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Gabriel Avalos, el 9 que quiere Tevez para Independiente, y su filosofía de vida: “Objetivos cortos y ganas de seguir aprendiendo”
A sus 33 años, el delantero llegaría por primera vez a un equipo grande
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La frialdad de las cifras no deja dudas: el mérito de haber sido máximo goleador de 2023 en las tres competiciones que se disputan en el país -Liga Profesional, Copa de la Liga y Copa Argentina- no recayó en ninguno de los delanteros más consagrados, sonoros o promocionados. El dueño del escalón más alto del podio fue Gabriel Ávalos, el paraguayo número 9 de Argentinos Juniors, que si bien no llegó a concretar uno de sus confesados sueños –”Ser el máximo goleador de un torneo”-, fue el mejor en la suma total.
A sus 33 años, el espigado delantero (mide 1,90 metros) sacudió las redes rivales 20 veces en 39 partidos; 12 en la Liga Profesional, 5 en la Copa de la Liga y 3 en la Copa Argentina. Además, se anotó con un golazo ante Fluminense en la ida de octavos de final de la Copa Libertadores. Y para completar un año redondo está muy cerca de concretar todo un hito en una carrera que ya vistió 14 camisetas diferentes -8 de ellas en nuestro país-: llegar a un club de los más grandes del continente. Independiente ya arregló con la entidad de La Paternal el pago de dos millones de dólares para compensar el año de contrato que aún tiene con el Bicho y se espera que el martes comience la pretemporada con el Rojo.
“Me llena de orgullo que los equipos importantes se fijen en mí. Eso indica que estoy haciendo bien las cosas”, repite el Caballo Ávalos cada vez que su nombre queda asociado a una de esas instituciones que cuentan con millones de hinchas y una nutrida sala de trofeos. (El apodo, por cierto, no se lo ganó en las canchas, ya lo tenía cuando jugaba por diversión en los potreros de Edelira, el pequeño pueblo rural cercano a la frontera con Misiones donde nació y creció).
Un repaso a la trayectoria del goleador guaraní ofrece una larga lista de detalles curiosos. Desde su confesión de no haber sido él sino su papá quien en un principio puso más énfasis en la posibilidad de convertirse en futbolista profesional –”Su sueño era más fuerte que el mío”, contó alguna vez- hasta el hecho de haber estado en el radar de River y Boca en el último año y medio, pasando por su nula formación en divisiones inferiores, su hat-trick a los “millonarios” en el Monumental con la casaca de Patronato, o sus comienzos como marcador central “porque a los 16 años ya tenía esta altura y en la liga en la que jugaba con mis amigos las sacaba todas de arriba”.
Los tres goles a River en una misma tarde
A la misma edad que Claudio Diablito Echeverri se plantea si renueva su contrato con River o se marcha para completar su aprendizaje en Europa, Ávalos ni siquiera había pasado una prueba de aptitud en un club. Sus primeros intentos, una vez que terminó sus estudios secundarios, comenzarían doce meses más tarde en Libertad de Asunción y luego en Temberaty, Defensores de Cambaceres, Tigre o Gimnasia y Esgrima La Plata, y recién rendirían sus primeros frutos tres años después, cuando debutó en Independiente de Campo Grande, modesta entidad del barrio asunceño Salvador del Mundo que por entonces estaba en Primera División.
Los futbolistas de formación “silvestre”, es decir, sin las pautas técnicas y tácticas que pueden aportarle los entrenadores y el roce competitivo durante el paso por la cantera, suelen partir con desventaja respecto al resto. No solo por tener que afrontar estos exámenes de manera tardía, sino también por la necesaria adaptación a la disciplina del profesionalismo y la exposición a las críticas y los elogios, mucho menores en torneos alejados de los focos de la prensa y la pasión de los hinchas. Por eso, en la mayoría de los casos sucumben y su pasaje por el fútbol suele ser breve.
Para aprobar todos los tests, además de mucho esfuerzo y unas mínimas condiciones técnicas, es imprescindible tener la cabeza bien amueblada. “Mi filosofía es proponerme metas a corto plazo: hacer una buena pretemporada, afianzarme en el equipo, lograr cosas con el grupo, hacer una determinada cantidad de goles en un torneo… Pero también aprendí a no desesperarme cuando el gol de llega, a tener paciencia y esperar el momento”, analiza y se autoanaliza el artillero más eficaz del año en el fútbol argentino.
La responsabilidad que adquirió desde muy chico, cuando por las tardes quedaba a cargo del cuidado de sus hermanas y la limpieza de su casa mientras sus padres trabajaban; la dureza mental que forjó en soledad durante la temporada en la que en Deportes Concepción, en la segunda división chilena; la rebeldía ante la frustración, cuando apenas disputó un puñado de partidos sin marcar ningún gol en Peñarol de Montevideo (el club con más rica historia de todos los que ha estado hasta ahora) son apenas algunas grageas que explican su demorado arribo a la consideración general. Aunque posiblemente ninguna de ellas le hubiera llevado a disputar una Copa América (la de 2021) con la selección paraguaya sin la necesaria humildad para aceptar las carencias propias y sin la mente bien dispuesta para tratar de resolverlas.
“Hasta los 18 años nadie me había enseñado a perfilarme para recibir una pelota o cómo pararla cuando venía por el aire. Incluso mucho tiempo después lo mío era saltar, chocar, pelear en el área contraria. Fui aprendiendo de a poco, y con Gabriel Milito como técnico hice un curso acelerado. Él me hizo cambiar mi forma de jugar, me obligó a asociarme con los volantes, a tocar y girar, me animó a encarar en el uno contra uno”, reconoce el Caballo Ávalos.
La mejoría paulatina y la buena relación con el gol fue llamando la atención de los poderosos. Boca llamó tímidamente a su puerta a principios de 2022, cuando estuvo más cerca de irse al Colo Colo pero eligió quedarse en La Paternal, y volvió a preguntar por él hace algunas semanas. River hizo un acercamiento que se cortó enseguida cuando Argentinos Juniors marcó las condiciones en que podría venderlo, en julio de ese mismo año, después que el 9 paraguayo le marcara el cuarto gol de su carrera al equipo que por entonces dirigía Marcelo Gallardo.
Ahora, a los 33 años y en plena madurez psíquica y futbolística –”Creo que hoy soy un jugador estable, sé lo que puedo ofrecer y los demás saben qué pueden esperar de mí”, afirmó en una entrevista con el portal Goal.com-, Gabriel Ávalos quiere dar un paso más.
Independiente es su nuevo horizonte, con la perspectiva de entrenar con Carlos Tevez –”Me gustaría trabajar con él. Para un delantero suma muchísimo tener un técnico de sus características”, dijo cuando el Rojo comenzó las tratativas por su pase- y probar si su largo período de aprendizaje le alcanza para triunfar en un club con exigencias mayores.
Si nada se tuerce, Gabriel Ávalos estrenará su cartel de máximo goleador del fútbol argentino 2023 con la camiseta del Rey de Copas. Y lo hará a su manera, con paciencia y planteándose objetivos cortos, tal como lo viene haciendo desde que dejó Edelira, el pequeño pueblo rural donde él y su padre empezaron a soñar con un futuro en el fútbol grande.
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