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Gallardo-Francescoli en River: el guiño del destino y el mismo lenguaje que los convirtió en una de las sociedades más emblemáticas del continente
En 2014, tras la salida de Ramón Díaz como DT, el uruguayo (como manager) pensó en el Muñeco para reemplazar al riojano, aunque no fue la primera opción
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Enzo Francescoli, como futbolista, dejó una huella indeleble en River. Delantero de técnica exquisita, movimientos elegantes y líder emocional (en la cancha, en el vestuario) durante un período en el que el club millonario ganaba certámenes locales con autoridad y continuidad, también asumió la capitanía del equipo que conquistó la Copa Libertadores en 1996. El Príncipe de pantalones cortos se convirtió en uno de los máximos ídolos de la institución. Sin embargo, un buen tiempo después, desde la función de manager durante la presidencia de Rodolfo D’Onofrio, el uruguayo fue el responsable de una de las decisiones más influyentes de la historia riverplatense. Sabio e intuitivo, fue Enzo quien aconsejó e impulsó la llegada de Marcelo Gallardo como director técnico, a mediados de 2014, luego de la abrupta salida de Ramón Díaz.
“Vengo a avisarle que me voy”. Las palabras de Ramón sacudieron el mundo River en mayo de 2014. La sorpresa fue grande y D’Onofrio, que no tenía un plan alternativo para la dirección técnica ya que seguía confiando en el DT riojano, quedó mareado. Pero tuvo rápida capacidad de reacción y descansó en la perspicacia de Francescoli. Y la ingrata noticia de la salida de Ramón, finalmente, terminó siendo el inicio del período más exitoso de la historia del club de Núñez. No fue Gallardo la primera opción en la que pensó Enzo. Antes había evaluado la opción de Gerardo Martino (había tenido una traumática salida de Barcelona y quería descansar). También pensó en Ricardo Gareca y hasta en Eduardo “Toto” Berizzo. Sin embargo, interiormente algo le indicó que Gallardo, su excompañero de vestuario, debía ser el elegido.
Como en casi toda historia épica hubo guiños del destino. El Muñeco estaba muy cerca de ser entrenador de Newell’s, que ya le había hecho una propuesta formal y lo seducía. El exnúmero 10 se tomó 24 horas para evaluarlo y, en ese breve lapso, mientras viajaba de Rosario para Buenos Aires, se detuvo en Cardales a tomar un café y justo recibió un mensaje de Francescoli, que luego derivó en la reunión que concretó su gran regreso al club (la firma del contrato se produjo en el domicilio de Matías Patanian, que era vicepresidente del club (y aún lo es, pero bajo el mandato de Jorge Brito). Si River (Francescoli, en ese caso) se hubiera demorado algunas horas más en contactar a Gallardo, seguramente, la historia habría sido distinta. Pero todo es por algo, claro.
Tras un exitoso paso por Nacional de Uruguay en la temporada 2011/12, Gallardo se tomó un período para descansar y perfeccionarse. Y vaya si lo logró. El 6 de junio de 2014 asumió como DT de River y lo que llegó después ya es más conocido. ¿Qué vio Enzo en Gallardo? Así se lo explicó, a LA NACION, en una entrevista en octubre de 2014: “¿Si cuando éramos compañeros le veía futuro de técnico? La verdad que no, mentiría si dijera eso. También hay que tener en cuenta que cuando yo llegué él tenía 17 años. Fue un excelente jugador y tuve una gran relación, vivimos cosas increíbles. Me di cuenta o mi intuición me dijo que podía ser un muy buen entrenador durante un par de charlas que mantuvimos cuando ya dirigía. Me lo crucé en un puente aéreo Buenos Aires-Montevideo, cuando ya se había ido de Nacional, y después conversamos otra vez al encontrarnos de casualidad. Lo vi muy enganchado en la función. Me contó que en los últimos años veía el fútbol desde otra perspectiva, ya no tanto desde la de jugador. Conozco gente de Nacional y Uruguay que me dio buenas referencias de él. Fue pura intuición mía, el resto es mérito de él. Cuando lo recomendé al club dije que era un gran tipo, una persona muy derecha, un gran profesional que defendió la camiseta y conoce al club. Era su momento”.
La misión de Gallardo/Francescoli fue “reconquistar el prestigio futbolístico” de River, facilitar la tracción entre la dirigencia y el plantel hacia un mismo objetivo. “Con Marcelo (Gallardo) coincidimos en que se debía recuperar el sentimiento de querer estar en River, no venir aquí como si fuera una opción más. Para vestir esta camiseta y soportar la presión tenés que demostrar el compromiso de querer estár acá, si no, es mejor estar en otro lado”, confió Enzo, después de varios años de gestión. Francescoli también llegó a destacar el liderazgo que ejerció el Muñeco: “Es un entrenador de fútbol, pero sobre todo un líder con el que se puede hablar. El liderazgo no lo maneja con gritos ni amiguismos. Es su modo de conducir, de trabajar y de convencer desde la idea”.
Y hasta lo retrató como un inconformista. Esta anécdota de Francescoli ilustra a Gallardo: “Una vez, después de un triunfo, entré en el vestuario para felicitarlo. Estaba sentado con una computadora sobre las piernas. Me miró y me dijo: ‘Estoy revisando el video del partido, porque hay un par de salidas desde el fondo que hicimos mal’. Puro Gallardo”.
Enzo fue una pieza clave en estos ocho años y medio de identidad millonaria; nunca se puso por delante del proyecto pese a ser una figura dorada en Núñez. Gallardo descansó mucho en la armonía del uruguayo. Y ambos hablaron el mismo lenguaje. “Nos conocemos mucho. Compartimos vestuario por mucho tiempo. Yo era muy joven cuando él volvió a jugar a River, tenía 17-18 años, siempre lo vi como un jugador de elite en el que uno se podía reflejar. Compartí todos mis inicios, aprendí de su calidad humana, su calidez y su humildad. Con los años seguimos manteniendo una gran relación, hasta que nos volvimos a encontrar en una faceta distinta de los dos: él como manager y yo como entrenador. No es fácil mantener esa relación durante tantos años en un club donde hay tanta exigencia”, reconoció el Muñeco, hace un tiempo.
El último jueves, en el predio millonario de Ezeiza, durante el anuncio que ningún hincha de River hubiera querido escuchar, Gallardo volvió a tener públicamente un especial agradecimiento para Enzo. Juntos ya le habían dado gloria al club, pero como futbolistas; ahora, tras más de ocho temporadas, transformaron la vida de la institución desde otro lugar. Será, para siempre, una de las sociedades más emblemáticas de la historia del fútbol continental.
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