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Florencia Marco, la empleada de Boca que denunció al DT Jorge Martínez: “Cascini, Bermúdez y Delgado sabían que el abuso sexual era real y no era solo conmigo”
La víctima relata lo que padeció y denuncia una cadena de encubrimientos y silencio en el club alrededor del caso
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Durante 11 años, entre junio de 2011 y enero de 2022, Florencia Marco disfrutó cada día como empleada de Boca, como parte del Departamento de Prensa y Difusión. En ese lapso se sintió parte de una familia, respetada por cada compañero de trabajo, ya sea un par, uno de los tantos futbolistas del plantel profesional o alguno de los integrantes de los diferentes cuerpos técnicos con los que interactuó. Iba feliz a su lugar de trabajo, ya sea en la Bombonera o en el Complejo Pedro Pompilio, en Casa Amarilla. Si hasta la reconocían los vecinos del barrio y la saludaban. Esa sonrisa sigue alumbrando su rostro cuando rememora aquellos tiempos.
Pero de pronto, todo fue sombra y oscuridad. En una búsqueda personal de nuevos desafíos, a comienzos de 2019 se hizo cargo de la prensa y la difusión del plantel profesional femenino de Boca. Después de tres años de trabajo en esa área, el calvario comenzó cuando Jorge Martínez (exlateral derecho de Boca en 2001 y 2002) fue designado como el nuevo entrenador del equipo profesional femenino. El contacto con él fue el inicio de un tiempo oscuro, que no termina. Este viernes se inicia el juicio contra el DT, que se llevará a cabo en el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 22, a cargo del juez Sergio Paduczak: Martínez está acusado por el delito de abuso sexual simple en perjuicio de Marco, que contempla penas que van de los seis meses a los cuatro años de prisión. En este momento estremecedor de su vida, la víctima comparte con LA NACION todo este proceso que navega entre el asco, la vergüenza, el desencanto, la tristeza, la sanación personal y, fundamentalmente, el ferviente deseo de que se haga justicia.
—¿Estás preparada para lo que va a empezar?
—Por un lado, estoy ansiosa, pero por otro nerviosa porque vuelven todas las sensaciones que yo sufrí durante todo 2022, que me vuelven a atravesar, y porque me voy a volver a encontrar con el abusador. Tengo la posibilidad de elegir que el abusador no esté en el juicio en el momento que yo esté haciendo las declaraciones. Pero bueno, vamos a volver a compartir un espacio físico en común. Eso me quita un poco el sueño en estos días. Espero este momento desde que presenté la denuncia. Lo único que digo es la verdad de lo que tuve que padecer, entonces tampoco me tengo que preparar tanto. Solamente fortalecerme para poder atravesar ese momento. Sé que va a ser muy difícil y que tengo que estar fuerte para eso. Durante todo este año, a medida que iba sanando me iba preparando para esta instancia. No es tan fácil hablar y decir que fui abusada. Porque la verdad es que lo primero que sentís es una vergüenza inmensa, que no la sentís de ninguna otra manera. La vergüenza que sentí cuando tuve que salir a hablar a los medios para que corrieran a esa persona de su cargo, la vergüenza de aceptar que había sido abusada, nunca antes la había sentido. Yo no quería salir a la calle, porque la gente me agarraba y me abrazaba y me empezaban a contar sus situaciones. Y yo sentía vergüenza.
—¿Cuándo comenzaste a percibir que algo no estaba bien en el trato de Martínez hacia vos?
—Desde el primer día. Conmigo y con la mayoría de las mujeres del equipo. Con la diferencia de que cuando yo empecé a decir: “Che, a mí me está haciendo esto”, otras dijeron: “A mí también me hace lo mismo”.
—¿Cómo describirías lo que sufriste?
—Con el correr de los meses, muchas de sus actitudes, que al principio eran abusivas y violentas, se fueron naturalizando. Entonces ya nadie cuestionaba si él venía y en lugar de hablarte mirándote a los ojos, te miraba los pechos. Porque “él es así”. No se cuestionaba si venía y en lugar de abrazarte como una persona normal venía y te abrazaba y te tocaba tus partes íntimas. Porque “ya es parte de él”. Se empezó a normalizar el abuso dentro del equipo. El abuso sexual y el abuso de violencia. Y de poder. Cuando él me toca la cola (y esa es la denuncia que yo hago) traspasa todos los límites. Lo hizo de forma grosera, lo que me confirmó que me estaba abusando constantemente.
—¿Cómo hiciste para seguir trabajando?
—Hacía mis tareas, pero intentaba no cruzarlo porque si me lo cruzaba no tenía diálogo con él. En varias ocasiones ni siquiera salía de mi oficina. Entraba y salía del club con miedo a que alguien me siguiera. Lloré mucho.
—¿Cuándo se enteran en el club?
— Lo primero que hago, en marzo de 2022, es hablar con mis compañeros de trabajo. Porque a mí ese contexto laboral me estaba afectando en el día a día, no solo en lo personal sino en mis tareas. Realmente no se toma dimensión de lo que genera que una persona sea abusada, cómo te cambia la vida completamente, la magnitud que genera en una persona el abuso, todavía hoy no se tiene conciencia. Comento lo que me estaba pasando con mis compañeros y mis jefes, quienes me recomiendan hacer la denuncia en Recursos Humanos y en el Departamento de Inclusión e Igualdad, a cargo de Adriana Bravo, que para entonces ya era vicepresidenta tercera del club.
En la Argentina, la Línea 144 brinda atención telefónica a mujeres víctimas de violencia de género durante las 24 horas, los 365 días del año. Es anónima, gratuita y nacional.
—¿Cómo fue el vínculo tuyo con las jugadoras a partir de tu decisión de alejarte de él?
—Algunas se fueron alejando. No por falta de cariño o empatía conmigo, sino por miedo a represalias. Miedo al “cuidado con quien te juntás”. Personas que tal vez charlaban con frecuencia conmigo o tomábamos mate juntas. Pero hubo muchas que no dejaron de hacerlo a pesar de que las sacaba del equipo o nos las citaba a los partidos.
—¿Cómo fueron esos días?
—Fui hablando, haciendo redes de contención, porque yo iba cambiando también, mi manera de trabajar, mi manera de accionar, mi manera de moverme. Hablé con el gerente de Recursos Humanos. En ese momento pensé en decirle que quería renunciar e irme sin decir nada, porque yo así no podía seguir trabajando. Pero si me iba las chicas iban a seguir siendo abusadas y yo me iba a quedar en la calle después de 11 años de trabajo. Entonces me fui preparando emocionalmente para estar fuerte en esta situación actual y poder salir. Hoy estoy devastada económicamente porque no recibo un sueldo, ni nada, y tampoco puedo buscar otro trabajo porque sigo siendo empleada de Boca.
—¿Cuál fue el peor momento?
—Durante todo 2022 y parte de 2023. Yo no dormía, no comía, me la pasaba temblando todo el tiempo. Y estaba laburando y me tenía que cuidar a mí y sentía que también tenía que cuidar de las chicas que estaban en mi misma situación. Entonces yo no me podía ir a cuidarme y correrme de ese espacio y que el resto de estas chicas sigan estando con el abusador adentro. No, no lo iba a permitir. No lo podía permitir por mí. Necesitaba saber y estar tranquila de que ellas también iban a poder ir a entrenar como corresponde en un lugar seguro y cuidado que no lo estaban teniendo.
—¿Cuándo hacés la denuncia en la Justicia?
—La denuncia judicial la presenté de modo formal el 7 de marzo de 2023, después de estar hablando un año de manera informal con gente del club. En ese tiempo hubo una inacción total de parte del club, porque todo esto era un secreto a voces en Boca. Todos lo sabían y nadie hacía nada. Lo primero que me dicen es que me tomaban la denuncia y que la iban a elevar al Comité Interdisciplinario. Como el club pretendía que al otro día siguiera yendo a trabajar, ahí es donde solicito hacer uso de mis días de vacaciones. Vuelvo de mis vacaciones y lejos de haber cambiado algo, me ofrecen una licencia de un mes con goce de sueldo. Y a fin de mes, otra vez lo mismo. Ya entonces hablar de Florencia era mala palabra.
—¿Qué pasó con el plantel femenino?
—Nadie las contuvo. La psicóloga les dijo que de ese tema no se podía hablar en su espacio y, gracias a Dios, terminaron desvinculando al abusador una vez que se hizo pública la denuncia y designaron a Florencia Quiñones, que además de estar capacitada para el cargo tiene años de experiencia como jugadora y todo cambió para mejor.
—¿Hablaste con los integrantes del Consejo de Fútbol?
—Cuando me tocó la cola, lo que conté antes, hablo con Jorge Bermúdez, con Raúl Cascini y con Marcelo Delgado. Les informo y les cuento todo. Ellos me dicen que ya lo estaban hablando con Riquelme y también con Cristian, el hermano de Román. Estaban todos informados. Y me dicen que supuestamente iban a tomar algún tipo de medidas. Pero nunca las tomaron. Porque ellos sabían que el abuso sexual era real y sabían que no era solo conmigo. Y yo lo que decía era que no iba a seguir permitiendo que esto quedara en silencio, mientras él siguiera abusando y estando en el club.
—¿Qué hicieron entonces?
—Todos me escucharon y me prometieron que iban a buscarle una solución a esto, pero no cambió nada. En ningún momento se comunicaron conmigo, ni siquiera para preguntarme cómo estoy. Mi teléfono es el mismo de toda la vida. Cuando hablé con él, Bermúdez me dijo que si pasaba algo más lo llame y jamás me volvió a atender.
Cuando Martínez me toca la cola. hablo con Jorge Bermúdez, con Raúl Cascini y hablo Marcelo Delgado. Ellos me dicen que ya lo estaban hablando con Riquelme y también con Cristian, el hermano de Román. Todos estaban informados y no hicieron nada hasta que la denuncia se hizo pública.
—Ahora que Riquelme es presidente, ¿pensás que su reacción sería distinta?
—Yo a Riquelme lo conozco desde que era jugador de Boca. Siempre tuve un trato muy bueno y muy cordial con él. Él sabía muy bien quién era yo y sabía que yo quería hablar con él también por esta situación. Y no me pude comunicar cuando estaba trabajando y tampoco después de que empecé la licencia. Me hubiera encantado que me llamara por teléfono porque con él he compartido varias charlas, he compartido hasta mates, entonces me hubiera gustado que tuviera ese gesto.
—Si pudieras hablar con él ahora, ¿qué le dirías?
—Le preguntaría cuál es la información que estaba manejando sobre esta situación. Qué versión le llegó. Porque yo tengo entendido que él sí sabía que yo estaba siendo abusada y que, en el equipo de fútbol femenino, varias de las jugadoras también estaban siendo abusadas. Entonces a mí, sinceramente, me llama la atención que él permitiera que siguiera pasando. Porque eso lo hace cómplice, como todas las personas que sabían y permitían que esto siguiera pasando.
—Más allá de Riquelme, ¿por qué el club te soltó la mano?
—Eso es lo que yo me pregunto: ¿por qué nadie tiene el poder para tomar la decisión de separar a un abusador? Si existe un Departamento de Género, ¿por qué no se involucra? Y si no se involucra, ¿para qué está? ¿Por qué la psicóloga no tiene el poder para tratar esta situación con las jugadoras si es la psicóloga del plantel? Entonces, si no pueden ocupar el rol que tienen que ocupar, tienen que dar un paso al costado y correrse, porque ponen en peligro a muchas personas. Porque aparte de ser cómplices de estos abusos, son coproductores también de estos abusos, porque ayudan a que se sigan produciendo. Porque… todos lo vemos. Y se seguirá haciendo, porque igual esos profesionales no dirán nada. “Sí, bueno, es así. Que te sigan tocando. Venís, llorás un ratito, te consuelo y mañana te van a tocar de vuelta”. Entonces, siguen coproduciendo esos abusos.
— ¿Cómo fueron tus días después de contar en el club lo que sufriste?
—Mi sensación es que el hecho de haber hablado adelante del equipo de trabajo sobre lo que me había pasado sirvió para frenar una escalada de abuso y acoso que no sé dónde terminaba. Mi miedo era que me violara. Yo salía de la oficina y miraba para todos lados, vivía con el terror de encontrármelo en algún lado a solas. Y ese terror que yo tenía era el mismo que sentían muchas de las jugadoras. Las mismas que no querían estar con él a solas, porque no sabían qué podía pasar.
—¿Qué te dijo Adriana Bravo, la presidenta del Departamento de Género, cuando le contaste lo que te pasó con Martínez?
—Adriana Bravo ya sabía todo porque era un secreto a voces. Todo el mundo sabía (y sobre todo los que estaban dentro del club), que era lo que estaba pasando. Lo sabían los periodistas, y el que no lo sabía, lo sospechaba. De todas maneras, yo le venía contando a Adriana que el técnico tenía actitudes que no correspondían en el ámbito de fútbol femenino. Hasta ese momento a mí me costaba ponerle nombre a lo que yo estaba viviendo, que era un abuso sexual. Hasta hubo un viaje a Ecuador que yo viví con terror y no pude dormir, porque él dormía en el mismo piso que yo, la mayoría de las noches ingresaba alcohol a su habitación. Y yo dormía sola. Hasta que un día llega Adriana con (Mauricio) Serna y esa noche se quedó en mi habitación. Le conté un poco la situación por la que estaba pasando y fue la única noche que pude dormir tranquila. Desde ese momento sabía perfectamente lo que pasaba. Y en ese viaje también supo que, en el primer partido, que se suspendió porque estaba lloviendo, Martínez había entrado al vestuario sin avisar mientras las jugadoras estaban desnudas y se estaban cambiando.
—¿Cuánto tardó el club en separar a Martínez después de tu denuncia ante la Justicia?
—Yo presento la denuncia interna el 2 de febrero de 2023 y la denuncia en la Justicia el 7 de marzo. Y a él lo remueven del cargo en abril de 2023, una vez que se hace pública la denuncia. Incluso, en ese período dirigió un Superclásico en la Bombonera, en el que hasta la secretaria de Jorge Ameal y Ricardo Rosica (presidente y Secretario General) comentó después que en las tribunas ya se comentaba que el técnico de las Gladiadoras era un abusador.
Si existe un Departamento de Género, ¿por qué no se involucra? Y si no se involucra, ¿para qué está? ¿Por qué la psicóloga no tiene el poder para tratar esta situación con las jugadoras si es la psicóloga del plantel?
—¿Cómo reaccionan las jugadoras ante tu denuncia?
—Cuando el club corre del cargo al abusador vinieron a agradecerme. “Ahora estamos más tranquilas”, me dijeron. Porque hasta ese momento nos estábamos cuidando entre todas, todo el tiempo. Ver por dónde aparecía, qué hacía, qué no hacía, qué límites se le podían poner, qué límites no. Porque esta persona sabía que yo hablaba con el Consejo de Fútbol. Y, sin embargo, no pasaba nada. Él sabía que yo hablaba con el referente de Recursos Humanos. Y, sin embargo, no pasaba nada. Él seguía en su puesto de trabajo y yo también. Y él cada vez tenía más poder para seguir haciendo lo que quería. De hecho, el último día que yo estoy con el equipo es el 9 de enero del 2023. Yo decido que de esa manera no iba a trabajar más y lo hablo con el presidente de prensa, el gerente y el jefe del área. Al día siguiente lloré todo el día porque me cayó la ficha de todo lo que había padecido y a los dos días me contacté con mi abogada.
—¿En qué cambió tu vida este hecho?
—Es raro no ir a trabajar. Extraño muchísimo ir a Boca. Extraño la Bombonera, los partidos. Lamentablemente hoy no puedo ir. Nunca fui socia, siempre empleada y siempre ajena a la política. Yo era empleada de Boca y defendía los colores de Boca y defendía a la institución, sin importar quién era el presidente de turno, porque para mí era eso, un presidente que estaba poniendo soluciones en ese momento o una dirigencia. Yo defendí siempre a Boca, a los deportistas que estaban en Boca. Extraño un montón, extraño llegar al barrio. Después de tantos años de ir en colectivo, ir caminando por las calles. Yo ya conocía a los vecinos de la Bombonera. Yo soy de Suipacha y ellos eran parte de mi familia acá en Buenos Aires.
— ¿Nadie te llamó del club en estas semanas?
—Yo hoy soy mala palabra para el club. Nadie puede hablar de mí. Pero todos me escriben por separado: mis compañeros, las jugadoras. Pero en la institución no se habla del tema, no me pueden ni nombrar. Hubo una reunión en donde Ricardo Rosica, el secretario general del club, dijo que mi tema era un tema terminado. Y ante los empleados salió a decir que me habían ofrecido el tratamiento psicológico y yo me había negado, cosa que es falsa. Que me daban licencia porque yo quería y lo dejaban a él en su puesto de trabajo porque yo quería. De repente era como que todo lo que yo no quería que pasase, lo había decidido todo yo, según ellos. Faltaba que dijeran que yo quería que me abusaran.
Yo hoy soy mala palabra para el club. Todos me escriben por separado: mis compañeros, las jugadoras... Pero en la institución no se habla del tema, no me pueden ni nombrar.
—¿Qué reacciones encontraste en otros ámbitos?
—Toda la soledad que sentí cuando Boca me soltó la mano se dio vuelta en la calle. Hasta el momento donde llegás a poner en palabras lo que sentiste, pasás por una tristeza que te atraviesa todo el cuerpo, que nunca antes viviste y te sentís muy sola. Cuando hice la denuncia sentía mucha vergüenza. Mucha vergüenza. Pero una vez que esto se hizo público (cuando también me sentí revictimizada, pero que lo tuve que hacer público para que a esta persona la sacaran de su puesto), lloré después porque me conmovía todo el amor que recibía de todas las personas, de compañeros de otros sectores del club que no sabían que yo había estado atravesando durante todo ese tiempo eso, de ex compañeros, ex jugadores y ex técnicos del plantel profesional masculino con los que había trabajado, de mi pueblo (Suipacha), de todo el mundo. Una contención y un cuidado increíble. Gente que no conocía de otras partes del mundo, que me escribían diciéndome que me estaban acompañando, que confiaban, que creían en mí y que estaban esperando que se hiciera justicia y que agradecían que pusiera este tema para que se pueda hablar y para que deje de ser tabú. Me sentí totalmente conmovida por todo el amor que estaba recibiendo, que fue totalmente inesperado, porque yo estaba en una oscuridad total y de repente se abrió la luz. Y creo que es el día de hoy que me sigue dando fuerzas para llegar a esta instancia.
—¿Cómo fue este año desde que presentaste la denuncia judicial?
—Estuve con mi tratamiento psicológico, reestructurando mi vida, haciendo el duelo de esa familia que era Boca, haciendo el duelo de no poder ir más a ese lugar que fue mi casa durante tanto tiempo, haciendo el duelo de perder el trabajo que tanto amaba. Estuve en eso, en un duelo permanente y reconstruyendo mi vida de día a día, porque yo trabajo desde que tengo 18 años y tengo 36. La mitad de mi vida estuve laburando. Este año estuve estudiando. En mi caso hice un trabajo de sanación con caballos y este año aproveché y estudié eso para yo poder brindar esa herramienta a otras personas. Cuando comencé mi proceso de sanación yo no podía tocar el caballo. Por lo que me explicaron eso era lo que me generaba a mí que me tocaran. Así que mi sanación también es asistida con ellos. Y hay que buscar herramientas para poder salir. Poco a poco se va saliendo y se va sanando, y empezás a sanar todo lo que te va rompiendo el abuso.
—¿Qué aprendizaje debería quedar de tu caso?
—Creo que todas las personas que están acompañando a deportistas tienen que estar instruidas para poder hacerlo, no solamente con conocimiento de la profesión, sino también con perspectiva de género. Para poder ser técnico, para poder estar interviniendo en la disciplina que a cada uno le corresponde. Por ejemplo, ¿de qué sirve tener una psicóloga en el club si cuando surge algo como esto te dice “yo tengo prohibido hablar de esto”? ¿Qué pasó por dentro de todas esas chicas que necesitaban descargarse con alguien o hacer un trabajo de prevención o un espacio para decir “Si pasa esto tienen que hablar”? Hasta donde yo sé no existió ese espacio. Muy por el contrario, era un tema del que no se podía hablar. Y de esto hay que hablar. Siempre hay que hablar.
Antes de la publicación de la entrevista, LA NACION se comunicó con autoridades de Boca para ofrecer el derecho a réplica a las personas involucradas en el testimonio de Florencia Marco. Hasta el momento, no hubo una respuesta formal al respecto.
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