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Gimnasia se aprovechó de la desesperación del Ciclón
En el Nuevo Gasómetro, con otra actuación confusa, aunque con el valor de ir siempre al frente, San Lorenzo cayó 2-0 ante Gimnasia, un equipo limitado
Debe reinventarse. No le queda otro camino: o se reconstruye o queda perdido en el olvido. No es aquel equipo avasallante de la etapa de Juan Antonio Pizzi ni es el conjunto de los inicios de Edgardo Bauza, el pragmático y exitoso de la versión copera. Es otro, aunque parece el mismo. Algunas salidas, otras lesiones y con la cabeza dando vueltas por aquí y por allá. La eliminación en la Copa Argentina no lo sacó del foco doméstico: debe levantar la puntería, escapar de los más pobres del certamen si quiere espiar con cierta grandeza más allá, el Mundial de Clubes, Marruecos, Real Madrid. Y todo lo demás.
Hace lo que puede, lo que le dejan. Es poquito, verdaderamente. Hay que verlo, por ejemplo, a Pipi Romagnoli. Está fresco, está lúcido. No tiene, claro, la chispa ni la velocidad de la juventud, de aquellos inolvidables años 2001, 2002. Pero con poco, con lo que tiene puesto, lleva el equipo, él solo, hacia adelante. Va, busca, intenta, tira la gambeta, se inclina en las diagonales. Le falta compañía, le falta un amigo cómplice. Ni Correa, ni Piatti: los que están resultan buenas voluntades, pero viajan en otros senderos, por otros caminos. Y Pipi se rinde en la inmensidad: su San Lorenzo no crece, retrocede. En el Nuevo Gasómetro, con algún silbido sorpresivo y reproches inesperados, pierde contra Gimnasia por 2 a 0. Sigue remando contra el viento en contra.
Pipi, Ortigoza, Verón, Cauteruccio, Matos. Nada mal, por cierto. Sin embargo, no se encuentran, no se asocian, no se retroalimentan. Y si lo hacen, apenas son destellos. De todas formas, con poco, con casi nada, acorralan por momentos a Gimnasia. Buscan la diferencia, la victoria que lo traslade en otra dimensión. Algo más cerca de River, algo más lejos de los del fondo. El Lobo, tímido y poco eficaz en los últimos partidos, descubre los huecos. La necesidad del Ciclón abre el juego de su adversario: hay espacios por todos lados. En una corrida veloz, Oreja envía un centro y Álvaro Fernández, con un cabezazo, abre el marcador.
Cómo salir del encierro, como escapar de los nuevos fantasmas. San Lorenzo va, ataca con los ojos vendados, avanza con los ojos cerrados. No es poco, aunque tampoco mucho: sus viejas virtudes quedaron archivadas; entonces, ataca en el desorden, avanza en el desierto. Merece, eso sí, largamente la igualdad. Es un premio exagerado el triunfo parcial para Gimnasia, que es hábil para explotar los espacios, que es meticuloso para vislumbrar la desesperación del adversario apremiado. El Ciclón, sin pestañear, es un ataque furioso en la parte final del espectáculo: entra Blandi, sale Ortigoza. El Patón Bauza se disfraza de audaz.
Está bien. Está perfecto. Convive en una etapa de pruebas, de nuevos disfraces. Pierde, en casa, con su gente y algo tiene que hacer. Ensaya otras tácticas, modernas recetas. El cultor del pragmatismo, el creador del equilibrio, busca una lanza en el banco de los suplentes y se la arroja a los soldados del campo de juego.
Están casi todos. Romagnoli, Barrientos, Cauteruccio, Matos, Blandi. Está hecho una furia. Por momentos, se parece más a aquel equipo de Pizzi que a éste de Bauza. Gimnasia se retrasa de forma peligrosa, es un final con la cancha inclinada, como si se cayera sobre el arco del Mono Monetti. Hubo un gol más, de Vegetti, en el final desesperado del Ciclón, que anda a los tumbos. El Lobo, al fin, respira con un triunfo grande.
Cetto salió y provocó la alarma
Mauro Cetto sufrió una lesión en la rodilla izquierda, que determinó su salida, a los 39 minutos del primer tiempo; fue reemplazado por Fabricio Fontanini. Generó una gran preocupación, porque exhibió una evidente muestra de dolor en la rodilla; en principio, sería un esguince severo. En marzo, había sufrido la fractura de un dedo del pie derecho.
309
minutos debieron pasar para que Gimnasia volviera a convertir en el torneo local; la última vez, en el 2-0 a Godoy Cruz.
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