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Con parches y en medio del caos: las diferencias del seleccionado olímpico con los de 2004 y 2008
La precariedad con la que se armó este plantel contrasta con la riqueza que llevó a la selección al oro en los dos Juegos Olímpicos
No existen problemas de orden en las marquesinas, ni divismos. Tampoco aparecen nombres rutilantes, aunque surjan jóvenes promesas. Es más, tras la primera semana de entrenamiento, sólo se puede confirmar que se llegó al número mágico de 18 convocados y cuatro reservas. Una lista que tomó carácter oficial el jueves, pero que, a 18 días del estreno ante Portugal en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, no se pudo plasmar en la práctica: Julio Olarticoechea tuvo que hacer malabares con jornadas de entre nueve y once futbolistas.
El peligroso cocktail formado por la derrota ante Chile en la final de la Copa América, la renuncia de Lionel Messi, la salida de Gerardo Martino, la negativa de los clubes de ceder futbolistas y el descalabro institucional y financiero de la AFA dejó expuesta a la selección sub 23, que hasta vio peligrar su participación en los Juegos. Sin dinero, sin entrenador y sin jugadores, el incendio recién se controló cuando Olarticoechea tomó el control del equipo y los clubes negociaron la postergación del inicio del próximo torneo local. Sin nombres propios de peso, la nómina se fue armando desde el convencimiento y la ilusión de vestir la camiseta albiceleste. Los ejemplos se multiplican. Víctor Cuesta, ayer anunciado como capitán, presionó en Independiente; Gerónimo Rulli, tentado por los grandes de Europa, nunca dudó en viajar, y Giovani Lo Celso se pagó de su bolsillo un remise desde Rosario y le dijo al Vasco que está dispuesto "a jugar de 4", si así lo necesitan.
Sin participación en Londres, el nuevo escenario de la selección olímpica parece estar a kilómetros de distancia desde lo organizativo, aunque sobra confianza.
Las medallas de oro de los remeros Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero marcaron por años a las delegaciones olímpicas de nuestro país. La gloria resultó esquiva y el recuerdo agigantó la leyenda de los Juegos de Helsinki. Se sucedieron 12 Juegos Olímpicos. Fueron 52 años de espera. Hasta que el sábado 28 de agosto de 2004 se transformó en la jornada deportiva más gloriosa de la historia olímpica nacional: la Argentina cortó la sequía dorada con las preseas conseguidas por las selecciones de básquetbol y fútbol. Marca indeleble para la Generación Dorada, también dejó su huella en el fútbol, que en el estadio Olímpico de Atenas logró el título que faltaba en las vitrinas de la AFA.
Con el oro olímpico como prioridad en 2004, tras el traspié de la selección mayor en el Mundial de Corea y Japón y la derrota en la final de la Copa América de Perú, Marcelo Bielsa conformó un equipo con la base de los campeones juveniles de 2001, a quienes les acopló la experiencia de Roberto Ayala, Gabriel Heinze y Cristian "Kily" González. Tamaña prioridad se le dio al certamen que no sólo se logró llevar a Grecia a jóvenes con interesante proyección como Carlos Tevez, Javier Mascherano, Andrés D'Alessandro y Javier Saviola, sino que también quedó expuesta esa idea en la presencia del técnico de la mayor. Así, el resultado fue más fruto de la causalidad que de la casualidad: se ganó la medalla de oro de forma invicta y sin recibir goles en todo el certamen.
Ya sin Bielsa, Alfio Basile tomó la posta para el siguiente ciclo olímpico, pero en la AFA se eligieron los compromisos por eliminatorias por encima del torneo disputado en Pekín, por lo que el elegido para estar al frente del equipo fue Sergio Batista. Con Lionel Messi en franco crecimiento, y una disputa con Barcelona mediante por la citación a los Juegos, Batista tampoco escatimó en nombres para la cita en suelo chino y llevó a Javier Mascherano, Juan Román Riquelme y Nicolás Pareja como los tres mayores, en un sub 23 con estrellas en ciernes como Messi, Angel Di María y Ezequiel Lavezzi. El oro en el Nido del Pájaro, tras la exquisita definición de Di María, revalidó el título y marcó un récord: con 12 triunfos en fila y un invicto que sólo se vio alterado por no poder repetir la valla invicta, al recibir dos goles en seis cotejos.
Sin participación en Londres, el nuevo escenario de la selección olímpica parece estar a kilómetros de distancia desde lo organizativo, aunque sobra confianza. Sin estrellas y con un director técnico que se enteró de su nuevo puesto mientras pagaba en un supermercado, la idea pasa por cerrar filas y hacerse fuertes en la adversidad. "Tengo variantes, tengo un plantel completo. Tengo buenos jugadores y los voy a mentalizar que cada partido va a ser una final. Sin verso", avisa Olarticoechea.
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