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Generación Bombonera: historias de tres pibes de 80 años que laten junto a Boca y celebran el aniversario del mítico estadio
Ochenta años. Toda una vida. Esa edad es la que cumplió la Bombonera el 25 de mayo de este año, en el cual las celebraciones debieron postergarse y por pandemia de coronavirus y la cuarentena que detuvo a la Argentina en general y al fútbol en particular por casi seis meses.
Ochenta años, toda una vida, es la edad de los socios vitalicios que LA NACION contactó para que sean ellos los que compartan sus vivencias en el coliseo xeneize, en una nota que también se convierte en un viaje a otra época y otro fútbol, pero que se nutre con la más pura actualidad. Son los hinchas que nacieron junto con la Bombonera. Un aniversario tan especial que hasta motivó el lanzamiento este martes de una camiseta especial por parte de adidas. En el día en que Boca jugará con Libertad por la Copa Libertadores, en el regreso al mítico estadio en medio de la pandemia.
Por primera vez, Moisés Caire no podrá visitar la Bombonera en este 2020 tan diferente para todo el mundo. Ni siquiera la distancia, cuando en 2001 decidió emigrar a Israel, le impidió volver y sentir esas emociones que solo el estadio xeneize genera.
"Mi vínculo con Boca es muy curioso. Porque mi padre, Jacobo, era de River. Pero era simpatizante. Y al no trasladarme fanatismo, cuando pisé la Bombonera por primera vez, a mis 12 años, el romance fue para siempre", cuenta Moisés desde el país europeo. Y agrega: "Mis hijos sí absorbieron esa pasión. Jonathan vive cerca de mí en Israel, y David y Nicolás están en la Argentina. Pero una vez por año tenemos nuestra reunión familiar en la Bombonera".
Moisés es socio vitalicio. Antes, cadete y activo. Y en más de una ocasión pudo pisar el césped del estadio xeneize. "Había un dirigente que era amigo de la familia, Santiago Ventricelli, y gracias a él fui varias veces a los viejos palcos y después, al vestuario. Recuerdo en el año 54 un partido con Tigre, que creo que Miguel Ángel Baiocco hace el gol, y somos campeones. Yo era ligerito y me metí a celebrar y a dar la vuelta olímpica con los jugadores. Son cosas inolvidables".
A la hora de destacar el partido que primero le viene a la memoria, automáticamente viaja a dos fechas. La primera es la del domingo 9 de diciembre de 1962. "Ese día yo estaba en la platea. Sector B. Recuerdo que cuando Roma le ataja el penal a Delem pegué un salto, con tanta fuerza que cuando caí me perforé la suela del zapato. Pero, ¿qué me importaba? Estaba feliz".
La otra es la del 20 de febrero de 1981. "Fue la primera vez que Maradona se puso la camiseta de Boca. Jugó el primer tiempo para Argentinos, y el segundo para nosotros. Hizo un gol de penal y al final perdimos 3 a 2. Más allá de que fue un amistoso, es un recuerdo imborrable", comparte.
Sin embargo, su gran ídolo es Silvio Marzolini. "Lo admiré siempre. Un señor dentro y fuera de la cancha. Yo trabajaba en una empresa, y cada tanto Silvio aparecía en el local de al lado. Yo entonces me escapaba para ponerme a charlar con él. Un fenómeno", elogia.
A la distancia, Moisés se ilusiona con hacer crecer la peña que el club de la Ribera tiene en Israel y convertirla en Consulado. "Sería grandioso. Acá, cada vez que juega Boca nos reunimos en algún bar con pantalla gigante. Este miércoles se nos va a complicar porque son seis las horas de diferencia y contra Libertad será a las 3.30 de la mañana de acá. Pero bueno, habrá que madrugar".
En referencia a los 80 años que cumplieron él y el estadio, Moisés resume: "Boca y la Bombonera son todo para mí. Es parte de mi vida. Siento orgullo y agradecimiento por que Dios me haya dado tantos años para poder seguir disfrutando de mi Boca Juniors querido".
Roberto Godoy tenía apenas 14 días cuando se estrenó la Bombonera. Desde Bariloche también deja en evidencia que es una verdadera enciclopedia azul y oro.
"Vacca, Marante, Perroncino; Sosa, Lazzatti, Pescia; Boyé, Corcuera, Sarlanga, Gandulla y Emeal". Ese es el primer equipo que recuerdo. Y había una delantera que me encantaba: "Ponce, Madurga, Novello, Rojitas y Peña". ¡Por favor!, ¡Qué bien jugaban! Navarro, Baiocco, Borello, Rosello y Marcarián fue otra gran delantera. Vi jugar a Pierino González, a Pianetti, a Grillo. De Vélez vino Ferraro y Montaño de Huracán", recita de un tirón.
"Cuando yo era chico vivíamos en Barracas", cuenta Roberto. "Mi papá, Ramón, era bombero. Y estaba en el cuartel de la calle Brandsen, a tres cuadras de la cancha. De muy chico me llevaba a ver a Boca. Tenía 8 años. Me acuerdo de que hubo momentos de mucha euforia y otras de no tanta. Íbamos cada vez que podíamos".
Desde hace más de 40 años se instaló en Bariloche, su lugar en el mundo: "Tenía micros en La Estrella. Viajé casi 7 años la ruta Buenos Aires-Bariloche. Entré a los 22. Hasta el 79 trabajé en esa empresa, hasta que me vine a Bariloche y compré una confitería. Y me quedé. Con el tiempo tuvimos que cerrar y ahora tengo un comercio de autopartes".
Hace un mes que falleció su esposa. Y pasaron dos años que no visita Buenos Aires. En 2018 vino a visitar a su nieta, Belén. Y a pesar del tiempo y la distancia, el sentimiento y el análisis de la actualidad están intactos: "A veces me llama la atención que no consigamos un buen número 4, cuando nosotros tuvimos a Carlos Sosa, a Lombardo, al Cholo Simeone, a Suñé, a Pernía, al Negro Ibarra. Y hoy no podemos tener un buen cuatro".
Su compromiso con el club es una constante: "Mi padre había comprado un bono para la platea de la cancha de la ciudad deportiva que Alberto J. Armando había dicho que iba a construir en tierras ganadas al río. Yo iba a jugar al tenis ahí. Es una pena que no se haya podido hacer ese estadio. Hubiera sido maravilloso".
Los 1586 kilómetros que lo separan de la Bombonera no son distancia cuando habla con el corazón sobre ella. "Siento una gran emoción cada vez que voy. Hablar de Boca me moviliza mucho, sobre todo viviendo tan lejos. Ojalá Dios me dé salud para poder volver cuando se pueda".
Norberto Arcolino nació el 27 de mayo de 1940. Dos días después del estreno de la Bombonera. En la actualidad vive en Palermo y tiene una asombrosa lucidez. Cada recuerdo le abre la puerta a otro. Podría hablar de Boca durante horas.
"Hablar de la Bombonera es hablar de mi vida. Me emociona hasta las lágrimas", confiesa Norberto del otro lado del teléfono. Y al mismo tiempo recuerda, pícaro: "Vivíamos en esas casas largas, no conventillo pero de ese estilo. Toda mi familia era de River. Entonces, cuando tenía 10 años la convencí a mi tía Lucrecia para que se hiciera de Boca. Y de a poquito, fui convirtiendo a todos. El único que zafó fue mi padrino, que fue siempre de Independiente".
Corría el año 1950 cuando entró por primera vez al coliseo xeneize. "Es una emoción muy grande la que se siente al ver por primera vez a la Bombonera. Es difícil explicarlo con palabras. Hay que estar dentro de uno para sentir lo que produce", resume.
Desde el sector B, donde desde hace décadas sigue a Boca con su hijo, Norberto recuerda un momento muy especial. Era 1996. Estábamos 2 a 2 con River. No quedaba nada. Y en la última pelota, el uruguayo Guerra anota el 3 a 2 con la nuca. ¡Mamita querida! ¡Qué lindo fue ese día! ¡Se venía la cancha abajo!". Justo hoy se cumplen 24 años de aquella definición agónica.
Se ríe el hombre, que en otra época fue gerente de bancos y en breve se irá a vivir a Bahía Blanca con su hija mayor, Silvia. Marcelo y Natalia, en cambio, viven en la Ciudad. Con su hijo varón comparte la pasión por Boca y por el fútbol. De hecho, ya le dijo a primogénita: "Lo único que te quiero avisar antes de mudarme con vos es que cada vez que juegue Boca y yo pueda ir a la cancha, me tomo el avión y me voy a la Bombonera". Trato hecho.
Las lágrimas vuelven cuando Norberto toma dimensión de que él y el estadio de Boca nacieron casi el mismo día. "Es muy emocionante llegar a 80 años. Es una lástima que haya tocado esto porque nos impidió hacer la fiesta más grande y merecida. Mi querida Bombonera... ¿Qué puedo decir? Lo mejor. Lloro. Me emociono".
Ochenta años, resumidos en apenas tres historias de las tantas que reúne la familia boquense. Siempre reunida por ese estadio único popularmente conocido como La Bombonera. El corazón de Boca.
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