el rojo. Y brotan imágenes de la infancia. “Eran días muy felices, vivía con la pelota. Iba todos los fines de semana al club y mi papá jugaba con sus amigos al fútbol. También íbamos a la pileta. Después me anotaron en la escuelita de San Lorenzo y jamás me fui. Nunca dejábamos de ir a la cancha. Era una obligación. En mi familia todos somos socios”, cuenta para la nacion el zaguero de 33 años, en un hotel de Ezeiza, donde el plantel lleva adelante la pretemporada.
–¿Cuánto cambió el club en estos 13 años?
–Muchísimo. Yo era un pibe cuando lo dejé para irme a Villarreal, y si bien San Lorenzo no estaba mal, no se puede comparar con cómo está en la actualidad. Ahora creció enormemente, se preocupa mucho por los chicos de la pensión. Ése es el futuro de la institución. Antes la pensión parecía una cárcel. Se hizo un gran trabajo y da gusto verlo. Me alejé con una visión del club y volví con otra, mucho mejor.
–¿Qué diferencias notaste en la Argentina después de todo este tiempo afuera?
–Está muy cambiado todo. Cada vez que regresaba de vacaciones al país lo notaba distinto, y hoy el gran problema es la inseguridad. Cuando me fui esa cuestión no estaba tan inmersa. Es algo que preocupa a la gente; se nota en sus rostros cuando uno camina por la calle. Ésa es la gran diferencia con Europa.
–¿Creés que arriesgás demasiado al volver?
–¿Dónde no se arriesga? En todos lados se arriesga. En España lo hice porque en ese momento no sabía si iba a estar a la altura. En la vida hay que arriesgar y buscar desafíos nuevos. No quería quedarme con la espina de no volver a mi casa. Quiero probar si estoy en condiciones de triunfar acá.
–Se habló de la posibilidad de que pasaras a Racing. ¿La chance fue real?
–Sí. Fue el primer club en llamarme y estaba por hacer un gran esfuerzo también. Pero se me hacía muy difícil. No lo sentía, honestamente.
–¿Notás alguna diferencia entre la Argentina y Europa en cuanto a los temas del fútbol?
–Sí. Acá se discute demasiado sobre situaciones que suceden fuera de la cancha. Hay miles de personas capacitadas para hablar de fútbol, de estrategias, de jugadores. Pero la vida privada de los jugadores tomó mayor trascendencia. Salen a la luz diferentes peleas de vestuario, que, en definitiva, son normales. Estaría bueno que se analizara al futbolista por lo que hace en el campo de juego.
–¿Aludís al caso de Ricardo Centurión? ¿Notás que hoy el futbolista está más expuesto?
–Cuando me fui no había redes sociales, nada. Eso hoy mata. También muchos años atrás pasaban peleas, discusiones, pero no se las veía. Los futbolistas debemos aprender a manejarnos con estos nuevos elementos y entender que hay muchos chicos que nos miran. Los padres tienen que dar los ejemplos, pero nosotros debemos tener cuidado con las cosas que decimos y hacemos.
–¿Por qué en la Argentina cada partido de fútbol es de vida o muerte?
–Porque somos muy pasionales. Es lo que tenemos dentro, somos muy efusivos. A mí me gusta que se viva de ese modo; por supuesto, con un límite, que es la agresión. A millones de nosotros nos enseñaron a vivir el fútbol con pasión, a sufrir por el equipo. El problema es que muchas veces se supera esa barrera.
–“Decidí bancar a Gonzalo Rodríguez cuando tenía 17 años. La rompió en un partido contra Racing y no salió nunca más”, dijo alguna vez Rubén Darío Insua, el director técnico. ¿Qué recordás de aquello?
–Rubén fue muy importante en mi carrera, me hizo debutar. En mi primera pretemporada, un día estaba en el micro y yo estaba enfermo, con el equipo entrenándose. Subió Insua y me dijo que iba a ponerme como titular. Con él como entrenador jugué como lateral derecho, como central. Cuando uno es joven se manda un montón de c..., pero él me bancó siempre.
–¿Qué se le dice a un chico sobre la fama, las cosas fáciles, el dinero?
–Es un tema muy complicado de manejar. Lo más importante es tener cerca a la familia. Un chico puede confundirse rápidamente. El fútbol tiene muchas cuestiones de ésas, y a veces los representantes no ayudan. Todas las decisiones de mi vida fueron consensuadas con mi familia y mi manager, Toti Iglesias.
–El presidente del club, Matías Lammens, dijo que tu vuelta es un mensaje para los más chicos. ¿Por qué?
–Creo que porque me crié en el club y decidí volver a mis raíces. Quizás con eso algunos jóvenes se sientan identificados.
–¿Se puede inculcar a los jóvenes esa suerte de ADN que tiene un club?
–Los chicos siempre pueden aprender de los grandes y hoy San Lorenzo tiene esa idea. Quiere formar una base en la primera división para volcarla hacia ellos y que la tomen como ejemplo. Tenemos que cuidar a esos pibes. Llegado el caso, me encantaría hablarles, conocer sus dudas. A veces nosotros no nos damos cuenta de la cantidad de jóvenes que hay en las inferiores, que miran al equipo y a los que les surgen interrogantes. Sería un orgullo responder a sus inquietudes.
–¿Qué lugar ocupa un futbolista en la sociedad?
–Uno muy importante, porque se habla todo el día de los jugadores. Pero también debemos saber que es apenas un deportista, no más que eso. Creo que se los castiga mucho, como a los jugadores de la selección. Se les mete demasiada presión. La gente tendría que entender que esto es un juego y que el fútbol no tiene nada que ver con los problemas de la sociedad.
–¿Todavía te divertís jugando al fútbol?
–Sí, mucho. Me hace bien estar en los vestuarios. Con 33 años cuesta más cada entrenamiento, pero es hermoso. El día en que no me divierta más cuelgo los botines.
–Ahora tenés por delante la Copa Libertadores, tu cuenta pendiente.
–Es un desafío nuevo que me emociona. San Lorenzo siempre sufrió disputando las copas pero lo veo bien, con ganas. Hay un plantel de experiencia y vamos a darles pelea a todos.
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