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Germán Pezzella: “En la selección no nos sentimos realizados. No hay egos ni relajación”
El zaguero, símbolo de Betis y una pieza incondicional del ciclo Scaloni, ofrece una óptica muy particular sobre el liderazgo de Messi y qué significa ser campeón del mundo
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Nunca dice Germán Pezzella, a lo largo de toda la entrevista, que el zaguero italiano Davide Astori está muerto. Se esmera por construir las frases de otro modo, entonces menciona “poco antes de que nos deje” o “cuando no estuvo más con nosotros”. Pero Davide Astori está muerto y su pérdida todavía conmueve a Germán. Eran compañeros en la defensa de Fiorentina. Tenía 31 años Davide la madrugada del 4 de marzo de 2018, cuando falleció por un súbito problema cardíaco en el hotel “Là Di Moret”, en Údine, donde estaba concentrado el plantel viola para jugar horas más tarde.
Tres días antes, apenas tres, en la Argentina, Jorge Sampaoli había dado la lista de convocados de la selección para los últimos amistosos en el camino al Mundial de Rusia. La última esperanza para muchos, la última para Pezzella. “No estaba mi nombre y se me vino el mundo abajo, fue un mazazo porque había debutado en 2017 y estaba muy ilusionado. De inmediato me entró un mensaje, era Davide. Me decía que debía estar tranquilo, que en los siguientes meses me iba a ayudar para intentarlo hasta el final, para lograr ir a Rusia. Tres días después, ya no estaba. No fui a Rusia, y hasta sentí que a él le había fallado. Por eso, en Qatar también pensé mucho en Davide. Me ayudó, y se lo debo”, confiesa Germán. La tragedia, la gloria y las emociones en carne viva.
De inmediato, la cinta de capitán que lucía Astori la heredó el volante central croata Milan Badelj, pero se lesionó al partido siguiente. Y como el plantel de Fiorentina era muy joven, el entonces entrenador Stefano Pioli decidió que por esos meses la portase Germán. No se la sacaría por las próximas cuatro temporadas, hasta que regresó a Betis. El brazalete con la imagen de los quartieri florentinos, los barrios históricos de la ciudad, con las iniciales DA y el número 13 que el club retiró para siempre. “Fue una responsabilidad extra, enorme, Davide había dejado la vara muy alta, era una persona extremadamente querida en Florencia, un capitán inmenso, que gestionaba muchas situaciones desde la generosidad y la tranquilidad”. Se emociona Germán cuando lo recuerda. Sabe que esa cicatriz siempre estará a la vista.
-Vos has sido capitán en casi todos tus equipos, hasta alguna vez en la selección. ¿Qué tipo de capitán es Lionel Messi?
-Él tiene una manera de liderar que, con el paso de los años, fue cambiándola de manera natural. Se fue dando cuenta del poder que tienen sus palabras, sus gestos y hasta sus movimientos en un compañero y hasta en un grupo. Hay personas tocadas por una varita mágica, y es difícil explicarlo, pero cuando ellos están adentro de un lugar, generan algo especial. A veces sin siquiera hablar, ya sólo con su presencia. A mí me pasa con él, y también lo sentí con Maradona. Son esas personas que, cuando entran, sabés que están ahí… aunque todavía no las viste. Me resulta muy difícil poder explicarlo. Y Leo entendió que sólo con su presencia ya genera cosas muy positivas dentro de la dinámica de un grupo, dentro del equipo. El paso del tiempo y la experiencia lo han enriquecido y marcado. Él es líder desde los 18 años por su manera de jugar, porque es el mejor de todos, pero con el paso de los años, entendió, asumió e incorporó que con una palabra, una mirada o un golpecito en la espalda, le genera a su compañero algo que sólo él puede hacer.
-¿Qué sensaciones tuviste la primera vez que fueron compañeros en la selección?
-La primera vez que compartí el plantel con él fue en las dos últimas fechas de las eliminatorias para Rusia 2018, los partidos con Perú y Ecuador. Un momento complicado, muy complicado… pero yo no jugué ninguno de esos partidos. Para esa convocatoria me tocó compartir la pieza con Gaby Mercado, amigo de River desde hace años. La primera mañana nos levantamos a desayunar y viene Éver Banega, al que también conocía de antes, y nos dice ‘por qué no se vienen a tomar unos mates a la pieza’. Yo era nuevo, ni abría la boca. Fue Gaby el que respondió ‘sí, sí, dale, ahora vamos’. Vamos, y Éver no entra en su pieza, entra en la de Leo. Mierdaaaaaa. Entonces le digo a Gaby ‘Nooo, che, es mi primera mañana acá y cómo me voy a meter al cuarto de Leo. Noooo, me voy, me voy para mi cuarto’. Me agarró Gaby y me dijo, ‘no, no, vos venís’. Entré y me senté en un costadito. Me pasaban el mate, tomaba, lo devolvía y yo no decía nada. Me dije a mí mismo: ‘Vos no hablés antes de quedar como un desubicado’. Hasta que apareció él, fue Leo el que rompió esa distancia y empezamos a intercambiar palabras. Y de repente me preguntó por el Betis, y ahí me sorprendí más: conocía todo, pero todo. Yo, como tantos, pensaba: ‘Leo saldrá a la cancha, juega como nadie, hace lo suyo, termina, se va a la casa y listo’. Qué equivocado que estaba. Conocía todo del Betis, conocía a cada uno de mis compañeros, sabía todo. Y ahí entendí lo que me faltaba entender: por eso es quién es, también, porque está en absolutamente todos los detalles. Esa fue la primera impresión que me llevé de Leo, y me ayudó muchísimo para poder empezar a relajarme delante suyo.
-Entre ustedes, en el grupo, ¿a veces hablan sobre el retiro de Messi? Un día, llegará.
-No estamos pensando en eso… Cuantas veces escuchamos ‘bueno, ya tiene 32 años, bueno, ya tiene 33 años…’ Y ahí lo ves, camino a los 37, parece que no pasa el tiempo para él. Tiene la capacidad de ir adaptando su juego a los cambios que deba hacerle para ir perdurando en el tiempo y ahí está…, sigue siendo el futbolista más decisivo que hay. Nosotros sólo intentamos disfrutarlo, y con naturalidad, porque él se comporta así, como uno más. Mirá… no lo había pensado, pero a él no le gustaría si nosotros anduviésemos preguntándonos ‘¿hasta cuándo jugará?’ No, a él le gusta que sea todo natural y espontáneo. Mejor, disfrutarlo. Mejor, seguir sorprendiéndonos. Mierda, tenemos la posibilidad de jugar con él, qué hermoso, que siga jugando hasta cuando sea.
-Antes de tenerlo como compañero en la selección, ¿cómo te iba en los mano a mano en Barcelona-Betis?
-Nos ganaban siempre, siempre, nos ganaban siempre… Bueno, una vez empatamos de local. Íbamos ganando y nos empataron en el minuto 90 con un gol de Suárez. Tuvimos la mala suerte de coincidir con el Barcelona de Leo, Suárez, Neymar, ese Barcelona que ganó la Champions, era un equipazo, y encima Leo en un nivel incre… Bueno, como siempre… Con Leo pasa eso: te ponés a repasar los años y te perdés, no sabés diferenciar porque él es siempre el mismo, entonces te marea. Cuando yo vine al Betis por primera vez, todavía no lo había tenido como compañero en la selección mayor, y cuando competitivamente lo enfrenté fue… increíble, impresionante. Tenerlo como rival es… traumático, digamos, jaja.
Pezzella hace algo más de un mes se casó con Agustina… en realidad, disfrutaron de la fiesta que había quedado pendiente desde el civil en marzo de 2016. “Vamos a dejarnos de darnos vuelta que ya estamos grandecitos…”, dijimos, en clave humorística. Viven a 20 minutos del centro de Sevilla, en Mairena del Aljarafe, una zona de casas residenciales con muchos rastros del pasado musulmán, del otro lado del río Guadalquivir. A la vuelta de la casa de Guido Rodríguez. Pero en realidad, a Germán le gusta habitar una dimensión bien humana del día a día. No hay poses ni delirios a su alrededor. Después de colaborar activamente en una campaña de donaciones tras el tornado que antes de las Fiesta arrasó muchos barrios –y provocó 13 muertes– de su Bahía Blanca natal, ahora monitorea a la distancia los daños de la tremenda ola de calor. “El problema es el agua y la electricidad, los camiones cisterna no dan abasto…”, cuenta. En Bahía están sus padres, Miguel y Gabriela; sus hermanos, Bárbara y Bruno, sus primos, sus amigos… Es su lugar.
Pezzella es una de esas piezas silenciosas e imprescindibles del ciclo Scaloni. Está desde el primer día, incluso en aquella gira bautismal contra Guatemala e Irak marcó un gol. Y en las finales para los tres títulos tuvo acción: ingresó por ‘Cuti’ Romero en las definiciones de la Copa América 2021 y en la Finalissima 2022, y por Mac Allister en el minuto 116 de Qatar. Y todas las concentraciones fueron con el mismo compañero. “Yo comparto la habitación con Tagliafico desde que estamos en la Sub 20. Hace aaaaaños que nos conocemos, siempre juntos. No cambiamos nunca. El otro día veía unas declaraciones de Roberto Carlos, donde decía que había dormido más noches con Ronaldo que con su mujer… Bueno, a Taglia y a mí nos pasa lo mismo, jajaja. El Sudamericano Sub 20, juntos; el Mundial Sub 20, juntos; los Juegos Panamericanos, juntos y como sparrings de la mayor, juntos”. Sí, el juvenil Pezzella estuvo en Sudáfrica 2010, mezclado entre Diego Maradona y Messi, en otro capítulo inolvidable de su carrera.
-En Qatar, entraste contra Países Bajos en el minuto 78, con la Argentina 2-0. Un rato después, estaban 2-2 y vos habías hecho la falta para el empate. ¿Lo volviste a ver?
-Sí, lo volví a ver, claro. En las competencias de este nivel, un Mundial, a veces te toca jugar más y a veces menos, pero lo que hace la diferencia es que cada uno entienda el rol que está teniendo adentro del equipo. Que vea y entienda desde donde puede ayudar. Yo tenía claro cuál era mi rol en Qatar, pero igualmente iba a trabajar a morir para poder ganarme una oportunidad y así fue. Me tocó entra con Holanda 2-0, luego 2-1 y el empate en esa última jugada que me cobran la falta a mí en el décimo minuto de alargue. Son cosas que debés superar. Son momentos para los que te preparás toda tu vida: teníamos casi la clasificación, y sin embargo de repente debíamos jugar un alargue. Yo hace muchos años que trabajo y me preparo para momentos así, a través de la psicología deportiva y otro montón de herramientas, para responder en el momento que la cita te llama. Y hubo que jugar un alargue, y ahí hicimos méritos suficientes para ganar sin llegar a los penales, hasta yo tuve un cabezazo a la salida de un córner que se fue arriba por poco. Lo importante es que cada uno sienta que puede ser valioso para momentos puntuales del partido, y para eso hay que dejar el ego de lado. Y eso, creo, es una de las cosas que más fuerte nos ha hecho. Si vamos a la selección es porque cada uno está acostumbrado a tener un papel protagónico o importante en su club, y a jugar muchos minutos, pero cuando llegás a la selección la competencia es altísima, y ahí lo trascendente es entender que el beneficio grupal está por delante de todo. El grupo que lo entiende, hace la diferencia. Sean cinco o veinte minutos, hay que estar preparados. Cuando entraron Enzo o Julián en el Mundial, y rindieron como lo hicieron, fue la demostración de que estaban listos, a la altura. Y los muchachos a los que les tocó salir, entendieron que el entrenador optaba por otros por el bien de todos, y a ellos les tocaba respaldar.
-Al árbitro español Antonio Mateu Lahoz lo conocías muy bien.
-Jaaa, mirá, no quiero hablar de Lahoz, ja, porque lo conozco mucho de la Liga española y es un personaje, un personaje bastante particular, que adentro de la cancha también despliega sus... dotes, por decirlo de algún modo. Ya se retiró y estaba muy a la vista de todos…, pero allá él con lo que hizo en ese partido.
-Pero fue foul…
-No me voy a hacer el distraído… Cómo estaba el partido, era la última jugada, la pelota que venía volando, y entre medio de todo eso, el cálculo del salto para tomar bien la pelota, Lea [Paredes] que viene forcejeando con el otro [Wout Weghorst], lo empujan, el otro que se mete en la línea por donde venía yo impulsándome y… quizás me lo llevé puesto y cobraron la falta. Pero ahí uno no puede quedarse con eso, había que seguir, después se iba a venir un alargue y había que responder…
-Los que no fallan son Otamendi y ‘Cuti’ Romero. Dejan pocos minutos sueltos para los demás…
-La verdad es que Ota y Cuti han tenido un nivel increíble y lo han sostenido. Cuando jugás mucho tiempo con el mismo compañero al lado, te vas entendiendo de memoria. Y eso, para una defensa, es esencial. Su nivel es excepcional. Y uno debe asumir que, cuando las cosas funcionan, no hay por qué tocarlas. A los chicos que quedamos afuera, nos toca trabajar mucho porque el trabajo de los que estamos afuera obliga a los que están adentro a no darse el permiso de aflojar. Y cuando alguno no está, poder rendir a la altura. ¿Ves? Todo es parte de un grupo, de un funcionamiento interno para que cada uno saque lo mejor de sí. Y que Samuel y Ayala estén en el cuerpo técnico, dos de los mejores centrales de la historia de la selección, te enseña mucho. Escuchar consejos, detalles, experiencias que vienen de gente que integró la elite y siente la camiseta de la selección es un beneficio extra.
-Llega el desafío del campeón: sostenerse. Pronto habrá otra Copa América.
-Eso de sostenerse a nosotros no nos preocupa porque no nos sentimos realizados, y esa, también, fue una de las marcas de esta selección. Fijate: después de mucho tiempo conseguimos una Copa América, y después de esa Copa América el equipo creció. Tuvimos no sé cuántos partidos invictos y ganamos el Mundial. Y después del Mundial, no se ha visto un equipo deteriorado. Ni mucho menos relajado. Porque a medida que vas consiguiendo logros, eso te genera es una mayor ambición. Decís, ‘quiero más de esto’. Alcanzar la gloria, convivir con esa adrenalina, provoca que no quieras perderla nunca, querés que se te quede en el cuerpo. Entonces vas por más. Sabemos que hay una Copa América a la vuelta de la esquina y vamos a ir a buscarla de la misma manera que fuimos a la Copa América anterior, a la Finalissima y al Mundial. Es el respeto que se merece nuestra camiseta, nuestro escudo. Y las tres estrellas. Porque cada vez que las veo, miro esa estrellita que está ahí arriba de las otra dos y digo ‘en algo colaboramos…’ Eso no tiene precio.
-¿Y cuánto le corresponde a Scaloni?
-Tuve la suerte de arrancar desde el primer partido de este proceso, y entonces todos creíamos que sería algo temporario. Incluso él, entiendo que le creyó, y después todo se convirtió en lo que está a la vista. Creo que su principal virtud, en relación a nosotros, es la cercanía que establece para lograr convencerte. ¿Y sabés desde dónde? Desde la naturalidad. Es muy espontáneo para explicarte los temas, como para debatir de fútbol o de cualquier otra cosa, porque justamente desde la cercanía que ha creado, se permite, y te permite, hablar de cualquier asunto. Y para él y para todos es muy importante porque así llega al deportista y a las emociones de ese deportista. Te convence con naturalidad, sin explotarte la cabeza. Él te muestra un video de 20 segundos en los que te explica lo que va a pasar en el partido, y es muy preciso sobre lo que él pretende de vos. Después en la cancha ves que eso está pasando… Y ahí decís: ‘Faaa, mierda, tiene razón…’ Lee e interpreta muy bien los partidos y sabe ejecutar los planes para cada uno.
-Es cercano sin invadir, para que no parezca una amistad que recorte su autoridad.
-Eso está muy claro: él es el entrenador y nosotros somos los jugadores. La autoridad es él. Entonces, más allá de esa cercanía, uno sabe dónde están los límites, donde empieza la relación entrenador/jugadores. Somos gente que sabemos diferenciar: una cosa es la naturalidad con la que él te habla, y otra es el liderazgo que le corresponde. Entendemos que nadie debe pasarse de la raya. Y ahí aparece otra de sus virtudes: te lo hace entender sin necesidad de levantar la voz, sin necesidad de ser el famoso ‘vigilante’.
-¿Te asustaste cuando amagó con irse?
-… Imaginate que estábamos en el vestuario del Maracaná cantando, en medio del quilombo, y cuando nos serenamos y cada uno se sentó en su lugar, uhhh, vimos las noticias… ‘Mierda, ¿qué pasó?’, nos preguntamos con los chicos. Imagino que la suya es una posición muy demandante. De energía, de lucidez… es el técnico de la selección argentina, con los miles de significados que encierra eso en nuestro país. Desde ese inicio mirado con sospecha, a hoy, ufff, le habrán pasado cosas tan fuertes que en un momento habrá necesitado procesarlas. En un momento, se habrá agotado. Nosotros ni lo esperábamos. Pero el 2023 había sido un año muy frenético; mirá, pasamos de ganar el Mundial a los festejos en los primeros amistoso, después tuvimos que cambiar el chip para afrontar tres doble fechas de eliminatorias… Muchas emociones, todo junto… Pero de él, sólo puede hablar él. Pero por suerte ya está todo acomodado. Encarrilado, digamos.
-¿Ya espiás tu futuro o todavía es muy pronto?
-Intento ir pensando en el futuro, porque hasta aquí toda la vida se la he dedicado al fútbol, y no te digo que es lo único que sé hacer… pero la verdad es que no conozco mi vida sin fútbol. Entonces voy explorando posibilidades, voy viendo qué me genera curiosidad… Me encanta el fútbol, me la paso mirando fútbol, y presiento que ese futuro estará ligado al fútbol. Pero sinceramente no sé en qué función; quizás, cuando pasen más años de carrera pueda identificar mejore desde qué lugar. Pero yo veo que en mi vida, el fútbol seguirá siendo algo esencial, como técnico, como director deportivo… no lo sé. Y no será solo elegir, sino prepararse para eso. Algo que me motive, especialmente.
-¿Antes habrá otra etapa como futbolista de River?
-No me gusta prometer fechas, años y todo eso porque en el fútbol manda la dinámica, pero ojalá tenga la posibilidad de tener otra etapa en River. Pero River es mucho más grande que yo, esto no se trata de levantar la mano y decir ‘che, voy a volver a River’. No. Acá se cuestión de que yo le pueda aportar algo positivo al club, y que el club me necesite. En mi cabeza está volver, si se me permite, y no para ir a saludar a la gente, sino ir para competir, porque es lo que pide la grandeza del club. El tiempo lo decidirá. Yo crecí y me forme en River. Ojalá, suceda.
En la espalda de Germán, para siempre, está tatuada la Copa del Mundo, las tres estrellas, los números 8, 12, 18 y 23 y la frase ‘Oh juremos con gloria morir’. No, no… no es una falta de ortografía, es una interpretación muy personal. Conviene ir por partes. “En las redes sociales saltó que era un error y el tatuador español estaba desesperado, me llamaba compungido… Pero yo le pasé el texto, fue intencional. Uno de los momentos más emotivos de mi carrera fue la primera vez que estuve formado con la selección mayor. Contra Rusia, en un amistoso en 2027. Pero no pasaron el himno, sólo se escuchó el tarareo ‘ohhhh, ohhh, ohhhhh, ohhhhh, oh!!’ Me emocioné muchísimo. Para mí significa tanto esa melodía que quería que esa estrofa del himno quedase tatuada así. No me iba a tatuar ‘ohhhh, ohhhhh, ohhhhh, ohhhh!!, ¿no?”, bromea.
¿Y los números? “Después del partido con Arabia estábamos bastante bajoneados, Dibu, el Huevo [Acuña], Gero [Rulli], Guido [Rodríguez] y yo, y queríamos agarrarnos de algo. Y al ‘Dibu’ se le ocurre una estupidez. Dice: ‘Si pasamos la primera etapa como primeros de grupo nos pintamos el pelo’. Habíamos perdido en el debut y el ‘Dibu’ hablaba de pasar primeros el grupo… ‘Dejate de romper los huevos’, le decíamos. Pero insistió e hicimos la promesa. Y tuvimos que cumplir después de Polonia: él se clavó la bandera y los demás hicimos algunos detalles en el pelo, ahí, medio tapados. Y al pasar a cuartos, el ‘Dibu’ que redobla la apuesta: ‘Si salimos campeones, nos hacemos un tatuaje y nos grabamos los números de nosotros cinco’. Pero siiii, le dijimos, pero como quién dice si salimos campeones hacemos lo que vos quieras… Y tuvimos que cumplir.
-¿Cumplieron todos?
-Cumplió el Dibu, cumplió Gero, cumplió Guido y cumplí yo… Y el Huevo da vueltas, dice que el tatuador no sé qué, que quiere tatuarse con alguien que no encuentra… Nos mete excusas, pero ya se lo haremos hacer.
-¿Qué es ser campeón del mundo?
-… Es algo muy loco. A veces un nene te pide una foto a la salida de un entrenamiento y el padre le comenta ‘mirá que él es campeón del mundo’… Y cuando escuchás eso te quedás un poco abrumado, que asocien tu nombre a un título del mundo… uhhh, es hasta más de lo que podés haber soñado en tu infancia. Porque cuando sos chico, decís: ‘Quiero jugar en primera, quiero jugar en la selección, quiero ser campeón del mundo…’, pero cuando van pasando los años y tenés la suerte de hacer una carrera, te das cuenta de que ser campeón del mundo estaba impulsado por los sueños de aquel nene, porque advertís que empieza a quedar lejos. ¿Cuántas veces pasa, cuántos futbolistas pasan y muy pocos lo consiguen? Miro para atrás y veo la cantidad de jugadores excepcionales que pasaron por la selección argentina y no les tocó. Y por otras grandes selecciones, también. Por eso nosotros somos unos tremendos privilegiados. Sí, nos lo ganamos, pero estuvimos en el lugar justo y en el momento justo, porque se trata de eso. Entonces, vuelvo: cuando escuchás a ese padre hablándole a su hijo, decís, ‘paaaa, claro, de esto se trataba ser campeón del mundo’.
-Naciste en 1991, sos de la generación que no había visto a la Argentina campeona del mundo. Para verla campeona... tuviste que serlo vos…
-¡Es una locura pensarlo así! Yo soy de Bahía, desde donde es muy difícil salir y hacerte un hueco en este mundo. Lautaro y yo tuvimos la suerte de salir de nuestra ciudad y a través de nuestros caminos, llegar hasta acá. Miro para atrás y ni en el mejor de los sueños podía esperar algo así. Pero cuando estás en el Mundial y vas avanzando, en un momento te decís ‘es real, ahí está, puede ser’. Y creo que eso nos pasó a todos: ‘Mierda, de los lugares desde dónde venimos y ahora tenemos esta posibilidad… Nos van a tener que matar para sacárnosla’. Y se creó una atmósfera muy especial.
-¿Qué eran el ‘78 y el ‘86 para vos?
-Yo hoy creo que nunca había tomado real dimensión de lo que podía significar ganar un Mundial. Obviamente, mi viejo y otros familiares me habían comentado como habían vivido el ‘78 y el ‘86, pero creo que ahora está todo mucho más potenciado por las redes. La gente puede seguir nuestro día a día, accede a videos de nuestros entrenamientos, de nuestra concentración. Creo que hoy los hincha se sienten más cerca, más parte, y lo viven como algo propio también. Por eso la onda expansiva que tuvo este título. Ahora, cuando yo miraba los videos del Diego en el ‘86 es como que no terminaba de entenderlo… Me llegaba a preguntar ¿esto fue real? Lo vivía como algo mitológico… Yo sentía que la distancia era inmensa. Y ahora, a veces pienso que dentro de 30 años alguien va a mirar los videos de Qatar y ahí vamos a estar nosotros. Como si fuese una larga y única película, lo que todavía me parece increíble es que en un momento aparezco yo.
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