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Franco Costanzo. Las 100 respuestas del arquero que no quería hablar: los años en River, la selección, su relación con Federer y la vida familiar en Suiza
Cuando surgió en las selecciones juveniles argentinas llamó la atención por dos características: su estilo algo vehemente para atajar y su atractivo, que enseguida traspasó la línea del mundo del fútbol. "El arquero del futuro", se lo catalogó, aunque él soñaba con ser médico como su padre. Ya en la primera de River se salió del molde al decidir no dar entrevistas, una actitud que le trajo más perjuicios que otra cosa. Hoy vive en Suiza, desde donde representa a Basilea para Sudamérica. Franco Costanzo tiene una marca de guantes que creó mandando mails a Pakistán, viene todos los años a Río Cuarto para salir de pesca y camping con su familia, y ahora ataja las 100 preguntas en una charla de más de seis horas con LA NACION. Viaje al centro de una cabeza diferente.
1.–¿Qué imagen creés que dejaste en el hincha de River?
–No creo que me haya ido mal, porque tuve la suerte de jugar más de 100 partidos en el club (120) y ganar campeonatos (3). Me hubiese gustado irme de una mejor manera, pero en el fútbol no siempre se dan las cosas como uno quiere. Creo que el hincha nunca me terminó de conocer. El hecho de no haber hablado y no haberme podido defender ante críticas que me parece que fueron excesivas, tal vez dieron la percepción de una persona que no soy.
2.–¿Estás asumiendo que fue un error no dar entrevistas?
–Está claro que todo eso, en parte, lo generé yo, pero nunca me interesó defenderme ni que se supiera quién era yo, por eso no di notas. Hoy le preguntás a un hincha cómo soy y creo que no me conocen la voz. Se acordarán de los errores y seguramente recibiré más críticas que halagos. Yo quería ser el arquero de River porque lo disfrutaba, porque venía de las inferiores y había vivido 3 años en el club, pero nunca me gustó todo lo que venía en el combo de ser arquero de River. Muchos años después, con otra madurez y otra perspectiva, decís: "Puta, ahora me doy cuenta por qué me hacían mierda, era más fácil hacerme mierda que hablar bien". La verdad es no quería ser parte del juego, de cierta manera me protegía a mí y a mi círculo más cercano no entrando, pero sin dudas hubiese sido más fácil entrar en el juego y no me hubieran pegado tanto como me pegaron.
3.–¿Te arrepentís?
–No. Siempre me preguntaban si yo me había peleado con algún periodista, por cómo me castigaban, y la verdad es que no tuve absolutamente nada. Yo salía del entrenamiento y saludaba, por ahí alguno me venía a pedir una nota y le contestaba que no de la mejor manera. Estaba en mi derecho y no me arrepiento. Ahora, si me preguntás: "¿Hubiese sido más fácil mi etapa en River si yo hablaba?". La respuesta es "sí". En cierto punto era consciente de eso, pero parte de mi personalidad era construirme una coraza. O sea: yo quería ser el arquero de River, pero estar exento de lo que implicaba ser el arquero de River. No me gustaba contar cosas de mí, no me gustaba la exposición pública ni que me reconocieran por la calle. Iba a un boliche y quería hacer la cola como todos. Y ojo: sabía lo que era River, eh. No es que llegué de un club chico. No, yo me crié desde los 15 años en River.
4.– Vamos al presente: ¿cómo llevaste la pandemia en Basilea?
–Acá cerraron la parte comercial, salvo las estaciones de servicios, supermercados y farmacias, cerraron las oficinas y se trabajó desde casa, pero la diferencia es que siempre se pudo salir a correr o andar en bici por los bosques. Eso lo hizo mucho más llevadero, ni hablar cuando tenés 4 hijos, como es nuestro caso. Hace varias semanas volvió todo a la normalidad, abrieron los restaurantes y demás.
5.–¿Cómo lo consiguieron? Porque están cerca del norte de Italia, donde hubo muchísimos casos.
–Suiza es un país chico, de 8 millones de habitantes, así y todo tuvo 30 mil casos, que es mucho en relación a la población, pero al ser un país de tanto dinero está muy preparado en infraestructura de salud. Hubo miedo pero también conciencia. La realidad es que juntarse a comer asados con amigos no es común acá, entonces esa parte la tenían solucionada. Nunca estuvimos encerrados y podías salir, siempre que no se juntaran más de 5 personas. Y eso se cumplía.
6.–¿Hablás algo en los idiomas del país?
–En Suiza se hablan cuatro idiomas: alemán en el norte, Basilea y Zurich; francés en Ginebra, el sudoeste, límite con Francia; italiano en el sur, Lugano; y en los Alpes suizos se habla el románico, que tiene algo de latín. Acá también existe un dialecto suizo-alemán, que se escribe igual que el alemán pero se habla distinto. Bueno, yo hablo ese, y acordobesado, ¡imaginate! (risas). En realidad, acá todos hablan inglés, así que hablamos inglés, y desde que vine a jugar al Basilea fui a aprender alemán a la escuela. Al volver en 2019, tras los 6 años en Chile, me metí en un curso intensivo para recuperar el alemán. Lo más raro de todo esto es que sigo manteniendo mi acento cordobés.
7.–Uno imagina a Suiza como un lugar donde no hay pobres, no hay delincuencia, no hay desempleo y todo funciona bien. ¿Es tan así?
–Un amigo argentino que vive acá dice una frase buenísima: "Suiza te estropea". Claro, salís de Suiza y te chocás con la realidad. La verdad es que todo funciona perfectamente. Dicen que Suiza es el país con más policías del mundo: todos los ciudadanos te controlan y avisan si te salís de la regla. Y te ponen multas si no cumplís esas reglas, así de simple. Es una sociedad muy estricta. Suiza es una burbuja dentro de la burbuja europea.
8.–¿Existe la pasión en el fútbol suizo, te putean si perdés?
–Basilea es una ciudad muy futbolizada y tiene al equipo más popular del país. El fan del Basilea es muy seguidor, aquí casi no hay hockey sobre hielo, como en el resto de Suiza. Basilea se parece a un equipo alemán de mitad de tabla, se juega con 25 o 30 mil personas todos los partidos y la gente se manifiesta en la cancha si perdés. Pueden putear, pero después caminás por la ciudad y jamás nadie te va a decir absolutamente nada por más que te reconozcan. Cuando salió la chance de ir al Basilea, recuerdo que Pablo (Aimar), que lo había enfrentado por Champions con el Valencia, me dijo: "Tienen una hinchada increíble, cantan todo el partido". Y es así.
9.–¿Jugás al fútbol con amigos?
–No. En 2017, mi último año en la Católica, tuve que ir al quirófano por cuarta vez por la rodilla derecha: tengo dos operaciones de cruzados y dos de meniscos. En la última, el médico me dijo: "Si te hiciera todo lo que corresponde, deberías estar 8 meses con muletas". Le pedí que me atara todo con alambre para terminar ese año, y listo, me retiraba. Iba a cumplir 37 años. Me recomendó que evitara el fútbol y actividades con cambio de direcciones. El año pasado me anoté en una liga de veteranos, entrené 3 o 4 veces, tenía la rodilla como un globo, y eso sentenció el final. Hoy juego al padel, volví al mountain bike que practicaba de pibe y obviamente le meto una rutina de piernas en el gimnasio para poder hacer lo otro sin dolores.
10.–¿Cuál es tu función en el Basilea hoy?
–Trabajo en una secretaría técnica, soy el encargado de Sudamérica. Trato de conectar al Basilea con los clubes de allá y hago un poco de scouting, porque aún sin proponérmelo, por la cantidad de contactos que hice en mi carrera me llegan oportunidades de chicos que pueden servirle al club. El Basilea busca ser una opción de entrada a Europa, como lo son clubes de Bélgica y Portugal. Además, tenemos tradición de jugadores argentinos a los que les ha ido bien: Matías Delgado, Julio Rossi, Walter Samuel, Carignano, Abraham, Christian Giménez, Sauro, Fede Almerares…
11.– ¿Cómo llegaste a este puesto?
–Siempre estuvo la idea de vivir acá después de los 5 años hermosos que pasamos en mi etapa de jugador. Mis 3 hijos más grandes nacieron en Basilea, tenemos casa y siempre volvimos a visitar amigos en las vacaciones. Yo me retiré a fines de 2017 y me quedé estudiando un año en Chile un diplomado en dirección deportiva y luego presenté un proyecto al Basilea para ayudarlo a seguir creciendo en este aspecto de vincularse con Sudamérica. Aprobaron el proyecto y en octubre de 2019 empecé a trabajar. Nos costó salir de Santiago, porque vivimos 6 años espectaculares e hicimos un montón de amigos.
12.–¿Te conoce Federer?
–Cuando yo atajaba, Roger venía a la cancha, se metía en el vestuario, saludaba a todo el mundo, es hincha del Basilea. Una vez, a través de un conocido, me pidió unas camisetas firmadas, que obviamente le mandé. Como un boludo nunca me animé a pedirle nada, me quedé con las ganas, ni siquiera le pedí una foto. Pasa que nunca fui cholulo ni tampoco me ocupé de juntar camisetas, tengo algunas que usé metidas en bolsos todavía, pero nunca pedí. Roger es un señor, un tipo sencillo, así como se lo ve. Súper gracioso, también. En 2018, para festejar los 20 títulos del Basilea, el club invitó a jugadores campeones y a Roger. Hacía 7 años que no jugaba en el club, estaba charlando con un ex compañero, y de golpe me tocan la espalda y escucho un "Hello Franco, ¿how are you?". Era Roger, se acordaba de mi nombre y todo. Sus padres y su hermana siguen viviendo acá, gente súper humilde y simpática, te los cruzás por la calle o en restaurantes.
13.–¿Lo desafiaste al tenis?
–Nah, yo tampoco soy el tipo más charlatán del planeta. Roger es súper dado y se pone a la altura de cualquiera, pero lo ves y no querés hincharle las bolas. Y eso que de joven fui tenista, eh. Con mis hermanos jugábamos al fútbol y al tenis en Atenas de Río Cuarto, pero en un momento coincidieron los torneos y me incliné por el fútbol. Después tuve una etapa de mountain bike, entre los 13 y los 15, antes de ir a River. Competí algunos fines de semana en un circuito de Córdoba. En esa época, iba al colegio, jugaba una hora y media al tenis, después andaba en bici por la barranca del río y más tarde jugaba al fútbol. Llegaba a casa reventado, pero súper feliz y con muchos amigos.
14.–¿Cuándo y por qué creaste la empresa de guantes?
–La idea nació como hobby, en 2015, estando concentrado en Chile. Empecé averiguando por internet y mandando mails a Pakistán, donde están las fábricas. Mi intención era hacer un guante profesional, pero al alcance de todos, como en su momento el Volkswagen fue el auto del pueblo. Los guantes cuestan 120 o 130 dólares en promedio, no son precios accesibles para chicos de ligas amateurs o juveniles. Y tampoco duran mucho. Mi intención era hacer un guante a mitad de precio, así que averigüé y distintos proveedores de Pakistán me fueron mandando sus látex para que los analizara. Dibujé el guante que me gustaba y los fui probando en los entrenamientos. Así nació Volk, que viene de Folk, que en alemán es "pueblo".
15.–¿Se venden?
–Arrancaron usándolos algunos arqueros en Chile, los empezaron a vender en una casa de deportes muy importante, y cuando vieron que era la misma calidad a la mitad de precio, creció mucho. Además, yo estaba detrás, eso era importante para los arqueros. Mi idea no era hacerme millonario con eso, pero me encantó y me ayudó a aprender un montón de cosas de las que no tenía idea, desde usar programas de diseño a hacer trámites para armar una Pyme, desde pedir préstamos en los bancos a un poco de marketing también. Por ahí nos quedábamos con mi esposa laburando hasta las 3 de la mañana, estaba buenísimo. Fue y sigue siendo una experiencia muy enriquecedora.
16.–¿Qué significa la sigla VGFC?
–Cuando llevé Volk a la Argentina, ya existía una marca internacional de esquí con ese nombre, la tuve que cambiar y quedó VGFC: Volk Goalkeeping by Franco Costanzo. Mi socio en Argentina es Matías Borghi, un chico muy amigo mío que también hizo inferiores en River, y se sumó Albano Anconetani, un arquero de gran recorrido en el ascenso. Jeremías Ledesma estuvo unos años con nosotros y ayudó al crecimiento, hoy estamos con Unsain y con muchos chicos del ascenso que no tienen sponsors y les podemos dar una mano para que tengan guantes de buena calidad y eso los ayude a su crecimiento. Nos ha ido muy bien, hoy somos una marca muy conocida entre los arqueros. Lo que más hemos tratado de fomentar es la relación directa, no hay mejor publicidad que el boca a boca.
17.–¿Quién es Franco Costanzo?
–Un padre de familia que fue jugador de fútbol. Un privilegiado y agradecido a montones de personas que me ayudaron a recorrer ese camino, principalmente mis viejos, que me dejaron irme de casa con 15 años a vivir a una pensión en Buenos Aires en busca de mi sueño. Agradecido a un montón de entrenadores y compañeros que me ayudaron a crecer no sólo como jugador, sino como persona, y a Carla, mi mujer, quien a pesar de haber estudiado y tenido una carrera, en su momento decidió seguirme y formar una familia. Eso no tiene precio.
18.–¿Cuándo se conocieron?
–Carla es mendocina y vivió en distintas partes del país por el trabajo de su padre, que es ingeniero y hacía plantas de energía. En uno de esos viajes cayó en Río Cuarto, vivía a la vuelta de casa. Nos conocimos a los 13 años, éramos noviecitos, después yo me fui a River y ella a Rosario, y nos volvimos a encontrar casi 10 años después. Es economista. Tenemos cuatro hijos: Emma (12), Zoe (10), Ciro (9) y Sienna (4). Hablan inglés y alemán, porque todas las materias son en esos idiomas. También tienen francés, es increíble lo rápido que aprenden, son esponjas. De todos modos, tienen sus palabras bien cordobesas, porque todos los años se junta la familia en Alpa Corral, unas sierras a 70 km de Río Cuarto.
19.–¿A qué se dedica tu familia?
–Somos cuatro hermanos: Carolina, Lucas Salvador, yo y Guido, en ese orden. Hay un tema con el nombre Salvador. Mi abuelo se llamaba Salvador Costanzo, a mi viejo se lo pusieron de segundo nombre: se llama Carlos Salvador, como Bilardo. Y además es ginecólogo, como Bilardo. ¡Increíble! La tradición es ponerle Salvador a alguien de la familia, y le tocó a Lucas, que nació antes que yo. Y Lucas ya le puso Salvador a su hijo. Mi hermana es contadora, Lucas es administrador de empresas y el más chico vive en Barcelona y labura en una inmobiliaria. Mis viejos siguen en Río Cuarto. Mirta, mi vieja, es ama de casa y mi viejo sigue trabajando, van más de 50 años. Mi abuelo también era ginecólogo, así que entre mi abuelo y mi viejo sacaron a la mitad de bebés de Río Cuarto y alrededores. Yo preferí ir a algo menos riesgoso y atajar pelotas, en vez de bebés, ja, ja. Y eso que siempre dije que iba a ser médico.
20.–¿Y qué pasó?
–Mi desafío a los 15 años fue probarme en River y en cuanto no funcionara volverme a Córdoba para estudiar medicina. Mi sueño era ser médico como mi viejo. Y así me fui tomando las cosas. Llegó el Sub 17 y dije: "Pruebo, y si no funciona, vuelvo a estudiar". Un día firmé contrato profesional en River pero mi ilusión seguía siendo ser médico: me anoté en el CBC y una vez les pedí a Pablo (Aimar) y a otro amigo que me acompañaran a una clase de matemática en Ciudad Universitaria. Para mí fue chino básico. Nos levantamos y nos fuimos. Me quedó esa espina de haber estudiado y sacado una carrera adelante.
21.–¿Te molestaba cuando el periodismo te llamaba "Constanzo"?
–Mi viejo siempre se peleaba: "Es Costanzo, ¡sin la ene!". Esa frase la escuché mil veces: "¡sin la ene!". Todos nos criamos sabiendo que había que explicar. En el Sudamericano Sub 20 que ganamos en Mar del Plata, dos días antes del debut, vi "Constanzo" estampado en mi buzo. ¡Qué desilusión! Pensé: mi viejo me deshereda. "Yo con esta camiseta no juego", le dije al utilero. No recuerdo si el primer partido jugué con la ene tachada y después lo corrigieron. Al día de hoy tengo que seguir aclarando.
22.–¿Cada cuánto vas a Río Cuarto?
–Por lo menos una vez al año. Tenemos casa en Alpa Corral y ahí nos juntamos con mis viejos, hermanos y sobrinos para pasar Navidad y Año Nuevo. Somos un montón, mis viejos fascinados con sus 10 nietos, los primos andan en banda, está genial. Mis hijos adoran Alpa Corral, van desde chiquitos. Mis viejos hicieron esa casa cuando yo nací, así que para mí son recuerdos imborrables, porque allí pasé todas las vacaciones de mi infancia y adolescencia. Vamos de camping y de pesca, hacemos excursiones.
23.–¿Por qué fuiste arquero?
–Porque después de un fallido intento de ser delantero, me di cuenta de que si quería jugar mi futuro estaba en el arco (risas). Desde muy chico me gustó revolcarme y ensuciarme. Iba a jugar con mis amigos a Atenas, donde para calentar el agua quemaban gomas. Cuando prendían la caldera, se enteraba todo Río Cuarto, ja, ja, era una mugre espantosa. Y ahí, con 6 o 7 años, me tiraba arriba de esas gomas y me fui metiendo en el arco. También me gustaba usar los guantes, un buzo de otro color, ser distinto.
24.–¿De quién eras hincha de pibe?
–Mi viejo era recontra futbolero, y me llevaba a la cancha a ver a Atenas, también lo iba a ver a sus torneos de veteranos. Yo seguía mucho a mi viejo y a mi hermano Lucas. En casa, mi vieja era de San Lorenzo, mi hermana de River y el resto éramos de Boca. Obviamente, después terminamos siendo todos de River, menos mi viejo, que cuando jugaba un clásico en primera me decía: "Que te vaya bien y empatemos". Hasta ahí llegaba su amor (risas).
25.–¿Se anula en algún momento ese sentimiento de pibe?
–Seee, olvidate. En la pensión éramos varios hinchas de Boca, pero te empezás a poner la camiseta de River y querés ganar. Sentís la rivalidad, y si bien no odiás al rival, te das cuenta de que cuanto mejor le vaya a River y peor a Boca, el clima será otro en el club. Los jugadores de fútbol no somos como el hincha común, nos pasa otra cosa. Yo crecí en River, viví 3 años en la pensión de River, estudié en River, estuve 10 años en el club, no hay manera de que no te transformes y termines queriendo los colores y sintiendo que River es tu club. Yo hoy soy de River y mi hermano mayor, que era de Boca, es fanático de River y lleva a sus hijos al Monumental. Ni te digo cómo festejé estos años ni cómo grité los goles en Madrid.
26.–¿Quién era tu ídolo?
–Siempre me gustó Navarro Montoya, de pibe me encantaba ese buzo del camión. Lo enfrenté cuando él atajaba en Independiente, y se lo comenté. Pero mi gran ídolo era mi viejo: se levantaba a las 6 y media de la mañana y volvía 9 de la noche, y los fines de semana, no importaba la hora, le sonaba un aparato cuadrado y salía rajando a traer pibes al mundo. Me he cruzado con gente que me dice: "Si no hubiese sido por tu viejo, hoy no estaría acá". Cosas fuertes. El abuelo Charly: tiene 73 años y sigue operando. ¡Esos son ejemplos!
27.–¿Cómo apareció River en tu vida?
–El hermano del Flaco Pitarch vivía en Río Cuarto y le recomendaba jugadores al club, porque el Flaco dirigía la Reserva de River. A mis 14 años fue el primer intento y mi vieja dijo que era muy chico. Al año siguiente, otra vez, y se dio que Pablo (Aimar) ya hacía un año estaba en River, que yo tenía al padre de Pablo, el Payo, como técnico en Estudiantes de Río Cuarto, y aceptamos. Me subí solo a un colectivo con todo escrito en un papelito: me tenía que bajar en Puente Saavedra y tomar un taxi hasta el Monumental. Llegué a las 6.30 a la puerta de River, estaba todo cerrado. Creo que a las 9 me hicieron pasar, había un montón de pibes para probarse en la auxiliar. Me asombró lo cerca que pasaban los aviones, y en un momento me quedé mirando un avión y pum, me clavaron, ja, ja. ¡Me querían matar! Me probaron 2 o 3 días, recuerdo que me quedé a dormir en la pensión del club, Jorge Busti me pateó un par de veces y me ficharon.
28.–¿Te costó vivir en la pensión siendo tan pibe?
–Yo crecí siguiendo a mis hermanos mayores, era independiente, me sentía preparado para vivir esa experiencia. Mis viejos estaban preocupados, pero en River tenía una gran contención: vivía en el club, estudiaba en el club, estábamos todo el tiempo juntos con Pablo, con Guille (Pereyra) y con Matías (Borghi). Eramos muy compañeros, fue súper divertida esa etapa de 3 años en la pensión. También extrañábamos: en séptima jugábamos los sábados a la mañana y salíamos cagando con Guille a tomarnos el colectivo de las 3 de la tarde. Paraba en todos los pueblos, eran 12 horas de viaje a Río Cuarto. Llegábamos pasada la medianoche, compartíamos el almuerzo con la familia el domingo y a las 10 de la noche pegábamos la vuelta porque el lunes entrenábamos. Estábamos más tiempo viajando que en Río Cuarto, una locura.
29.–¿Quién te subió a entrenar con la primera?
–Mi primera pretemporada fue en el 98, me subió Ramón (Díaz). El equipo venía de ganar tricampeonato, Libertadores y Supercopa. Tenía un miedo… yo era el más chico, 17 años. Fui como tercer arquero porque Burgos estaba con la selección. Los arqueros todavía no se entrenaban diferenciado y el profe Dean nos hacía correr a la par del resto y sentía que me moría, después venía el reducido y al final me pateaban y me cagaban a goles. Terminaba fusilado, pero estar con esos monstruos era lo máximo para mí. Siempre tuve muy buena relación con los grandes, al final terminaban apadrinándote, y mirándolos aprendías cómo manejarte. Creo que Ponzio, Pinola, Gandolfi, Sand y la Gata son los últimos integrantes de una generación que nos criamos bajo la tutela de esos referentes que te marcaban qué estaba bien y qué mal. La relación de los grandes con los chicos ha ido cambiando. En realidad, cambió la sociedad, se perdió bastante el respeto a los mayores.
30.–¿Qué recordás del Mundial Sub 17 en Egipto?
–El otro día comentábamos con Gaby Milito que tal vez esos sean los recuerdos más lindos después de tantos años de carrera. Esta etapa nos marcó mucho a todos. Cuando fuimos a Egipto estaba desesperado por conocer las pirámides, había leído mucho. Cuando viajamos de Port Said a Alejandría en micro para jugar los cuartos de final con Brasil pasamos por El Cairo y de golpe aparecieron las pirámides detrás de los edificios. Yo decía: "Bajemos a ver", pero no se podía, no había tiempo. Me las perdí. En ese Mundial debutamos contra Ghana, un 0-0 durísimo. Eran tremendos los africanos en los Sub 17. Recuerdo que cuando viajamos dos años después a Nigeria a jugar el Mundial Sub 20 le preguntábamos la edad a la gente del hotel y nos decían: "Nací en la temporada de lluvia". A veces se los juzga por hacer trampa pero ni ellos saben cuándo nacieron. En el Sub 17 las diferencias físicas se notan mucho, después se equiparan.
31.–Cuando ganaste el Sudamericano Sub 20 en Mar del Plata, ¿pensaste que la carrera del futbolista era así, llena de éxitos?
–Fue bárbaro ese Sudamericano, estaban mis amigos y mi familia, jugábamos a estadio lleno. Es lindo ganar, y no suele pasar, porque es muy difícil. Me ha tocado ganar mucho en mi carrera, tuve esa suerte, porque conozco muchísimos grandes jugadores con 500 partidos en primera que no pudieron ser campeones o ganaron sólo un título.
32.–Gallego te dio la titularidad en River, pero cuando volvió Ramón trajo a Comizzo. ¿Te bajoneaste?
–Yo debuté con el Tolo en el arranque del Clausura 01, atajé los 19 partidos y creí que el puesto era mío. No esperaba que Ramón trajera a otro arquero, pero la carrera del futbolista es así, tiene montones de altibajos: gustos de entrenadores, lesiones, críticas del periodismo... Son pruebas que te van poniendo ya desde el filtro de cada fin de año en inferiores y se impone el que puede lidiar con todo eso. Para mí fue un bajón, pero bueno, Ramón nos dijo que David atajaría en el campeonato y yo en la Mercosur. Me propuse seguir entrenando con todo para mejorar y aprender.
33.–Y al poco tiempo te rompiste los cruzados.
–Sí, unos meses después, en septiembre del 2001, en un 3-3 contra Palmeiras, en el Monumental. Fui a buscar un centro, choqué con un rival en el aire, me desestabilicé y al caer se me fue la rodilla. Rotura de ligamentos cruzados. Me operé, hice la rehabilitación de 6 meses y volví a jugar un par de partidos en reserva, pero no me sentía bien. Incluso fui al banco de primera, porque habían expulsado a Comizzo contra Racing. Salimos campeones contra Argentinos y en el medio de la vuelta olímpica sentí que la rodilla se me iba. Me hicieron estudios y el tendón se había reabsorbido, un caso que se da cada 10 mil o algo así, o sea que el fin de semana siguiente, mientras todos festejaban en la cancha de Central con las cabezas pintadas, a mí me operaban otra vez. Fue un palo terrible, durísimo, otra vez pasar por lo mismo. Volví a jugar en junio del 2003, en el 2-2 contra Boca en la Bombonera, con Pellegrini de técnico, casi 2 años después del día en que me lesioné contra Palmeiras.
34.–¿Esa lesión te cambió la carrera? ¿Es cierto que no se vuelve igual después de una rotura de ligamentos?
–Esa rotura me impidió jugar casi 2 años y después me llevó a forzar la otra rodilla, porque le sacaba peso a la operada y me generó una tendinitis rotuliana en la rodilla sana que se me hizo crónica. Sentía un dolor insoportable en la rótula, como si tuviera algo clavado que no me permitía saltar bien ni hacer sprints ni patear. Si no me rompía contra Palmeiras, creo que hubiera tenido chances de ir al Mundial 2002, porque Bielsa me tenía en consideración, me había citado a un par de partidos por Eliminatorias.
35.–¿Qué te sorprendió de Manuel Pellegrini?
–Cómo se relacionó con nosotros, éramos 12 o 15 chicos que veníamos de las inferiores, de estar en la pensión, y otros que se sumaron, éramos muy amigos, bastante bravos, rebeldes: Micho (Demichelis), el Chino (Garcé), el Gordo (Cavenaghi), Poroto (Lux), Cobija (Gandolfi), el Cabezón (D’Alessandro), el Chori (Domínguez), Lucho (González), Lequi, y Manuel nos supo llevar con mucha mano y logró sacar un gran rendimiento al equipo.
36.–¿Por qué se dio el tole tole contra el San Pablo en el Morumbí, por la semifinal de la Sudamericana 03?
–Ja, esa sí fue una batalla campal, nunca viví nada igual. Con los equipos brasileños suele haber bastante pica y esa noche, entrando al estadio, nos rompieron todos los vidrios del colectivo. ¡Todos, eh, no quedó ni uno sano! Entramos tirados en el piso, debajo de los asientos. Ya empezó calentito el asunto. En el 1-0 vinieron a buscar la pelota y medio que los saqué del arco a empujones, pero no fue más de allí, y al terminar el partido se armó la batalla. Fue tremendo. Terminamos pasando por penales y para la final con Cienciano eran tantas las bajas por expulsiones y lesiones que tuvieron que ir dos arqueros, Saccone y Lux, para completar el banco de suplentes y debutó de lateral derecho Luis Lobo, un chico del club. ¡Debutó como titular en una final internacional!
37.–¿Cuánto influyó la pelea Ameli-Tuzzio en la eliminación ante San Pablo en la semifinal de la Libertadores 05?
–Afectó muchísimo, porque veníamos súper bien y nos tomó por sorpresa. Fue dificilísimo sobrellevarlo a nivel vestuario, no sabíamos cómo hacerlo, fue lo más fuerte que viví dentro de un plantel. Que agarré del cuello a Ameli, como se dijo, es mentira. La verdad es que estábamos todos shockeados, se suspendió la práctica, nos quedamos en stand by y empezaron las reuniones: qué hacemos, por dónde seguimos, tratemos de que esto no salga de acá… y a las 2 horas estaba en todos los programas. Era imposible que no se supiera. Para mí fue muy duro porque era amigo de los dos. Hablé con ambos y no tomé partido por ninguno. No soy quién para hacer un juicio de valor.
38.–¿Les contás a tus hijos que le atajaste un penal a Riquelme en la Bombonera?
–A veces vemos cosas juntos. Es una lástima que mis compañeros no llegaran al rebote y Riquelme metiera el gol de cabeza. ¡Qué bronca! Ese penal lo pasan seguido en la tele, porque después Román le hizo el Topo Gigio a Macri, y yo aparezco en el medio, como actor secundario, ja, ja. Lo que quiero desmentir es que le atajé un penal a Ronaldinho estando en el Alavés, cuando Ronaldinho era el mejor del mundo. Lo tiró por arriba, no lo atajé.
El penal atajado a Riquelme (2001)
39.–Otra lesión inoportuna fue cuando se te salió el hombro contra Santos Laguna, por la Libertadores 04.
–Exacto, otro momento en que estaba muy bien y me perdí los River-Boca de semifinales. Me negué a operarme, no quería pasar por lo mismo que unos años antes. Me dieron la opción de reposo y rehabilitación con tratamiento, la agarré y funcionó hasta la semi de la Libertadores del año siguiente contra San Pablo. Me lo saqué en la ida, pero no podía faltar en la revancha, así que me infiltré. Nos eliminó el San Pablo y a los 4 días teníamos que jugar la última fecha del Clausura 05 contra Huracán de Tres Arroyos en el Monumental. Teníamos que ganar para meternos en la Libertadores siguiente. Un partido horrible, con una presión tremenda, no lo quería jugar nadie, pero había que salir y poner la cara después del mazazo de San Pablo. Otra vez a infiltrarse y a jugar con el hombro en la mano. Ganamos 1-0. Al final, el hombro se me salió un montón de veces en mi carrera, pero aprendí a jugar así. Había movimientos que me limitaban, pero yo estaba encaprichado en no volver a pasar por el quirófano.
40.–Poco después de ese 1-0 te fuiste de River.
–Terminamos ese Clausura 05 ganándole 1-0 a Huracán de Tres Arroyos, arrancó el Apertura 05 y en la cuarta fecha fuimos a Banfield y perdimos 4-1. Ese fin de semana le comenté a Leo (Astrada) que había recibido una propuesta del Alavés y que me interesaba, que a esa altura yo estaba con la cabeza recontra quemada, que ya no disfrutaba en River. Quería saber su opinión, porque él me había bancado mucho. "Aceptala, nosotros no sabemos qué pasará acá", me dijo. Al otro día, Lujambio me metió 3 goles y a mí me puteaban hasta los mudos. Leo renunció después del partido y yo les pedí a los dirigentes una reunión esa misma noche porque tenía una oferta. Me junté en un bar cerca de River ese domingo a las 12 de la noche y el lunes a la tarde viajé a España. Me acuerdo que llamé a mi mamá y le dije que me iba a España. "¿Cuándo?", me preguntó. "En dos horas". ¡No lo podía creer!
41.–¿No te preocupó pasar de un equipo grande como River a otro chico como Alavés que luchaba por no descender?
–Sabía que llegaba a un club que recién había ascendido y que pelearía por no bajar, pero en ese momento yo quería salir a cualquier lado, venía muy cuestionado en River. La última etapa había sido demasiado pesada y sentí un gran alivio al irme. Quería ir a un lugar tranquilo y disfrutar. Uno de mis sueños era jugar en el exterior, ni hablar de Europa. Encima me reencontré con Tito Bonano, un tipo excepcional con el que aún mantengo contacto.
42.–¿Se tomaron muy a la tremenda el descenso?
–Bajamos en la última fecha, fue increíble: le teníamos que ganar a La Coruña, y lo hicimos, y con el empate del Espanyol nos salvábamos, pero Espanyol metió el 1-0 a los 91’, cuando ya festejábamos. En Alavés vivimos cosas increíbles con Dmitri Piterman, el ucraniano que había comprado el club y se metía todo el tiempo en el equipo. Echó a 3 o 4 entrenadores, a los que de todos modos consideraba interinos, porque en el fondo se hacía lo que él quería. El tipo entraba con el carnet del utilero a la cancha y se sentaba en el banco de suplentes. Un día se paró frente al plantel y nos dijo: "Al técnico lo voy a echar, porque esto es como tener un Ferrari y que la maneje otro, así que les doy un papelito para que voten por mí o por él", ja, ja, insólito. Yo lo miraba al Flaco Pellegrino, que estaba terminando su carrera, y no lo podíamos creer. Fue una experiencia extraordinaria en todo sentido.
43.–Es duro el clima en Vitoria, ¿no?
–La ciudad es hermosa y disfrutamos cantidad con Carla, con quien recién estábamos de novios. Viajábamos a todos lados. Llueve bastante y te cagás de frío, es cierto, muchas veces entrenás y jugás con la cancha congelada y los piques de la pelota son distintos, es como si jugaras con botines en el pavimento, no hacés pie nunca.
44.–¿Pasaste del Alavés al Basilea porque no querías jugar en la segunda de España?
–Con Carla la pasamos muy bien en Vitoria, yo estaba feliz, sacando la parte deportiva, pero apareció el interés del Basilea, me puse a investigar, y vi que era un club grande. Lo que más me interesó era conocer otra cultura, aprender otro idioma, mejorar el inglés, crecer en lo personal. Nos invitaron a conocer la ciudad y nos encantó, el Basilea pagaba lo que el Alavés pedía y firmé por 4 años.
45.–¿Lo enfrentaste a Messi?
–Tres veces: una con el Alavés y dos con el Basilea por la Champions… y me metió 3 goles, uno en cada partido. En el de vuelta con Basilea, Barcelona estaba casi clasificado y puso algunos suplentes. Ganábamos 1-0, entraron Messi y Eto’o, y en la primera que agarró Messi me hizo su clásico gol: entró de derecha al medio y la puso contra un palo. Vos sabés lo que va a hacer pero no podés evitarlo, tiene una velocidad y una precisión descomunales. Trato de ver todos los partidos de Messi por la tele: por más que no meta goles, o no haga un gran partido, algo que no ocurre con frecuencia, igual por ahí te mete un control o un dribbling que decís: "¡No, este flaco no puede ser!". Con mis hijos vemos los partidos y me preguntan: "¿Y vos jugaste contra Messi?". Les cuento que sí, y está bueno para que sepan que jugué a un nivel importante.
46.–¿Le dijiste a Messi que te tuviera piedad antes de esos partidos?
-¡Qué le voy a decir! El mayor respeto que pueden tener estos pibes dentro de la cancha es que te jueguen a full siempre. Lo único que le pedí fue una foto con mis hijos en la Copa América de Chile. La selección practicó en el predio de la Católica, llevé a mis hijos a ver el entrenamiento, charlé con Masche y Micho, justo estaba Leo por ahí y le pedí unas fotos con ellos. Hoy, mis hijos chapean a lo loco en el colegio con esas fotos.
47.–¿Messi superó a Maradona?
–Para mí, Messi es el más grande de todos, no he visto nada igual. Lo de Maradona fue increíble, pero este pibe viene batiendo récords desde hace más de 10 años, 40 o 50 goles por temporada, cifras insólitas, y todos los años creés que va a bajar y no baja nada, sigue con el mismo hambre. Y además fuera de la cancha es un ejemplo, cero polémica. Leí que Stoichkov declaró el otro día que daría su Balón de Oro por ver campeón del mundo a Messi, y creo que son muchos los grandes jugadores no argentinos que quieren que Messi gane un Mundial. Despierta eso de "Puta, este flaco no puede no ganar el Mundial", ese deseo de que ojalá se le dé. Sería coronar esta cosa de locos que viene haciendo desde hace 15 años.
48.–¿Los del Basilea fueron los mejores años de tu carrera?
–En cuanto a disfrutar y conseguir títulos, puede ser. En River tuve muy buenos años también, y he ganado. Soy un privilegiado. Salvo en el Alavés, fui campeón en todos los clubes donde jugué. Y en Alavés me fue bien en lo personal, más allá del descenso. Porque en River me pateaban dos veces por partido y si me hacían un gol, el problema era el arquero. En el Alavés, en cambio, me cagaban a pelotazos, me metían 2 o 3 goles por partido, que era lo esperable, pero sacaba 7 u 8 y los medios me daban como figura todos los partidos.
49.–Te emocionaste mucho en tu despedida del Basilea.
–Así es. Fueron 5 años y 6 títulos en el club, la gente quería que renovara y me lo hacía saber con banderas y cantitos, hasta hicieron unas remeras con mi rostro similar al del Che Guevara que decía "Chestanzo". El club quería que renovara por 5 años más, pero sentí que era una etapa cumplida y necesitaba algo distinto, no quería echar a perder lo bueno que había logrado. El día que me despedí fue muy emocionante, además, porque estábamos saliendo campeones y porque el día anterior había nacido mi hijo Ciro y Carla lo estaba mirando desde el hospital. Por eso le mandé un beso al final. Mis hijos se matan de risa cuando lo ven en Youtube.
La despedida del Basilea (2011)
50.–En ese video se te ve con los dedos vendados. ¿Los arqueros terminan con todos los dedos mal?
–Tengo varios dedos quebrados, es algo habitual en los arqueros. Se te dislocan, se te quiebran y por eso cuando los arqueros se sacan los guantes es común ver que tienen los dedos con cintas. Se da por pelotazos, patadas, es común que el dedo chiquito se enganche en el pasto y se te salga. No me molestan hoy, aunque tampoco estoy para pianista, eh (risas).
51.–Cuando se enfrentaron Argentina y Suiza por octavos del Mundial de Brasil, ¿por quién hinchabas?
–Nahh, por Argentina, por más que tenía varios amigos en la selección de Suiza, esas cosas no se negocian. Ahí estaban Shaqiri y Xhaka, los dos ex compañeros míos en el Basilea, dos grandes jugadores, pero siempre voy por Argentina.
52.–¿Por qué duraste sólo un año en el Olympiakos?
–Llegué al club más grande de Grecia, el que había ganado 13 de los últimos 15 campeonatos, creo, estaba Ibagaza, el técnico era Valverde, pero nunca me terminé de adaptar. Había firmado por tres temporadas, me quedé una y a los 31 años decidí retirarme. No disfrutaba jugar, no me sentía a gusto en el vestuario, venía de una etapa de ser muy querido y estar muy involucrado y de golpe tenía que remar para ganarme el respeto y no estaba con esa fuerza suficiente para hacerlo.
53.–Pero eras muy joven para retirarte, más para un arquero.
–Sin dudas, pero entraba a jugar un partido y pensaba: "¿Cuánto falta para que termine?". Entonces no tenía sentido hacer el esfuerzo de la semana para después no tener ganas de jugar. Rescindí y recibí un montón de llamados de clubes interesados, pero respondí que estaba seguro de la decisión tomada. Creía que seguir jugando era engañarme a mí mismo.
54.–¿Por qué volviste?
–Regresamos a la Argentina, nos instalamos en Rosario, pasé un año tranquilo, sin pensar en el fútbol, hasta que en un momento me llamó un técnico argentino que me conocía de Suiza, Carlos Bernecker, y me dijo que estaba armando un equipo. Me dieron ganas, sentí que se me despertaba algo. "No estaba tan cerrado este capítulo", pensé. Lo charlé con mi mujer, después se estancó esa chance, y apareció el Tati Buljubasich, que había sido mi compañero en River. Estaba como manager en la Católica y buscaba un arquero de experiencia. Firmé por un año y medio y me quedé cuatro y medio.
55.–¿Te costó agarrar el ritmo?
–Mucho. Empecé a entrenarme y era como que nunca había dejado, pero a los pocos días tenía moretones por todos lados, pateaba y no llegaba a la mitad de la cancha, un desastre. En 3 o 4 meses me sentí bien. Fue una etapa buenísima esa de Católica y la disfruté mucho. Yo quería que mis hijos me vieran. La vuelta vino un poco por ese lado también.
56.–Ahí fuiste suplente de Toselli casi siempre, ¿no?
–Me buscaron por si lo vendían a Tose, pero no se dio. Por lo general yo jugaba en Copa y él por campeonato. Con Falcioni fui titular, pero estaba en otra etapa de mi vida y pese a no jugar tanto, notaba que era un tipo escuchado en el vestuario, sentía que podía aportar desde ahí para el equipo. Y eso está muy bueno. Era devolver un poco lo que los grandes me habían dado a mí cuando empezaba en cuanto a cómo manejarse en un vestuario. Yo me sentí parte importante de los logros del club, 3 títulos, y que se prolongan hasta la actualidad, ya que es el último campeón.
La arenga en la Católica (2017)
57.–¿Nunca evaluaste volver al fútbol argentino?
–Tuve algún ofrecimiento pero siempre sentí que la etapa en Argentina se cerró el día que me fui de River. Sentí que había vivido y experimentado lo que quería vivir y experimentar.
58.–¿En la batalla con la afeitadora venís perdiendo desde hace 20 años?
–Nunca me afeité del todo, siempre mantuve la barba algo crecida. De hecho, mis hijos no me conocen sin barba. Y Carla no tiene quejas.
59.–¿El del arquero es el puesto más ingrato?
–Totalmente. Y el más difícil, también. Primero porque juega solo uno: no hay opciones intermedias como con el jugador de campo, que puede ir a diferentes posiciones o entrar de a minutos por un compañero cansado. Para poder atajar dependés de que al arquero titular le vaya mal, y por lo general sos amigo de los otros arqueros, tenés relación, y no querés que le vaya mal. O tenés que esperar que se lesione, que es aún peor. El arquero puede tener un partido brillante, pero comete un error al final y pasa a ser un desastre, nadie se acuerda de lo bueno. El arquero se equivoca y es gol, y ese error queda más expuesto que el de cualquier jugador de campo. Es así, viene en el paquete, y uno tiene que aprender a convivir con esa presión y esa responsabilidad. Es un puesto solitario, por eso se suele decir que los arqueros tienen personalidades raras, muy especiales.
60.–¿Qué le ves de positivo, entonces, a ser arquero?
–Por lo general no es fácil conseguir un arquero y te das cuenta de que sos muy importante para el equipo, que influís en un partido más que cualquier otro, y eso está buenísimo. De a poco se va forjando una personalidad especial. Esa sensación de sacar 3 o 4 pelotas difíciles por partido, de que no te podrán meter un gol, es hermosa.
61.–¿Es cierta esa frase futbolera de que mejor nunca te pelees con un arquero?
–Será porque somos los más grandes, tenemos más fuerza, somos más brutos y con una personalidad muy fuerte para poder llevar la presión. Tenemos las manos grandes, no sé, quizá por eso.
62.–¿Qué pasó la vez que te peleaste en pleno partido con un compañero del Basilea?
–Una estupidez que acá, donde no suele pasar nada, fue un escándalo, yo prácticamente era Hannibal Lecter, ja ja. Me calenté con Beg Ferati, un compañero con el veníamos hablando de un error cometido en el partido anterior, no dejarse anticipar en el primer palo. Lo trabajamos en la semana y nos metieron un gol igual en el clásico con Zurich. Le reclamé al terminar el partido, él me empujó de atrás y sentí deseos de pegarle una piña, pero me contuve, y con la impotencia lo agarré de los pelos. Al instante me di cuenta de que la había cagado. Yo era el capitán, no podía hacer esa boludez. Nos dieron un par de fechas de oficio, el club nos puso una multa económica, y en los medios fue un escándalo. Hace poco lo vi a Beg, nos acordamos y nos reímos.
La pelea con un compañero en Basilea (2009)
63.–¿Es tan bueno el chocolate suizo o puro marketing?
–Nah, es espectacular, una calidad de producto impresionante. Igual que el queso. El suizo vive comiendo chocolate. Viste que en Argentina el consumo per cápita de carne es de 120 kilos o por ahí, más alto que en otros países: bueno, en Suiza pasa lo mismo con el chocolate. De todos modos, cada vez que viene alguien de Argentina tiene la obligación de traerme una caja de Tita y otra de alfajores Suchard de mousse de chocolate. La puerta sólo se abre si traen esas dos cosas. Yerba y dulce de leche se consiguen en Suiza, pero para lo más específico es complicado. El problema es que hoy esas cajas duran menos, tengo competencia en casa y debo andar escondiendo en los placares (risas).
64.–Lo que más y lo que menos te gusta de la vida en Suiza.
–Lo que más me gusta es la tranquilidad y la seguridad con que uno vive, el respeto que existe. Acá las noticias son: chocó un auto, se prendió fuego una granja, el tranvía atropelló a un chico en bici, cosas que en Argentina no serían noticia nunca. Al ser padre de chicos que entran en preadolescencia, esa seguridad es impagable. Mis hijas de 12 y 10 viajan en tranvía solas, tener esa libertad me refleja a cómo me crié yo en Río Cuarto, pero eran otras épocas. Lo que me falta es juntarme con amigos, me gustaría estar más cerca de mis viejos, aunque todos los años vamos para allá. Igual, así es mi vida desde los 24 años, en que me fui de Argentina: no tengo ese apego o arraigo por el país.
65.–Tus hijos nacieron en Suiza y Chile. ¿Se sienten argentinos?
–Cuando le preguntan de dónde son, se quedan patinando, no saben qué responder. Son un poco de todos lados, pero se sienten argentinos. Juegan al hockey sobre césped y sus sueños son ser Leonas y representar a la Argentina en los Juegos Olímpicos.
66.–¿A Estudiantes de Río Cuarto lo seguís?
–Claro, mi hermano Guido es súper fanático y me cuenta los detalles, sé que Andrés (Aimar) está de manager. Hace tiempo que Río Cuarto necesitaba que Estudiantes esté en la B Nacional. Que ahora esté haciendo un torneo espectacular en la segunda categoría me llena de orgullo y alegría, siento que mi ciudad está cerca de la Primera.
67.–¿A quién sufriste más pateándote en las prácticas?
–Con Ramón (Díaz) y Omar (Labruna), en mi primera época, era un asesinato. Los dos zurdos, les encantaba patear, y le pegaban espectacular: de 10 pelotas te metían 9. Encima se divertían, te gastaban. Gallardo era otro terrible, tenía una manera muy rara de patear que no se la vi a casi nadie: una patada cortita, seca, y la pelota salía para cualquier lado, era imposible intuir para dónde. Te mataba. Súper sencillo Marcelo, buena gente. El Mencho Medina Bello era otro tipazo, tenía una patada que daba miedo; Netto, también.
68.–¿Sirven los entrenadores de arqueros?
–Son fundamentales. Cuando llegué a River no había, pero en la selección estaba Hugo (Tocalli) y lo que progresé con él, entre los 15 y 18, fue impresionante. Ahora está su hijo Martín en las selecciones y su idea es descentralizar esa enseñanza. Con un proyecto más federal quiere llegar a todos los rincones del país, está buenísimo.
69.–¿Qué es lo más importante de un arquero para vos?
–Tiene que ser explosivo, tener fuerza de piernas, ser elástico y ágil. Pero sobre todo ser valiente, tomar riesgos. Hoy, física y tácticamente, a nivel profesional la mayoría de los arqueros son parecidos. La diferencia la hacen los de mayor fortaleza mental. Cuando veo partidos, miro qué hace el arquero después de un error, si sale en el siguiente centro o se acobarda.
70.–Lo más difícil para un arquero.
–Cuando empezás, tenés una gran destreza física y te llevás el mundo por delante, creés que con eso te alcanza, pero lo cierto es que te terminás de pulir a través de errores, con partidos y goles recibidos, sumando minutos. La experiencia te hace estar mejor parado y no vas a necesitar esa súper volada. Con mejor lectura de juego te anticipás a lo que hará el rival.
71.–Muchos te criticaban por parecer un arquero de handall. ¿No te interesó corregirlo?
–Se machacó con eso después de un clásico de verano en que Barijho, en vez de tirarla por arriba, pateó por abajo y yo quedé expuesto por saltar. Siempre preferí sacar una pelota de un modo medio extraño, tener un recurso extra a la normalidad, porque si la pelota roza en uno y se desvía, necesitás ese recurso inesperado. Burgos con el codo, por ejemplo. Lo que todo el mundo espera que hagas, lo entrenás todos los días. Mientras más recursos y maneras de resolver situaciones imprevistas tengas, mucho mejor.
72.–El mejor arquero que viste y el mejor actual.
–Ter Stegen me parece el mejor por lejos: es el más completo, el más simple, no hace nada de más y es el que menos se equivoca. Y no por una temporada, sino desde hace varios años. De Burgos fui compañero, y por ahí no se entrenaba de la mejor manera, pero el fin de semana era una fiera. Y si se mandaba una cagada, en la jugada siguiente salía a cortar el centro con una mano. El tipo era una roca, no le entraba una bala. Y esas cosas a mí me encantan.
73.–¿Intentaste desquitarte metiendo algún gol?
–Mi sueño fue siempre hacer el gol de Chilavert de mitad de cancha. Lo intenté en Basilea, pero di vergüenza: una vez le pegué al árbitro en la espalda y otra no llegué al área. También fui a buscar el cabezazo a lo Chiquito Bossio y tampoco pasó nada.
74.–¿Qué sentiste con el descenso de River?
–Vi los dos partidos de la promoción en Suiza. Nunca se me cruzó que River se iba a ir al descenso, ni aún cuando llegó a esa instancia. Fue shockeante, un palo durísimo, pensaba que no era real lo que veía.
75.–¿Y cómo viviste esta era de predominio internacional de River sobre Boca, cuando a vos te tocó padecer la contraria?
–Lo disfruté muchísimo, me salió el hincha de vuelta, sobre todo por la identificación que logró Marcelo, te hace sentir orgulloso. Es muy difícil que un equipo se identifique tanto con un club, que te transmita tanto. Me asombra y me parece brillante su reinvención permanente, ese ir por más. El podría haberse ido hace rato con toda la gloria, ganador, pero no se conforma. Los partidos los veo todos.
76.–Tu día más feliz en el fútbol.
–Cuando salimos campeones en Bahía Blanca con Pellegrini. Yo venía de mi proceso de lesiones de casi dos años sin jugar, volví en la mitad del torneo contra Boca, y lo hice en un muy buen nivel, no salí más y coronamos con un título. Y además lo hicimos con una banda de 15 amigos. Eso es único.
77.–El día más triste.
–Cuando perdimos la final de la Sudamericana contra Cienciano. Teníamos muchas ganas de volver a poner a River arriba en Sudamérica. Yo fui alcanzapelotas detrás del arco en la Libertadores del 96, y tenía la ilusión de ser parte de una conquista internacional, pero cometí un error grave en la ida, cuando íbamos 2-2: venía una pelota larga que salía y la agarré con la mano afuera del área. No sé qué hice, me tildé. Encima de ese centro vino el 3-2 de cabeza con un error de cálculo mío. Unos minutos después empató Salas, pero me quedé muy mal esa noche. En Perú perdimos 1-0 con un gol en los minutos finales que pasó por entre medio de la barrera y terminó el ciclo de Manuel. Lo sufrí mucho.
78.–El mejor DT que tuviste.
–Si tengo que elegir uno, pongo a Leo (Astrada) y Hernán (Díaz). Yo había tenido una gran relación con ambos de compañeros y tenía miedo de que pusieran una barrera al asumir, pero la relación nunca cambió, lo cual estuvo buenísimo. Pasó con todos, eh. De esa etapa aprendí muchísimo.
79.–El peor.
–Ufff, poné al ucraniano Piterman, aunque ya era hasta gracioso lo que hacía. Con el Flaco Pellegrino decíamos que había que anotar todas las cosas que hacía para escribir un libro, porque nos íbamos a olvidar. Era el dueño, el entrenador, el preparador físico, todo pasaba por él. Terminó fundiendo al Alavés, al club le costó mucho recuperarse.
80.–¿Qué destacás de Pekerman?
–De José y Hugo (Tocalli), para mí hablar del uno sin el otro no va. Y sumale al profe Urtasun también. Nos enseñaron qué era el profesionalismo, la exigencia, todo con una docencia muy marcada. Te educaban en todos los sentidos, con el respeto como norma fundamental. Para los del interior, que no teníamos el día a día con nuestros viejos, eran una referencia, porque además entrenábamos de lunes a jueves con ellos en Ezeiza. Que hoy en las selecciones estén Pablo (Aimar), Diego (Placente), Berni (Romeo) como manager, Scaloni en la mayor, todos ex futbolistas que pasaron por esas manos y que puedan volver a inculcar esos mismos valores que nos inculcaron a nosotros, es espectacular.
81.–¿Cómo te fue con Bielsa?
–Bien, participé en 4 o 5 amistosos, en giras, fui al banco en dos partidos de Eliminatorias. Era un pibe en un equipo repleto de figuras como Batistuta y Simeone, sentía orgullo pero también mucha ansiedad y nerviosismo por no mandarme ninguna cagada. Atajé un solo partido, aquel 2-2 amistoso ante Uruguay en que se inauguró el estadio de La Plata. Esa noche también debutó Masche, que después sumó algunos partidos más que yo en la Selección, ja, ja.
82.–Tus mejores amigos del fútbol.
–Guille Pereyra, Matías Borghi, Martín Ungaretti, que fue arquero clase 79 en River y luego se dedicó a estudiar kinesiología y es una referencia en terapia física en el ámbito del fútbol. Soy muy amigo del Chino (Garcé), de la Gata (Fernández), del Chacho (Coudet). Conservo una gran relación con Micho (Demichelis) y Esteban Solari. Tenemos un grupo de WhatsApp de la sexta división de River: Guille, Micho, Cobija (Gandolfi) y el Negro Sand, entre otros.
83.–¿En 2017 te tomaste un buen tiempo para decidir el retiro definitivamente, así no te arrepentías como en 2012?
–No, no, ya tenía 37 y sufría mucho con las rodillas. Durante los últimos 6 meses tenía recontra asumido que me retiraba a fin de año, lo sabían el club y mis compañeros, no fue de un día para el otro. Aun así, estando preparado, sabiendo de qué se trataba porque ya me había retirado una vez e imaginando a qué me iba a dedicar, el día después sigue siendo un proceso muy pero muy difícil. Ahora se le está dando más importancia, salieron libros, hay algún tipo de curso para preparar al jugador, pero es bravísimo igual.
84.–¿A qué te referís?
–La realidad es que cuando uno está jugando, lo que menos piensa y de lo que menos quiere hablar es del día que se va a retirar. Muchos extrañan las notas, la exposición; no es mi caso. El tema es que dejás de hacer algo que hiciste desde los 12 o 15 años, porque hay que contar las inferiores. Vivís de una manera, el fútbol te genera una rutina muy intensa, de un día para el otro salís de eso y es difícil encontrarse. Es difícil encontrarse con tu familia, encontrarse con tu tiempo. Antes querías tiempo para un montón de cosas pero de golpe te levantás, buscás a tus hijos por el colegio, terminó el día y sentiste que no hiciste nada.
85.–¿Qué recomendás?
–Es muy necesario prepararse para el retiro. Estuve en contacto con Pablo Lugüercio, que lanzó un proyecto llamado Wake UP (despierta) que está muy bueno. Es una plataforma donde todos cuentan su experiencia del retiro, te vas nutriendo y compartiendo con otros, entonces decís "La puta, esto me pasó a mí". La idea es ayudar a los que nos hemos retirado o están en el proceso de retirarse, darles herramientas, guiarlos…
86.–¿Cómo encontraste qué hacer vos tras el retiro?
–Por un lado, me puse a armar lo de los guantes. También hice cursos de entrenador de arqueros en Chile y, mientras atajaba en Católica, iba a entrenar a los arqueros de alguna división juvenil del club una vez por semana. También tenía en la cabeza lo del management deportivo, ser ese nexo entre jugadores, cuerpo técnico y dirigencia. Salió la chance de estudiar en el CIES (Centro Internacional de Estudios del Deporte), una universidad con sede en Neuchatel, Suiza, que daba un diplomado de un año en Chile, y en 2018, ya retirado, lo hice. Ahí estudiaba la teoría y mientras tanto hacía una pasantía premium.
87.–¿Pasantía premium?
–Como tengo una muy buena relación con Buljubasich y con los directivos de la Católica les pedí si mientras estudiaba podía hacer una pasantía ad honorem en el club para aprender el funcionamiento de los distintos sectores. Como jugador, uno tiende a quejarse y a exigir: por qué nos ponen este vuelo con dos escalas, por qué es tan malo este bus en el que viajamos, por qué nos hacen entrenar en este campo, etcétera. Son quejas normales, pero está bueno mirar también desde el otro lado del mostrador y entender un montón de cosas. Estuve 3 meses con la gente de comunicación del club, otro tanto en la parte de finanzas, de ticketing y cerré al lado de Tati para ver la gerencia deportiva. Católica es un club modelo, entonces yo me sumaba a cada grupo, me daban tarea y ayudaba. Todo mientras estudiaba. Teoría y práctica, mejor imposible para entender la gestión de un club.
88.–Volvamos al comienzo: ¿en qué momento decidiste no dar más entrevistas, hubo algún hecho puntual que te llevó a tomar esa decisión?
–No recuerdo el momento exacto y si hubo un hecho puntual, creo que no. Me parece que fue después del Mundial Sub 20 de Nigeria, no quería ser parte de eso. Cuando arranqué en River y era el tercer arquero alguno me habrá pedido y yo habré dicho que no, me parecía hasta más fácil para mí. Sentía que no tenía la madurez para contar cosas.
89.–¿No consultaste con alguien antes de tomar esa decisión, ningún compañero o entrenador te dijo que te podía jugar en contra?
–Me dijeron que me podía jugar en contra, sí. Recuerdo una charla con Pekerman, en la que me dijo que así como los periodistas elegían a quién hacerle una nota, yo también podía elegir a quién darle una nota y a quién no, filtrar un poco. En definitiva, yo lo tenía claro: no quería pertenecer a ese circo.
90.–¿Por qué "circo"?
–No lo digo como algo despectivo, eh, que no se entienda mal. A mí me gustaba lo que hacía, disfrutaba de atajar, pero no me gustaba ser reconocido, prefería el anonimato, y una de las maneras de mantener el anonimato era no dando notas. Yo no leía, no escuchaba ni miraba los programas. Yo iba, me entrenaba, jugaba, me divertía y resulta que era el arquero de River. El tema es que me di cuenta mucho tiempo después lo que significaba ser el arquero de River.
91.–El periodismo es un actor más en el ambiente del fútbol.
–Yo no estaba en desacuerdo con los chicos que hablaban, eh, ellos me decían: "¡Qué suerte que salís del vestuario y nadie te para para hacer una nota!". Sé que muchas veces el jugador de fútbol se alimenta del periodismo y de la gente, está dentro del combo de lo que es jugar al fútbol. Muchos reniegan de eso, pero a muchos otros les gusta y necesitan y disfrutan de esa exposición y ese reconocimiento. Por eso, cuando se retiran y dejan de ser la estrellita y nadie les da pelota, la pasan mal. Esa parte del retiro a mí claramente no me afectó.
92.–¿Sentís que muchos periodistas te pegaban de más porque igual sabían que no ibas a darles una nota?
–Yo no quería participar y sé que a muchos periodistas eso les molestaba. A algunos quizá les parecía una actitud soberbia de mi parte, de creerme que estaba por encima, pero nada que ver. Sé que muchos elogian a cierto jugador porque les cae bien, o porque le dan una nota, o porque el representante habla con el periodista para que hablen bien de su jugador. Hay un montón de cosas detrás de bastidores que la gente que compra fútbol y está pendiente de su equipo no sabe. Y por supuesto también hay muchos periodistas muy buenos que aman lo que hacen. Lamentablemente, son opacados por un montón de otros que venden más y se sostienen en la polémica permanente. Los periodistas más serios tuvieron menos cabida que los polémicos en los últimos años.
93.–¿No podías elegir al que considerabas buen periodista para hablar?
–Es que no quería contar mi historia, yo quería ser invisible. Quería jugar en River y que nadie me conociera. Era medio ridículo, casi imposible, pero bueno. Sí me quedó claro con el tiempo que, por no dar entrevistas, si hacía algo bien no se remarcaba tanto y si hacía algo mal se remarcaba más de lo habitual. Más de un amigo me preguntaba: "¿Vos le hiciste algo a fulanito que te hace mierda siempre en la radio?". Y no, la verdad que no.
94.–Hoy, con tantos medios y obligaciones comunicacionales de los clubes, seguramente no hubieras tomado la misma decisión, ¿o sí?
–Tengo casi 40 años, en ese momento tenía 20. Hoy no hubiese podido jugar de ninguna manera manteniendo esa decisión, no duraba nada.
95.–¿No te convenía dar notas para bajar un poco el nivel de crítica?
–Muchos compañeros me decían: "Che, boludo, ¿por qué no hablás? Te conviene, así te aflojan un poco". Y la realidad es que en un momento dije: "Ya está, que me chupen un huevo, si me van a hacer mierda, que me hagan mierda, muero en la mía". Esa cosa de rebelde sin causa de pibe.
96.–Vos no dabas notas en River, te fuiste al Alavés y lo primero que tuviste que hacer fue dar una conferencia de prensa. ¿No pensaste en negarte?
–No me quise negar en ningún momento. Tenía clarísimo que si llegaba y había conferencia de prensa, la iba a dar. Y eso pasó. Después de todo el proceso de River, sabía la que se venía detrás y por dentro dije: "Listo, ahora sí, háganme mierda que igual estoy acá". Al final me recontra mataron, pero me reconfortaba que la gente se diera cuenta que me hacían mierda porque no hablaba, que la mano venía por ahí. Ya en Europa, en un club más chico y con otra madurez, me sentía más preparado para poder expresar lo que tenía ganas.
97.–¿En España, Suiza, Grecia y Chile diste notas?
–He dado, sí, aunque no excesivamente. El Turco Wehbe me llamaba para la radio de Río Cuarto una vez por año y salía sin problemas. En Basilea era el capitán y di algunas notas. En Chile igual, pasaba por la zona mixta y si alguno me llamaba, frenaba y hablaba. Me han invitado a programas de televisión y ahí decía que no. Daba lo básico.
98.–¿Si volvieras a empezar tu carrera haría lo mismo? ¿Le aconsejarías no dar entrevistas a algún pibe que empieza?
–Eso es algo muy personal, es lo que sentí yo en ese momento. No sé si les diría a un chico: "Este es el camino". Creo que iría más por un híbrido, lo que hice en la segunda parte, tal vez siguiendo el consejo que en su momento me había dado José: "Hablá con el que consideres que sea interesante para hablar". Igual, eso no te deja exento, capaz, de que el periodista al que no le diste la nota y sea la contra del que se la diste, se sienta ofendido y te haga mierda peor. Porque eso pasa.
99.–¿Estás conforme con la carrera que hiciste, te pesó en algún momento el cartelito de "arquero del futuro"?
–Estoy súper conforme con la carrera que hice, y agradecido de haber vivido todo lo que me permitió vivir el fútbol. En ningún momento sentí que me pesara ese supuesto cartelito. ¿Podría haber tenido una carrera mejor? Sí ¿Las lesiones me afectaron? Sí. Lo de la prensa no creo que haya sido determinante para nada. Ya te digo: me considero un afortunado, pude hacer lo que me gusta, atajar en River, en la Selección, en Europa, en Chile y ganar muchos títulos. También podría haber tenido una carrera mejor, no lo niego.
100.–Costanzo fue el arquero más fachero en la historia de River. ¿Verdadero o falso?
–Falso. El más fachero fue Amadeo.
FICHA TECNICA
- Nombre: Franco Costanzo.
- Nacimiento: 5/9/1980 en Río Cuarto (Córdoba).
- Inferiores: Atenas y Estudiantes (ambos de Río Cuarto) y River Plate.
- Primera: River Plate (2001-05); Alavés, España (2005-06); Basilea, Suiza (2006-11); Olympiakos, Grecia (2011-12); Universidad Católica, Chile (2013-17).
- Selección nacional: Fue titular de la Sub 17 en el Sudamericano de Paraguay y en el Mundial de Egipto (1997) y también de la Sub 20 en el Sudamericano de Argentina y en el Mundial de Nigeria (1999). Disputó un partido con la selección mayor, al mando de Bielsa (2-2 ante Uruguay (16/7/03).
- Títulos (14): Clausura 02, 03 y 04 (River); 3 Super Liga Suiza y 3 Copa Suiza (Basilea); 1 Liga de Grecia (Olympiakos); Clausura 16, Apertura 16 y Supercopa 16 (Católica); Sudamericano Sub 20 (Selección).
- Observación: Se retiró en junio 2012 y volvió en julio 2013.
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