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Gastón Giménez, el formoseño que no tenía para comer, es capitán de Vélez y "muere" por la selección
"Pasaba hambre, pasaba frío, tenía sueño, pero me iba igual a las pruebas casi sin comer". El recuerdo le viene a la cabeza, se le pierde la mirada y suelta una sonrisa de satisfacción. Se ríe, siempre tiene una sonrisa a mano. No la muestra de inmediato, se toma unos minutos para estudiar a quién tiene enfrente, pero cuando termina esa evaluación interna, se ofrece sincero y sin frases ensayadas del mundo del fútbol.
Gastón Giménez , a los 27 años, no conoce otra forma que ser directo. Quizá sus días por las calles en el barrio Villa del Rosario, en Formosa, lo hayan curtido de esa forma. Por eso no tiene problemas en aceptar si no le respondió a un entrenador como quería o que necesitó de hacer terapia para poder soportar un ambiente como el del fútbol que por momentos es muy nocivo.
Disfruta de este momento en Vélez, de haber llevado la cinta de capitán en la Bombonera, de este momento por el que luchó. El fútbol es vertiginoso, pero Giménez nunca olvida cómo comenzó su historia. En el Club Vialidad, de Formosa, dio los primeros pasos y a los 12 años se fue a jugar a la Liga Rosarina, a San José. "No jugué casi nada, mi familia no me pudo pagar la pensión y me volví", cuenta Giménez. Viajó a Buenos Aires junto con su padre a buscar una oportunidad, pero su panorama era sombrío. Sin embargo, apareció una chance de probar suerte en Chicago y en Almirante Brown. Lo aceptaron en los dos clubes, pero cuenta por qué se inclinó por Almirante Brown: "Nos decidimos por Almirante porque nos podía mantener la pensión".
Debutó profesionalmente en 2009 con Almirante Brown, por la Primera B Metropolitana. Después llevó su juego a Atlético Tucumán, Godoy Cruz y Estudiantes de La Plata. Un volante central que reverdeció con Gabriel Heinze en Liniers, que mantiene su esencia de potrero y que hasta la selección apareció en su mapa. Tanta fue su evolución en los últimos tiempos que Lionel Scaloni lo colocó en la nómina preliminar para la Copa América de Brasil 2019. "Es fantástico todo lo que me pasó, pero sin todo lo que viví antes, no hubiera podido llegar hasta acá".
Relata con detalle cómo fue que se enteró que iba a ser convocado para jugar con la selección por primera vez para los amistosos de noviembre ante México, y en sus ojos se advierte que vuelve a ese momento: "El primer contacto fue con Walter Samuel . La verdad que no le presté atención al teléfono porque estaba preparando la comida. Me llamó la atención que de inmediato recibí un mensaje de WhatsApp que decía que quería hablar conmigo... No sé por que se me escaparon un par de lágrimas. Me tuve que calmar porque quedaba mal que le devolviera el llamado así... Creo que fue lo más importante que me pasó. En ese momento recordé todo lo que había vivido, lo que tuve que luchar. Entrar por primera vez al predio de AFA fue una locura".
-¿Qué significa para vos poder estar en un club que te permita jugar de la forma que te gusta hacerlo?
-No sé si es que me lo permiten, creo que la clave es el entendimiento del juego y el estilo que proponemos. Me parece que yo maduré y eso me permite asumir responsabilidades lógicas de un profesional, pero con la calma para jugar de una manera más "lúdica".
-Leí en algunas notas que dijiste que jugar al fútbol para vos es disfrutar del juego y poco tiene que ver con lo rígido del oficio.
-Es verdad que el fútbol es muy táctico. Cuando me detengo a pensar en eso advierto que por más estructurado que sea el juego, hay estilos que no van a cambiar, que nacen con el futbolista. A mí me pasa que por momentos disfruto de hacer cosas que hacía cuando era chico. Como ya no tomo jugar al fútbol como una diversión, trato de poner el disfrute afuera de la cancha.
-Saliste con lo puesto de Formosa, llegaste a Almirante Brown, pasaste por Estudiantes, Godoy Cruz y ahora Vélez, ¿te gusta lo que rodea al mundo del fútbol?
-No es fácil el mundo del fútbol. Hay muchas cosas para las que no estás preparado. Hay que ir acomodando todo mientras recorres el camino. Por eso busco disfrutar afuera de la cancha. Poder aprovechar los espacios de entrenamiento, de ir a un gimnasio, que cuando arranqué no lo tenía… Todo lo que viví me sirvió para lo tengo hoy. Es que no valorás todo cuando desde el arranque las cosas te aparecen fáciles. Yo nunca tuve nada y lograr algo hace que quieras cuidar todo mucho más.
-Cuando viniste a probarte no tenías para comer, ¿es así?
-Sí, vinimos con mi papá y la pasamos mal. Todos hicieron mucho sacrificio por mí. Yo le dije que iba a hacer la última prueba en Buenos Aires y si no me salían las cosas iba a dejar el fútbol. Me iba a dedicar a estudiar y trabajar. Justo se dio que en Almirante me pude quedar y ahí arranqué.
-Cuando ponés todo eso en perspectiva: advertís que sos titular en Vélez y hasta te citaron a la selección, ¿qué sensaciones te genera?
-Cuando me citaron no lo podía creer, pero después me dije "loco déjate de joder y aceptá lo que está pasando". Me lo propuse porque de esa forma iba a poder disfrutar de todo.
-De pasarla muy mal a que te vaya tan bien, ¿es necesario tener gente que te hable o acercarte a un profesional para estar equilibrado?
-Sin duda que es necesario tener a alguien que te ponga los pies sobre la tierra. Hice terapia y mi familia me ayudó a pasar momentos complicados y también a mantenerme a tierra. Mi novia es la que más está pendiente de ayudarme en todo sentido. Ella sabe en qué momento estás arriba y cuándo estás abajo. Es muy importante tener alguien que te diga las cosas.
-Si tuvieras que aconsejar a un colega que haga terapia, ¿lo harías?
-Totalmente. Me parece muy importante para el fútbol de hoy en día hacer terapia. Y mucho más en la Argentina porque es muy complejo convivir en este ambiente. Por la locura con la que se vive, por las formas en las que se dicen las cosas. Es muy importante para el futbolista, porque no todos estamos preparados para semejante vorágine. Sin duda que, si alguien me pregunta "¿qué tal hacer terapia?", yo le diría que es muy bueno. Es fundamental tener la cabeza acomodada. Porque uno cree que cuando entra a la cancha se olvida de todo y no te afecta nada… Yo pensaba de esa manera, pero después me di cuenta que la factura llega por otro lado como, por ejemplo, con lesiones.
-¿Cómo es convivir con un entrenador tan exigente como Gabriel Heinze?
-Yo lo conocí en 2015 cuando me dirigió en Godoy Cruz. Ahí conocí su forma de trabajar y de convivir con el futbolista, porque Heinze convive con los jugadores. En esa experiencia nos empezó a dejar enseñanzas de cómo se construye un jugador profesional de elite. Cómo trabajar para estar listo a la hora de emigrar al fútbol de Europa. Acá somos todo lo contrario a lo que se pide allá. Al principio te cuesta acomodarte a todas esas exigencias, pero cuando lo asumís podés ver las diferencias y ahí es donde ya lo tomás con naturalidad. Es muy importante para cualquier jugador joven tener un técnico de estas características.
-¿En Vélez encontraste todo lo que siempre imaginaste como un club ideal?
-Fue así. Imaginate que cuando estaba en Almirante, que está cerca de Liniers, miraba a Vélez con admiración. Incluso, muchos jugadores juveniles de Vélez fueron a Almirante a préstamo. Siempre tuve el anhelo de estar acá. Pasaba por la cancha, la miraba y le decía a mi novia: "algún día voy a jugar ahí". Es un club modelo.
-¿Por qué Vélez desarrolla un juego que le gusta a todos?
-Porque el estilo que tenemos lo entrenamos todos los días. Por la intensidad con la que jugamos, que también lo tenemos en las prácticas. Estamos convencidos de que es la forma, tratamos de no renunciar a ese estilo. Da gusto ver a Vélez por la forma en la que presionamos e intentamos jugar.
-¿En qué momento te diste cuenta que lo que les proponía Heinze para Vélez era el camino ideal? La tenían complicada al principio.
-La teníamos brava, es cierto. Vos sabés que me había quedado una espina con Henize cuando fue a Godoy Cruz, que era su primera experiencia como DT. Es que él me bancó muchísimo y yo no respondí futbolísticamente como hubiera querido. Y eso me quedó dando vueltas; sentía como que estaba en deuda con Heinze. Por eso ahora sentí que tenía la edad justa para poder aprovechar todo lo que él tenía para enseñarme. Venía de tener una lesión… Me pareció que debía aprovechar el momento justo para ayudar.
-¿Te ponés como objetivo intentar en el fútbol de Europa?
-No lo pienso. Sin duda que es una meta que muchos se ponen. Pero la realidad es que yo prefiero disfrutar de todo lo que me está pasando. Estoy en un club que me brinda todo, la paso bien con mis compañeros. Quiero seguir creciendo para poder ayudar al equipo. Es que no me marean otras cosas. Entiendo que para dar cualquier salto tengo que seguir preparando. Tengo todo lo que quería como futbolista y sólo pienso en qué tengo que saber cómo aprovecharlo.
-¿Qué te pasó con esa primera citación a la selección?
-Fue una locura, porque yo sabía que iban a ver a Nico Domínguez. Cuando recibí el llamado fue tremendo y cuando corté se me vinieron a la cabeza todos los recuerdos de ese arranque tan sufrido. Volvería a tener hambre y a cagarme de frío por tener otra convocatoria a la selección.
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